reaba; una sola enfermedad , la de las paperas, es la que es bastante general, y sin embargo, el remedio se encuentra también junto al mal, pues las montañas están llenas de una yerba que las cura admirablemente. Los principados de Moldavia y Valaquia se dividen en alto y bajo pais, y se subdividen en jurisdicciones. Las jurisdicciones del pais bajo de Valaquia se dividen ademas en plazas, y las del alto en regiones. Todavía tiene otra división la Valaquia, que es, en Oriental y Occidental, separadas por el Otto, á saber la Gran Valaquia al Este, y la Pequeña ú Oltenia al Oeste. La primera se compone de trece jurisdicciones y la segunda de cinco. En Valaquia se cuentan diez y ocho jurisdicciones, veinte y nueve regiones, sesenta y seis plazas y en Moldavia trece jurisdicciones y sesenta y tres círculos.
La población de la Valaquia sube á 2.324,484 habitantes, y la de la Moldavia á 1.254,447.
«La población de estos dos principados no es toda romana, dice Mr. Vaillant, fuera parte de los estrangeros que suben al número de 578,000, hay varias razas indígenas. En Valaquia, donde la fusión ha tenido lugar casi por completo, no se distinguen el flamenco y el sajón mas que por sus cabellos rubios, y se cuentan cerca de 50,000 católicos, tanto estrangeros como indígenas. En Moldavia las razas indígenas se reconocen todavía en sus rasgos distintivos, en su lenguaje, en sus costumbres, y algunas veces hasta en el trage.
Los valacos son mas alegres, mas ingeniosos, y mas hospitalarios que los moldavos, pero igualmente bravos, sobrios, ágiles, diestros y aptos para formarse buenos soldados. En la alta clase, unos y otros eran francos, leales, tenian un orgullo noble, y eran emprendedores, audaces y aun temerarios, pero la educación que reciben de algún tiempo á esta parte los ha vuelto torpes, vanidosos, fanfarrones, desconfiados, avaros, pusilánimes, altivos é insolentes en la prosperidad, y complacientes y viles en la desgracia. Son hombres á los quince años, á los diez y ocho diplomáticos, á los veinte y uno no tienen voluntad y á los veinte y cinco, mayores de edad. Por dominados que se encuentren hoy dia del deseo de instruirse y de recobrar su nacionalidad, tienen todavía poca confianza, poca sinceridad, y poco amor á su patria. Apenas hay amistad entre ellos, ni reconocimiento á los favores que se hacen, ni unión, ni ninguna virtud pública, en fin, de ninguna especie. Hay mucho humo aristocrático entre ellos, y sin embargo, no cuentan ni aristocracia de talento, ni de pergaminos, ni de dinero. Las familias dominantes, esceptuando una docena, no se remontan mas alto de la mitad del siglo XVII.
¿Por qué esta tierra tan favorecida del cielo, permanece todavía tan poco poblada? ¿Y por qué la mayor parte de sus escasos habitantes yace aun, en medio de los tesoros que la naturaleza les ofrece, sumergidos en una miseria tal, como no presenta ejemplo ningún otro pais del globo? Dos causas, una política y otra social, han producido este deplorable resultado. Pero para conocer bien sus efectos, y aun para comprenderlos, es indispensable alguna noción de la historia de estos principados, siguiéndolos en los sucesivos desarrollos, desde su origen hasta nuestros dias. El conocimiento de lo pasado puede únicamente esplicarnos lo presente y hacernos presagiar lo por venir. Sin esta clave necesaria, su condición actual serial una lengua muerta, mas oscura todavía que los geroglíficos egipcios.
La Valaquia y la Moldavia son una desmembración de la antigua Dacia, que estendiéndose del Oeste al Este del Tibiscus y del pais de Mare Morus hasta el Dniéster, y del Sur al Norte del Danubio al Norte de los Carpathas, contenia ademas los paises conocidos hoy con los nombres de Banat, Aurasia, Baja Hungría, Transilvania, Bucovina, y Bessarabia. Ninguno ignora como terminó la Dacia. Bajo el reinado de Domiciano, los dacios conquistaron las posesiones romanas, y batieron al emperador, obligándolo á que les pagase tributo. Tan luego como Trajano sucedió á Domiciano, juró vengar semejante afrenta. Sometiendo la Dacia obligó al gefe de los dacios, Decebalio, a pedirle paz, é indignado mas tarde de su falta de fé, volvió á atacarle de nuevo en 104. Esta vez hizo tales preparativos que empleó un año entero en la construcción de un puente de piedra sobre el Danubio. Nada resistió con efecto á sus soldados. Vencedor de Decebalio, que se envenenó por no caer vivo entre sus manos, subyugó bien pronto la Dacia entera, que declaró provincia romana, después de haber esterminado ó hecho huir á todos sus habitantes. Grande fué en Roma la alegría después de la victoria, y muchas las fiestas que en el campo celebraron los soldados en honor de Trajano.
El puente sobre el cual las legiones romanas pasaron el Danubio para ir á conquistar la Dacia, era una de las obras maestres del célebre arquitecto Apollodoro de Damasco, que algunos años después tuvo la gloria de levantar la columna Trajana, una de las maravillas de Roma, á la memoria del vencedor de los dacios. Se ha pretendido que no tenia menos de veinte y un arcos de 170 pies de anchura, y que las pilastras subian á la altura de 150 pies. Duro muy pocos años, pues ya por celos de Apollodoro, ya por temor de los bárbaros, Adriano lo hizo destruir. El viagero que baja el Danubio encuentra aun los restos, entre Shela-Gladova, y el Widdin junto á una torre que llaman de Severino.
Un puente sobre el Danubio, en un sitio en que tiene mas de mil pasos de anchura, esto parece una maravilla, dice Mr. Saint-Mare-Girardin, y en los tiempos modernos, apenas se ha hecho una cosa semejante. Efectivamente que fué una obra atrevida; pero cuando se ve el sitio y se le examina con alguna atención, la cosa se esplica, y lo que hay que admirar mas es el genio del arquitecto que debió estudiar cuidadosamente las corrientes del rio para elegir aquel parage. De este puente no quedan mas que dos pilastras, una sobre la margen servia, y otra sobre la valaca. En esta última se distinguen ademas los restos de una serie de arcos bastante bajos que continuaban el puente por la orilla hasta el nivel de las aguas altas. En 1834, hallándose muy bajo el Danubio, se descubrieron las pilastras, ordinariamente bajo las aguas, y se vio como estaban construidas. Se descubrió también en esta época en el lecho del rio muchas armas, corazas, espadas y monedas, testimonio curioso de la actividad y del movimiento que hubo en otro tiempo por estas márgenes hoy desiertas.
»Los alrededores del puente estuvieron muy poblados, á juzgar por las ruinas que están sobre la ribera, y del otro lado hay restos de grandes edificios, que componían, según dicen, un obispado, y del lado de acá se hallan los de Severino, en todo lo cual, cual—
La población de la Valaquia sube á 2.324,484 habitantes, y la de la Moldavia á 1.254,447.
«La población de estos dos principados no es toda romana, dice Mr. Vaillant, fuera parte de los estrangeros que suben al número de 578,000, hay varias razas indígenas. En Valaquia, donde la fusión ha tenido lugar casi por completo, no se distinguen el flamenco y el sajón mas que por sus cabellos rubios, y se cuentan cerca de 50,000 católicos, tanto estrangeros como indígenas. En Moldavia las razas indígenas se reconocen todavía en sus rasgos distintivos, en su lenguaje, en sus costumbres, y algunas veces hasta en el trage.
Los valacos son mas alegres, mas ingeniosos, y mas hospitalarios que los moldavos, pero igualmente bravos, sobrios, ágiles, diestros y aptos para formarse buenos soldados. En la alta clase, unos y otros eran francos, leales, tenian un orgullo noble, y eran emprendedores, audaces y aun temerarios, pero la educación que reciben de algún tiempo á esta parte los ha vuelto torpes, vanidosos, fanfarrones, desconfiados, avaros, pusilánimes, altivos é insolentes en la prosperidad, y complacientes y viles en la desgracia. Son hombres á los quince años, á los diez y ocho diplomáticos, á los veinte y uno no tienen voluntad y á los veinte y cinco, mayores de edad. Por dominados que se encuentren hoy dia del deseo de instruirse y de recobrar su nacionalidad, tienen todavía poca confianza, poca sinceridad, y poco amor á su patria. Apenas hay amistad entre ellos, ni reconocimiento á los favores que se hacen, ni unión, ni ninguna virtud pública, en fin, de ninguna especie. Hay mucho humo aristocrático entre ellos, y sin embargo, no cuentan ni aristocracia de talento, ni de pergaminos, ni de dinero. Las familias dominantes, esceptuando una docena, no se remontan mas alto de la mitad del siglo XVII.
¿Por qué esta tierra tan favorecida del cielo, permanece todavía tan poco poblada? ¿Y por qué la mayor parte de sus escasos habitantes yace aun, en medio de los tesoros que la naturaleza les ofrece, sumergidos en una miseria tal, como no presenta ejemplo ningún otro pais del globo? Dos causas, una política y otra social, han producido este deplorable resultado. Pero para conocer bien sus efectos, y aun para comprenderlos, es indispensable alguna noción de la historia de estos principados, siguiéndolos en los sucesivos desarrollos, desde su origen hasta nuestros dias. El conocimiento de lo pasado puede únicamente esplicarnos lo presente y hacernos presagiar lo por venir. Sin esta clave necesaria, su condición actual serial una lengua muerta, mas oscura todavía que los geroglíficos egipcios.
La Valaquia y la Moldavia son una desmembración de la antigua Dacia, que estendiéndose del Oeste al Este del Tibiscus y del pais de Mare Morus hasta el Dniéster, y del Sur al Norte del Danubio al Norte de los Carpathas, contenia ademas los paises conocidos hoy con los nombres de Banat, Aurasia, Baja Hungría, Transilvania, Bucovina, y Bessarabia. Ninguno ignora como terminó la Dacia. Bajo el reinado de Domiciano, los dacios conquistaron las posesiones romanas, y batieron al emperador, obligándolo á que les pagase tributo. Tan luego como Trajano sucedió á Domiciano, juró vengar semejante afrenta. Sometiendo la Dacia obligó al gefe de los dacios, Decebalio, a pedirle paz, é indignado mas tarde de su falta de fé, volvió á atacarle de nuevo en 104. Esta vez hizo tales preparativos que empleó un año entero en la construcción de un puente de piedra sobre el Danubio. Nada resistió con efecto á sus soldados. Vencedor de Decebalio, que se envenenó por no caer vivo entre sus manos, subyugó bien pronto la Dacia entera, que declaró provincia romana, después de haber esterminado ó hecho huir á todos sus habitantes. Grande fué en Roma la alegría después de la victoria, y muchas las fiestas que en el campo celebraron los soldados en honor de Trajano.
El puente sobre el cual las legiones romanas pasaron el Danubio para ir á conquistar la Dacia, era una de las obras maestres del célebre arquitecto Apollodoro de Damasco, que algunos años después tuvo la gloria de levantar la columna Trajana, una de las maravillas de Roma, á la memoria del vencedor de los dacios. Se ha pretendido que no tenia menos de veinte y un arcos de 170 pies de anchura, y que las pilastras subian á la altura de 150 pies. Duro muy pocos años, pues ya por celos de Apollodoro, ya por temor de los bárbaros, Adriano lo hizo destruir. El viagero que baja el Danubio encuentra aun los restos, entre Shela-Gladova, y el Widdin junto á una torre que llaman de Severino.
Un puente sobre el Danubio, en un sitio en que tiene mas de mil pasos de anchura, esto parece una maravilla, dice Mr. Saint-Mare-Girardin, y en los tiempos modernos, apenas se ha hecho una cosa semejante. Efectivamente que fué una obra atrevida; pero cuando se ve el sitio y se le examina con alguna atención, la cosa se esplica, y lo que hay que admirar mas es el genio del arquitecto que debió estudiar cuidadosamente las corrientes del rio para elegir aquel parage. De este puente no quedan mas que dos pilastras, una sobre la margen servia, y otra sobre la valaca. En esta última se distinguen ademas los restos de una serie de arcos bastante bajos que continuaban el puente por la orilla hasta el nivel de las aguas altas. En 1834, hallándose muy bajo el Danubio, se descubrieron las pilastras, ordinariamente bajo las aguas, y se vio como estaban construidas. Se descubrió también en esta época en el lecho del rio muchas armas, corazas, espadas y monedas, testimonio curioso de la actividad y del movimiento que hubo en otro tiempo por estas márgenes hoy desiertas.
»Los alrededores del puente estuvieron muy poblados, á juzgar por las ruinas que están sobre la ribera, y del otro lado hay restos de grandes edificios, que componían, según dicen, un obispado, y del lado de acá se hallan los de Severino, en todo lo cual, cual—
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