domingo, julio 31, 2011

Viage ilustrado (Pág. 583)

El conde de Altamira tenia en la fortaleza hacia tiempo, prisionero un hermano suyo, cuya prisión para todo el mundo era un secreto, menos para el doncel á quien un hombre se la hizo saber de una manera misteriosa. Un dia, cuando se hallaba en la guerra, se le presentó un peregrino, y después de informarse de algunas particularidades de su vida, le entregó un pergamino, en el que con letra borrosa y apenas inteligible, habían escrito estas palabras: «Sois joven y valiente; acudid al socorro de una victima de la ambición y del odio. En las torres de Altamira hay un prisionero que es...» El resto del escrito no se podia leer; pero el peregrino le dijo que el prisionero era hermano del conde, y que le aguardaba eran recompensa si conseguía libertarle. No necesitaba de este estímulo el joven para acometer una empresa que le ofrecía el aliciente de acercarse á la bella Constanza. Partió para las torres, y enterado de los designios del rey, le hizo la propuesta de ayudarle, á cuyo efecto se avistó con el conde, y exagerando los medios de ataque con que contaba el monarca castellano, le dijo que todo el pais le era contrario, porque habiéndose divulgado la prisión de su hermano, este proceder había indignado hasta a sus mismos vasallos que en masa se reunían á las huestes reales, y que el único modo de conjurar la tormenta, porque Alfonso había jurado quitarle la vida, y arrear sus estados, era dar libertad al prisionero y repudiar á Constanza, con lo que quitaba al rey todo motivo de enojo. El conde de Altamira, que encerrado en su castillo ignoraba la verdad de los hechos, por evitar mayores males, y atemorizado con el descubrimiento de su secreto, consintió en lo que el mancebo le propuso, y las puertas de la torre se abrieron para Alfonso; pero Constanza, ingrata siempre con el doncel, reveló al rey el amor de éste para que no atribuyese á otra causa el auxilio que le había prestado en la empresa de penetrar en las torres, y también le notició la prisión del hermano de su marido. Mandó el rey al punto que el conde y el doncel fuesen presos y conducidos á Leon; pero intercedió Constanza y la orden quedó sin efecto. Entonces el mancebo despechado, valiéndose de la sorpresa y confusion que estos sucesos produjeron en la servidumbre del conde, puso fuego a las torres resuelto á tomar una cruel venganza: mas no pudo conseguirlo, porque la misma disposición del edificio permitió que todos los que en él se hallaban al presentarse el incendio, pudieran salvarse sin esfuerzo. Solo un desgraciado, desde el fondo de una sala subterránea daba gritos inútiles pidiendo socarro: era el hermano del conde, de quien nadie se habia acordado... Por fin, su voz bronca y casi estenuada por el esfuerzo, llegó á oidos de un hombre, que oculto en un ángulo de las torres parecía verlas arder con cierta complacencia: corrió al lugar de los lamentos, y no sin gran esfuerzo y trabajo logró penetrar en la estancia, pero ya era tarde: el prisionero había sucumbido sofocado por el humo. Un papel que tenia en la mano reveló al hombre que iba á libertarlo, en quien sin duda habrá ya reconocido el lector al autor del incendio, un terrible secreto; el doncel amante de Constanza era hijo del hermano del conde de Altamira.
Padrón ocupa el lugar de la antigua ciudad de Iria, que sea un el geógrafo Tolomeo, era capital de los pueblos Caparós, que formaban una de las divisiones de los galaicos ó gallegos en la España primitiva.
El itinerario de Antonino asegura que Iria servia de punto de residencia á los cónsules y pretores cuando visitaban esta provincia. En honor del emperador Flavio Vespasiano, y tal vez por agradecimiento á alguna merced que de él recibiría, tomó esta ciudad el nombre de Iria–Flavia, con que es conocida en nuestras antiguas historias. Una muy recibida tradición, que data de los primeros siglos del cristianismo, refiere que martirizado en Jerusalen el apóstol Santiago, fué su cuerpo encerrado por sus discípulos en una barca que abandonaron á las olas, y que vino á parar á esta ciudad, que durante su vida había honrado con sus predicaciones. La barca fué atada á un pilar ó padron, que aun se conserva en la iglesia de Santiago, y de este dicen se deriva el actual nombre de esta Villa, cuyas armas aluden á la misma tradición, pues consisten en una barca atada aun pilar en la que está el cuerpo del Apóstol; dos discípulos, uno á la proa y otro á la popa, en medio una cruz y encima una estrella con tres conchas ó veneras de peregrino.
Significación de las conchas de los peregrinos: Estas conchas, llamadas en el pais vieiras, son producto exclusivo de las costas de Galicia, y los peregrinos que venían de países lejanos, las solían llevar á su tierra como una muestra irrecusable de haber llegado á Compostela; esto fué causa de que se generalizara el uso. Después, cuando se inventaron los escudos de armas, se arregló el del apóstol Santiago con una espada en forma de cruz, que es la que llevan los caballeros de su orden, y dos conchas ó veneras; desde entonces han entrado á formar parte de los blasones de algunos pueblos y familias en virlud de hechos mas ó menos verosímiles, pero que corren acreditados como historias verdaderas. Tal es, por ejemplo, la que se refiere de un devoto caballero portugués, que viniendo en seguimiento del cuerpo del Apóstol, cuando sus discípulos lo traían á Galicia, no hallando pasage para atravesar él caudaloso rio Miño, al frente de la villa de Camiña, se arrojó al agua con su caballo, y pasó felizmente á la otra orilla; pero una multitud de conchas se habían pegado á su vestido y al cuerpo del corcel. Este buen cristiano fué progenitor de la familia de Pimentel, que lleva conchas en su escudo. También las llevan los Rivadeneiras, que dicen proceden de un infante gallego, hermano de la reina Loba ó Lupa (1), quien tenia presos á dos discípulos de Santiago que predicaban la fé; protegidos por una doncella, fué esta á decir al infante, que era ciego, que si queria ver luz con sus ojos, bajase al calabozo de los prisioneros. Irritado el infante mandé martirizar á la doncella con los discípulos del Apóstol, mas al tiempo de llevarlos al suplicio, el incrédulo recobró la vista, y se le apareció en el cielo una cruz colorada con cinco conchas. Entonces se convirtió á la fé católica y se casó con la doncella. Esto fue á la orilla del rio Neira y de aquí toman el nombre los Ribadeneira, y traen por armas aquella cruz con sus cinco veneras y una doncella.
Volviendo á la villa de Padron, desde muy remotos tiempos tuvo silla episcopal, y en la época de los

(1) La reina Lupa ó Luparia, muy nombrada en las crónicas de Galicia, era una señora que poseía entre sus dominios el solar donde al presente se alza la ciudad de Santiago. En un principio persiguió encarnizadamente á los discípulos del Apóstol, mas convertida por estos á la fé de Jesucristo, los protegió y concedió un lugar para el sepulcro de su maestro.

viernes, julio 29, 2011

Viage ilustrado (Pág. 582)

cubre en ella ninguna inscripción, sino un escudo con las armas del solar, que son dos cabezas de lobo, como las que hay en la iglesia de Santo Domingo de Santiago, sobre aquellos bien concluidos sepulcros góticos, únicos de su género en esta ciudad monumental. Fácilmente se colige que debió existir otro castillo de mas antigüedad que la que prueban estas torres; pero una oscura tradición que lo coloca en el vecino monte de Morovello (Moro viejo), viene á deshacerse entre las duras peñas que en todas partes son los alcázares de los duendes y los incubos. Molina cita esta fortaleza como una de las principales de Galicia, y Medina en sus Grandezas de España, hace también mérito de ella, dando á entender que era muy conocida de los pesados historiadores de su tiempo.
Esta fortaleza se halla dividida en dos cuerpos, destinado el mayor al servicio de sus señores, grande y espacioso; y el otro mas reducido y bajo para lo que llamaba don Alonso X gente menuda, es decir, la servidumbre de los condes en tiempo de paz, y para los flecheros y mas gente armada en tiempo de guerra. En esta parte de las torres estaba la cocina, y cerca de ella la bóveda prisión donde se ocultaron mas personas de alta categoría que los subditos de la respetable fortaleza. Desde el cuerpo principal y sólido que arranca del suelo, seguia en la torre de la derecha hasta la otra esquina que toca con la puerta, un balcón corrido, que seria colosal si se atiende á los soberbios canzorros que se conservan cubiertos de yedra. En la otra esquina se reconoce un vistoso mirador á lo árabe, que termina desvanecido á bastante altura del suelo. En la torre principal solo se conservan paredes con las ventanas de asiento, y un arco que sostendría alguna muralla interior, sirviendo de galería para los flecheros ó los peones. La otra es mas reducida, pero mejor conservada: en ella hay una bóveda sana á la que se puede subir con alguna comodidad, y desde la que se disfruta por una ventana que cae al puente, de una vista deliciosa. Des le ella se recorre gran parte de la antigua Amaea, de que tanto hablan las historias del apóstol Santiago. La puerta principal está colocada en la torre mayor á O, y aunque derruida se conserva, sin embargo, bastante sólida, presentando claras señales de fortaleza y antigüedad. En la distancia que hay entre las dos partes de esta fortaleza, se forma una espaciosa sala de armas, y por algunos restos que se conservan puede deducirse que estaba defendida por una robusta barbacana, Hacia la puerta principal se observa el algibe atascado de piedras hasta la boca, y muchos dicen que era la entrada al subterráneo que tenian toda las fortalezas de su tiempo; pero lo mas natural es que si existió, como parece probable, desembocaría en el obstruido sótano de la torre pequeña. Alrededor se distingue aun el foso, que si no era de grandes dimensiones, estaba resguardado por un segundo muro de tierra que seguia á la montaña hasta perderse en la antigua aldea de San Felix de Brion. El género de arquitectura de las torres parece romano, ó mas bien de ese género peculiar de las fortalezas–palacios, romano en medidas y gótico en su distribución; prueba inequívoca de que este monumento data quizás del siglo IX. La bóveda, prisión en los tiempos normales de la fortaleza, habrá sido oscura y lóbrega; asi como la garita del vigía, donde se llega por una escalera de caracol, cuyos peldaños aun se conservan como los dientes de una calavera, parecía espiar el cielo por su altura y ligereza.
Las torres de Altamira dan claras señales de la pasada magnificencia, respetable por su antigüedad, acatada por los recuerdos históricos y las tradiciones populares, y distinguida por los blasones que figuraban en sus puertas y ventanas. Hoy quedan de ellas las ruinas, que son un vivo testimonio de su grandeza perdida, y apreciables tradiciones que relatan al chispeante fuego del hogar, en las crudas noches de invierno, los ancianos que han visto desplomarse de día en dia las piedras de esta fortaleza al compás de sus años y al golpe del inflexible tiempo que todo lo destruye. He aquí una de estas tradiciones:
Hace ya muchos años, cuando este castillo estaba habitado por sus señores, el conde de Monforte dispuso un dia de caza, con el objeto de distraer á su hija Constanza, cuya tristeza habitual empezaba á darle cuidado. Constanza era bella, y el conde cortés y generoso; asi, pues, con tales estímulos no es de estrañar que concurriese á la invitación que el de Monforte hizo para la partida, lodo lo mas florido de la juventud de los contornos. Largo tiempo hacia que el sonido de las trompas atronaba los bosques, y grande era el número de fieras que habian sucumbido á manos de sus perseguidores, cuando un oso tremendo, acosado por los perros, fué á dar con la hija del conde, á quien sin duda ninguna hubiera despedazado, á no interponerse un doncel que arriesgando su vida por salvarla logró dar muerte á la fiera. Era este doncel amante apasionado de la doncella, de quien nunca había podido obtener correspondencia, ya fuese porque su origen oscuro y nacimiento ignorado impulsasen á la hija del conde á no fijar sus ojos en un hombre que no la igualaba en clase, ó ya, según mas probable parece, porque Constanza estuviese enamorada, como decían, del rey de Castilla que lo era entonces Alfonso VI. Terminó la cacería felizmente, y el enamorado mancebo no pudo obtener en cambio del servicio que acababa de prestar á su querida, mas que algunas palabras de gratitud por parte de esta, y las consiguientes felicitaciones de los demás cazadores, incluso el conde que le regaló el corcel árabe que montaba y tenia en grande estima. Convencido de la inutilidad de sus pretensiones, el doncel partió á la guerra con la esperanza de que una muerte gloriosa pusiese término á sus padecimientos, y mientras él peleaba contra los infieles, Constanza, de grado ó por fuerza, dio la mano de esposa á Payo Ataulfo de Moscoso, señor de Altamira.
Habia el rey galanteado á Constanza algún tiempo, lo cual dio origen al amor de esta; mas separado de su lado la tenia ya olvidada, cuando supo la nueva de su matrimonio, y renovándose entonces el afecto que creía estinguido, lleno de cólera, juró buscarla y apoderarse de ella, aunque fuera en las mismas torres del conde. Alfonso perseguía al arzobispo de Santiago por motivos políticos, y valiéndose del pretesto de que el de Altamira era partidario suyo, se dirigió á la fortaleza del marido de Constanza con ánimo de tomarla; pero la empresa era muy difícil, y el empleo de la fuerza completamente inútil; bien lo conocia el rey, y hubiera abandonado tal vez el campo, sino se le presentara un desconocido que le propuso facilitarle la entrada en las torres, cuya proposición fue al punto aceptada. El desconocido no era otro que el doncel antiguo enamorado de Constanza.

martes, julio 26, 2011

Viage ilustrado (Pág. 581)

una sencilla maquina, y que merced á la gran cantidad de incienso con que se alimenta, perfuma en el momento toda la basílica. Muy cerca de la puerta del Mediodía se ve un antiguo y renombrado bajo relieve que los canónigos compostelanos quisieron presentar en el sido pasado como un monumento incontestable la fabulosa batalla de Clavijo, del no menos fabuloso feudo de las cien doncellas, y del célebre voto de Santiago abolido en 1834. El alcalde mayor de la ciudad, con un escribano y cuatro arquitectos pasó a reconocer este bajo relieve el 10 de junio de 1771 y estos dieron la curiosa declaración siguiente:
«En la nave nombrada del Vestuario, y en una medalla de grano primo, figura de semicírculo, está hecha de relieve la imagen del Apóstol el Mayor a caballo, y túnica larga. En la mano derecha tiene la espada, y en la izquierda una bandera en que está esculpida una cruz, y en caracteres antiguos y góticos Sanctus Jacobus Apostolus Cristi. El cinturon del santo, pretal del caballo, correas del estribo y cabezada, todo estaba guarnecido de conchas. Delante del santo, é inmediato á la cabeza del caballo, están esculpidas tres figuras, que son doncellas, puestas de rodillas, y con las manos adorando al santo. Tienen trenzas largas, mangas con los vuelos hasta los pies, uno y otro con guarnición de relieve. Detras del santo y junto las ancas del caballo, otras tres con las manos alzadas, y una puesta de rodillas: el ropage son túnicas ceñidas al cuerpo con mangas ajustadas: trage que denota pertenecer á un estado mas llano. El arco que le rodea y las columnas, son de gusto gótico. En él están colocados diez ángeles con sus túnicas, y sobre ellos unas fajas en figura de palios.» Antes de salir de este magnífico templo, en que hay tanto y tanto que admirar, debe verse la suntuosa custodia de cinco pies y medio de altura, toda de plata y oro (1), el copioso archivo, rico en preciosos códices y documentos, y la sala capitular cubierta de bellos tapices regalados por el ministro Acuña.
Santiago es pueblo esencialmente levítico, y asi hay muchos y suntuosos templos. Después de la catedral, debe visitarse el gran monasterio de San Martin Pinario, fundado por el obispo Sisnando en 900, consagrado y dotado por el arzobispo Gelmirez en 1115, que era famoso en Galicia por sus enormes rentas. El monasterio de Ante–Altares ó de San Pelayo (2), erigido por Alfonso el Casto en 877, renovado por Alfonso el Magno en 877, dependencia de la catedral hasta 1077, reunido á San Martin en 1487, y destinado á religiosas benedictinas en 1499; el convento de San Francisco fundado en 1214, en vida del patriarca, por un carbonero llamado Cotolay, y con el auxilio y en terreno de los monges de San Martin; la parroquia de San Miguel; la capilla de las Ánimas; el convento de monjas de las Madres; las ermitas del Pilar y Santa Susana (fundada por Gelmirez en el campó de la Estrella) ; la parroquia de la Angustia del Monte; la colegiata de Sar, edificada por Diego Gelmirez, para señalar el sitio donde se depositó por sus discípulos el cuerpo del Apóstol, antes de ser encerrado en el sepulcro; San Felix de Solovio, vulgo San Fiz, obra del obispo Sisnando, para hospicio de sacerdotes ancianos y pobres, hoy parroquia; el convento de la Enseñanza, de monjas jesuitas ; San Benito y Santa María del Camino, parroquias; el convento de San Agustin; la colegiata de Sancti–Spiritus; la antiquísima parroquia de Santa Maria Salomé; el convento de monjas de Santa Clara, fundado en 1260 por la reina doña Violante, esposa de Alfonso el Sabio; Santa María de Conjo (estramuros), convento de mercenarios, fundado en 1129; el del Carmen, el de Santo Domingo, el de Belbis, el de San Lorenzo, etc., etc. Después de estos edificios religiosos, debe verse el hospital real, grandioso establecimiento en que se da á los enfermos la mas esmerada asistencia, debido á la munificencia de Isabel la Católica, cuando en 1501 fué á visitar el cuerpo del Apóstol; el magnífico edificio del seminario conciliar, al frente de la catedral, edificado por el arzobispo Rajoy en 1766, tiene alguna semejanza con el palacio real de Madrid, y ostenta en su fachada principal un gran bajo relieve que representa la batalla de Clavijo. El colegio de Fonseca, fundado por el arzobispo del mismo nombre en 1544, y en el que están en el dia las salas de dibujo de la sociedad económica. El de San Clemente, renovado por el arzobispo actual, señor Velez, y finalmente, la universidad, hermoso templo alzado á las ciencias. Fué construida á fines del siglo pasado por el arquitecto don José Machado. Ocupa un espacio de tres mil doscientos cuarenta pies y ciento ochenta cada lado de su claustro, sostenido por veinte arcos. La parte esterior está adornada de bellas columnas jónicas, y sobre la portada se ve la estátua de Minerva. La biblioteca es copiosa y escogida, y en ella se guarda la bandera que el regimiento denominado de Literarios, tremoló con gloria en el campo de batalla, en la guerra de la independencia. Estaba formado por los escolares de esta universidad. El trato social en Santiago, como residencia de la rancia nobleza de Galicia, es en estremo agradable y cortés.
Santiago tiene de población veinte y ocho mil novecientos setenta habitantes; hasta 1834 fué capital de todo el reino de Galicia, y de una provincia que ocupaba doscientas cuarenta y dos leguas de superficie: tenia dos regimientos provinciales, el de su nombre y el de Compostela. Hoy es solo cabeza de su partido judicial de ascenso, que comprende cincuenta y siete parroquias, de las que doce corresponden á la ciudad. Tiene su diócesis otras doce sufragáneas, y el cabildo de su catedral se compone de trece dignidades, treinta y un canónigos y veinte capellanes. El comercio es bastante activo y hay fábricas de curtidos, sombreros, jabón, papel y otras.
Cuando se sale de Santiago se quiere desde luego visitar las famosas torres de Altamira que distan de dicha ciudad dos leguas de muy mal camino, y de la villa de Padrón la cuarta parle, si nos guiamos por los cálculos locales, errados é imperfectos las mas veces. Las torres de Altamira son la cabeza de la jurisdicción de su nombre, puesto que colocadas en una encumbrada loma que domina parte de la Amaya, vienen á ser el vigía de la comarca. Nada podemos añadir á lo que tienen dicho autores acreditados sobre la antigüedad de esta casa, ni revelar el tiempo de la fundación de la fortaleza, cuando no se des–

(1) Consta de cuatro cuerpos, y forma un elegante templete, de gusto plateresco, y cuya base es exágona. Las andas en que se coloca son también de plata. Fué construida en 1564 por Antonio de Arce, leonés.

(2) Según el lenguaje del pais, se llama de San Payo. En él solo se admiten jóvenes que pertenezcan á la alta nobleza y con crecido dote.








miércoles, julio 06, 2011

Viage ilustrado (Pág. 580)

cipales que decoran la principal, hay otras dos, la una denominada de la Trinidad ó del Reloj, y otra mas pequeña la Berenguela, del nombre del arzobispo Berenguer que la erigió en el siglo XIV. De esta misma época data la grandiosa cúpula que se eleva sobre el crucero, y que tiene de altura 116 pies y 94 de circunferencia. El interior de esta grandiosa catedral corresponde por su magnificencia á la idea que se concibe al observar la parte esterna. La arquitectura que en ella predomina pertenece á aquel género de transición entre el bizantino y gótico. Compónese de seis naves, en las que se cuentan cincuenta y ocho grupos de columnas. Las naves que ocupan el centro, tienen 75 pies de elevación y 30 de latitud, y sostienen una galena que recorre toda la catedral. Las de los costados solo se alzan á 30 pies, y tienen 15 de anchura. En ellas están construidas hasta veinte y tres capillas, y multitud de confesonarios muy concurridos de penitentes en todas las épocas, en especial en los años de jubileo. El coro, como en nuestras catedrales, ocupa el centro de la iglesia, y está embellecido con multitud de esculturas y dos grandiosos órganos. Dos verjas paralelas de bronce forman el paso desde el coro á la capilla mayor, cerrada con rejas de la misma materia. El altar del Apostol pertenece á un género casi churrigueresco, y fué construido en 1612. No hay en él otra efigie que la de Santiago, ejecutada en piedra, y de un tamaño colosal Está sentado en un sillón, y con trage de peregrino con una rica esclavina de plata, cubierta de piedras preciosas. Parece esta imagen antiquísima, y fué construida tal vez en tiempo del Casto rey. Dos escalerillas de piedra conducen desde el pavimento á la espalda del santo, y por ella suben los peregrinos para dar á aquel por detrás, y respetuosamente, un abrazo y un ósculo; sencilla ceremonia con que terminan su devoto viage. Muy cerca de este altar y dentro de un escaparate de hierro, se conserva un bordón que dicen ser del Apóstol. Los romeros le tocan con fervor, y ganan con esto un rico caudal de indulgencias. Esta capilla mayor fué teatro de varios sucesos históricos, como de la coronación y proclamación de Alfonso II, el emperador, y de la muerte del arzobispo don Suero de Toledo, y del dean Pedro Alvarez, que hemos referido ya. En este célebre altar no puede decir misa ningún eclesiástico que no sea por lo menos cardenal de Santiago. En 1519 la celebró un obispo caldeo, según la liturgia especial de su iglesia. Debajo del mismo altar, y en la antigua capilla de mármol de que hablan nuestras crónicas, es donde se cree estar el venerando sepulcro del Apóstol, entre los de sus dos discípulos Atanasio y Teodoro. El cuerpo del primero estuvo de manifiesto á los fieles bástalos tiempos de Diego Gelmirez, primer arzobispo, que lo mandó cerrar para mayor reverencia y seguridad. Podia, sin embargo bajarse á la capilla subterránea por una escalera oculta lo menos hasta el siglo XIII, pues según la tradición conservada hasta hoy, todos los días bajaba á postrarse ante el túmulo del Apóstol, el glorioso San Francisco de Asis. Enfrente de la Puerta Santa (1) se ve una gran losa rota, que según las tradiciones compostelanas, cubre la entrada de la misteriosa escalera, y se quebró cierta noche en que algunos jóvenes incrédulos intentaron arrancarla para certificarse de si efectivamente cubria el lugar del sepulcro de Santiago. Despuess de la capilla mayor deberemos mencionar la de Santa María de la Cortizela, fundada por Alfonso el Magno, destinada para parroquia de los estrangero, y que en otros tiempos era servida por los monjes benedictinos del vecino monasterio de San Martin; la de la Soledad en el trascoro, en la que se ve en un medallón bajo un relieve que representa la batalla de Clavijo y la del Pilar, que es sin duda la mas bella, fundada en el siglo XVII por el arzobispo Monroy. Otra de las bellezas de esta basílica es el pórtico llamada de la Gloria, en el que está traducida en piedra la misteriosa descripción que del cielo hace el Apocalipsi. El Salvador en su trono rodeado de los evangelistas con los respectivos misales que los caracterizan, los veinte y cuatro ancianos, los patriarcas, los apóstoles, profetas y santos. A uno y otro lado de la gloria están el purgatorio y el infierno, en los que se ven multitud de monstruos, y otras figuras alegóricas que representan los pecados capitales, las pasiones, etc., etc. Esta prolija y delicada obra fué ejecutada en el reinado de San Fernando, por un artista llamado Mateo, y aquel le concedió en recompensa una pension de 100 maravedises anuales por su vida. La capilla de las Reliquias podria llamarse también panteón real, pues contiene con sus correspondientes bustos é inscripciones los cuerpos siguientes: el de don Raimundo ó Ramon de Borgoña, conde de Galicia, hermano del papa Calixto II, y yerno del rey don Alfonso VI; el de don Fernando II, rey de Leon, nieto del anterior; el de don Alfonso IX, hijo de Fernando II; el de la emperatriz doña Berenguela, primera esposa del emperador don Alfonso VII; y finalmente, el de doña Juana de Castro, reina de Castilla, de Leon y de Galicia, esposa de un dia del rey don Pedro el Cruel, y una de sus muchas víctimas.
El grande altar de esta capilla constituye uno de los mas célebres y copiosos relicarios del mundo. Entre la multitud de reliquias que contiene, no podemos menos de enumerar la cabeza de Santiago el Menor, traída de Jerusalen por un obispo de Coimbra, y donada a la catedral par la reina doña Urraca en 1116, un lignum–crucis dentro de esa cruz de oro, una espina de la corona de Cristo, parte de su túnica y sepulcro, vestiduras y una gata de leche de la Virgen, los cuerpos enteros de Santa Susana, San Fructuoso, San Cucufato, etc., etc. Tambien se conserva en este altar la bonita cruz de oro, regalo del rey don Alfonso el Magno, de que ya hicimos mérito (2).
La sacristía es estensa y lujosamente adornada con pinturas. En ella vimos entre otros ornatos las mitras que llevan los cardenales. A su derecha está el claustro, que forma un cuadrado cuyos lados tienen ciento cuarenta pies. Su arquitectura es gótica. En las grandes solemnidades se cubre la gran nave de la iglesia en toda su estension de ricas colgaduras de terciopelo carmesí, con anchos galones de oro; dádiva del arzobispo actual, y se cuelga de la media naranja un inmenso incensario, que recibe impulso por

(1) Esta puerta solo se abre en el año santo ó de jubileo, y pasado este se cierra y tabica con grandes ceremonias, por mano del arzobispo, asistido de todo el clero.

(2) En esta capilla de las Reliquias estaba la rica joya llamada el Doblón, por la cual preguntamos al canónigo que nos las mostraba, y nos contestó habia desaparecido con otras muchas alhajas á principios de este siglo. Aqui se conferian antes los grados de doctor.

lunes, julio 04, 2011

Viage ilustrado (Pág. 579)



Romeria á Santiago

Católicos, los romeros se hospedaban en él. A las puertas de la basílica estaban de continuo los caballeros–cambiadores «con sus taboas doradas é pintadas con sus arcas é balanzas é moedas... é das ganancias esponian cirios que alomeaban ante o apostolo» como dice dice un libro antiguo. Estos cambiadores formaban una hermandad ó cofradía, que tenia por objeto, como indica su nombre, cambiar las monedas estrangeras que los peregrinos traían, por otras del pais. Otros caballeros se reunieron también en hermandad, con objeto de guardar el camino de Santiago y defender á los romeros de los salteadores que pudiesen acometerlos. Este fué el origen de la célebre caballería de Santiago de la Espada, que aun se conserva hoy como un monumento de nuestras pasadas glorias. Los peregrinos mas célebres que vinieron en romería al sepulcro del patron de las Españss son los siguientes.
San Adelmo, San Guillermo, (que desde Francia llegó hasta aquí descalzo) Santo Domingo de la Calzada, San Gregorio, Santo Domingo de Guzman, San Francisco de Asis, San Vicente Ferrer, San Juan de Dios, San Bernardino de Sena, Santa Isabel, Santa Brígida, el emperador Carlo–Magno (1), Felipe, duque de Borgoña, Breno rey de Jerusalen, el papa Calixto II cuando era arzobispo de Viena, el rey Alfonso el Casto, Ramiro I, Ordoño I. Alfonso III el Magno y su esposa Jimena, Ordoño III. Sancho I, Bermejo II, Fruela II, Ramiro II, Bernardo del Carpió. Alfonso IV el Monge, Alfonso V, Fernando I y su muger doña Sancha, el Cid, Raimundo de Borgoña doña Urraca, su esposa, el emperador Alfonso VII, Fernando II, Alfonso XI, Sancho IV, Alfonso XI, Pedro el Cruel, Isabel la Católica, y su esposo Fernando V, Felipe I y Juana la Loca, Felipe II, Juan II y Manuel I, reyes de Portugal, Eduardo, rey de Inglaterra, Pedro, Jaime II y Alfonso II, reyes de Aragón, el célebre paladin Roldan, el mágico Nicolás Flamel, y Guillermo duque de Poitiers. Este último en espiacion de los males que causara en Normandía, hizo esta romería llegando á Santiago el 17 de abril de 1137. Recibió la comunion ante el sepulcro del apóstol, y murió de repente en el mismo sitio.
La catedral, alza su robusta mole en el centro de la ciudad que la debe su existencia, y que se humilla á sus pies como hija y como vasalla. Sus viejas paredes pintadas por la mano de los siglos, y el velo de niebla en que casi de continuo se envuelve, la prestan un aspecto lúgubre al par que misterioso, cual conviene á un templo cuyo cimiento es una tumba.
Ocupa esta famosa catedral un espacio de 11,830 varas cuadradas formando una cruz latina, cuya longitud es de 270 pies, y 204 de latitud. La fachada principal, llamada del Obradoiro, forma uno de los lados de la grandiosa plaza del hospital; se compone de cuatro cuerpos, y está flanqueada por dos gallardas torres de 240 pies de altura. En una de estas hay doce campanas. Las puertas que dan entrada al suntuoso templo, están en lo alto de una espaciosa escalinata compuesta de dos ramales. El todo de esta fachada es masestuoso y severo, sin carecer de elegancia. Fué construida en 1738 por don Fernando de Casas y Noboa. Por bajo de la escalinata está la catedral vieja, especie de templo subterráneo según la usanza de los siglos VIII y IX en que todas las iglesias eran dobles ó compuestas de dos pisos, de las que se conservan muchas en Asturias y Galicia. Esta de que hablamos es escasa de luces, corresponde en una gran parte debajo del crucero de la catedral nueva ó superior, y sostiere á esta con robustos pilares bizantinos, construidos tal vez en el reinado de Alfonso el I Casto. A un lado de la fachada del Obradoiro, se estiende el claustro y el tesoro, y al otro el palacio arzobispal. La fachada que mira al Septentrión denominada de la Azabachería, tiene 70 pies de alto; consta de tres cuerpos ornados de columnas dóricas, jónicas y de capricho, y termina con una estatua colosal de Santiago en trage de peregrino. Data también del pasado siglo, y fué su constructor don Domingo Montenegro. La fachada del Mediodía ó sea de la Platería, conserva muchas estatuas de santos y bajo relieves del antiguo templo, y su construcción se remonta por lo menos al siglo XII. Lo que mas nos llamó la atención fué un capricho arquitectónico que consiste en una concha que sostiene como en el aire todo el peso de un lado de la fachada. Ademas de las dos torres prin–

(1) - El 6 de julio se hace un aniversario por Carlo–Magno en señal de gratitud por los dones que hizo á la catedral.