martes, diciembre 20, 2011

Viage ilustrado (Pág. 605)

Santiago


cruzan, los principales el Bidasoa, el Baztan, el Ezcurra, el Zubiri, el Arga, el Araquil, el Larraun, el Aragón, el Salazar, el Trati, el Zidacos, el Ega, el Urederra, el Alhama, y el Quiles. Los montes de Navarra son todos ramificaciones del Pirineo; he aqui los nombres de los mas notables: Ibañeta, Gorostia, Urrusca Auza, Archiola, Labiaga, Velate, Doña–María, Ubici, Gorriti, Aralar. San Adrian. Goizueta, Sagardegui, Sayna, Abartan, Andia, Hernaz, los Alduides, los de Lumbier, Zubiri, Irate, Montejurra, y Peña Goñi. Abunda este reino en escelentes canteras, minerales de hierro y cobre, bosques y pastos, y en todo él se respira un aire sano. El suelo es muy escabroso y estéril al Norte, pero es fértil y abundoso en la parte llana de la orilla del Ebro. En esta se encuentra trigo, maiz, vinos escelentes, lino, cáñamo y algo de aceite. La pesca de sus rios es delicada, los ganados de todas clases están multiplicadísimos, merced a los escelentes pastos, y forman uno de los mas poderosos elementos de la riqueza del pais navarro. También se encuentra mucha caza mayor y menor, como perdices, codornices, faisanes, palomas torcaces, corzos, jabalíes, cabras y gatos monteses, zorros, tejones y algunos osos. En fin, Navarra es, como todas las provincias de nuestra privilegiada España, un pais regalado en que se encuentra lo necesario para la vida, y en el que se puede subsistir cómoda y económicamente. La industria principal es la agrícola, y el corte de maderas para las construcciones civiles y navales. Hay tambien fábricas de varias clases, y algunas minas. El comercio es poco considerable. Las costumbres son en general morigeradas y buenas, mas se advierte notable diferencia entre el carácter y usos de los habitantes de la ribera y los de la montaña, pues aquellos, muy semejantes á sus vecinos de las provincias inmediatas, tienen modales toscos, y son algún tanto dados al uso de licores espirituosos y al esceso en la comida, y los de la montaña son mas frugales, dulces y amables, y participan de la civilidad francesa. También se diferencian de los hombres de la llanura en el idioma (pues usan el vascuence) y en el trage. Son todos los navarros en general, robustos, de buena estatura, alegres, vivos, francos, amantes de su pais y de su libertad, bizarros, honrados, laboriosos y aseados. Todas sus leyes y costumbres tienen aquel matiz democrático é independiente, en especial en la montaña, con que la historia los pinta. Desde los mas antiguos tiempos es esta interesante y rica en sucesos célebres. Aparece este pais en lo primitivo habitado por los vascones y vardulos, pueblos famosos por su valor y amor a la guerra y á la libertad, siendo tan fuertes para las fatigas guerreras que ni aun cubrian sus cabezas como espresa Silio Itálico, el que les apellida inquietos. Anibal llevó muchos vascones á la guerra de Italia, donde se señalaron por su fiereza y bizarría, como tambien en la llamada Sertoriana. Pompeyó fundó en la Vasconia una ciudad á quien dio su nombre,y se llamó Pompeyópolis. Cuando los aquitanos se defendían de las legiones de Julio César, se aliaron con los vascones, que los socorrieron, aunque inútilmente, pues unos y otros hubieron de doblar la cerviz al yugo de los romanos, que respetaron, sin embargo de algún modo sus costumbres y gobierno popular. Hicieron los vascones una constante y porfiada guerra á los godos; y aunque Leovigildo los sujetó, se levantaron con frecuencia contra sus sucesores. Cuando la conquista de los árabes, la Vasconia ó sea Navarra, debia figurar grandiosamente en la historia española. Situada entre los árabes, asturianos y francos, fué siempre el único anhelo de sus hijos conservar su antigua independencia y desentenderse de la dominación de unos y de otros. Permaneció en los primeros años que sucedieron á la invasion, en la dependencia de los reyes de Oviedo, mas luego su puso bajo la protección del celebre

domingo, diciembre 18, 2011

Viage ilustrado (Pág. 604)



Colegiata de Logroño


fesion y declaración de los reos, no volvió á ocurrir ningún otro de su especie mientras duró el Santo Oficio.
Fácilmente comprenderán nuestros lectores que estando en Logroño, se debe ver á Clavijo, distante solo dos leguas, y lugar famosísimo en nuestra historia por la célebre batalla de su nombre. Clavijo, es una aldea de noventa y siete casas, situada en una cumbre de bastante elevación, sin mas notable que la basílica del apóstol Santiago en el cerro de la Ture, erigida á espensas de Felipe II, y conservada bajo la protección de nuestros reyes; otras dos ermitas en despoblado, de las cuales una abierta al culto, y un monasterio de monges bernardos, que existió en el desierto llamado Peña Aguda, el cual guardó por mucho tiempo tres cuerpos de santos, que en la exclaustración de 1820 fueron trasportados á la colegiata de Nuestra Señora de la Redonda en Logroño, donde se conservan, y son San Felix, San Funes y San Prudencio. «Debo declarar aqui, dice un viagero, que ninguno de estos lugares recorrimos y que en todos los alrededores de Clavijo hallamos el menor vestigio de la celebrada batalla, tenida con bastante fundamento por fabulosa, pues que en ninguna crónica contemporánea se habla de ella, y solo cuatro siglos después, el arzobispo don Rodrigo la describe diciendo que el rey Ramiro II negó á Abd-el-Rahman el tributo de las cien doncellas, que aceptara Mauregato y que estaba en costumbre, cuya denegación causo una guerra entre ambos reyes.» Juntó Ramiro en Leon los magnates de su reino y los arzobispos, abades etc., y con su asistencia emprendió desde luego la guerra contra el infiel, entablando sus operaciones, militares hacia Nájera y Albelda. Alli se hallaba con todo su ejército, cuando se vio atacado por una hueste innumerable de árabes, procedentes de toda España, de Marruecos y demás provincias de Africa. Desastrada fué la batalla para los cristianos, quienes se retiraron atropelladamente y no pararon hasta cierta distancia en Clavijo. En este sitio el rey, oprimido por su quebranto, se aletargó; vio en sueños al apóstol Santiago, quien le mandó, en nombre de Jesucristo, que á la madrugada bajase al campo raso, y le estrechó la mano en prenda de la victoria, ofreciéndole cooperar él mismo vestido con una túnica, en un caballo blanco, y con un pendón también blanco en la mano, peleando al frente del ejército y á vista de todos. Asombrado quedó el príncipe con vision tan estraordinaria, la comunicó al amanecer á los obispos y grandes de su córte; la supo el ejército, y gozosísimo con la venturosa nueva, se escuadronó después de haber comulgado: invocaron de nuevo á Santiago, costumbre que desde entonces se perpetuó entre los españoles, y con el auxilio patente del santo trabaron la refriega con tal denuedo, que dejaron de 60 a 70,000 infieles muertos en el sitio, fuera de los que perecieron en la fuga hasta el pueblo de Calahorra. Premio fueron de esta victoria Albelda, Calahorra y Clavijo, y en la segunda de estas ciudades, fué donde por agradecimiento y en memoria de jornada tan esclarecida, la nacion española hizo voto solemne de tributar anualmente y por siempre á la iglesia de Santiago las primicias de los frutos de la tierra, y hacer partícipe al santo patron de España de cuantas presas le cupiesen de las espediciones que en lo sucesivo se verificasen contra moros. Este es el origen del voto de Santiago abolido por las cortes de 1834, y el de las famosas palabras Santiago y á ellos, con que los españoles se lanzaban á la pelea contra los moros. Sin embargo, ya hemos dicho que la opinion mas acreditada es la de que tal batalla no se verificó, á pesar del voto y del grito de guerra, y de celebrarse en todas las iglesias de España su aniversario con la debida aprobación de la Santa Sede, y de hallarse consignada en la mayor parte de los autores, incluso el padre Mariana, desde el arzobispo don Rodrigo acá. Asi se escribe la historia.
Antes de hablar de Viana diremos, según nuestra costumbre, dos palabras en general del pais que vamos á recorrer.
El reino de Navarra, hoy provincia de Pamplona, forma como un rectángulo cuya mayor longitud desde Cortes á la barca de Enderlaza asciende á 26 leguas, y su latitud desde el cerro de Cantabria hasta el puerto de Arlos á 24. La mano de la Providencia señaló los verdaderos lindes de este pais, que no son otros que los Pirineos y el rio Ebro. El clima es casi templado y saludable, Son muchos los ríos que lo

miércoles, noviembre 30, 2011

Viage ilustrado (Pág. 603)

cipal, flanqueada con dos torres de buen aspecto, aun que del gusto churrigueresco. La parroquia imperial de Santa María del Palacio está también servida por un cabildo de beneficiados, y es templo grandioso y antiquísimo, y tal vez de los primeros de España, pues se dice fundado por orden del emperador Constantino el Grande, por lo que lleva el dictado de imperial, y se llama también del Palacio por ocupar sus claustros el lugar del que ocupaban los antiguos reyes de Castilla siempre que iban á Logroño. En los mismos claustros habitaron los frailes del Santo Sepulcro.
La iglesia de Santiago, que es la tercera parroquia, es también digna de consideración por su antigüedad remota y por haberse en ella fundado, según se cree, la célebre caballería de Santiago. Había otra parroquia denominada de San Bartolomé, hoy suprimida, cuya iglesia es toda de sillería, y de arquitectura bizantina. También merece mencionarse el seminario conciliar del obispado, la casa de misericordia, el teatro, la inclusa, los tres conventos de monjas y los cuatro que fueron de religiosos, destinados hoy á cuarteles y oficinas públicas, el hospital civil y el magnífico puente sobre el Ebro, de doce arcos y defendido con tres torres. Fué fabricado por San Juan de Ortega en 1098 con los fondos que al efecto le facilitó el rey don Alfonso VII de Castilla, denominado el Emperador. El suelo que rodea á Logroño es muy feraz y ameno de producciones muy variadas. La población sube á 6,842 almas. Después de esta brevísima descripción de la capital de la Rioja, diremos algunas palabras sobre su historia. Su origen sube á una edad desconocida, y parece averiguado era desde tiempo inmemorial una ciudad muy populosa llamada Varia ó Varejia, de cuyo nombre se conserva un recuerdo en un arrabal del actual Logroño, llamado Varea. En cuanto al actual algunos lo derivan de latin Lucrosus, creyendo fuese impuesto á alguna parte de la antigua población por estar situada en parage fértil, abundante y provechoso. Todo lo que se espresa de la destrucción y repoblación de esta ciudad cántabra por el rey godo Leovigildo no está bastante averiguado. Apoderados los moros de Logroño hubieron de abandonarla en 755. El rey de Pamplona García IV hizo donación de esta ciudad al monasterio de San Millan de la Cogulla en 926, y en 1054 pertenecía á don Sancho, rey de Navarra. El Cid Campeador tomó á Logroño en 1073. El rey de Castilla, don Alonso IV, se hizo dueño de este territorio y dispuso que el conde don García, y su esposa doña Urraca, aumentasen y mejorasen la población de Logroño; concediéndole después el mismo monarca en 1076 el celebrado fuero que lleva su nombre. Cuando las escisiones de doña Urraca con su esposo el Batallador, vino Logroño á poder de éste; pero la recuperó Alfonso VII de Castilla en 1134, repitiéndose muchas veces esta conquista y reconquista por su situación especial en el confín de Navarra y Castilla. El año 1336 el valeroso Rui Diaz de Gaona defendió bizarramente con solos tres soldados el puente contra los navarros, que acaudillados por el conde de Fox intentaban pasarlo. Encontró una muerte gloriosa en las aguas del Ebro (1), pero la ciudad se salvó. En 1419 se celebró en Logroño un sínodo presidido por el obispo de Calahorra, y el rey don Juan II la concedió el título de muy noble y muy leal y voto en Cortes. El 25 de mayo de 1521 fué la ciudad cercada por numerosas tropas francesas, pero no solo las rechazó sino que las derrotó completamente é hizo prisionero al general. Por este brillante hecho el emperador Carlos V, concedió á Logroño añadiese á su escudo de armas tres flores de lis. En 1572 se estableció en esta ciudad el tribunal de la Inquisición, y en los dias 7 y 8 de 1610, celebró este tribunal el famosísimo auto de fé con cincuenta y tres acusados, de los cuales veinte y nueve profesaban la secta de los brujos. El asunto es tan curioso y estraordinario para los que vivimos en el siglo XIX, que no puedo resistir á la tentación de dedicarle algunas líneas.
Los veinte y nueve reos eran de la villa de Vera y lugar de Zugarramurdi en Navarra, y de las declaraciones resulta que llamaban á sus asambleas Aquelarre, palabra vascónica, equivalente á Prado del Cabrón, porque las sesiones se celebraron en un prado cuyo verdadero nombre fué Berroscoberro, en que solía el demonio aparecer á sus devotos en figura del másculo de las cabras, con dos grandes cuernos en la frente, ojos grandes, redondos, muy abiertos, centelleantes y espantosos; la barba como de cabra; el cuerpo y talle, parte como de hombre, parte de cabrón: y la voz como de rebuzno desentonada, espantosa y ronca. El estrado de dichas declaraciones, que el historiador de la Inquisición refiere (2), da una idea de lo que era esta secta, cuyas sesiones tenían lugar los lunes, miércoles y viernes, y duraban desde las nueve de la noche, hasta las doce ó mas tarde, antes del canto del gallo. Los adeptos concurrían á ellas volando por los aires como buenos brujos, á favor de un ungüento negro con que se frotaban, y estas reuniones, en que se remedaban las ceremonias católicas, tales como el santo sacrificio de la misa, la confesión y otras, concluían con los mas escandalosos escesos corporales. El dogma principal de los brujos era hacer todo el mayor mal posible á los cristianos, y algunos lo cumplían tan puntualmente, en especial las mugeres, que horroriza el relato de muertes por envenenamiento, de incendio de campos, de aniquilamiento de tierras y cosas por el estilo que aparecen del proceso. Como que todos los brujos rivalizaban en hacer daño para merecer los favores de su señor. Esta es la sustancia principal de los procesos de brujas de Logroño, cuyo tribunal estaba bien acostumbrado á formarlos, porque ya en 1507 habia castigado á mas de treinta, y en 1527 á ciento cincuenta.
Es, pues, indudable que la secta existió, y por consiguiente que ha habido brujas, pero no pudiendo admitirse hoy en buena razón, ni la presencia del demonio, ni los vuelos de noche, ni otras muchas cosas sobrenaturales, la imaginación se pierde en conjeturas acerca del verdadero significado de tales patrañas, unánimemente confesadas por un crecido número de personas todas conformes en cuanto la esencia, y sin diferir mas que en aquello que les era personal. Lo natural es creer que unas cosas eran efectivas, pero puramente naturales; otras solo imaginarias, mas creídas como verdaderas, y otras solo fingidas por ideas particulares. Asi se ve que habiéndose dado instrucciones después de este proceso, para que se obrase con mucha cautela en el examen de los testigos, con–

(1) Un lugar del mismo rio se llama aun el pozo de Rui Diaz.
(2) Llorente, tomo 7.° pág. 64 y siguientes.

viernes, noviembre 25, 2011

Viage ilustrado (Pág. 602)

mosa Estefanía, su hermana. Llegado este anuncio á Nájera, el infante primogénito don García, mal hallado con la ociosidad, á que su belicoso padre le condenara al mandarle permanecer alli, quiso ser uno de los aventureros del torneo. Otra razón habia mas poderosa para que alimentase este deseo, y era estar perdidamente enamorado de la bella Estefanía, á quien conoció en un viage que hizo á Francia. No podia, pues, soportar el triste pensamiento de que otro guerrero hubiese de imprimir sus labios en la blanca mano de su amada, pues esta era la mas grande recompensa designada para el afortunado vencedor, según las leyes ú ordenanzas del torneo. Al hacer el altivo heredero de la corona de Iñigo Arista sus preparativos de viage, notó con inesplicable pesar, que al partir el rey su padre á la guerra, se llevó, como era natural, los mejores corceles que contenia su caballeriza, y siendo él arrebatado é impaciente en demasía, se entregó á la mas estremada desesperación. Su escudero favorito quiso calmarle diciéndole que don Sancho habia dejado en Nájera el mejor y mas poderoso de sus caballos, el Africano, y que ninguno mas á propósito para darle la victoria del torneo. Inmediatamente hizo el infante venir á su presencía al muy noble Pedro Sesé, caballerizo mayor, y le mandó que al instante pusiese á su disposición el famoso Africano; pero aquel le contestó con respeto que no le era posible complacerle por haber el rey prohibido espresamente, que nadie, durante su ausencia, se atreviera á hacer uso de un caballo que tenia en tanta estima. Acudió entonces don García igual demanda á la reina; pero esta señora, que conocia el carácter inflexible de su esposo, no se atrevió á desobedecerle y tampoco accedió á los ruegos de su hijo: don García, furioso y desesperado concibió la mas horrible venganza de esta, que conceptuó una indeleble afrenta, y desde luego la puso en ejecución. Dirigióse á la cámara de su hermano don Fernando, y con fingidas muestras de la mas profunda tristeza le anunció que su nobilísimo linage estaba deshonrado para siempre, que su madre doña Nuña habia manchado el tálamo real, que el adúltero era el caballerizo Pedro Sesé y que era necesario le ayudase á tomar venganza. Horrorizóse Fernando, mas no pudo resolverse á acusar á la reina, consintiendo únicamente en jurar á su hermano no mezclarse en nada que tuviese relación con tan terrible suceso, El desnaturalizado don García remitió en seguida al rey la acusación de adulterio, y éste hubo de darle crédito, pues no pudiera ni remotamente imaginar que hubiese nacido un hijo capaz de tan infame calumnia contra una madre. Abandonando Sancho el Mayor el teatro de sus recientes triunfos, se trasladó inmediatamente á Nájera, hizo encerrar en una torre del castillo de la misma ciudad á la inocente doña Nuña y á su supuesto cómplice, y reunió las Cortes que debían juzgar tan grave delito. Interrogado el infante don García, sostuvo la calumnia, y don Fernando con las respuestas ambiguas á que le obligaba su juramento, la dio toda la certeza necesaria para que aquel tribunal nacional condenase á los acusados á la hoguera como adúlteros, debiendo ser conducidos al suplicio con un dogal al cuello, la cabellera rapada y los pies desnudos, mas permitiéndoles, según las costumbres de la época, la apelación al juicio de Dios por medio del combate. Llegó en breve el dia prefijado; los reos, el rey, toda la córte navarra, ocupaban un gran palenque construido al intento, en el que se veian un alto trono en que estaba sentado Sancho el Mayor, y una pira al estremo opuesto sobre la que estaban ya aherrojados los reos, y á su lado dos sayones con antorchas encendidas. El bárbaro don García, armado de todas armas, paseaba á caballo la arena de la liza para sostener su dicho, empero ningún campeón osaba presentarse á hacer batalla con él; tal era la opinion que de su feroz bravura se tenia. Iba ya el rey á dar la señal para que la fatal sentencia se ejecutase, cuando su hijo bastardo don Ramiro se dejó ver para defender con su fuerte lanza la causa de la reina. Partieron el campo ambos paladines. Era llegado el instante de comenzar un terrible y fratricida combate, pero se arrojó entre ellos un santo monge que oyó la última confesión de doña Nuña y del caballerizo. «¡De rodillas!.. ¡hijo maldecido!!.. gritó á don García, ¡pide perdón á tu buena madre de tan alevoso crimen!.. Yo te anuncio en nombre de Dios que serás vencido por un gran rey de tu linage y tu cadáver pisado en el campo de batalla.» Cubrióse de frió sudor la altiva frente del malvado infante: una horrible convulsion recorrió todos sus miembros, y el hielo de la muerte envolvió su corazón ; sus manos inertes dejaron caer la lanza, y él mismo cayó en la arena. «He aqui la justicia de Dios, gritó el monge. ¡Maldición al hijo perjuro!..» Sin embargo, don García no estaba muerto, y volvió en breve de su desmayo; pero aterrorizado aun por las siniestras profecías que acababa de escuchar; se alzó pálido y abatido y confesó en alta voz que habia calumniado infamemente á su virtuosa madre, y postrándose á sus pies y á los de su rey, solicitó con la mayor humildad el perdón, que le fué concedido, aunque en pena de tan grave crimen se le despojó del condado de Castilla, que debería heredar después de los dias de aquella. Por el contrario, al valiente don Ramiro, en premio á su lealtad, le fué dado el condado de Aragon con título de rey, siendo el primero y fundador de aquella noble monarquía. Don García para aplacar la justicia divina fué en peregrinación á Roma, y poco después, siendo ya rey de Navarra, fué muerto de una lanzada en la famosa batalla de Atapuerca, que él se arrojó á dar á su hermano don Fernando, primer rey de Castilla, el año de 1054. La predicción del monge se habia cumplido.
El otro sucedo histórico que debemos mencionar se refiere á la vida de Pedro el Cruel. Marchaba este príncipe contra Nájera en 1360 por haberse apoderado de esta ciudad sus dos irreconciliables hermanos, don Enrique, conde de Trastamara, y don Tello, cuando hallándose con su campamento junto á Azofra, se le puso delante un presbítero que venia á anunciarle que se le habia aparecido Santo Domingo de la Calzada y le mandó le advirtiese que se guardase de don Enrique , porque habia de morir á sus manos. El rey se turbó al pronto con tan fatídico anuncio; pero volvió en sí y mandó que inmediatamente fuese quemado vivo el clérigo, lo que en el acto se verificó.
Cinco leguas no mas dista Nájera de Logroño, ciudad situada á la orilla derecha del caudaloso Ebro, se compone de mil doscientas cincuenta casas y es capital de la provincia y del partido judicial de su nombre. Tiene tres parroquias, la principal es la colegiata de Nuestra Señora de la Redonda, asistida por un pequeño cabildo. El edificio es notable por su fachada prin–

martes, noviembre 22, 2011

Viage ilustrado (Pág. 601)

inscripción en relieve en letra árabe cuya interpretaron, según Gayangos, es la siguiente: «Yo soy un saltador (de agua) nacido por los vientos: mi cuerpo, trasparente como el cristal, está formado de blanca plata. Las ondas puras y frígidas (de un manantial) al encontrarse en el fondo, temerosas de su propia sutileza y delgadez, pasan luego á formar un cuerpo sólido y congelado.» Esta inscripción ha dado margen á varias conjeturas y no pocas fábulas y cuentos; pero todas son meras suposiciones, y nada de cierto se ha podido averiguar sobre su origen.
Después de la catedral se visita la fábrica de cigarros, que ocupa actualmente el edificio que fué convento de monjas de Santa Cruz, muy poco á propósito para el objeto, en el cual se emplean mil sesenta personas, dando un producto anual de cinco mil libras de cigarros habanos, cuarenta mil de mistos y doscientas cincuenta mil de comunes: la cárcel, notable por la forma casi panóptica del edificio, y por su ventilación y aseo: los establecimientos de beneficencia, todos ellos en un estado brillante, y el teatros construido en 1837, que es un edificio elegante, de buen aspecto y cómodo para los espectadores, cuyo número puede llegar á mil.
Santander ocupa una posición agradable á la falda S. de una colina; goza de una temperatura sana sin que ni el frió ni el calor se deje sentir con demasiado esceso. Es capital de la provincia marítima de su nombre, y como tal, residencia de las autoridades y oficinas correspondientes. Cuenta 16,622 almas, y el trato de sus habitantes es en estremo agradable y cortés. Es población muy concurrida en el verano para tomar baños de mar, calculándose en dos mil el número de personas que van anualmente á buscar el alivio de sus dolencias. En el sitio llamado el Sardinero, donde se pueden tomar baños de ola con toda seguridad, se han hecho últimamente muchas mejoras, y se han construido carruages á propósito para conducir á él á los bañistas
La población mas importante de la Rioja es sin ninguna Nájera, por la circunstancia de haber sido córte de los reyes de Navarra. No debe, pues, estrañarse que en ella nos detengamos algún tanto.
Esta ciudad es de grande antigüedad, y se cree que fué en sus principios un arrabal de la antiquísima Tritium la grande, que pertenecía á los pueblos Betones. Dícese que los árabes la impusieron el actual nombre de Nájera, que muchos interpretan lugar situado entre peñas. Los asturianos, guiados por uno de sus primeros reyes, recobraron esta población a mediados del siglo VIII, perteneciendo en 882 al dominio del Conde de Rioja, llamado Diego ó Didaco.
El rey de Navarra Sancho Abarca se hizo dueño de Nájera en 909, bien se la quitase al rey de Oviedo, ó á los moros si por acaso la recobraran. Aparece después como rebelada contra el dominio navarro, pues el referido Sancho (según Sampiro) pidió á Ordoño, que reinaba en Leon, auxilios para sujetar á Nájera y á Vicaria, ciudades de los alevosos. García Temblador, hijo de Abarca, tomó el título de rey dePamplona y de Nájera, y lo mismo su hijo García, apellidado el Mayor, que vivió algún tiempo en Nájera: puso en ella obispos y la dio fueros. Su hijo García Sanchez fijó en esta ciudad la córte de Navarra, y por eso se le dio el sobrenombre de el de Nájera. Hizo en ella grandes mejoras, la enriqueció con edificios y monumentos, fundó en 1052 el famoso monasterio de Santa María, y creó en él una orden de caballería denominada de la Jarra y de la Terraza. Muerto este García en la batalla de Atapuerca (1054), fué conducido su cadáver por su hermano y vencedor don Fernando I de Castilla, á Nájera, ciudad que desde entonces quedo incorporada á sus estados. Apoderóse de Nájera el rey de Aragón don Alfonso I el Batallador, pero poco después la recuperó el de Castilla don Alfonso VII el emperador, el que reunió en ella córtes. Hallándose en esta ciudad la reina doña Berenguela, la Grande, con su hijo San Fernando, en 1217 , tuvo lugar la ceremonia de la solemne proclamación de éste por rey de Castilla, debajo de un grande olmo. Para conservar la memoria de este hecho señalado de nuestra historia, el ayuntamiento de Nájera aun va el primero de mayo, con tambor batiente, al campo de San Fernando; toman los concejales una rama de laurel, y atravesando toda la población van á oir misa á la ermita de San Cosme. El conde de Trastamara, don Enrique, se apoderó de Nájera en 1360, pero fué vencido al pie de sus muros por su hermano don Pedro el Cruel en este año y en el de 1366, después de una reñida batalla que lleva el nombre de Nájera. El rey don Enrique IV concedió á esta ciudad la prerogativa de voto en córtes en 1484. Tiene por armas un puente con dos castillos. Es patria de muchos hombres célebres. Hoy es cabeza de un partido judicial y tiene tres hospitales, tres parroquias y unos dos mil setecientos habitantes. Lo mas notable de Nájera es la antigua y magnífica iglesia de Santa María la Real, abandonada y próxima á sucumbir al pico destructor, la cual puede llamarse panteón de príncipes y de hombres célebres, por la multitud de sepulcros que contiene, entre los que deberemos mencionar los de los reyes de Navarra don García IV el de Nájera; don Sancho el Noble; la reina doña Blanca, esposa del anterior; otra del mismo nombre reina de Castilla; don Sancho Abarca, tercero de este apellido; la reina doña Estefanía de Fox, esposa del fundador; doña Clara Urraca, que lo fué de Sancho Abarca ; el rey don Sancho el Valiente, y su esposa doña Beatriz; don Diego Lopez de Haro el Bueno, décimo señor de Vizcaya, y una multitud de infantes, infantas y caballeros, que renunciamos á enumerar. Dos leyendas interesantes, ó mas bien dos hechos históricos, se encuentran en nuestras crónicas como acontecidos en esta ciudad, de las que no debemos defraudar á nuestros lectores.
Reinaba en Navarra el célebre Sancho el Mayor, y tenia su corte en Nájera, á mediados del siglo XI, cuando en ocasión de partir á la guerra de los moros dejó á la reina doña Nuña en esta ciudad, encomendándola entre otras cosas que tuviese gran celo y cuidado de un caballo que le trajeron de Africa, el mejor y mas castizo que tenia; que en aquel tiempo ninguna cosa mas estimaban los españoles que su caballos y armas (1). Con la reina quedaron los infantes sus hijos don García y don Fernando, y también don Ramiro, hijo bastardo de don Sancho el Mayor y de una noble dama navarra, llamada doña Caya, señora de Ayvar. Por esta época, el conde de Foy publicó un solemne torneo que debía celebrarse en su córte, y al que habian de concurrir las mejores lanzas de la cristiandad. La reina de los amores debia ser la her–

(1) Mariana, lib. VIII, cap. XIII.

jueves, noviembre 10, 2011

Viage ilustrado (Pág. 600)



Familia de pasiegos



Santander la princesa Margarita de Austria. En 16 de julio de 1522 arriba tambien el rey don Cárlos I. En 1544 partieron de su puerto cuarenta buques, de los cuales quince tomaron el rumbo de Flandes, y veinte y cinco, á las órdenes de don Alvaro de Bazan, fueron á obtener una señalada victoria sobre las naves francesas en las costas de Galicia. En 24 de setiembre de 1370 desembarcó en esta población la reina doña Ana. A fines de setiembre de 1588 llegó el duque de Medina–Sidonia, habiendo podido salvarse de una gran tempestad. En 1597 fué afligida por una terrible peste. El infante don Cárlos de Inglaterra, hijo de Jacobo, se embarcó en Santander para regresar á su nación en 21 de setiembre de 1623. En 1739 entró en este puerto una de las ricas flotas de América que recibió España, habiendo podido esquivar la persecución de los almirantes ingleses que se afanaron en su caza. La habilitación de este puerto en 1753 para el comercio con las islas de Barlovento, ampliada para los demás puntos de América en 1777 dio grande impulso á la población. El papa Benedicto XIV por bula despachada el 12 de diciembre de 1754, hizo catedral la antigua colegiata de Santander, y cabeza de un nuevo obispado que debia crearse, separando de la diócesis de Burgos el territorio comprendido entre las playas del Océano y los montes que envian las aguas á este mar. El rey don Fernando VI, habiéndose interesado en el asunto á favor de esta población, le concedió en 29 de junio de 1755, el título de ciudad, para que fuese mas digna de la sede episcopal. En el mismo año, cumpliendo lo mandado por el papá, tomó posesión del obispado el último abad de San Emeterio, pasando á ser primer obispo de Santander. Los reyes Cárlos III y Cárlos IV, se distinguieron también entre los muchos que con sus mercedes protegieron el desarrollo y el lustre de esta ciudad, siendo de notar que apenas han turbado su reposo las vicisitudes cruzadas después por la nación. En la guerra de la independencia las tropas de Napoleon entraron y salieron en ella diferentes veces, pero sin causarle daño, y durante la última guerra civil solo una vez se vio espuesta á ser atacada por los carlistas, á quienes sus vecinos rechazaron y batieron en union de algunas tropas junto á Vargas, el 3 de noviembre de 1833, por lo que el gobierno le concedió entre otras gracias la de añadir á sus dictados de muy noble y siempre leal, el de decidida, y la de que su ayuntamiento use el tratamiento de excelencia. Desde entonces timbra sus armas con una corona ducal.
Lo mas notable que tiene Santander en punto á bellas artes, es la catedral: consta de tres naves paralelas, de algunas pequeñas capillas en sus alas y de una torre, todo de arquitectura ojival, impropiamente llamada gótica. Debajo del pavimento, hay como en otros muchos monumentos de su especie, una cripta ó subterráneo tambien con tres naves, de columnas bajas agrupadas, y bóvedas rebajadas, al cual se puede entrar ó bajando de la catedral por una escalera de caracol, ó por una portada propia en que el arco ojival abocinado y con numerosas molduras, arranca de impostas apocadas por tres columnas en cada lado de la puerta. Esta cripta, tal vez destinada en tiempos pasados á panteón ó enterramiento de los fieles, está hoy habilitada para servir de iglesia y es conocida con el nombre de El Cristo de abajo. En el año de 1813, se cometió el despropósito de pintar al óleo sus bóvedas y columnas de piedra, dándole asi la apariencia de ser de madera. A la parte del Mediodía de la catedral hay un claustro bastante gracioso con vistas á la bahía: los compartimientos de sus cuatro alas están formados por grupos de columnas de piedra en el interior, y por estribos al lado de la luna ó patio del claustro. En el altar mayor se conservan las dos sagradas cabezas de los santos mártires Emeterio y Celedonio. Cerca de la puerta del N. existe una pila de agua bendita, la cual forma un vaso de mármol cuadrilongo, y tiene alrededor una

sábado, noviembre 05, 2011

Viage ilustrado (Pág. 599)

otros privilegios el de acuñar moneda. En el siglo V, dos habitantes, llamados Didcino y Veriniano, parientes de Arcadio, tomaron las armas contra Consantino, usurpador del trono imperial, pero fueron vencidos y muertos. Palencia fué elevada á silla episcopal desde los primeros siglos de la iglesia, y sus obispos son citados honoríficamente en todas las historias. Cuando este territorio, en los tiempos que sirvieron á la invasion de los árabes era el teatro de las reñidas guerras entre aquellos y los cristianos, Palencia vino á reducirse á un montón de ruinas. Su restauración se atribuye al siguiente suceso poético. El célebre rey de Navarra, don Sancho el Mayor, dueño de Castilla á la sazón, cazaba por estos contornos, y se empeñó en seguimiento de un fiero jabalí, que fué á esconderse entre sus ruinas. Alcanzóle el rey, pero al intentar atravesarlo con su venablo, sintío su brazo yerto y sin acción. Entonces observó que la fiera estaba guarecida al pie de un altar en que se veia una estatua de San Antolin, y creyó que el accidente del brazo era un castigo del santo por no haber guardado la veneración debida á un lugar que le estaba consagrado. Pidióle perdón de su falta, é hizo voto de reedificar alli su templo si le volvía el uso del entorpecido miembro; recobrólo en efecto, y no solo construyó la iglesia prometida, sino que restauró la ciudad. Esto fué causa de una guerra que se encendió entre Sancho el Mayor y Bermudo, rey de Leon, que pretendía se le hacia agravio por estar las ruinas de Palencia en territorio suyo. Venció Sancho, pero después de su muerte recobró el leonés lo perdido, y en 17 de febrero de 1035, espidió un privilegio para la restauración de Palencia y de su sede, anulando otro que con el mismo objeto había otorgado su competidor. Renacida la ciudad de sus ruinas, pronto lo volvió á adquirir la importancia que tuviera en lo antiguo. Don Ramon, su obispo, la dio fueros, y el Cid celebró alli su boda. En 1113 se reunió en ella un concilio presidido por el arzobispo de Toledo, y otro en 1129, con asistencia del rey. El año 1208 Alfonso IX de Leon, fundó la primera universidad que se vio en España en esta ciudad, pero á poco fué trasladada á Salamanca. Cuando el infante don Sancho se rebeló contra su padre Alfonso X, reunió en Palencia en 1283 á sus principales partidarios, y desde aqui envió á aquel una embajada con objeto de terminar las escisiones que los dividían. En 1300 don Alonso de la Cerda y don Juan Nuñez de Lara, intentaron apoderarse de Palencia, pero no pudieron lograrlo. Al salir del palacio real de esta ciudad, un caballero llamado Juan Alfonso Benavides, fué asesinado, y atribuyéndose este atentado á dos hermanos llamados los Carvajales, fueron precipitados de órden del rey, que era Fernando IV, de la peña de Martos. Mas un instante antes de morir emplazaron al monarca para dar cuenta de aquella injusticia ante el tribunal divino en el término de treinta dias, lo que se verificó con asombro general, pues el dia que cumplía el plazo, gozando Fernando IV de buena salud, se le encontró muerto en su cama. La reina doña María de Molina juntó cortes en Palencia en 1313 para resolver la importantísima cuestión de la regencia del reino. Otras cortes se reunieron en 1322, y otras en 1388, en las que se creó el principado de Asturias para los inmediatos sucesores de la corona de Castilla. También las celebró en Palencia el emperador Cárlos V, en 1523. Omitimos en obsequio de la brevedad mencionar aqui otra multitud de sucesos que acaecieron en esta insigne ciudad desde la antigüedad á nuestros dias. Está situada Palencia en las riberas del Carrion, en una gran llanura que ofrece una agradable perspectiva por las muchas huertas y hermosas arboledas que la rodean. Sus principales edificios son: la catedral, magnífico y grandioso templo del género gótico, dedicado á San Antolin, y en la que se vé la cueva donde este santo residió muchos años, y donde se dice aconteció la aventura de don Sancho el Mayor; el palacio episcopal, la casa de la ciudad, el palacio de don Sancho, que se supone edificado por aquel rey de Navarra, y el hospital fundado por Isabel la Católica. Hay cinco parroquias, seis conventos de monjas, cinco que fueron de religiosos, un teatro, un seminario conciliar, ana casa de beneficencia y varias ermitas. Como capital de provincia, de obispado y de juzgado, residen en Palencia todas las autoridades y oficinas correspondientes. La industria principal es, como todos saben, la fabricación de mantas y bayetas, de que se súrtela mayor parte de España, y el número de habitantes sube á 11,470.
Aprovechando el frecuente paso de las diligencias, puede el viagero dirigirse de Palencia á Santander á visitar esta última ciudad, verdaderamente notable por su importancia mercantil. El camino es muy pintoresco, y recuerda los de las Provincias Vascongadas; pero casi todos los pueblos que se atraviesan son insignificantes, escepto Reinosa, cabeza de un partido judicial, y cuya situación es notable, en una pequeña llanura rodeada de montes que se consideran los mas elevados de España.
Santander es rica hasta la opulencia; debe su prosperidad á su puerto y al activo comercio de harinas de Castilla para la isla de Cuba. Pretenden los aficionados á antigüedades, que sea la conocida con el nombre de Larebeto ó Larebeso entre los romanos, pero no hay justos fundamentos en que apoyar esta opinion, y todo lo mas puede admitirse que Santander deba su origen á Alfonso el Católico, sino es que fué fundada por don Alonso VIII, como opina Alfonso el Sabio con bastante autoridad, puesto que el referido Alonso VIII, fué quien le dio fueros de población, sometiéndola al señorío de los abades de San Emeterio, que llegaron á obtener gran preponderancia en las cosas de la nación: debe citarse entre ellos el infante don Sancho de Castilla, que lo fué en 1240. Fué hecha Santander fortaleza dotada de atarazanas para construir embarcaciones, y no tardó en florecer por su comercio. Por esta razon se gloría refiriendo las proezas de sus embarcacianes, y entre ellas el rompimiento de un puente de barcas, trabadas con cadenas de hierro sobre el Guadalquivir, en el sitio de Sevilla, por medio del cual la conquistó el rey San Fernando: de aquí tomó por blasón una nave á toda vela, embistiendo una cadena que asegurada por un estremo en una torre de oro y por el otro en un barrio, corta el paso del rio.
El derecho de los abades vino muy á menos después de esta época, luego aparecen documentos donde se cita Santander como pueblo realengo. En 1465 la dio el rey don Enrique IV al marqués de Santillana, contra quien se rebelaron los habitantes, otorgándoles al fin el mismo rey su independencia, y concediendo á la población los títulos de noble y leal. Los Reyes Católicos la declararon inagenable de la corona en 1475. En marzo de 1497 desembarcó en









jueves, noviembre 03, 2011

Viage ilustrado (Pág. 598)

— Vengo a pediros perdón de los males que os he causado. Sois un ángel de bondad y no negareis este consuelo á un hombre arrepentido, que solo anhela besar el suelo que hollais con vuestras plantas.
Diciendo esto se arrojó á los pies de la duquesa.
— Levanta, Martino; yo no guardo ningún resentimiento. Me has hecho mucho mal, es cierto, pero te perdono. Y una lágrima corrió por sus megillas.
— No basta, señora, es preciso que me devolváis vuestro aprecio y amistad, porque sin ella no podré vivir. ¡Ah! ¡si supierais lo que sufro!
— Está bien, déjame, retírate. Ya te he dicho que te perdono.
— No haré tal sin que me deis á besar vuestra mano, sin que conozcáis todo lo que pasa en mi alma, porque os amo como un loco...
— ¡Silencio, malvado! gritó Leonor sorprendida de tanta audacia. Afuera inmediatamente, ó te mando dar de palos. ¿Cómo te atreves miserable escudero, á hablar de amor á tu ama y tu señora?
— ¿Acaso, dijo Martino levantándose bruscamente, tenia mejores títulos que yo Sancho Sanchez, y lo habéis amado y lo amáis con frenesí? En hora buena, me retiraré, pero sabed que vuestro amante está en mi poder, y sufrirá las consecuencias de vuestro desprecio.
— ¡En tu poder!.. ¡Sancho en tu poder!.. ¿Dónde, dónde está mi page?..
— Lo ama todavía, dijo Martino entre dientes, bien me lo sospechaba. Está, prosiguió dirigiéndose á la duquesa, encerrado en uno de los sótanos del castillo bajo mi vigilancia. El duque vuestro esposo, fiel á la promesa que os hizo cuando se casó, no ha querido que se le haga ningún daño; pero como el subterráneo es húmedo é insalubre, y el alimento escaso, el tiempo se encargará en breve de librarlo á él y librarme á mí de tan odioso rival. Un remedio hay sin embargo de salvará Sancho de la muerte que le aguarda; si cedéis á mis deseos yo me comprometo á darle libertad esta misma noche: cuando el duque venga le diré que ha muerto, y de seguro no volverá á acordarse mas de él.
— Salid al punto, dijo con firmeza Leonor, y volviéndola espalda á su atrevido escudero, se entró en un gabinete contiguo, cerrando tras sí la puerta. Aquella misma noche regresó el duque. Unos dicen que Martino para vengarse del desaire sufrido por la duquesa, dijo á su esposo que ésta había descubierto el encierro de Sancho Sanchez, y había hallado medio de penetrar en él, de cuyas resultas el duque mandó asesinar al page y cortar la lengua á su muger; otros suponen que el page fingiéndose enfermo logró engañar á Martino y escapar de la prisión, y no falta quien asegure que el duque de Arévalo tuvo la bárbara crueldad de confesar á Leonor que él había hecho envenenar al conde de Benavente, y de hacerla presenciar el asesinato de su amante, de cuyas resultas le dio un accidente á la duquesa y quedó muda. Lo que de cierto se sabe es, que Leonor pasó los últimos años de su vida sin hablar mas que por señas, lo cual prueba que tenia un impedimento físico, fuese la causa ó el origen el que quisiera, y también se sabe que tomó una venganza cruel.
El castigo fué terrible: hallábase la duquesa en el último trance de su vida á la edad de veinte y tres años, y viendo serena acercarse la muerte con la misma tranquilidad que habia mostrado en todas las circunstancias de su vida, mandó que llamaran á su esposo para despedirse de él, y que la llevaran sus tres hijos con el mismo fin. Cumplidas sus órdenes y todos presentes, abrazó los niños y entregó al marido un pergamino que decia asi.
«Fuistedes un mal home para mí. No quiero salir de este mundo sin faceros tanto danno como vos me habedes fecho. Sabed que de los tres fijos que vos dejo solo es vueso uno, los otros los hube de otros homes en venganza de vuesos ultrages. Non sabredes nunca cal es de los tres el vuestro fijo.» (1)
El duque quedó aterrado con la lectura de este papel.
— ¡Leonor, por Dios, señala el hijo mio! Aquí están los tres, señálalo... ¡Tú no puedes abrigar tan mal corazón!. Es una idea horrible... ¡Leonor!.. ¡Leonor!.. ¿Cuál es mi hijo?
La duquesa por toda respuesta volvió la espalda, y espiró á los pocos minutos. El duque furioso, fuera de sí, tan pronto abrazaba uno tras otro los niños creyendo hallar sucesivamente en cada uno tal ó cual semejanza ó tal ó cual indicio que le aclarara su duda, tan pronto los rechazaba á todos diciendo que no se los pusieran delante, y en esta alternativa pasaba dias y noches hasta que perdió la razón, y atacado de una peligrosa enfermedad, estuvo á punto de sucumbir. Restablecido algún tanto entró en el monasterio de Sahagun, donde acabó brevemente sus dias, pero sin curarse de su manía. De noche particularmente, caia en una especie de delirio, y recorría los.claustros gritando: «¡Mi hijo! ¡Leonor! ¿Cuál es mi hijo?» Los monges rogaban fervorosamente á Dios por su alivio; pero su mal solo tuvo fin con su existencia. Hasta la estíncion de los regulares, todos los años se ha dicho una misa en el monasterio por el alma del duque de Arévalo, y por la de su esposa, doña Leonor Pimentel.
Desde Benavente se sigue por Villalpando, lugaron grande, de aspecto desagradable, y por Medina de Rioseco, ciudad de hermosas iglesias, entre las que sobresale la de Santa María, con la famosa capilla de los Benaventes, á Palencia, donde también hicimos alto. Nuestros lectores no llevarán á mal que nos detengamos aquí un momento.
El origen de Palencia es tan remoto, que los fabulistas atribuyen su fundación á uno de los fingidos reyes de la España primitiva, llamado Palatuo; todos los historiadores confiesan ignorarlo, y Pomponio Mela, dijo que esta ciudad y Numancia, eran las mas esclarecidas de la España Tarraconense. Logró por largo tiempo conservar Palencia su libertad é independencia, merced á diferentes tratados celebrados con la república romana, pero luego fué atacada por el avaro cónsul Lucio Licinio Luculo, atraído por la fama de sus riquezas; mas los palentinos se defendieron con tal esfuerzo, que los vencedores del mundo hubieron de retirarse. Igual suerte sufrió Marco Emilio Lepido, que sitió á Palencia 137 años antes de Jesucristo, y tuvo de pérdida seis mil muertos. Cuando Escipion cercaba á la célebre Numancia, los palentinos hostilizaron á Rutilio Rufo, uno de sus capitanes, que solo pudo librarse por el socorro del mismo Escipion. Al fin vino Palencia á someterse al dominio romano, pero conservó grande importancia, y entre

(1) En el monasterio de Sahagun, se conserva el original de este curioso documento.

sábado, octubre 29, 2011

Viage ilustrado (Pág. 597)

— Luego lo sabréis; por el momento lo que importa es que tengais entendido que la condesa ama aun á Sancho Sanchez.
— Me lo he figurado, replicó el de Arévelo, caprichos de chiquilla que el tiempo curará. Ademas el page está muy distante...
— Os equivocáis; Sancho está en el castillo y habla todas las noches con Leonor
— Mira lo que dices, villano. Necesito pruebas para creerte, ó de lo contrario...
— ¿Os bastará el mismo page?
— Me basta.
— ¿Cómo lo queréis? ¿muerto ó vivo?
— Muerto... no; vivo.
— Mañana lo tendréis.
— ¿Qué recompensa por ese servicio?
— Ninguna.
— ¿Pues que te obliga á prestarlo?
— El deseo de vengarme. Soy Martino Fernandez, el...
— Te comprendo: hasta mañana.
— Hasta mañana.
Serian las seis de la tarde del siguiente dia de la escena que acabamos de referir, cuando Leonor, que se entretenía en coger flores en su jardín, se halló casi sorprendida por el duque de Arévalo, á quien creía en compañía de su abuelo, que habia ido á una de sus heredades contiguas.
— No imaginaba que estuvieseis en el castillo, dijo la joven con naturalidad, y casi me habéis asustado.
— He dejado marchar solo al conde porque deseo hablaros otra vez; ayer me tratasteis cruelmente.
— No tal; os dije lo que siento, porque creo que es mejor ahora un desengaño que un engaño luego.
— Sois discreta en demasía y me haréis perder el juicio de amor.
— Lástima en verdad que esté tan mal empleado.
— Yo espero, sin embargo, que se han de mitigar vuestros rigores, gracias á cierto talisman...
— ¡Creéis en brujerías! .. Por Dios, tio, que no lo hubiera imaginado...
— Os lo voy á enseñar para que no dudéis de su eficacia.
Durante esta conversación, el tio y la sobrina habían seguido una calle de olmos opaca y sombría, á cuyo estremo habia una especie de pabellón del gusto de la época, pero entonces sin uso por hallarse deteriorado. Al concluir la última palabra estaban frente á la puerta del pabellón; el duque hizo una señal, la puerta se abrió, y Leonor dio un grito de espanto. Dentro del pabellón estaba Sancho Sanchez amarrado á un taburete, y Martino con un puñal levantado comenzaba á hundírselo en el pecho. La condesa volvió la vista alrededor de sí y vio que, sin duda por efecto de las disposiciones tomadas por el duque, se hablaba sola con él, su amante y el asesino. Todo esto pasó con la rapidez del relámpago. El de Arévalo cambiando bruscamente de tono y de modales...
— Ya veis, dijo á la condesa, mi talisman. O el consentimiento para la boda ó Sancho muere ahora mismo.
Leonor se quedó inmóvil sin pronunciar una palabra.
— ¡Martino! gritó el duque; ejecuta mis órdenes.
Martino levantó el brazo para herir.
— ¡Piedad! murmuró el page.
—Matadme á mí, esclamó Leonor arrojándose á los pies de su tio.
—A vos no, á aquel villano...
— ¡A ninguno! gritó una voz de trueno á espaldas de Leonor.
Era la del conde, y su nieta corrió á echarse en sus brazos.
— ¿Con qué derecho, prosiguió el de Benavente, os permitís semejantes demasías en mi propio castillo, señor duque de Arévalo?
— Ha sido una chanza, señor, para obligar á vuestra nieta á que consienta en darme la mano. Vos mismo aprobáis este enlace...
— Pero desapruebo los medios que empleáis para realizarlo, y aunque viejo y achacoso no estoy dispuesto á consentir que nadie me ultrage. Salid al punto de mi casa para no volver á ella mas, mientras yo viva.
— Obedezco por que no estáis en edad de que midamos nuestras armas; pero confio en que pronto he de volver al castillo.
El de Arévalo se retiró en efecto, y tres dias después murió el conde de Benavente, según unos, á consecuencia del sofoco, y por efecto de sus muchos años y achaques; según otros en virtud de unas yerbas preparadas de intento por cierto judío. De cualquiera manera que fuese, este acontecimiento puso á Leonor enteramente á merced del duque. El hijo mayor del conde, y heredero de su título, se hallaba ocupado en la guerra, y en tanto que venia, el de Arévalo, como pariente mas cercano, se hizo cargo de los bienes del conde y de la tutela de su nieta, mediante también disposición testamentaria de la madre de Leonor, que, preveyendo, sin duda, que el de Benavente no podía vivir mucho, encargaba que á su muerte, pasase la tutela á su hermano.
Escusado es decir, que dueño del campo, el duque insistiría en sus pretensiones, no ya tanto por amor á la joven, como por satisfacer su orgullo ofendido. Leonor comprendió que toda lucha era inútil, y se resignó al sacrificio, poniendo por única condición que no se hiciese daño alguno á Sancho Sanchez. Cumplido el luto se celebraron las bodas tan tristemente, que no parecia sino que se verificaba un entierro. Durante algunos meses, el duque se mostró obsequioso con su esposa, y esta parecia conforme con su suerte; solo se notaba en ella una palidez mortal y una tristeza reprimida, cuyo origen era sin duda la ignorancia en que estaba de la suerte que había cabido á su amante, de quien nada supo después de la escena del pabellón.
Martino habia entrado al servicio del de Arévalo, y era su criado y confidente favorito, circunstancia que no contribuía poco á mortificar á Leonor, que lo aborrecía de muerte, pero procuraba disimular para no dar motivo de queja á su marido. En una breve ausencia que éste hizo, Martino, que habia quedado como siempre, encargado de su custodia, y que alentado por la protección del duque, se permitía libertades muy agenas á sus obligaciones de criado, entró una tarde sin anunciarse en la estancia de la duquesa. Estaba esta sola sentada en un sillón contemplando las nubes que se apiñaban sobre el horizonte, cargadas de agua, con los ojos preñados de lágrimas, y no pudo menos de indignarse por el atrevimiento de su escudero. Iba á reprenderle agriamente, pero éste la previno diciéndole con tono humilde:


lunes, octubre 24, 2011

Viage ilustrado (Pág. 596)

— Es que yo quisiera que fuese hoy mismo.
— Sea como tú lo quieres Y dio la orden para despedir al criado.
— Sois un ángel, murmuró el muchacho cayendo á sus pies, y besando la punta de la cola de su vestido. Al siguiente dia Sancho Sanchez era el page mas lindo de Castilla, y en el palacio no se hablaba mas que de la súbita trasformacion del chico de la caballeriza. Los demás pages envidiosos de su repentina elevación, dieron en insultarle hasta el estremo de tirarle piedras ó hacerle mal cuando pasaba por su lado; pero todos fueron despedidos sucesivamente, en castigo de estas demasías. La joven condesita lo había tomado bajo su protección, y llegó bien pronto á ser tan respetado como si perteneciera á la ilustre familia de los Pimentel.
En breves dias se habituó Leonor de tal modo á jugar en el jardín con su pobre page, que el conde gozaba al verla tan contenta, cuando antes siempre estaba triste y taciturna. La compasión y la gratitud dicen que son dos virtudes precursoras del amor: si esto no es siempre cierto, en la ocasión actual al menos se cumplió puntualmente. A medida que fueron creciendo en edad, Sancho amó á Leonor, y ésta se enamoró de su page. Pero su amor inocente y puro como sus almas, fué un secreto para todos, y aun para ellos mismos, hasta que una circunstancia imprevista vino á revelárselo.
Habia cumplido Leonor diez y seis años, cuando el duque de Arévalo, hermano de su madre, y por consiguiente tio carnal suyo, pidió al conde su mano, que este le otorgó sin vacilar y sin imaginarse siquiera, que por parte de la joven hubiese la menor resistencia. — Tengo que darte una buena noticia, hija mia, le dijo el anciano El duque de Arévalo se quiere casar contigo, y yo, que apruebo este enlace como útil á la familia y conveniente para tí, he dado mi consentimiento.
Leonor se quedó inmóvil y como herida de un rayo.
— ¿No me contestas? prosiguió el conde todavia sin sospechar la causa del silencio. Tu tio es aun bastante joven, y ocupa en la corte una posición brillante; te llevará en su compañía...
— Padre, eso no puede ser; yo no me puedo casar con el duque.
— ¡Que no puedes casarle con el duque! ¿y por qué causa? preguntó el conde sorprendido.
— Porque á quien amo es á mi page Sancho Sanchez, y no quiero separarme de él, replicó la joven con el mayor candor.
El conde soltó una carcajada.
— ¿De qué os reis, señor, con tantas ganas? preguntó el de Arévalo que entraba al mismo tiempo en la estancia.
— De una ocurrencia donosa de Leonor. Acabo de anunciarle vuestro proyecto de matrimonio, y me dice con toda formalidad que no puede ser vuestra esposa, porque ama á su page Sancho.
— ¿Al que fué criado de los mozos de cuadra?... dijo el duque con aire burlón.
— Al mismo, amigo mio, al que dio de latigazos Martino.
Y ambos á dos, el conde y el duque, se dieron á reir de todas veras. Leonor humillada y herida en lo mas vivo de su corazón, se retiró sin hablar ni una sola palabra, y se encerró en su cuarto.
Al dia siguiente el page Sancho habia sido despedido del castillo, y la condesita sin manifestar ni pena ni estrañeza por este incidente, y como si nada hubiera ocurrido se entregó á sus tareas y diversiones ordinarias. Una semana después nadie se acordaba ya de Sancho Sanchez, inclusos el abuelo y el tio de Leonor, que atendidos los pocos años de esta, supusieron que lo del pase habia sido un capricho infantil tan pronto olvidado como combatido. No era asi sin embargo: Sancho no habia marchado, sino que permanecía oculto en el castillo bajo la protección de una de las criadas de la joven, y de su padre, escudero y servidor antiquísimo de los condes. Todas los noches se hablaban los dos amantes por la ventana de la habitación de Leonor, que daba al jardín; pero como la distancia era mucha, sus coloquios no podían ser demasiado largos. La condesa procuraba en ellos fortalecer el amor de Sancho, asegurándole que no daria su mano al duque, y prometiéndose mucho del cariño que el conde la profesaba. Asi pasaron dos meses; al cabo de este tiempo el de Arévalo, que no habia vuelto á hablar de sus proyectos de boda, desde la escena ocurrida en la estancia del conde que produjo la despedida del page, se acercó una tarde á Leonor y en tono cariñoso la dijo, que habiéndose recibido ya las dispensas, de acuerdo con su abuelo habían fijado el domingo inmediato para celebrar el casamiento.
— Siento, dijo Leonor, con una serenidad y una firmeza increíble en su edad, que os hayáis tomado semejante trabajo sin consultarme, porque os advierto, tio, que ha sido un trabajo inútil.
— ¡Inútil!... ¿Con que rehusáis mi mano?
— La rehuso.
— Es decir que me aborrecéis.
— No tal; os estimo como á un pariente, pero no os amo.
— Me amareis cuando seáis mi esposa; el tiempo, el trato, mi cariño...
— ¡Imposible! eso no puede ser...
— ¿Será que todavía conserváis en la memoria al page?...
— ¿Y qué os importa en último estremo que sea eso ú otra cosa cualquiera? Con saber que no os amo y que no seré vuestra esposa nunca, tenéis bastante.
— ¡ Nunca!... ¡Mirad bien lo que decís!
— Ya está dicho: nunca, primero el convento; antes la muerte.
El duque hizo un movimiento de despecho y se alejó sin hablar una palabra. Al entrar en su cuarto el criado le dijo que un hombre pobremente vestido, y al parecer disfrazado, lo habia ido á buscar dos veces porque tenia mucho interés en hablarle.
— Que venga ese hombre, contestó el duque de mal humor.
El hombre se presentó envuelto en una larga capa y cubierto con un sombrero de alas enormes.
— ¿Qué me queréis decir? preguntó con tono altanero el de Arévalo.
— Necesito hablaros á solas.
— Despejad, dijo el duque.
Los criados se retiraron, y el desconocido entonces se descubrió.
— Vos, señor duque, dijo, queréis casaros con Leonor y ella no quiere ser vuestra esposa... Yo tengo en mi mano el medio de hacerla consentir.
— ¡Tú! ¿Y quién eres?... ¿Qué interés te mueve á tomar parte en este asunto?

miércoles, octubre 19, 2011

Viage ilustrado (Pág. 595)

rescos y salvages paisages del Cebrero, y en fin, la célebre Lucus-Augusta, la Lugo de hoy, que aun ostenta como vivos recuerdos de sus grandezas pasadas, sus fuertes murallas de la época de Augusto, y su bella catedral, en la que, desde el tiempo en que era corte de los reyes suevos, está el Sacramento de manifiesto noche y día. Aun después de la Gudiña se encuentran las aldeas de Cañizo, Pereiro, Villa–Vieja y la Canda, pertenecientes todas á Galicia. Poco después de la salida de esta última, se sube la porcilla ó monte del mismo nombre, en cuya cumbre está el mojón que señala los lindes de los dos antiguos y celebrados reinos, de Galicia y de Leon.
Conforme al plan que nos hemos propuesto de recorrer á España según su antigua division en reinos para dar á nuestro viage cierta unidad histórica, desde la Puebla de Sanabria, plaza de armas fronteriza á Portugal, pasaremos á Benavente, villa antigua y en buena posición, que conserva vestigios de un castillo feudal de sus condes, completamente arruinado por un incendio en la guerra de la independencia.
Un escritor ha dicho que si los sótanos hablaran se podria exhumar una galería de mártires, y asi es la verdad; pero de cuantos sucesos se cuentan mas ó menos ciertos, mas ó menos vecosímiles, ninguno iguala al que vamos á referir. El año 1458, reinando en Castilla Enrique IV, era conde de Benavente don Rodrigo Alonso Pimentel, anciano ya y achacoso, pero tan bueno y afable que por donde quiera que iba todos le saludaban como á su bienhechor, porque el conde, contra la costumbre de aquella época, era mas bien el padre que el señor de sus vasallos.
En una de las mas alegres tardes de primavera del año que queda citado, y pocas horas antes de oscurecer, el conde se hallaba sentado en un primoroso sillón de terciopelo recamado de oro, hablando con una hermosa niña de cabellos y ojos negros que lo escuchaba estática desde el cogin en que yacia á sus pies. Contábale el buen conde las glorias de su familia y las victorias que habían alcanzado contra los moros, con toda la naturalidad de su alma bondadosa, y referíala con cierto orgullo cuándo y de qué modo tomó juramento á don Juan II de Castilla; cómo ajustó la paz entre este rey y el de Portugal, don Alonso V el Africano; cómo trajo de aquel reino á la infanta doña Blanca para casarla con el rey Enrique IV; cuánto tiempo fué embajador de don Juan II en la córte de Carlos VI de Francia, y otras mil cosas por el estilo, que aunque no todas comprensibles para la niña, la tenían de tal modo absorta y distraída, que no oyó como su abuelo, porque el conde era abuelo suyo, los desaforados gritos quedaban en el patio del castillo.
— ¿A dónde vas, dijo la joven á don Rodrigo, viendo que éste se alzaba trabajosamente de su sillón?
— ¿No escuchas esos gritos y esa algazara?... Voy á ver la causa que los produce, la replicó andando apresuradamente.
Leonor le siguió. Al asomarse á la ventana hallaron que toda la bulla provenía de los golpes que daban á un pobre chico á quien rodeaba una turba de palafreneros y mozos de cuadra que se reian de los gestos y lamentos que le arrancaba el dolor producido por los latigazos.
—¿Qué hacéis á ese infeliz, Martino? gritó el conde con voz colérica.
Entonces todos se volvieron á la ventana, se descubrieron con respeto y Martino, que era el que azotaba al joven, respondió humildemente :
—Señor, le estoy dando una felpa por abandonado. Lo mantenemos para que lleve los caballos á beber al rio todos los días á las doce, y el bribonzuelo, después de almorzar bien esta mañana no ha parecido hasta ahora á cumplir con su obligación.
El pobre chico, como de unos trece años de edad, tendido en el suelo por los golpes que le sacudieran y sin dejar de sollozar, alzo sus ojos á la ventana, y con una espresion tan suplicante, que conmovió á la pobre niña.
— Tengo á mi madre enferma, dijo, y el llanto ahogó de nuevo su voz.
— Dejarle, gritó Leonor.
— Dejarle, repitió el conde y cuidado que semejantes escenas se reproduzcan en mi casa.
A este mandato todos se separaron y quedó solo el joven regando el suelo con sus lágrimas.
— Padre, dijo la niña, manda subir á ese infeliz.
— ¿Y para qué, querida mía?
— Porque me da mucha lastima.
— Mejor será que le echemos algunas monedas…
— Eso no basta, padre mio, para consolarlo; yo quiero hacer algo por él… ¡Pobrecillo, castigarlo tan cruelmente por una falta tan leve, y cuando la ha cometido por asistir á su madre!...
— Hágase, pues, tu voluntad, replicó el anciano; yo no quiero tampoco contrariar tus buenas inclinaciones. Y mandó subir al chico.
Cuando éste se presentó en la lujosa cámara, aun iba enjugándose las lágrimas. Era hermoso: cabellos rubios ensortijados naturalmente, cutis blanquísimo, ojos azules y megillas de rosa. A pesar de su pobre trage hecho girones y manchado, y á pesar de sus ojos enrojecidos, y su rostro descompuesto, el joven interesó tanto á Leonor, que se le acercó visiblemente afligida.
— ¿Cómo te llamas? le preguntó.
— Sancho Sanchez, tartamudeó el joven asombrado de verse en una sala tan ricamente adornada y delante del poderoso conde.
Pues bien, Sancho Sanchez, desde hoy eres mi page, dijo la niña.
— ¿Cómo tu pase? repuso el anciano.
— Mi page, padre mio, si tu lo permites.
El anciano que adoraba á su nieta, y que solamente deseaba darla gusto, se encogió de hombres significando con un gesto su asentimiento, y el chico se estremeció al aspecto de tanta dicha.
— Y no es este solo el favor que tengo que pedirte, añadió Leonor, dirigiéndose á su abuelo: quiero que ahora mismo des la orden para que despidan á Martino.
— ¡Muchacha!... ¿estás loca? dijo el anciano con tono bondadoso... Martino es un buen servidor.
— No puede ser bueno quien se complace en hacer daño á los demás. ¿No veías aquella risa infernal con que contestaba á los lamentos de esta pobre criatura?... ¡Oh! Martino tiene por fuerza un corazón de hiena, y no debes conservar ese hombre á tu servicio, ¡tú que eres tan bueno y tan bondadoso!... Si no lo quieres despedir mándalo á alguna de tus tierras donde yo no lo vea, porque su presencia me hace mucho daño.
— Se despedirá á Martino, dijo el conde como convencido y sin manifestar el menor interés en conservar en su casa al palafrenero.

viernes, octubre 14, 2011

Viage ilustrado (Pág. 594)

puesto por los griegos, tiene un recuerdo histórico muy notable, que deberemos consignar. El año 619 de Roma (antes de Cristo 132), Junio Bruto, con objeto de terminar la conquista de Galicia, salió de Braga al frente de sus legiones. Al llegar á la ribera de este rio, sus soldados, que tenían muy presente el rio Lethes que rodeaba los Campos Elíseos, sobrecogidos de un terror pánico, se detuvieron rehusando pasarlo creyendo perder la vida, ó al menos la memoria, si lo verificaban. En este momento, Junio Bruto, qué comprendió la causa de tan repentino desaliento, cogió el águila de una legion, se arrojó al rio, llegó á la opuesta ribera, y desde alli llamó a sus soldados, haciéndoles ver lo pueril de sus temores, pues él no perdiera ni la vida ni la memoria, pues no se olvidaba de sus legiones. Asi logró que estas le siguiesen sin repugnancia. También no muy lejos de este rio está el monte llamado Cabeza de Medo (1), al que se refugiaron los gallegos perseguidos por los generales romanos Cajo Antistio y Publio Firmicio. No podiendo estos arrancarlos de aquellas fragosidades, cercaron el monte con un ancho foso de quince millas de circuito, y los valerosos galaicos prefirieron, antes que rendirse, darse la muerte unos á otros, ya con el hierro, ya con el veneno sacado del tejo.
Guinzo de Limia, capital del valle de este nombre, dista dos leguas de Allariz, y cinco de Orense Se compone de mas de doscientas casas, tiene una parroquia con la advocación de Santa Marina, y dos ermitas. Es cabeza de ayuntamiento y partido judicial, y tiene 1,065 habitantes. Ocupa esta villa el lugar que una antigua ciudad llamada Antioquía, patria que fué de Santa Marina, que nació el año ciento veinte y tres de Cristo. Su padre era Teudio, gobernador, según dicen, de este pais, en tiempo que imperaba en Roma el español Adriano. Sucedió á Teudio un tirano llamado Olibrio, que hizo martirizar á Marina en la fortaleza de Armea, cuyos vestigios aun se descubren en el valle de Rabeda, no lejos de Guinzo. También estaba cercana á esta población la antigua ciudad de Lemis ó de los Limicos, habiéndose descubierto algunas lápidas con inscripciones y otros vestigios. Tan cierto es lo que ya repetimos otras veces, que en Asturias y Galicia no puede darse un paso sin tropezar con un recuerdo histórico ó un monumento de la antigüedad.
Siguiendo la carretera de Castilla se encuentra el valle de Monterey, muy celebrado por su fertilidad y escelentes vinos, y que ocupa la parte meridional de la provincia en el confin con Portugal Está regado por el rio Tamaga, y se divide en dos partes denominadas valle alto y valle bajo. La primera tiene once parroquias, y la segunda doce. Aunque el pueblo de Verin, situado á diez leguas de Orense, capital del partido judicial de su nombre, ofrece mas comodidades á los viajeros que Monterey. El origen de la villa es desconocido y olvidado por su mucha antigüedad. Alfonso VII, llamado el emperador, la repobló en 1150, imponiéndola la denominación que conserva, aludiendo á su situación montuosa. Pedro el Cruel llegó á Monterey en 1365, cuando desairado por el rey de Portugal, á quien fuera á pedir auxilios contra su hermano Enrique, se entró en Galicia. Aqui se le reunieron don Fernando de Castro y otros caballeros poderosos del pais, aconsejándole probase fortuna con las armas, para lo que le ofrecieron quinientos ginetes y dos mil peones: mas don Pedro prefirió trasladarse á Inglaterra, embarcándose en la Coruña. A su paso por Santiago fué cuando hizo justicia á los caballeros Turrichaos, permitiéndoles diesen muerte á su enemigo el arzobispo don Suero, como referimos en otro lugar. En 1391, don Alonso, conde de Gijon, hizo conducir á Monterrey al arzobispo de Toledo, á quien tenia preso, encomendando su custodia al maestre de Santiago. El rey don Enrique IV concedió esta villa y su territorio con título de condado á don Sancho Sanchez de Ulloa, y á su muger doña Teresa de Zúñiga y Viedma, que ya poseian el señorio de la villa. El actual conde de Monterey es el duque de Alba. Compónese la población de cincuenta y seis casas, entre las que se cuenta el antiguo palacio de sus condes, con un alto terreon con almenas y ladroneras, la municipal, la cárcel y un hospital de peregrinos fundado por los condes. La iglesia parroquial esta dedicada á Santa María de Gracia. Hubo también un convento de franciscanos, y hasta hace muy pocos años Monterey estuvo considerada como plaza fuerte, y tenia gobernador de la clase de capitán. Haciia frente á la plaza portuguesa de Chaves. Celebra una feria el 16 de cada mes, y contiene 244 habitantes. Desde Monterey el pais va á cada paso perdiendo en fertilidad y belleza; en el Campo de Becerros, aldea que dista tres leguas de Monterey, ya no se ve sino un terreno escabroso, estéril, despojado de árboles, de rios y de poesía. Gudiña se compone de sesenta y cuatro casas que forman una sola calle, de la que una acera pertenece al obispado de Orense, y la otra al de Astorga, y hay por consiguiente, dos iglesias parroquiales ademas de una ermita, es capital de un ayuntamiento, y tiene, por consiguiente, casa municipal y cárcel. En cuanto á etimología, historia, recuerdos, etc., este pueblo es poco antiguo; su origen habia sido una venta ó taberna, edificada por una muger llamada de sobrenombre la Agudiña (como si dijéramos en castellano perspicaz, ingeniosa y discreta), la que lo comunicó primero á la venta que fundara, y luego á la reunion de casucas que se fueron edificando. Armonizan en la Gudiña su estéril y pedregosa campiña, la fealdad de sus pobres chozas, y lo humilde y plebeyo de sus anales. Ha sido patria de un grande hombre, de un héroe cristiano, de San Sebastián Aparicio, en fin. Nos dirigiremos ahora á los renombrados codos de Lorouco, restos de una via militar trazada en tiempo de Trajano, y que tienen por objeto hacer menos sensible la aspereza del monte del mismo nombre (2) y que aun están en uso; el famoso Monte–Furado, especie de Tunnel ó canal subterráneo (3), obra atrevida del mismo emperador, para dar, como dio, un nuevo cauce al Sil, y descubrir por este medio el criadero del oro que en tanta abundancia arrastran aun sus aguas, como el Pactolo de la fábula; el fértil y riquísimo valle de Valdorras, celebre, no solo por sus esquisitos vinos, sino por sus minas de oro esplotadas por los romanos, que le dieron el nombre de Villa–Aurea; los pinto–

(1) Llamábanle los romanos Medulius–Mons. Su cima está siempre cubierta de nieve.
(2) Llamáse en tiempo de los romanos Ladicus Mons.
(3) Tiene este canal 450 varas de longitud, 18 en su menor latitud, y 12 de altura. El Sil lo recorre silenciosamente. Aun arrastra este célebre rio granos de finísimo oro en abundancia, y es inmenso el valor de los que se encuentran mezclados en la arena. Sobre este monte perforado pasan tres caminos.

martes, octubre 11, 2011

Viage ilustrado (Pág. 593)



Parroquia de la Trinidad de Orense


ocupa parte del antiguo colegio de los jesuítas, y tiene una biblioteca regular y museo de pinturas. El teatro es bastante bonito y de propiedad particular. Los paseos como es de suponer, en una tan deliciosa campiña, son amenos y agradables, pero la mano del hombre nada hizo para completar la obra de la naturaleza y están muy descuidados. La población de la ciudad sube á 4,840 almas. Como capital de su provincia es residencia de todas las autoridades y sus respectivas oficinas. El obispado comprende seiscientas treinta y nueve feligresías, y el partido judicial noventa y tres, distribuidas en once ayuntamientos. La ciudad celebra un mercado los jueves y feria el 7 de cada mes.
Después de andar tres leguas y pasar por las aldeas de Sejalbo, Calvos y Taboadela, en que nada hay de particular, se llega á la villa de Allariz. Es esta una villa notable por todos conceptos. Situada á la orilla del Artoya, ocupa el solar de la antiquísima ciudad de Araduca, y en 1663 se encontró en ella un sepulcro con inscripción muy estraña; que el P. M. Gándara, cronista de Galicia, intenta demostrar es el del renombrado rey Witiza. Perteneció Allariz, desde largo tiempo, al señorío del marqués de Malpica, y conserva un antiguo castillo, pues fué una de las plazas mejor fortificadas de Galicia. También sirvió de residencia esta población á muchos antiguos y esclarecidos linages del pais, conservándose aun los Amociros, Soto–Altamiranos, Gándaras, en cuya casa nació el conocido escritor de que antes hemos hablado, y se educó el célebre P. Feijóo, que nacido en Melias, vino á esta villa en sus primeros años en compañía de algunos de sus parientes. Las armas consisten en una cifra de las letras A. y T. con corona al timbre. Tiene la villa tres parroquias, la de Santiago, que es de fundación inmemorial, y de arquitectura gótica, la le San Esteban, que no le cede en antigüedad, y la de San Pedro; varias otras iglesias y capillas, y un suntuoso convento dedicado á Santa Clara, de religiosas franciscanas. Este edificio estenso y construido de piedra de sillería, y cuya arquitectura pertenece al orden toscazo, fue fundado en el siglo XIII como acredita esta inscripción que se conserva bajo un escudo de las armas reales:


Es de patronazgo real:
Fundólo la reina doña Violante y su hijo
El rey don Sancho, en la era MCCCXXIV.


Corresponde al año de 1286. La primera abadesa fué doña Sancha, hija de la fundadora. La iglesia es bastante regular, y tiene cinco altares. Allariz es cabeza de ayuntamiento y partido judicial, y cuenta de población 1,752 habitantes. Poco después de Allariz se encuentra el estenso y fértil territorrio ó valle de la Limia (cuyo nombre deriva, según algunos, del limo que produce en este terreno la mucha humedad), que tiene cuatro leguas de largo y tres de ancho. A pesar de estar cultivada solo una pequeña parte de él, es tal su feracidad, que se llama comunmente á la Limia el granero de Galicia. Sus producciones son muchas y variadas, abundando mas que otras el trigo, centeno y lino. La parte no cultivada contiene escelenles pastos, y en ella se ven retozar inmensa muchedumbre de ganados de toda clase, en especial del lanar y cabrío que tiene mucha fama en todas partes. La estensa é insalubre laguna llamada Antela, que tiene de diámetro legua y cuarto, y presenta un aspecto desagradable por sus aguas verdosas, espesos jarales y sus vapores fétidos, abunda en aves acuáticas, y produce las mejores sanguijuelas que se conocen en España, de las que hacen los franceses un lucrativo comercio, habiendo establecido alli una especie de factoría para su acopio y esportacion á Francia, con perjuicio de los habitantes. El rio Limia, que atraviesa este gran valle, y del que toma el nombre, nace en la parte occidental, se forma de la reunion de los llamados Antela y Guinzo, y muy luego penetra en Portugal. Hasta 1832 era su cauce muy angosto y tortuoso; pero en el referido año, por dirección del benéfico comisario general de Cruzada don Manuel Fernandez Varela, el corregidor de Guinzo, don Julian Teubes, le dio uno nuevo de doce varas de ancho y dos y media de profundidad. Este rio, cuyo antiguo nombre era Lethes, im–

viernes, octubre 07, 2011

Viage ilustrado (Pág. 592)





Puente de Orense sobre el Miño

Desde luego debemos hablar de las tres referidas maravillas que la dan tanta nombradía, y que seguramente son muy notables. Para ver la primera, esto es, el Santo Cristo, ha de visitarse la catedral, que es donde se encuentra. Ocupa este estenso edificio el centro de la ciudad, y tiene de longitud doscientos ochenta y dos pies, y de latitud ciento cuarenta y siete. Es de arquitectura gótica, pero sus fachadas presentan un todo heterogéneo é irregular, á consecuencia de sus sucesivas ruinas y restauraciones que sufrió en distintas épocas. Hay dos torres desiguales y de escaso mérito, en una de las que está el reloj que tiene cuerda para ocho dias. En el centro de la iglesia está el coro con buena sillería de nogal, bien trabajada, y dos grandes órganos. El altar mayor es un grandioso retablo del género gótico, dedicado á San Martin Furonense, y que fue consagrado en 1194. Al lado del Evangelio, y dentro del recinto de la capilla mayor, está el magnífico túmulo de mármol, que contiene los restos del cardenal don Pedro Quevedo y Quintana, obispo de esta diócesis, que murió en opinion de santidad en el presente siglo: Este monumento suntuoso fué construido en Roma por el escultor español don Antonio Solá, y costeado por el comisario de Cruzada, Varela. En el altar colateral del lado del Evangelio, están los cuerpos de los santos mártires, Facundo y Primitivo, y en el de la Epístola el de Santa Eufemia en una caja de plata. La capilla del Santo Cristo es sin duda la mas notable de la catedral, y tiene un órgano. La efigie, que es de gran veneración en todo Galicia, es de macho mérito artístico: se dice hecha por Nicodemus, y fué traída de Finisterre en el siglo XIV, por el obispo de Orense Vasco Perez Mariño, cuyo sepulcro se ve á pocos pasos del altar del Santo Cristo. Pertenece al conde de Taboada el patronato de esta capilla. Hay ademas en la catedral otras diez y nueve. El cabildo que sirve este antiguo templo se compone del obispo, diez dignidades, ocho canónigos cardenales, y quince llamados díaconales. Hay ademas ocho racioneros, doce capellanes y varios acólitos y otros sirvientes. Unida y dependiente de la catedral está la Iglesia de Santa María la Madre, que algunos creen sirvió en lo anticuo de sede, la cual es de arquitectura elegante. El puente que cruza el Miño, y cuya obra se atribuye á Trajano, es santuoso y uno de los mejores de España; tiene mil trescientos diez y nueve pies de longitud y diez y ocho de latitud. Consta de siete ojos, entre los que es el mas notable el del centro, que tiene ciento cincuenta y seis pies de claro de pilar á pilar, y ciento treinta y cinco de elevación, desde la clave á la superficie del agua, años ostentaba en su entrada por la cidad un torreón que fué demolido. El obispo de Orense, don Lorenzo, restauró esta magnifica fabrica en 1211, y la aumentó con calzadas y arcos á su entrada y salida. Las tres Burgas ó fuentes calientes de Orenses, son conocidas desde las mas antiguas y oscuras épocas. Sus nombre son: Burga de arriba, Burga de abajo y Surtidero, estando encañadas en cantería (según se cree fundadamente, por mano de los romanos), las dos primeras. La Barga de arriba, crece y mengua periódicamente cada diez y seis ó diez y ocho segundos, la de abajo, cae en un gran pilón que sirve de lavadero, y el Surtidero en otro mas pequeño. La temperatura de los manantiales es siempre de cincuenta y cuatro grados de Reaumur, y son muy abundantes. Los vecinos de Orense sacan de estas aguas hirvientes grandes utilidades, pues ademas de sus propiedades medicinales, sirven para multitud de faenas domésticas, como para cocer la comida, colar la ropa, pelar patas de buey, desplumar aves, etc, etc. Para esta última operación basta una sola inmersion. Hay en la ciudad dos parroquias, subdivididas en otras dos, llamadas de Santa Eufemia del Centro, cuya iglesia fué de los jesuítas y, es de bastante mérito, Santa Eufemia del Norte, que ocupa la del convento de dominicos, y la de la Trinidad, denominada de arriba y de abajo. Hubo dos conventos de religiosos franciscos y dominicos. El primero (cuya iglesia está abierta al culto), sirve de cuartel, un seminario conciliar con titulo de San Fernando, un hospital de pobres, palacio episcopal, cárcel cómoda y segura, de nueva planta, y una buena casa consistorial. Esta ocupa uno de los frentes de la plaza Mayor, que es casi cuadrada, y tiene soportales embaldosados. El instituto de segunda enseñanza

martes, octubre 04, 2011

Viage ilustrado (Pág. 591)

se tanto contra mi pobre perro, si nada tuviese que temer. Diciendo estas palabras tiró de la espada, la introdujo con trabajo en la tierra por bajo del arcon, y la sacó cubierta de moho y podredumbre, entonces esclamó: «Aqui hay sin duda un cuerpo muerto, tal vez el del marqués,» (pues recordó entonces las palabras de la tabernera). En tanto se habían llegado á la bodega algunos soldados y vecinos atraídos por el ruido de la disputa. Entre estos últimos se hallaba el alcalde, honrado labrador, á quien ya conocía el sargento por haberle hablado á su entrada en el pueblo, y desde luego fué requerido por éste, para que hiciera reconocer el suelo que cubría la hucha. Resistióse al pronto el agreste funcionario, pues no solo era colono de la marquesa, sino tambien su vasallo, nombrado alcalde por ella, como señora del pueblo y no se atrevía á ejecutar lo que le parecía un gravísimo desacato; mas hubo de ceder á la energía del digno sargento. Apartóse, pues, el arcon de su lugar, y quitando una ligera capa de tierra apareció el cuerpo del marques bastante bien conservado por la frescura del terreno, envuelto en su propia sábana, y con el dogal al cuello con que le arrastraron hasta allí. Todos los circunstantes le reconocieron al punto, y Alonso dio un grito y cayó desmayado. La marquesa aparentó también afligirse y admirarse de que el cuerpo de su amado esposo estuviese en su propia casa, pero fué presa en el momento con su cómplice y todos los criados. Conducida después de orden de las autoridades superiores á la cárcel pública de la Coruña, esta muger infernal manifestó el mayor valor y energía hasta en la terrible prueba del tormento, negando siempre haber tenido parte en la muerte de su marido. No asi el pusilánime Alonso, pues á la primera vuelta (como dice el proceso original) confesó todo el hecho y sus menores circunstancias, y atrajo, como era justo, el rigor de la ley sobre él y su alevosa ama. La audiencia de Galicia condenó a ambos reos á la pena de los parricidas, esto es, á ser arrastrados, ahorcados, descuartizados y encubados, pero solo pudo verificarse en el desdichado Alonso, á quien condujeron casi muerto al patíbulo, pues al entrar el verdugo, los hermanos de la caridad y la escolta, en el cuarto capilla de la marquesa, la encontraron muerta. Después llegó á averiguarse judicialmente, que sus parientes la envenenaron en la última comida, para libertarla de la afrenta de un público suplicio. La habitación que le sirvió de prision, aun es conocida en la cárcel de la Coruña por el cuarto de la marquesa.
La provincia de Orense, es de suelo muy variado, pues en ella se encuentran grandes montañas, frondosos bosques y risueños valles, presentando en sus producciones la misma variedad. En cuanto á árboles los hay de todas las especies indígenas de Europa, asi como las de yerbas. Abunda mucho el ganado vacuno, caballar, mular y de cerda, y la caza mayor y menor. Entre las aves se encuentra una muy rara llamada gayo, que es muy semejante al loro, y que como este, imita la voz humana y otros sonidos. Entre los muchos rios que fertilizan esta hermosa y rica provincia, debemos mencionar el magestuoso Miño, de que ya hemos hablado, y cuyas orillas íbamos recorriendo: el Sil, célebre por sus arenas de oro, y que se reúne al anterior, en el lugar de Lospeares, y que aunque de mayor caudal que el Miño, pierde su nombre y toma el de éste, por lo que dicen en esta provincia:


El Sil lleva el agua
Y el Miño la fama.


El Navea, el Avia, célebre por la belleza y rara fertilidad de sus riberas, y el Limia, nombrado en la historia antigua. Los orensanos son robustos, de buena estatura y muy ágiles. Entre sus cualidades morales, sobresalen la gravedad, la honradez y la modestia. Las mugeres son hermosas, prudentes y laboriosas. Comprende la provincia una ciudad, veinte y cuatro villas y ochocientas ochenta y tres feligresías repartidas en noventa y cinco ayuntamientos y once partidos judiciales, llevando su población á 380.000 almas.
La ciudad de Orense esta situada á la orilla izquierda del Miño, y en la vertiente occidental de Monte-alegre. Como la mayor parte délos pueblos de Galicia, presenta una antigüedad remotísima. Varios eruditos anticuarios dicen se llamó Amphiloguia, del nombre de su fundador Amphilogo, uno de los héroes de la guerra de Troya. Los romanos (de cuyo tiempo se hallan en esta ciudad muchas inscripciones), la llamaron Aobrigense y Aquæ Orígenes en alusión á sus famosas fuentes termales, llamadas las Burgas. Los suevos, que la dominaron, le dieron el nombre germano de Warmsee, que significa lago Caliente, del que ó del de Orígenes, pudo derivarse sin violencia el actual. El origen de su obispado se pierde en la antigüedad, no faltando quien lo atribuyera á los suevos, y en especial á su rey Teodomiro, el cual se convirtió al catolicismo, por haber alcanzado por intercesión de San Martin, la salud de su hijo moribundo, y edificó la catedral con la advocación del mismo santo, la cual conserva hoy. Arrasada Orense por los árabes en 738, fué restaurada en 742 por Alfonso el Católico. Habiéndose rebelado en Mérida el moro Mahamut contra su señor el emir de Cordoba Abdelrahaman, se refugió con muchísimos de sus partidarios á Galicia, y Alfonso II el Casto que reinaba á la sazón, no solo le acogió benignamente, sino que le dio el gobierno de la ciudad de Orense y su territorio; pero pagando aquel traidor las mercedes referidas con la mas negra ingratitud, y deseando reconciliarse con el emir de Córdoba, ofreció á este entregar el pais que gobernaba, si le enviaba los socorros necesarios. Hízolo asi Abdelrahaman, mas la hueste del infame traidor fue derrotada por Alfonso el Casto, no lejos de Lugo, y el pagó con la vida su perfidia. El duque de Alencastre ó Lancaster, cuando pretendía la corona de Castilla, ocupó á Orense con sus tropas, y se hallaba aun en esta ciudad, cuando se entablaron las negociaciones para aquella guerra en 1386. Finalmente, Orense figuró mucho en las turbulencias que tuvieron lugar en Galicia en 1480, pero fué pronto reducida á la obediencia del rey. Es patria de Santa Eufemia, que padeció martirio en ella, del licenciado Fernando Boan, del escultor don Francisco Moure, de don Manuel Ruiz de Medrano, obispo de Tortosa, y de otros muchos personages. Las armas de la ciudad consisten en un puente con castillo, y un león encima de las almenas con espada en mano. Hay en Galicia un proverbio que dice:


Tres cosas hay en Orense
Que no las hay en España,
El Santo-Cristo, la Puente
Y la Burga hirviendo el agua.

viernes, septiembre 30, 2011

Viage ilustrado (Pág. 590)

de V... Era señor en lo temporal y espiritual del mismo pueblo, y estaba apreciado generalmente. Su esposa, muger altiva y colérica, no podia endulzar sus dias, y el marqués mas bien por libertarse de su presencia que por afición, se entregaba con ardor al ejercicio de la caza. En una de sus espediciones conoció á una joven bonita, hija del farmacéutico de una aldea cercana, y agradándole su amable carácter, dio en frecuentar su trato, aunque sin romper los deberes conyugales. La soberbia marquesa supo muy en breve estas inocentes relaciones, y dándoles mas importancia de la que tenian, ardiendo en celos, y herida profundamente en su orgullo al verse reemplazada (según suponía) por una miserable boticaria, concibió el execrable designio de quitar la vida á su esposo. Un día hizo llamar á un su colono llamado Alonso, hombre de grandes fuerzas, pero de cortos alcances. Sin emplear largo tiempo en preámbulos, la marquesa le propuso, ó ser desposeido de la tierra que llevaba en arriendo, privándole de este modo de los únicos medios de subsistencia con que podia contar él y sus hijos, ó adquirir la propiedad de la misma tierra, cuya donación legal tenia ya prevenida, y un bolsillo lleno de oro, si le ayudaba a matar al marqués. Resistióse al pronto el labrador, pero cediendo al fin á las sugestiones de su pérfida ama, acordaron juntos el medio de llevar á cabo el designio de esta. Era ya entrada la noche cuando el marqués, después de pasar casi toda la tarde en compañía de la hija del farmacéutico, llegó á su palacio, y encontrándose algún tanto fatigado é indispuesto, se acostó. Su esposa, fingiendo el mayor interés, le dio por su misma mano una bebida calmante según dijo, pero que contenia un activo narcótico que sepultó en un profundo sueño al desdichado marqués. Pasadas algunas horas, y cuando en el palacio reinaba el mas completo silencio, Alfonso llevando en su mano una soga y un hacha de partir leña, y precedido déla marquesa que le alumbraba, se dirigió al lecho de su amo. Obra fué de un instante el echarle al cuello un estrecho lazo, y descargarle tan terrible golpe en la cabeza, que los sesos de la víctima se derramaron por la cama y el suelo. Sin embargo, al recibir el golpe mortal, despertó por un instante de su letargo, y murmuró el nombre de su muger. Esta y su colono que temblaba horrorizado del asesinato que acababa de cometer, arrastraron el cadáver hasta una bodega en que habia varios arcones para guardar el grano, llamados en Galicia huchas, y bajo uno de estos pesados muebles, y á poca profundidad, lo sepultaron, Después la marquesa, ayudada de su cómplice, hizo desaparecer las manchas de sangre, y las demás muestras que pudieran dar indicio del crimen, é hizo que Alfonso ensillase el caballo favorito del muerto, y que con la levita de este ensangrentada lo pusiera á la orilla del rio que solia atravesar diariamente, para hacer creer que algunos salteadores le dieron muerte, y arrojaron su cadáver al rio. En efecto, al rayar el día siguiente, dos labradores que iban al trabajo, encontraron el caballo pastando tranquilamente, y á pocos pasos la levita sangrienta del ginete, y esparcieron la alarma en el pueblo y en la familia. La marquesa fingió el mas desesperado sentimiento, y Alonso, que desde algún, tiempo vivía en el palacio, aseguró que su amo le habia ordenado al acostarse la noche anterior, que á las doce de la misma le despertase y aparejase el caballo, pues tenia que emprender un largo viage que quería que nadie lo supiese. Quedóse acallado por entonces este suceso, y se pasó mas de un año sin que nadie volviese á recordarlo, cuando la justicia divina que no duerme dispuso que tan execrable crimen no permaneciese impune, y lo descubrió de este modo. Un sargento del regimiento de infantería de Asturias, que iba á una comisión del servicio, con ocho soldados y un cabo, hizo alto en este pueblo con su pequeña partida con objeto de descansar una ó dos horas , y se dirigió á la única taberna que en él habia para tomar un bocado. Desde luego llamó su atención el grandioso palacio que á pocos pasos se descubría, y preguntó á la tabernera quien era su poseedor. La muger que era tan habladora como suelen serlo las de su profesión, no solo le refirió que pertenecía al joven marqués de V... capitán del regimiento de las Ordenes militares, sino también toda la historia de la familia, desde los mas antiguos tiempos, y por último la misteriosa desaparición del último marqués, añadiendo en voz baja que en el pueblo se decía que en en casa estaba, y que en ella le habían asesinado, pues que por mas pesquisas que la justicia hiciera para encontrar el cadáver, y averiguar el nombre del matador, nada habia logrado. El sargento atendía poco á esta historia que nada le importaba, y seguia tranquilamente dando fin á una buena tortilla de magras, que su interlocutora le aderezara, cuando echó de menos á un perro á quien quería mucho. Salió en seguida á buscarlo por el pueblo, y se volvía ya disgustado á la taberna por no haberlo encontrado; mas se le ocurrió de pronto si podia haberse entrado en el palacio del marqués, y se dirigió allí. Estaban abiertas de par en par las puertas de una gran bodega llena de arcones, la misma en que estaba someramente sepultado el marqués y en ella varios labradores midiendo grano, cuya operación presenciaba tranquilamente la señora vestida de rigoroso luto, y sentada en un gran sillón, y su antiguo colono Alonso, envuelto en una luenga levita, como ascendido á la clase de mayordomo y confidente, después del asesinato de su amo. Al entrar el sargento en la bodega vio á su perro que con estraordinario afán socavaba con las patas delanteras la tierra á los pies del arcon que cubría el cadáver, atraído sin duda por el olor á carne podrida. En el mismo momento reparaba la marquesa en el pobre animalejo, y justamente alarmada, dijo con imperio á su complice: «Alonso, mátalo.» Iba este á descargarle un palo, cuando se sintió cogido por detrás (pues estaba vuelto de espalda á la puerta), por el fuerte brazo del sargento que le dijo con voz brusca: «Te guardarás bien de hacerlo, gran picaro.» Volvió la cabeza Alonso, y al verse cogido por un militar con fornituras, signo inequívoco de estar de servicio, creyó iba á prenderle, y alarmado por su conciencia no pudo contenerse de gritar: ¡Ay, ama mia!... estamos descubiertos!... La marquesa logró conservar su serenidad, y altiva como una verdadera señora gallega del siglo pasado, dirigió los mas imperiosos denuestos al sargento, por haberse atrevido á allanar su casa, y poner la mano á uno de sus criados, y le amenazó de hacerle salir á palos, si no despejaba en el momento. El sargento justamente resentido por tan insultante lenguaje, y tomando en cuenta la esclamacion del mayordomo, comenzó á concebir sospechas, y contesto á la marquesa: Si, señora, me iré pero después de aclarar el misterio que hay debajo de ese arcon, pues no era posible que V. S. se enfurecie–

lunes, septiembre 26, 2011

Viage ilustrado (Pág. 589)

maestra del género churrigueresco, debida al obispo Arango, y el suntuoso monumento que solo se usa el Jueves Santo, y que es una copia exacta del famoso de Sevilla, aunque no tiene mas que una fachada. El claustro nada ofrece de notable mas que su mucha estension y algunas inscripciones de los siglos medios. La sillería de coro es de mucho mérito. En él hay dos grandiosos órganos. La catedral está servida por un cabildo compuesto de un obispo, nueve dignidades, veinte y un canónigos, ocho racioneros, y suficiente número de capellanes y otros ministros. La mejor iglesia de la ciudad, después de la catedral, es la de los dominicos. La del convento de franciscos y de monjas de la misma orden, ó sea de la Concepción, son bastante regulares y aseadas. Hay ademas la capilla de la Misericordia, la de San Telmo, en que se enseña el lugar donde falleció el santo (pues esta iglesia se levantó sobre el solar de la casa en que moraba en el siglo XIII) y otras varias en las cercanías. La única parroquia de la ciudad es la catedral. En la plaza está la casa consistorial, que es grande, y el hospital de caridad, de fábrica moderna, y también de bastante estension. Tiene Tuy una casa de espósitos, un teatro, dos cuarteles, varios edicios que estuvieron destinados á cuerpos de guardia y almacenes de pólvora, y fortificaciones que rodean toda la ciudad, aunque enteramente destruidas. Sin embargo, por una de aquellas anomalías tan frecuentes en nuestra patria, Tuy, á pesar de tener en escombros sus murallas, y clavados ó rotos sus antiguos cañones de hierro, está en la categoría de plaza fuerte de segundo orden, y tiene un gobernador de la clase de brigadier, un mayor de plaza, ayudante, etc. Hay también una cátedra de latinidad, aduana de segunda clase y juzgado de primera intancia de ascenso, que contiene cincuenta y una parroquias. El obispado estiende su jurisdicción á doscientas sesenta y dos. Antes era Tuy cabeza de una provincia que llevaba su nombre, y era una de las ciudades de voz y voto en Córtes. Celebra tres ferias al año y mercado los jueves. Su comercio es bastante considerable con Portugal, y consiste principalmente en la esportacion de granos y ganado. La industria mas común son las lencerías y fábricas de sombreros ordinarios, licores y curtidos. Tiene Tuy cuatro mil doscientos doce habitantes.
Al salir de Tuy se atraviesa la hermosa vega llamada del Oro, dicha asi del rio del mismo nombre que va á reunirse al Miño, y que se cruza por un largo puente de piedra. Esta vega tiene una particularidad que la hace ser única en España, y consiste en que á semejanza del Bajo Egipto, es fecundada todos los años por la inundación periódica del Miño, que deposita en ella sedimentos, que la proporcionan estraordinaria fecundidad. Para que la semejanza sea mas completa, la vega de que hablamos forma una delta ó triángulo, cuya base, que es la ribera del Miño, tiene media legua de longitud, y la altura ó sea la distancia desde el rio al vértice, un cuarto de legua. A la derecha y á la orilla del rio, están los baños termales de Caldelas, que quedan también cubiertos por la inundación periódica, y por lo que las habitaciones de los bañistas se forman de chozas ó barracas, que desaparecen con la estación de los baños. Al frente de Caldelas, y en la margen opuesta del Miño está la villa portuguesa de Monzón. Hay una pequeña aldea llamada la Franqueira, que dista de Tuy cuatro leguas, y en la que nada hay de notable mas que el antiguo priorato de monges bernardos y su iglesia, que por ser parroquia permanece abierta al público. En ella se venera una efigie de la Virgen, hecha de piedra, de antigüedad muy remota, y que estuvo antes en una ermita, hoy derruida. Se le da el título de Nuestra Señora de la Franqueira y se celebra en su honor una muy concurrida romería en la Pascua de Pentecostés. Sin detenernos en la Cañiza, aldea cabeza de un partido judicial con cuarenta y una parroquias, ni hablar del suntuoso ex-monasterio de monges bernardos de Melon, notable por su capacidad y buena arquitectura, y que pertenece ya á la provincia de Orense, pasemos á Rivadavia. La muy antigua villa de Rivadavia está situada entre los montes de Santo Domingo y Santa Marta, y á la orilla del Abia (que á corta distancia de la población se reúne al Miño), sobre el cual tiene un puente de piedra de tres arcos, que forma parte de la carretera de Vigo á Castilla. El valle en que se asienta, conocido con et nombre de Rivero de Abia, es muy fértil y delicioso, y notable mas que por otra consideración por los escelentes vinos que produce, muy semejantes á los de Andalucía, en especial el denominado tostado. Hay ademas mucho trigo, centeno, cebada, maiz, frutas delicadísimas, caza menor y pesca de anguilas, truchas, lampreas, sábalos y algunos salmones. Rivadavia es cabeza de un partido judicial y ayuntamiento, tiene cuatro parroquias y dos conventos que fueron de franciscos y dominicos, un palacio de sus condes y trescientas treinta y cuatro casas habitadas por 1.315 almas. El origen de esta población es remotísimo, y por lo mismo desconocido. Llamóse Abobriga, cuyo nombre envuelve la misma idea geográfica que el actual de Rivadavia. Plinio menciona esta ciudad en los galaicos bracarenses, y muy próxima al Minius, como efectivamente está. En otros tiempos tuvo mucha mas importancia que la que conserva hoy. El rey de Galicia don García, hijo de Fernando I de Castilla, tuvo su corte en esta villa, y su palacio estaba donde ahora el convento de Santo Domingo. Las armas de la villa son en campo azul, puente de plata sobre ondas con castillo encima, y en medio el sol y la luna. En Rivadavia nació en el siglo XVI el célebre teólogo dominico Tomás de Lemus. El rey don Fernando el Católico erigió esta villa en condado, concediendo este título á don Bernardino Sarmiento. La familia de este nombre es una de las mas ilustres y antiguas de Galicia, y lleva por armas en escudo rojo trece roeles de oro.
Pásase luego á Orense, después de recorrer algunos pueblos insignificantes, entre ellos Castrelo de Miño, en el que se ven los vestigios de un puente, y una buena iglesia dedicada á Nuestra Señora, que sirve de parroquia, y que pertenece á la orden militar de San Juan, y es por lo mismo de la jurisdicción del vicario de la encomienda de Incio y Osoño. Cuéntase alli la historia siguiente, que encierra la escelente moralidad de que Dios castiga tarde ó temprano los delitos por ocultos que sean, y valiéndose á veces de medios al parecer insignificantes.
Vivia en uno de los pueblos de esta provincia de Orense (1) á mediados del siglo pasado, el marqués

(1) Este hecho es histórico en todas sus partes. Vive y lleva el título del personage de que aqui se habla, su biznieto.