martes, mayo 25, 2010

Viage ilustrado (Pág. 480)

entre otros don Alvaro Cubillo de Aragón, don Rodrigo de Herrera y Rivera, autor de las comedias Duelo de honor y amistad, y La fé no ha menester armas: don Juan Velez de Guevara: don Antonio de Solis, que escribió la tragedia Hércules furente: el autor de Un bobo hace ciento, Triunfos de amor y fortuna, El amor al uso y otras: don Juan de Matos Fragoso, don Francisco de Leiva, don Fernando de Zarate, don Agustín de Salazar y Torres, don Antonio de Zamora, autor de varios autos sacramentales, y de los dramas titulados El hechizado por fuerza y El convidado de piedra: don José de Cañizares, que nació en 1676, y escribió, siendo muy joven, la comedia titulada Cuentas del Gran Capitán, á la cual añadió mas de cincuenta obras entre comedias y zarzuelas, algunas de ellas históricas, como Picarillo en España; y otros varios escritores menos conocidos que no podemos enumerar. Pero después de Calderón todos ellos contribuyeron á la decadencia del teatro, fomentando el mal gusto que se habio introducido, de manera que, al terminar el siglo XVII, y principalmente en los años de Zamora y Cañizares, nuestro teatro pudo considerarse muerto.
De lo dicho se infiere que la literatura dramática corrió las mismas vicisitudes que la lírica, y que al principiar el siglo XVIII ambas habían agotado sus fuerzas y se habian dejado absorber por los estravíos del gongorismo. Asi es que en la primera mitad del siglo pasado ninguna de las dos dio señales de vida: y para resucitar de su letargo, y para sacar de la tumba del culteranismo, nuestros escritores se dieron á imitar á los clásicos franceses, como en la edad media habian imitado los líricos á los antiguos, y en el siglo XV y XYI á los italianos. Pero á pesar de esto, poco ó nada adelantó durante el siglo XVIII, en el cual se cita á los escritores don Francisco Mariano Nifo, don Vicente Rodriguez de Arellano, don Luciano Cornella y otros como tipos de poetas de mal gusto. El primer ensayo para aclimatar en España el drama de Racine y de Moliere lo hizo don Agustín Montiano y Luyando con sus tragedias Ataúlfo y Virginia: después don Nicolás Moratin escribió las tituladas Lucrecia, Hormesinda y Guzman el Bueno, y Cienfuegos el Idomeneo, Zoraida y La condesa de Castilla; pero todas ellas no tuvieron mas que mediano éxito.
Al principiar el siglo presente adquirió gran boga la tragedia y entonces fué cuando apareció el Pelayo de don Manuel José Quintana, obra que ha sobrevivido al tropel de sus contemporáneas, y á que dará larga vida el españolismo que respira. Vino después la comedia clásica en que descolló don Leandro Fernandez de Moratin, y cuyo género habian cultivado don Tomás Iriarte en sus piezas tituladas: El Señorito mimado y La señorita mal criada, asi como Jovellanos en su Delincuente honrado, siquiera esta sea mas bien de sentimiento que de costumbres. Pero Moratin fué el gefe de la escena. Queremos trascribir lo que dice hablando de este escritor el señor don Antonio Gil de Zarate ert su concienzudo Manual de literatura (resumen histórico.) Y aprovechamos esta ocasión para manifestar que asi el referido manual, como la historia de Sismondi, traducida y anotada por los señores Amador de los Rios y Figueroa, como finalmente la que ha publicado Tienor, han sido, los trabajos que entre otros hemos consultado principalmente para hacer la presente reseña histórica de nuestra literatura. Dice pues el señor Gil de Zarate. «La primera obra de Moratin El viejo y la niña le coloco ya á gran distancia de todos sus rivales; la segunda. El café ó la comedia nueva fué como un verdadero don Quijote del teatro, y con ella dio el golpe de muerte á los detestables escritorzuelos que inundaban el teatro, y corrompían el gusto publico con sus monstruosos engendros en La mogigata aspiro a rivalizar con el célebre Moliere: y con El sí de las niñas presentó el dechado perfecto del género que habia abrazado, mostrando hasta que punto se pueden interesar y mover los ánimo, con personages humildes, una acción sencilla y un lenguaje llevado hasta la estrema naturalidad. Moratin, sin embargo, aunque tan rígido clásico pagó tributo á su época, durante la cual estaba en boga el género sentimental; admirador é imitador del gran cómico francés se apartó de él en muchas escenas de su primera y última comedia, arrancando tiernas lágrimas, mientras su modelo jamás trató sino de escitar la risa. Los acontecimientos de 1808 vinieron á interrumpir sus trabajos en lo mejor de su edad y en la fuerza de su talento; posteriormente, cuando la literatura ha tomado otro rumbo, se ha querido deprimir el mérito de este autor insigne; pero Moratin vivirá siempre al lado de nuestros mejores dramáticos, y cada vez que se vuelva á dudar de su valor literario, no habrá mus que poner en escena El sí de las niñas, y representarlo ante sus detractores.» Hasta aqui el autor citado.
La literatura dramática emprendió nuevas vias al abrirse el segundo tercio de este siglo, época en que la escuela que se llamó romántica estuvo apoderada del teatro por espacio de algunos años. Fué esta una llamarada producida por la revolución política, y que cuando menos ha de trazar una nueva marcha y prepararar gran porvenir á nuestro teatro. No entra en nuestro propósito juzgar de las obras contemporáneas, pero sin emitir juicio sobre ninguna en particular, podemos decir que se han producido en estos últimos años obras de mas valor que las conocidas desde fines del siglo XVII hasta el presente.
Literatura en prosa. Habiéndonos propuesto al principio de este artículo hablar de la literatura en verso con separación de la literatura en prosa, y terminado nuestro trabajo en cuanto á la primera vamos á tratar brevemente de la segunda. La prosa ha seguido en España una marcha más lenta y embarazosa que el verso. Esto ha producido que nuestros sabios tuvieran á empeño y honor el cultivar el latin y emplearlo á todo género de producciones hasta en las que carecían de carácter científico propio. Por eso cuando, ya en el siglo XVI se hallaba formado el lenguaje poético, todavía la prosa se resentía de suma dureza por mas que revelase ya brio y magestad, dotes en que aventaja á las demás nuestra lengua. Haremos mérito de los escritores mas notables que entregrados al cultivo de la prosa fueron distinguiéndose y formando al mismo tiempo nuestro lenguaje.
Principiando por la novela, hallamos varios escritores que la cultivaron en todos sus géneros, el caballeresco principalmente, como el pastoril y el de costumbres. Pero como la índole de esta reseña no nos permite descender á prolijas indicaciones, nos limitaremos á citarlos nombres mas conocidos. Después de los Amadises, publicados á principios del siglo XVI, por García Ordoñez de Montalvo, debemos hacer mérito de Feliciano de Silva, Juan Martorell y Pelayo de Rivera, autores todos de novelas caballe–

miércoles, mayo 19, 2010

Viage ilustrado (Pág. 479)

sabemos que escribió muchas mas. Calderón descuella sobre todos por la sublimidad de sus ideas, por la grandeza y elevación de sus pensamientos, por lo atrevido de sus imágenes, y por la intención moral de sus argumentos. No fué tierno ni apasionado, porque esto era incompatible con las cualidades que en él dominaban. Entre sus composiciones es quizás la mas celebrada, y con razón, La vida es sueño, obra profundamente filosófica y moral, cuyo pensamiento va envuelto en su titulo. Citaremos algunos trozos de este drama para poner de relieve el espíritu profundo y elevado y un tanto sombrío de Calderón. Dispensándonos de hacer una esposicion de su argumento, que nos llevaría demasiado lejos, principiamos trascribiendo la siguiente décima harto conocida, que pone en boca de Segismundo dentro de la cueva donde lo tenia el rey de Polonia su padre. Dice asi:

Apurar, cielos, pretendo,
Ya que me tratáis asi,
Qué delito cometí
Contra vosotros, naciendo.
Aunque si nací, ya entiendo
Que delito he cometido.
Bastante causa ha tenido
Vuestra justicia y rigor,
Pues el delito mayor
Del hombre, es haber nacido, etc.

Las décimas que siguen á esta son pinturas bellísimas, por mas que se vean deslucidas con algunas locuciones oscuras y afectadas.
Calderón se muestra muy profundo conocedor del corazón humano. Asi cuando Segismundo, instalado en el palacio de su padre se ve gefe, se entrega á todo el ímpetu de sus pasiones no reprimidas. Al reprenderle un criado alguno de sus actos, dice Segismundo:


Segismundo. ¿No digo
Que vos no os metáis conmigo?
Criado. Digo lo que es justo.
Segismundo. A mí
Todo eso me causa enfado.
Nada me parece justo
En siendo contra mi gusto.
Criado. Pues yo, señor, he escuchado
De tí, que en lo justo es bien
Obedecer y servir.
Segismundo. También oíste decir
Que por un balcón á quien
Me canse sabré arrojar.
Criado. Con los hombres como yo
No puede hacerse eso.
Segismundo. ¿No?
¡Por Dios que lo he de probar!

Al llegar aquí le arroja por el balcón y continúa.

Segismundo. Cayó del balcón al mar,
¡Vive Dios que pudo ser!

¡Qué magnifica pincelada la del verso final! Cuando Segismundo vuelve á ser encerrado en su cueva, merced á la acción del narcótico, y cree al despertar que todo ha sido un sueño, cuenta como tal al criado cuanto le ha ocurrido, y al decirle éste retirándose:

Segismundo: que aun en sueños
No se pierde el hacer bien

escita su ánimo á profundas consideraciones, que espresa en este bellísimo monólogo:

Es verdad; pues reprimamos
Esta fiera condición,
Esta furia, esta ambición
Por si alguna vez soñamos:
Y si haremos; pues estamos
En mundo tan singular
Que el vivir, solo es soñar,
Y la esperiencia me enseña
Que el hombre que vive sueña
Lo que es, hasta despertar.
Sueña el rey que es rey, y vive
Con este engaño mandando,
Disponiendo y gobernando.
Y este aplauso que recibe
Prestado, en el viento escribe.
Y en cenizas le convierte
La muerte. (¡Desdicha fuerte!)
¿Qué hay quien intente reinar
Viendo que ha de despertar
En el sueño de la muerte?
Sueña el rico en su riqueza
Que mas cuidado le ofrece;
Sueña el pobre que padece
Su miseria y su pobreza.
Sueña el que á medrar empieza,
Sueña el que afana y pretende,
Sueña el que agravia y ofende,
Y en el mundo, en conclusion,
Todos sueñan lo que son,
Aunque ninguno lo entiende.
Yo sueño que estoy aquí
De estas prisiones cargado
Y soñé que en otro estado
Mas lisonjero me vi.
¿Qué es la vida? un frenesí.
¿Qué es la vida? Una ilusión.
Una sombra, una ficción;
Y el mayor bien es pequeño,
Que toda la vida es sueño
Y los sueños sueños son.


Nos abstendremos de continuar copiando, y creemos que nos disculpará la escepcion que hemos hecho en gracia de la obra y de su autor. Y en efecto, La vida es sueño, se levanta por encima de todas las composiciones del gran poeta. Y no es que tenga las pasiones trágicas del Médico de su honra, ni los complicados nudos de sus comedias de intriga, ni el espíritu de caballerosidad y galantería que tan bien supo espresar Calderón: ninguna de estas cosas se encuentran en alto grado: lo que descuella en este drama es el fatum de los antiguos, el destino, pero el destino convertido al final en manos de un poeta cristiano en libre albedrío. Renunciamos á citar y menos á analizar ninguna otra obra de Calderón, porque este trabajo seria interminable: y solo añadiremos, que se distinguió en sus autos sacramentales, atendido el género, no menos que en las comedias.
Florecieron en el siglo de Calderón algunos escritores dramáticos, que aunque eclipsados por aquel, merecen justamente ser mencionados. Tales fueron

domingo, mayo 16, 2010

Viage ilustrado (Pág. 478)

por la facilidad admirable, para pintar situaciones y caracteres, y por la propiedad de la elocución dramática.
Lo que es indisculpable en Tirso es la demasiada licencia y falta de docoro con que empleó frecuentemente los chistes, arrastrado por la manía de dar gracia y amenidad á los diálogos. No nos es dado en un trabajo de tan reducidas proporciones como el presente, enumerar ni menos analizar las comedias de Tirso. Pasemos á hablar de Moreto.
Tenemos escasas noticias de la vida de don Agustín Moreto, si bien se cree que nació á principios del siglo XVII, y solo se sabe que fué eclesiástico y murió en 1669, siendo rector del Refugio de Toledo. Moreto fué un escritor de conciencia, que supo dominarse, que trabajó prolijamente sus composiciones, y en suma acertó á dirigir y templar su inspiración, haciendo que sus obras se distingan por la regularidad del plan y por la corrección del estilo, sin que esto dañe á su vigor y lozanía. Escribió mas de cincuenta comedias, en las cuales descuellan por la elevación y grandeza El rico hombre de Alcalá: por el acertado juego de la pasión, El desden con el desden: por la gracia cómica, El lindo don Diego, etc.
Don Juan Ruiz de Alarcon no alcanzó la reputación y el crédito que indudablemente merecían sus talentos. Alarcon, que debió nacer en el último tercio del siglo XVI «en Nueva España, pasó á Europa y murió en Madrid en 1639.» Pero á pesar de ser original, profundo y correcto, tuvo la desgracia de ser mal mirado por sus contemporáneos, ya fuese por sus cualidades de carácter, ya porque á e lo contribuyese su imperfección física. Fué Alarcon autor de las comedias tituladas Las paredes oyen, La verdad sospechosa, Ganar amigos, Pruebas de las promesas, Exámen de maridos, y otras varias, todas ó casi todas de mérito, y notables por su profundidad filosófica y por su delicada moral en el fondo, aparte de ser bellas en su forma literaria. Queremos trascribir parte de un diálogo entre don Beltran y su hijo don García, á quien reprende aquel del vicio de mentir. Está tomado de La verdad sospechosa, y dice asi:

D. Beltran. ¿Sois caballero, García?
D. Garcia. Téngome por hijo vuestro.
D. Beltran. Y ¿basta ser hijo mío
Para ser vos caballero?
D. Garcia. Yo pienso, señor, que sí
D. Beltran. ¡Qué engañado pensamiento!
Solo consiste en obrar
Como caballero, el serlo.
¿Quién dió principio á las casas
Nobles? Los ilustres hechos
De sus primeros autores
Sin mirar sus nacimientos:
Luego en obrar mal ó bien
Está el ser malo ó ser bueno
..........................................

D. Garcia. Es verdad.
D. Beltran. Luego si vos
Obráis afrentosos hechos
Aunque seáis hijo mío
Dejais de ser caballero
..........................................
¡Qué caballero y qué nada!
Si afrenta al noble y plebeyo
Solo el decirle que miente,
Decid ¿qué será el hacerlo?
..........................................

Todos los vicios al fin
O dan gusto ó dan provecho;
Mas de mentir ¿qué se saca
Sino infamia y menosprecio?

El precedente diálogo es una muestra de los que distinguen á Alarcon, y en los cuales suele dar lecciones de moral, espresadas sin faltar á la forma y naturalidad dramáticas.
Don Francisco de Rojas fué uno de los que principiaron á malear el teatro, falseando los conceptos, usando un estilo ampuloso y retumbante, y en suma, introduciendo en él el culteranismo. Mas á pesar de esto, Rojas merece ocupar un alto puesto entre nuestros poetas dramáticos. Se distingue por la robustez de sus pensamientos y por la energía de sus pinceladas. Cultivó el género jocoso con mucho éxito, á pesar de haberse consagrado con predilección al serio. Es punzante y picaresco á veces. Sirva de ejemplo la siguiente redondilla que pone en boca del gracioso en la comedia titulada El mas impropio verdugo. Al pedir perdón á sus compañeros, a quienes debía matar, les dice:

Yo os prometo degollaros
Tan sutil y tan ligero
Que parezca que el cuchillo
Ha nacido en el pescuezo.

Entre las piezas compuestas por Rojas se cuentan el García del Castañar, No hay amigo para amigo, Entre bobos anda el juego, Lo que son mugeres, y otras, que pasan de veinte.
Llegamos á Calderón, el poeta dramático por escelencia, el que puso la cúpula al edificio levantado por Lope de Vega. Don Pedro Calderón de la Barca nació en Madrid el año 1600. Cuéntase que á la edad de trece años compuso su primera comedia, titulada El carro del cielo. Militó por espacio de diez años en las guerras de Italia y Flandes, y aprovechaba los ocios del campamento para entregarse al cultivo de las musas. Retirado después á la vida privada, se hizo clérigo á la edad de cincuenta y un años, en cuyo estado continuó escribiendo, habiendo publicado su última comedia titulada Hado y Divina, á la edad de ochenta y uno, á cuya publicación sobrevivió solo algunas semanas. Asi se ve, que nacido Calderón con el siglo XVII, lo ocupó casi todo con su gloriosa carrera.
Calderón ha sido el mas elevado y el mas completo de nuestros autores dramáticos. Los escritores que le precedieron reunían dotes parciales, pero ninguno poseyó su conjunto. Calderón representó con absoluta exactitud la sociedad en que vivía, sociedad que asi en el orden político como en el moral principiaba á descender de su apogeo, y en que las mas brillantes cualidades se resentían de degeneración: por eso los defectos que se notan en el teatro de Calderón son casi siempre defectos del original que retrataba. Pero aun por eso mismo todas las obras de Calderón respiran españolismo y son eminentemente nacionales. Calderón fué menos fecundo que Lope, á quien nadie ha aventajado en esta cualidad, pero fué mas concienzudo. El número de comedias que se conocen recopiladas asciende á ciento y nueve, aunque

viernes, mayo 07, 2010

Viage ilustrado (Pág. 477)

nimo Bermudez publicó dos tragedias tituladas: Nise lastimosa y Nise laureada, á cuyo frente puso el nombre supuesto de autor de Antonio de Silva. Bermudez escribió sus obras en verso suelto; pero desigual, poético á veces, flojo y prosaico otras. Argensola (Lupercio) escribió tres tragedias tituladas: la Isabela, la Alejandra y la Filis. Son obras que abundan en bellezas poéticas, y cuyos defectos de estructura y de plan merecen disculpa, si se atiende á que en la época en que se compusieron el arte se hallaba en su infancia. Virues intentó escribir piezas dramáticas con arreglo á los preceptos clásicos, y con este objeto compuso la tragedia Elisa Dido, sin embargo de que ni por el argumento ni por la forma merecía el nombre de tragedia. Los esfuerzos de Virues son muy recomendables, y no fueron del todo estériles. De él dijo Lope aquellos versos:


El capitán Virues, insigne ingenio,
Puso en tres actos la comedia que antes
Andaba en cuatro como en pies de niño.

Bartolomé de Torres Naharro escribió varias comedias, de las cuales se conocen ocho, entre ellas la Serafina, la Soldadesca, y la Trofea, y en ellas encontramos los gérmenes verdaderos de nuestro futuro teatro. Pero estos gérmenes permanecieron muchos años infecundos, hasta que Lope de Rueda vino á fomentar su desarrollo. Coadyuvaron también á fijar el teatro español Cristóbal de Castillejo, Pedro de Altamira, autor de varios autos sacramentales, Gil Vicente, Jaime de Huete, y otros. Finalmente, después de Lope de Rueda, que tanto contribuyó al perfeccionamiento del teatro en su parte material y escénica, se señalaron varios escritores dramáticos, entre ellos Avendaño, Miranda, Timoneda, Cueva, Artieda, Romero de Cepeda, Juan de la Cueva, etc. Tales fueron los pasos dados en el arte escénico antes de que apareciese Lope de Vega Carpio, el cual, hallando preparado el terreno por los autores citados, imprimió carácter fijo á nuestro teatro.
Lope pasa con razón por el escritor mas fecundo de cuantos se han conocido. El mismo asegura en el prefacio de un libro impreso en 1604, que á la fecha y á la edad de 39 años (nació en 25 de noviembre de 1565) llevaba escritas 23,000 hojas en verso. En 1620 dice que sus comedias ascendían á 900, y Montalvan y Nicolás Antonio aseguran que en 1635, año de la muerte de Lope, se conocieron 1,800 comedias suyas, sin contar 400 autos sacramentales. Su facilidad para componer fué prodigiosa, pues escribió muchas en solo un día. El mismo nos la revela cuando dice (aun suponiendo que haya alguna parle de exageración en el número:)

Y mas de ciento en horas veinte y cuatro,
Pasaron de las musas al teatro.

Solo un genio tan fecundo y estraordinario pudo fijar definitivamente nuestro teatro, rectificar el mal gusto que en él dominaba, mejorar la parte de invencion ó de fábula, dándote mas vida, mas movimiento y situaciones que sus antecesores, crear los caracteres y determinarlos distintamente, y manejar el diálogo con gracia y naturalidad. Todo esto hizo Lope. Al lado de esto, es cierto que tuvo estravíos y defectos, como son entre los de mas bulto, el de que sus argumentos aflojasen casi siempre al final del drama, efecto del cansancio de la inspiración y de la precipitación con que escribía; el de prodigar sus riquezas poéticas con desigualdad y falta de tino, y finalmente, el de plegarse demasiado servilmente al gusto del público. Por lo demás, Lope cultivó todos los géneros de poesía dramática, y entre sus composiciones se hallan la comedía de costumbres, la de intriga y amor, o sea de capa y espada, la pastoril, la heroica, la mitológica, la de santos, la filosófica y la tragedia. En la imposibilidad de escoger como muestra ninguna composición, creemos deber abstenernos de todo análisis y de toda cita.
Lope arrastró, como era natural, á los escritores de segundo orden, que como en tropel fueron siguiendo sus huellas é imitando su escuela. Citaremos algunos de ellos ya contemporáneos de Lope, ya posteriores. Entre los primeros debemos mencionar al licenciado Miguel Sanchez, autor de La guarda cuidadosa, y de quien dijo Agustín de Rojas:

El divino Miguel Sanchez
¿Quién no sabe lo que inventa?
Las coplas tan milagrosas,
Sentenciosas y discretas
Que compone de continuo.
La propiedad grande de ellas,
Y el decir bien de ellas todos
Que aquesta es mayor grandeza, etc.

También debemos citar al canónigo Tárraga, autor de vanas comedias y entre ellas de La enemiga favorable, obra de bastante mérito: á don Gaspar Aguilar, autor de El mercader amante, y de otras varias piezas: á don Antonio Mira de Amescua, de quien se conocen mas de cincuenta comedias, muchas de ellas de mérito incuestionable, y que justifican la fama que gozó Amescua en su tiempo: á Guillen de Castro, á quien Corneille imitó tomando por modelo para su famosa tragedia Las Mocedades del Cid: y á Luis Velez de Guevara, escritor fecundísimo, imitador estricto de Lope, poeta de mucho crédito en su tiempo y autor de mas de cuatrocientas comedias. Finalmente, haremos mérito entre los contemporáneos de Lope del doctor don Juan Perez de Montalvan, amigo y apasionado secuaz de aquel, á quien imitó igualándole en algunas de sus composiciones, si bien con frecuencia se aparta de la sencillez de su maestro y degenera en hiperbólico y gongorino. El número de sus comedias asciende á treinta y seis, ademas de doce autos sacramentales.
Todos los escritores contemporáneos de Lope que hemos enumerado, siguieron fielmente los pasos de aquel ingenio, que llegó á avasallar el teatro con su estraordinaria capacidad. Pero los sucesores de Lope sin dejar de incitarle en el fondo, dieron mas variedad al drama, llevaron nuevos progresos á la escena en cuanto á la fuerza cómica, á la corrección de estilo, á la espresion de los sentimientos etc., en suma, perfeccionaron la obra levantada por Lope. Esta gloria debe tributarse á Tirso de Molina, á Moreto, Alarcon, Rojas, y sobre todo á Calderón, todos los cuales concurrieron á dar un nuevo esplendor á nuestro teatro. Tirso de Molina, cuyo verdadero nombre fué el de Gabriel Tellez, nació en Madrid en 1585; vistió el hábito de fraile mercenario, y murió en 1648. Tirso, escritor fecundísimo, se distinguió por su vis cómica,

lunes, mayo 03, 2010

Viage ilustrado (Pág. 476)

como el poeta distinguido, á pesar de ser solo un mediano versificador. Por lo demás, el mal gusto continuaba, y débese á don Ignacio de Luzan, cuya poética apareció en 1737, el que se emprendiesen mejores caminos. En la segunda mitad del siglo pasado florecieron don Nicolás Moratin, don José Cadalso, don Vicente García de la Huerta, don Tomás Iriarte, don Felix María Samaniego, don Juan Melendez Valdés, don Melchor de Jovellanos, don Nicasio Alvarez Cienfuegos y otros menos notables.
Moratin fué el primer poeta de erudición, talento y gusto en aquél siglo. Cadalso fué poeta de naturalidad, y cultivó con buen éxito la anacreóntica, que yacia abandonada desde Villegas. Iriarte se distinguió principalmente por sus Fábulas literarias, publicadas la primera vez en 1782. Fué Iriarte hombre de grandes conocimientos; pero como poeta careció de inspiración verdadera, y sus versos tienen el defecto de ser demasiado prosaicos. Samaniego público una colección de fábulas superiores en mérito á las de Iriarte y á cuantas se conocieron antes y después de él. El nombre de Samaniego es popular en España, gracias á dicha colección. Melendez publicó sus dos primeros tomos de poesías en Madrid en 1785. Mereció el nombre de restaurador del Parnaso, y no puede negarse que purificó el lenguaje poético del mal gusto de que se resentía. Melendez fué un poeta hecho mas bien para la poesía dulce y suave que, para la elevada y fuerte. Por eso no tiene rival en los idilios y anacreónticas. Juzgúese por la siguiente muestra:

Siendo yo niño tierno,
Con la niña Dorila
Me andaba por las selvas
Cogiendos florecillas,
De que alegres guirnaldas
Con gracia peregrina
Para ambos coronarnos
Su mano disponía;
Asi en niñeces tales
De juegos y delicias
Pasábamos felices
Las horas y los días, etc.

Cienfuegos fué la antítesis de Melendez en cuanto al género á que se consagró. Poeta fogoso, apasionado de asuntos fuertes, enemigo ardiente del vicio, hizo poesías de mucho nervio y vigor, pero fué con harta frecuencia afectado y duro en el lenguaje.
Al entrar en el siglo XIX, no podemos menos de sentirnos embarazados para continuar nuestra reseña, tanto porque casi todos los poetas que han florecido en él viven aun, como porque no puede un siglo juzgarse á sí propio; y no es fácil adivinar qué es lo que sobrevivirá depurado por el tiempo entre lo mucho que se ha escrito en nuestros dias. Nos limitaremos, pues, á citar algunos nombres cuya fama ha sido sancionada por el tiempo, debiendo por lo demás decir que en estos últimos veinte años ha habido un sacudimiento en orden al cultivo de las letras, que contrasta con la apatía del siglo pasado. Desde luego debemos mencionar á don Manuel José Quintana, decano y patriarca de los poetas españoles contemporáneos y cuya robusta inspiración y elevado lenguaje poético al mismo tiempo que depurado gusto, le coloca en primer término entre los vates de este siglo. Debemos nombrar igualmente a don Juan Nicasio Gallego, don Alberto Lista, don Francisco Martinez de la Rosa y don José Joaquín de Mora, poetas todos conocidos en la república literaria en el primer tercio del presente siglo. En cuanto á los que se han dado á conocer despues, solo nos permitiremos citar como poeta lírico, y aunque no fuese sino por su prodigiosa fecundidad, á don José Zorrilla, joven todavía, y que sin embargo ha hecho lo bastante para su gloria póstuma. Respecto á los demás, á pesar de que los hay de mérito relevante y quizás superior á los citados, creemos deber abstenernos de apreciar sus dotes, porque estamos demasiado cerca para que á nuestro juicio presida la imparciadad y el aplomo necesarios. Por otra parte, ¿quién sabe si lo que hoy goza de la aceptación y del favor público, no caerá en el mas profundo olvido á vueltas de algunos años?
Poesía dramática. Después de haber presentado el precedente cuadro histórico de nuestra poesía lírica, haremos una rápida reseña de la dramática, á fin, de que pueda formarse una completa idea de nuestra literatura en verso. El drama, en su acepción mas genérica, es un género de literatura que ha menester ser popular, ser la verdadera espresion del sentimiento y de las ideas de la sociedad para que pueda tener vida y aceptación; supuesto lo cual, en ninguna otra producción hallaremos mejor reflejado el carácter español que en el género dramático. Aun por eso, y porque la poesía dramática tuvo necesidad de nutrirse de la fecunda savia del pueblo, y dejó de ser imitación como la poesía lírica, aun por eso, repetimos, en nada han descollado nuestros ingenios de un modo mas original y brillante que en la literatura dramática.
El origen del drama data desde los primeros tiempos de la sociedad. El drama en el sentido mas lato, es decir, la representación ó imitación de acciones y sucesos, es un fenómeno que se produce espontánea y necesariamente en los pueblos, porque tiene su origen en la naturaleza moral del hombre. Pero nuestras primeras representaciones eran naturalmente informes y toscas como el estado social. Las primeras representaciones antes del siglo XIV se conocieron con los nombres de misterios y entremeses; pero todas las composiciones de aquellos tiempos nos son desconocidas. En el siglo XIV encontramos alguna composición como la Danza de la muerte. Y en el siglo XV hallamos varias todavía de ruda forma de Juan de la Encina y del marqués de Santillana, asi como algunos diálogos destituidos de verdadero carácter dramático. Sin embargo de esto, el drama fué progresando lentamente, hasta que Lope de Vega vino á determinar y fijar sus formas, siendo de notar que Lope tuvo el arrojo suficiente para desentenderse de la imitación de los antiguos, y logró crear un drama de todo punto original, venciendo los esfuerzos que se hacian en contrario. Pero digamos algo de los que le precedieron y prepararon el teatro á la trasformacion hecha por Lope.
Entre los autores dramáticos de principios del siglo XVI, uno de los mas conocidos fué el Maestro Fernan Perez de Oliva. Se conocen dos tragedias de este autor, escritas ambas en prosa, y tituladas La venganza de Agamenón y Hecuba triste. Oliva en estas obras no fué imitador servil, y ademas las escribió en elegantísimo lenguaje. Quisiéramos que los límites de ese trabajo nos permitiesen trascribir alguno de los bellos trozos en que abundan. El padre Geró–