sabemos que escribió muchas mas. Calderón descuella sobre todos por la sublimidad de sus ideas, por la grandeza y elevación de sus pensamientos, por lo atrevido de sus imágenes, y por la intención moral de sus argumentos. No fué tierno ni apasionado, porque esto era incompatible con las cualidades que en él dominaban. Entre sus composiciones es quizás la mas celebrada, y con razón, La vida es sueño, obra profundamente filosófica y moral, cuyo pensamiento va envuelto en su titulo. Citaremos algunos trozos de este drama para poner de relieve el espíritu profundo y elevado y un tanto sombrío de Calderón. Dispensándonos de hacer una esposicion de su argumento, que nos llevaría demasiado lejos, principiamos trascribiendo la siguiente décima harto conocida, que pone en boca de Segismundo dentro de la cueva donde lo tenia el rey de Polonia su padre. Dice asi:
Apurar, cielos, pretendo,
Ya que me tratáis asi,
Ya que me tratáis asi,
Qué delito cometí
Contra vosotros, naciendo.
Aunque si nací, ya entiendo
Que delito he cometido.
Bastante causa ha tenido
Vuestra justicia y rigor,
Pues el delito mayor
Del hombre, es haber nacido, etc.
Contra vosotros, naciendo.
Aunque si nací, ya entiendo
Que delito he cometido.
Bastante causa ha tenido
Vuestra justicia y rigor,
Pues el delito mayor
Del hombre, es haber nacido, etc.
Las décimas que siguen á esta son pinturas bellísimas, por mas que se vean deslucidas con algunas locuciones oscuras y afectadas.
Calderón se muestra muy profundo conocedor del corazón humano. Asi cuando Segismundo, instalado en el palacio de su padre se ve gefe, se entrega á todo el ímpetu de sus pasiones no reprimidas. Al reprenderle un criado alguno de sus actos, dice Segismundo:
Calderón se muestra muy profundo conocedor del corazón humano. Asi cuando Segismundo, instalado en el palacio de su padre se ve gefe, se entrega á todo el ímpetu de sus pasiones no reprimidas. Al reprenderle un criado alguno de sus actos, dice Segismundo:
Segismundo. ¿No digo
Que vos no os metáis conmigo?
Criado. Digo lo que es justo.
Segismundo. A mí
Todo eso me causa enfado.
Nada me parece justo
En siendo contra mi gusto.
Criado. Pues yo, señor, he escuchado
De tí, que en lo justo es bien
Obedecer y servir.
Segismundo. También oíste decir
Que por un balcón á quien
Me canse sabré arrojar.
Criado. Con los hombres como yo
No puede hacerse eso.
Segismundo. ¿No?
¡Por Dios que lo he de probar!
Al llegar aquí le arroja por el balcón y continúa.
Segismundo. Cayó del balcón al mar,
¡Vive Dios que pudo ser!
¡Vive Dios que pudo ser!
¡Qué magnifica pincelada la del verso final! Cuando Segismundo vuelve á ser encerrado en su cueva, merced á la acción del narcótico, y cree al despertar que todo ha sido un sueño, cuenta como tal al criado cuanto le ha ocurrido, y al decirle éste retirándose:
Segismundo: que aun en sueños
No se pierde el hacer bien
No se pierde el hacer bien
escita su ánimo á profundas consideraciones, que espresa en este bellísimo monólogo:
Es verdad; pues reprimamos
Esta fiera condición,
Esta furia, esta ambición
Por si alguna vez soñamos:
Y si haremos; pues estamos
En mundo tan singular
Que el vivir, solo es soñar,
Y la esperiencia me enseña
Que el hombre que vive sueña
Lo que es, hasta despertar.
Sueña el rey que es rey, y vive
Con este engaño mandando,
Disponiendo y gobernando.
Y este aplauso que recibe
Prestado, en el viento escribe.
Y en cenizas le convierte
La muerte. (¡Desdicha fuerte!)
¿Qué hay quien intente reinar
Viendo que ha de despertar
En el sueño de la muerte?
Sueña el rico en su riqueza
Que mas cuidado le ofrece;
Sueña el pobre que padece
Su miseria y su pobreza.
Sueña el que á medrar empieza,
Sueña el que afana y pretende,
Sueña el que agravia y ofende,
Y en el mundo, en conclusion,
Todos sueñan lo que son,
Aunque ninguno lo entiende.
Yo sueño que estoy aquí
De estas prisiones cargado
Y soñé que en otro estado
Mas lisonjero me vi.
¿Qué es la vida? un frenesí.
¿Qué es la vida? Una ilusión.
Una sombra, una ficción;
Y el mayor bien es pequeño,
Que toda la vida es sueño
Y los sueños sueños son.
Esta fiera condición,
Esta furia, esta ambición
Por si alguna vez soñamos:
Y si haremos; pues estamos
En mundo tan singular
Que el vivir, solo es soñar,
Y la esperiencia me enseña
Que el hombre que vive sueña
Lo que es, hasta despertar.
Sueña el rey que es rey, y vive
Con este engaño mandando,
Disponiendo y gobernando.
Y este aplauso que recibe
Prestado, en el viento escribe.
Y en cenizas le convierte
La muerte. (¡Desdicha fuerte!)
¿Qué hay quien intente reinar
Viendo que ha de despertar
En el sueño de la muerte?
Sueña el rico en su riqueza
Que mas cuidado le ofrece;
Sueña el pobre que padece
Su miseria y su pobreza.
Sueña el que á medrar empieza,
Sueña el que afana y pretende,
Sueña el que agravia y ofende,
Y en el mundo, en conclusion,
Todos sueñan lo que son,
Aunque ninguno lo entiende.
Yo sueño que estoy aquí
De estas prisiones cargado
Y soñé que en otro estado
Mas lisonjero me vi.
¿Qué es la vida? un frenesí.
¿Qué es la vida? Una ilusión.
Una sombra, una ficción;
Y el mayor bien es pequeño,
Que toda la vida es sueño
Y los sueños sueños son.
Nos abstendremos de continuar copiando, y creemos que nos disculpará la escepcion que hemos hecho en gracia de la obra y de su autor. Y en efecto, La vida es sueño, se levanta por encima de todas las composiciones del gran poeta. Y no es que tenga las pasiones trágicas del Médico de su honra, ni los complicados nudos de sus comedias de intriga, ni el espíritu de caballerosidad y galantería que tan bien supo espresar Calderón: ninguna de estas cosas se encuentran en alto grado: lo que descuella en este drama es el fatum de los antiguos, el destino, pero el destino convertido al final en manos de un poeta cristiano en libre albedrío. Renunciamos á citar y menos á analizar ninguna otra obra de Calderón, porque este trabajo seria interminable: y solo añadiremos, que se distinguió en sus autos sacramentales, atendido el género, no menos que en las comedias.
Florecieron en el siglo de Calderón algunos escritores dramáticos, que aunque eclipsados por aquel, merecen justamente ser mencionados. Tales fueron
Florecieron en el siglo de Calderón algunos escritores dramáticos, que aunque eclipsados por aquel, merecen justamente ser mencionados. Tales fueron
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