viernes, octubre 31, 2008

Viage ilustrado (Pág. 298)

América y en Europa, ha sido el preferido durante diez años en todos los gabinetes de lectura.
La novela es un género de producción, en el que, los ingleses han sobresalido casi siempre; porque tienen para él una aptitud singular y una imaginación inagotable, y nadie mejor que sus escritores, han podido trazar esos pequeños detalles que pintan tan bien á los hombres. Bajo este punto de vista Richardson debe ser colocado á la altura de los primeros escritores ingleses. Su novela de Clarisa Altarlowe, que las personas frivolas encuentran demasiado larga, es la primera y única obra donde se ha puesto, finalmente, á los hombres en escena; y la de Fielding y miss Burneg, no ceden en nada á aquella.
La prensa periódica ha adquirido también en Inglaterra un inmenso desarrollo.
El gobierno inglés es una monarquía constitucional basada en la gran carta firmada por el rey Juan en 1215, y modificada en 1265, en 1272 y 1688. El poder del rey no tiene mas base que las leyes; y cuando se separa de ellas, la nación puede sustraerse á su obediencia; este poder no es mas que ejecutivo, y la constitución le ha indicado sus límites. El rey no puede hacer nuevas leyes, ni obrar contra las establecidas, ni levantar nuevos impuestos; pero puede declarar la guerra y la paz, enviar y recibir embajadores, hacer tratados de alianza y de comercio, convocar el Parlamento, reunirlo, prorogarlo ó disolverlo, negar su sanción á los bills, aun después de aprobados por las dos cámaras; pero esta es una prerogativa que los reyes de Inglaterra rara vez se atreven á ejercer. El soberano tiene el derecho de nombrar su consejo privado, los grandes dignatarios de la corona y los altos funcionarios de la Iglesia; en fin, es el manantial de donde salen todos los grados de la nobleza y de la caballería. Tal es la dignidad, tal el poder de los reyes de la Gran Bretaña.
El trono es hereditario, y en defecto de varones, las hembras pueden suceder en la corona.
El Parlamento, que es la representación nacional, el poder legislativo inglés, se compone del rey, de sus ministros, de la cámara de los Pares y de la de los Comunes. La cámara de los Pares consta de cuatrocientos veinte y nueve miembros, entre los cuales se sientan los obispos y arzobispos. La de los Comunes sé compone de los propietarios. Asi, las partes constituyentes del poder, son, el rey, los señores espirituales y temporales, y los comunes, y cada uno de ellos es tan necesario, que sin el consentimiento de los tres, no puede ser obligatoria ninguna ley.
Las fuerzas terrestres de Inglaterra han sido hasta estos últimos tiempos de poca consideración, con respecto á las marítimas. Los ingleses, celosos de sus derechos y de su libertad, han temido poner en manos de los reyes fuerzas mas considerables. El espíritu de las leyes relativas á la milicia, tuvo por mira en su origen, en cuanto era posible, no hacer de la profesión de las armas un orden distinguido. Asi es, que se disciplinó cierto número de hombres en cada condado, sacados á la suerte por tres años, y mandados por el lord lugar―teniente, los diputados lugar―tenientes y otros principales propietarios, que tenían esta comisión por la corona. No se les podia obligar á marchar fuera de su condado, sino en caso de invasión ó de rebelión, y de ninguna manera era permitido hacerlos salir del reino. Pero como la costumbre de mantener ejércitos regulares, ha prevalecido en Europa, las leyes han juzgado necesario tener en pie, aun en tiempo de paz, un cuerpo de tropas regulares bajo el mando del rey. Las fuerzas de tierra, contando las empleadas en las colonias ascienden á 236,756 hombres.
La marina real ha sido siempre la mas grande defensa de Inglaterra, y ha venido á ser el manantial de su imenso comercio. En las primeras guerras de la revolución, las fuerzas marítimas de Inglaterra se componían de seiscientos sesenta y un buques, de los cuales ciento cincuenta y cinco eran navios de linea, doscientas diez fragatas y doscientos cincuenta y seis sloops. El material de la marina real en tiempo de paz está fijado hoy en setecientos cincuenta y nueve buques.
Nadie ignora que al comercio y á la industria es á lo que debe el pueblo inglés, el rango que disfruta en todo el mundo y el grado de poder á que se ha elevado. Hasta el reinado de Isabel, no principió a conocer la Inglaterra el peso que podía hacer en la balanza del comercio. Antes que esta nación tuviese colonias, el número de los habitantes de Lóndres no ascendía mas que á 100,000, y á la muerte de Isabel ya subía á 150,000.
La Gran Bretaña es segúramete uno de los países mas favorecidos del mundo. Su comercio de esportacion tiene por objeto los artículos mas necesarios para la vida, ó los productos de sus minas y manufacturas.
He aqui una ligera idea de los productos naturales que anualmente dan los tres reinos: plomo 300,000 quintales; cobre, 150,000; estaño, 100,000; hierro, 5.500,000; sal, 3.530,000; carbón de piedra, 180.000,000. La recolección de granos asciende a 262.500,000 fanegas. Las tierras de pan llevar ocupan 67.500,000 yugadas; los prados 30.000,000 y los bosques 1.482,000. El reino animal produce 1.900,000 caballos y mulas; 10.500,000 bueyes; 44.100,000 cabezas de ganado lanar y 5.250,000 puercos.
Apenas hay en Europa clase alguna de manufacturas que no se halla llevado hasta la perfección en Inglaterra. Las de lana, principalmente, son las mas considerables, y sobrepujan por la belleza y la cantidad de sus productos á las de los demás países. La quincallería es un artículo no menos importante, los de cerragería, los instrumentos, fusiles, espadas y otras armas, son de una calidad superior. Los utensilios de cocina, de cobre, hierro y estaño son también para la Inglaterra objetos de gran interés, y los relojes y péndulos gozan de la mas alta estimación. En el estado general del balance del comercio entre Inglaterra y los estrangeros se ha evaluado la esportacion en 41.649,192 libras esterlinas.
La agricultura ha hecho tantos progresos como el comercio y las manufacturas; la teoría y la práctica han marchado á la vez con igual éxito, y se han multiplicado las instituciones para el estudio de este arte, el primero de todos. Los miembros que los componen imprimen en diferentes épocas los cuadros de sus esperimentos é invenciones, que tienden á probar que la jardinería y la agricultura son aun susceptibles de una gran perfección. En fin, la industria ha compensado en Inglaterra los favores que la naturaleza ha prodigado en otros países, y aun los sobrepuja con frecuencia. No puede igualar á la hermosura del aspecto que ofrecen los campos cultivados. La variedad

martes, octubre 28, 2008

Viage ilustrado (Pág. 297)

Locke
mente por la institución de la Sociedad Real. El admirable Paraíso Perdido de Milton apareció bajo su reinado; pero permaneció desconocido en esta época. A pesar del mal gusto que reinaba en la corte de Carlos II, algunos escritores han considerado esta época para la Inglalarra como el siglo de Augusto; y en efecto, este siglo presenta á la vez los célebres nombres de Bogle, Halley, Hooke, Sydenham, Harvey, Temple, Tillotson, Barrow, Butler, Cowley, Wailer, Dryden, Wicherley y Othvay.
El pobre Jacobo II no produjo en todo su reinado mas que teólogos.
Los nombres de Newton y de Locke, formaron la gloria del reinado de Guillermo III. Este príncipe profesó una particular estimación á el último, asi como también a Tillotson y á Burnet. Aunque estuvo lejos de ser liberal con los hombres de genio, las ciencias florecieron, sin embargo, en su tiempo; peso únicamente por razón de la escelencia del terreno donde habían sido sembradas.
Las ciencias y las bellas artes llegaron á un alto grado de esplendor bajo los auspicios de la reina Ana. La mayor parte de los grandes hombres que habian figurado en los reinados de los Estuardos y de los Guillermos vivían aun, cuando una nueva generación surgió en la república de las artes y de las letras. Addison, Prior, Pope, Swift, Bolingbroke, Shaftesbury, Arbuthnot, Congréve, Steele, Rowe, Herne y una multitud de escritores en prosa y verso no tienen necesidad mas que de ser nombrados para escitar la admiración. La filosofía natural y moral marchó á la par de las bellas artes, y las discusiones, tanto religiosas como políticas contribuyeron á los progresos de las ciencias, gracias á la libertad ilimitada que las leyes concedían en las materias puramente especulativas: lo que prueba la buena influencia de las discusiones en el desarrollo de los verdaderos conocimientos.
Los ministros de Jorge I fueron los protectores del saber, y aun en algunos de ellos brillaba una grande erudición. Jorge, no fué un Mecenas; su reinado, sin embargo, no cedió á ninguno de los de sus predecesores en cuanto al número de sabios y de buenos talentos que lo ilustraron. Después de la revolución de 1745 la barrera que habia levantado entre el gobierno y los sabios fué echada por tierra, y los hombres de genio comenzaron á esperimentar los beneficios del trono. Desde esta época las bellas artes han hecho grandes progresos en Inglaterra. Se ha instituido la Academia Real, se han formado hábiles artistas, y las esposiciones anuales de pinturas y de esculturas han sido en estremo favorables á las artes, escitando la emulación y llamando la atención pública hacia las obras maestras del genio. Pero por mas beneficiosas que hayan sido estas circunstancias, las bellas artes están bien lejos de esperimentar la protección nacional á que tienen tan justos derechos. En Inglaterra hay muy pocos edificios públicos adornados de pinturas ó de estatuas; los escultores no encuentran ocupación y la pintura de historia no tiene fomento, aunque los artistas ingleses de este siglo hayan probado que su genio iguala al de los artistas estrangeros.
No sucede lo mismo con las letras; la inmensa estension de terreno donde se habla la lengua inglesa, abre un ancho campo á su literatura, comparable solo al de la literatura francesa; asi es que Lóndres cuenta las librerías mas considerables y ricas. Desde principios de este siglo tres hombres han llevado el nombre inglés á los límites de la civilización: lord Byron, Thomás, Moore y Walter Scolt; este último, que tantos imitadores mas ó menos dichosos ha tenido en

domingo, octubre 26, 2008

Viage ilustrado (Pág. 296)

Cromwell
sey, ministro por otra parte peligroso é imprudente, contribuyó poderosamente al renacimiento de las letras en Inglaterra. Eduardo VI hizo también mucho por ellas durante su corto reinado; pero en el desgraciado y borrascoso de María, las ciencias y la libertad sufrieron por espacio de algún tiempo. Isabel su hermana, era muy instruida, y elevó las personas distinguidas por sus talentos á los primeros puestos de la Iglesia y del Estado; pero no parecia considerar su mérito literario sino como subordinado á sus talentos políticos.
En tiempo de Jacobo I los sabios estrangeros fueron protegidos y apoyados en Inglaterra; pero el pedantismo de este monarca corrompió el gusto, y su ejemplo hizo nacer una multitud de teólogos enteramente inútiles. Lo que le hizo mas honor fué haber protegido al segundo Bacon, á quien dio el título de vizconde de Verulam.
Su hijo Cárlos I tuvo mucho gusto por las artes, especialmente por la escultura, la pintura y arquitectura. El protegió á Rubens, Van―Dyck, Iñigo Jones y muchos otros célebres artistas. Las colecciones que hizo son admirables, atendida la penuria en que se encontraba. Su favorito, el duque Buckingham, lo imitó en este concepto, y gastó la suma prodigiosa de 9.600,000 francos en pinturas y en objetos raros. Sin embargo, el conde de Arundel fue el gran Mecenas de este tiempo, y las adquisiciones inmensas que hizo de objetos antiguos, y especialmente de los famosos mármoles que todavía llevan su nombre, le ponen al nivel, en cuanto al apoyo dado á los conocimientos útiles, de los mas grandes príncipes de la casa de Médicis. Cárlos y su corte tuvieron poco gusto para la poesía; sin embargo, este príncipe señaló al célebre Ben―Johnson el sueldo de 100 marcos ó 2,400 francos por año.
La protección dada á las ciencias y á las artes sufrió una interrupción durante las guerras civiles y el interregno que siguió á éstas. Sin embargo, muchos sabios encontraron bajo la dominación de Cromwell una acogida favorable, y muchas obras de un gran mérito literario vinieron á romper las tinieblas de estos desgraciados tiempos. User, Walton, Harrington, Wilkins, y muchos otros grandes nombres fueron respetados y aun favorecidos por el usurpador, que habría llenado sus universidades de hombres de talento, si hubiera creído poderlo hacer sin peligro para su gobierno.
El reinado de Cárlos II se distinguió por los grandes progresos de las ciencias naturales, y especial―

viernes, octubre 24, 2008

Viage ilustrado (Pág. 295)

perior á todas las demás cualidades y suple por todas las virtudes. Este error funesto, que degrada siempre á un pueblo, tiene su origen en las costumbres comerciales de la mayor parte de la nación, cuyo solo objeto es el lucro.
A pesar de este deseo general de ganancia, el inglés sabe sin embargo contenerse. Sus empresas y sus trabajos tienden á un fin muy sabio, el de descansar en la vejez, y rara vez viene la avaricia á decirle: «¡amontona mas dinero!» Un comerciante económico y activo en sus negocios está por lo regular á la edad de cincuenta años en estado de retirarse y de comprar propiedades ó colocar su dinero en los fondos públicos. Entonces escoge para su residencia una casa de campo cómoda y bien construida, por lo regular situada en el condado de donde es natural ó desciende y tiene la pretensión de ser tratado como un noble; pero siempre conserva el buen sentido de vivir conforme á su fortuna.
Este deseo que tiene el comerciante de pasar sus últimos dias en el campo es común á todos los ingleses. Las bellezas de la naturaleza ejercen un poderoso encanto sobre su alma; y su espíritu arrastrado á la meditación se aficiona mucho al silencio, y á la soledad. Esta tendencia se encamina seguramente á provecho de la nación, porque inspira á los ingleses el deseo de ocuparse de la agricultura. Su avidez por el lucro produce su gran comercio, y su afición al campo ha fomentado su agricultura, que no ha mucho era superior á toda comparación. Aunque flemático en apariencia el inglés, ama los placeres: las grandes cazerías, sobre todo las de zorras, tienen para él un inmenso atractivo. Otras veces las carreras de caballos y las riñas de gallos les daban ocasión de hacer apuestas considerables. Hoy el baile y el teatro son sus distracciones principales.
Lóndres encierra trece teatros: citaremos entre otros la Opera italiana, que puede contener cerca de 2,400 personas; el de Drury―Lane: el de Covent―Garden y los de Hay―Market; la Opera inglesa; el Circo real, etc. Drury―Lane y Covent―Gardén dan representaciones todos los dias escepto el domingo, en el cual se suspenden todas las diversiones públicas, no teniendo los ingleses otro recurso para matar sus doce mortales horas que las tabernas y cafés.
En cuanto al mérito literario de las piezas que se represen tan, oigamos á un inglés hacer su juicio crítico.
«La tragedia inglesa, dice Hugo―Blair es en general mas animada y mas apasionada, pero menos regular, menos correcta, menos elegante y menos decente que la tragedia francesa. Es necesario no olvidar que lo político es el alma de la tragedia; y es por consecuencia incontestable que los ingleses han llegado al mas alto grado en este género; pero es necesario confesar también que han descuidado con mucha frecuencia las bellezas que deben acompañar á lo patético.
»El primer objeto que llama nuestra atención en la escena inglesa es el gran Shakspeare, que ha merecido el nombre de grande por sus eminentes dotes, siendo igualmente sublime para la tragedia que para la comedia; pero es necesario convenir que su genio es rudo, que no tiene gusto, ni instrucción, ni arte. Idolatrado por la nación inglesa, es desde largo tiempo el testo citado en todas las conversaciones y los escritores han agotado todo lo que es posible decir: en elogio de uno. Se ha comentado hasta la menor de sus palabras, y sin embargo, está todavía en duda si sus bellezas pesan mas en la balanza que sus defectos. En sus piezas hay escenas admirables y pasages muy superiores á los de cualquiera otro poeta dramático; pero apenas puede citarse una verdaderamente buena que pueda leerse con placer desde el principio hasta el fin. Ademas de las irregularidades de sus dramas, y de la mezcla grotesca de lo serio y de lo cómico que los desfigura, tiene con frecuencia pensamientos forzados, espresiones duras, estilo oscuro y juego de palabras que se complace en prolongar, y las distracciones ó suspensiones de la acción vienen frecuentemente en el momento en que el lector tiene mayor deseo de conocer el desenlace. Pero Shakspeare encubre todos sus defectos con las mas brillantes cualidades que puede poseer un poeta trágico; la gran variedad en la pintura de los caractéres, y el modo vehemente y natural de espresar el lenguaje de las pasiones; consistiendo su principal mérito en estos dos admirables dotes. A pesar de sus numerosos absurdos, leyendo sus piezas, nos encontramos siempre en medio de nuestras semejantes; veremos quizás siempre hombres groseros en sus maneras, bruscos y rudos en sus sentimientos; pero hombres que hablan siempre el lenguaje de la naturaleza, que están agitados por las pasiones, y tomamos interés en todo lo que dicen y hacen, porque sentimos que somos de la misma naturaleza que ellos.
Hugo Blair, después de haber hecho un elogio á Shakspeare, por sus hadas, sus brujas y sus espectros, añade: »Desde que pasó este gran poeta, la Inglaterra ha producido tragedias muy bellas, pero pocos escritores dramáticos cuyas composiciones merezcan una crítica especial ó un grande elogio.»
Si de la tragedia inglesa pasamos á la comedia, la encontraremos bien inferior. Ben―Johnson, el mejor poeta cómico, es en su género muy inferior á Shakspeare en el suyo. Hablando propiamente los inglese no tienen comedia, y la suplen con farsas y sátiras.
El teatro nos conduce naturalmente á hablar de las letras y de las ciencias Ellas han llegado en Inglaterra á un alto grado de gloria, y su origen se remonta á una época muy lejana. Alfredo el Grande las cultivaba ya en tiempo de las sajones, cuando las espesas tinieblas de la barbarie y de la ignorancia, cubrían el resto de la Europa, y después de su reinado, ha producido este pais una sucesión no interrumpida de sabios. Las instituciones inglesas en favor de la educación tienen el carácter de la nación; son sólidas y proveen al bienestar, á la libertad de espíritu, á la calma y á la fortuna de los profesores; testigos las universidades de Oxford y de Cambridge, establecimientos, dice Guthrie, que no tienen iguales en el mundo, y que fueron respetados aun en medio de los furores de la guerra civil. Antes de pasar al tiempo en que la literatura inglesa comenzó á tomar un carácter distintivo, seria inescusable no hablar del prodigio de ciencia y de filosofía, natural, Roger Bacon, precursor del gran Bacon, que lo fué á su turno de Isaac Newton. Roger Bacon, vivió en el reinado de Enrique III, y murió en Oxford hacia el año 1294. Pero si la Inglaterra debe enorgullecerse de haber producto un hombre tan admirable en un siglo de ignorancia casi universal, no puede contarle en el número de los escritores que han ilustrado su lengua, porque esta lengua no existia todavía en esta época.
Después de la reforma religiosa, el cardenal Wol―

miércoles, octubre 22, 2008

Viage ilustrado (Pág. 294)

milia contribuye mucho á la gravedad, ó mas bien seriedad que caracteriza á las inglesas. En cuanto á los alimentos, los ingleses se cuidan mas bien de la cantidad que de la calidad: su comida ordinaria consiste en grandes pedazos de buey, de ternera y de carnero asados; el pudding es uno de sus manjares favoritos: este es una mezcla que varían basta lo infinito; la base es por lo regular miga de pan, leche, tuétano de buey, pasas, riñones, etc., todo lo cual junto se cuece en el horno. Los ingleses generalmente comen mucha carne y poco pan. Lo mismo sucede en las clases proletarias; tienen dos necesidades que proveer, que son la mesa y el vestido; pero la mesa llama principalmente su atención. Estas dos cosas cuestan muy caras en Londres, pero en cambio abunda el dinero; si los artículos de primera necesidad se pagan caros, también se paga caro el trabajo, de modo que todo queda compensado. El lujo de las grandes masas está en el vino, bebiéndose en ellas los mejores y mas estimados.
El pueblo se contenta con cerveza fuerte. En invierno hacen una especie de ponche compuesto de cerveza, aguardiente, yema de huevo y azúcar. También usan un licor llamado sillabud, compuesto de vinagre, leche y azúcar.
Las tabernas y los cafés son muy numerosos en Lóndres y en todas las demás ciudades de Inglaterra. Estas casas son para los ingleses uno de los mayores recreos. El nombre de taberna no debe chocar á nuestro oído, porque entre los ingleses no tiene la misma significacion que nosotros le damos; las tabernas vienen á ser lo que los franceses llaman restaurant. A ellas concurren los mas grandes señores y los sabios, sin que esto llame la atención, y alli también se reúnen los socios de los diferentes clubs, para divertirse y estrechar mas los vínculos que los unen.
En los cafés ingleses no se oye el menor ruido, pudiendo comparárseles á una biblioteca ó gabinete de lectura. Los cafés mas afamados de Lóndres están suscritos por diez ó doce ejemplares á cada periódico, á fin de no hacer esperar á los curiosos, y esto con tanta mas razón, cuanto que á pesar de su gran flema, el inglés es de todos los europeos el menos aficionado á esperar.
Los clubs vienen á ser despues.de los cafés los sitios de reunión, y casi su mayor parte está en cafés tabernas. Su número es prodigioso en Lóndres. Desde el par que se sienta en el Parlamento hasta el mas humilde comerciante de la Cité, todos tienen su club. Los mas famosos son el Whig-club, que vela porque el monarca, ó mas bien los ministros, no estiendan las prerogativas del trono mas allá de los límites de la constitución inglesa, y el Human-society, que adjudica premios á todas las invenciones que tienden á aliviar la miseria y los males que aflijen á la naturaleza humana. Estas sociedades han prestado muy grandes servicios, y no han contribuido poco á mantener el espíritu publico tan admirable que reina en Inglaterra.
Los ingleses son aficionados alternativamente á la soledad y á las reuniones. La clase baja tiene también sus sitios de reunión, que son los figones, que por lo ordinario están estimadamente aseados, y pueden servir de espejos las mesas, los bancos, los vidrios y demás muebles.
La población de Lóndres conserva todavía la costumbre de los famosos combates á puñetazos que los estrangeros ven con lástima y desprecio, y los ingleses con orgullo. Algunos escritores han dicho que estos combates eran á propósito para dar á la nación energía y valor; pero la verdad es que esta costumbre es solo propia para hacer á los nombres rústicos y feroces. Por lo demás, la policía no se mezcla jamás en las querellas de los boxeadores, que es el nombre que dan a los qué hacen de estas luchas una especie de profesión, y los deja tranquilamente aporrearse en medio de la calle. «Yo fui testigo un día, dice Chantreau, de uno de estos combates cerca de Billings―Gate, que es el mercado del pescado: los dos hombres que se batian eran de este mercado, y los dos, según me dijeron, hábiles boxeadores; estaban en camisa en una actitud verdaderamente pintoresca, cambiando alternativamente de posición y dando á sus brazos un continuo movimiento. El brazo izquierdo lo tenían horizontalmente doblado á la altura del rostro y les servia de broquel, mientras que con el derecho se asestaban mutuamente feroces puñadas en el pecho y en la cara, pero la mayor parte eran paradas con una destreza admirable. El golpe para ser bueno y legal debe darse á puño cerrado, y jamás cuando el enemigo vacila ó se levanta del suelo. En efecto, uno de los dos hombres que yo ví combatir dio un paso en falso y cayó; entonces muchos espectadores se apresuraron á levantarlo, gritando á su adversario que se detuviese. Este grito era inútil, porque él se paro desde que vio á su enemigo caído, y permaneció fieramente inmóvil hasta que se repuso; pero caer, levantarse y volver á la carga, todo fué obra de un momento. El combate duró aun mas de un cuarto de hora. Los golpes dados y recibidos eran proporcionados á la atlética fuerza de aquéllos hombres nerviosos, y me hacían horrorizar. El uno de ellos, habiendo en fin recibido un fuerte golpe en el ojo derecho, saltó hacia atrás, pidió cuartel y el combate concluyó. Este debe tener fin tan pronto como uno de los combatientes declara que ya es suficiente, ó cuando habiendo caido rehusa levantarse; porque entonces se considera vencido. Habiendo sido testigo del combate, quise también serlo de la reconciliación, que tuvo lugar sobre el mismo terreno; y estos dos hombres tan animados el uno contra el otro algunos minutos antes, se aproximaron y se estrecharon tiernamente la mano, como hubieran hecho los mejores amigos.»
Se ha dicho de los ingleses que eran generosos y espléndidos en el estrangero, y muy económicos en su nación: esta es una verdad, pero su economía es bien entendida, y no les impide sacrificar sumas considerables al socorro de la humanidad afligida. Los pobres y los desgraciados son socorridos en Inglaterra con una liberalidad que viene á ser perjudicial á la industria; porque quita á la última clase del pueblo los motivos que la obligan á trabajar, es decir, la necesidad de ahorrar algunos recursos para las enfermedades y para la vejez. Las mismas personas que contribuyen á estas suscriciones dan también, según su fortuna, una cuota para los pobres de su respectiva parroquia; esta cuota asciende anualmente en Inglaterra solo á 6.509,466 libras esterlinas, y en el país de Gales á 288,422. Sin embargo, á pesar de esta generosa profusión que en cualquier otro pais debería desterrar la pobreza, las calles de Lóndres y los caminos de Inglaterra están plagados de mendigos que desafian las severas penas que les impone la ley. Otra verdad igualmente incontestable es que entre los ingleses de todas las categorías, la riqueza es considerada su―