lunes, abril 30, 2012

Viage ilustrado (Pág. 636)

pedirse de ella para siempre; que estaba convencido del amor que le tenia, y de la violencia que habia sufrido para verificar aquel desgraciado enlace, aunque lo suponía muerto; pero en fin, que como última prueba de su castísimo amor, que la pedia un beso, un solo beso, el primero y el último. La noble Isabel le contestó que le daría gozosa su vida, su sangre toda; mas que aquel beso que encerraría también para ella un inmenso tesoro de ventura, era una ofensa á su esposo, y no podía concedérselo. Insistió Marcilla, pero siempre encontró la misma honrada repulsa en su honestísima amante, y por último la dijo que se sentia desfallecer, que iba á morir si no le concedía aquella dulce prueba. Nada alcanzó, y cayó muerto como herido por el rayo. Luego que Isabel se convenció de que ya no latía aquel noble corazón que tanto la había amado, despertó á Azagra y le dijo:
— Acabo, señor, de tener un sueño horrible, espantoso. Me pareció ver á Diego Marcilla que habia vuelto, y que me decia que le diese un beso, ó que de lo contrario le causaría la muerte. Yo se lo negué por no faltaros á la fé jurada, y Marcilla cayó, en efecto, muerto á mis pies. Decidme, señor y esposo mio, si esto, en vez de un sueño fuese realidad, ¿qué debería yo hacer? ¿dar el beso á mi amante, ó consentir en su muerte?
— Debíais mejor darle el beso, dijo Azagra, que permitir perdiese un hombre la vida.
— Pues bien, señor, no fué sueño, Marcilla murió realmente, pues yo rehusé faltar á las sagradas promesas que ante Dios ha pocas horas os hice.
Diciendo esto mostró al asombrado esposo el inanimado cuerpo de aquel, y dio rienda suelta á sus lágrimas. Azagra hizo cuanto estuvo de su parle para consolar á su desolada consorte, y reflexionando podrían resultarles graves perjuicios de dejar allí aquel cadáver, y aun atribuirle á él un asesinato, pensó en arrastrarlo fuera, y conducirlo á la puerta de la casa de Marcilla que estaba á pocos pasos. Verificólo asi, y para que todo sea estraordinario en esta tristísima historia, la misma Isabel ayudó á su marido en tan triste operación. Al dia siguiente se publicó la llegada de Marcilla, y se creyó que al entrar en su casa habia sido acometido de algún accidente repentino. Hallábase á la sazón en Teruel el belicoso rey don Jaime el Conquistador, que entonces comenzaba la gloriosa carrera de sus triunfos, y sabiendo la muerte del bizarro capitán de los cruzados, dispuso formase todo su ejército, compuesto de once compañías, para que tributase á aquel los últimos honores militares. Era por lo mismo numeroso y magnífico el cortejo fúnebre, y al dirigirse á la parroquia de San Pedro, desfilaba por delante de la casa de Isabel, que vestida de luto y asomada á una ventana, lo miraba al parecer tranquila. Mas al divisar el descubierto féretro que encerraba el cadáver de su leal amante, bajó rápidamente, se abrió paso por entre la multitud, se abrazó al yerto cadáver, é imprimió sus labios ardientes en los ya secos de Marcilla, diciéndole: El beso que te negué en vida yo te lo doy en la muerte. Cuando los circunstantes quisieron apartar de alli á Isabel, retrocedieron espantados al verla muerta también, y luego decidieron enterrarla junto con su amante, como se efectuó delante del altar de San Cosme y San Damián de la citada iglesia de San Pedro. Verificóse este estrañísimo suceso el año 1217, y era juez de Teruel Domingo Celada. Corrieron mas de tres siglos, y era el año de 1535 cuando con ocasión de hacer algunas reparaciones en el templo, y estando cavando en la capilla en que la tradición aseguraba estar sepultados los amantes, se encontraron juntos dos largos cajones que encerraban los cuerpos de un hombre y de una muger, y en el primero un pequeño pergamino en que con muchísimo trabajo pudo leerse:

Este es Diego de Marcilla, que murió de enamorado.

No habia ningún otro cadáver en aquel sitio, y no quedó duda de ser aquellos los auténticos restos de Diego y de Isabel, que fueron sepultados de nuevo. El año 1619 se encontró el manuscrito á que se refiere esta historia, que se habia estraviado, y varios sacerdotes racioneros de la iglesia de San Pedro, ayudados de algunos ancianos que habían presenciado el hallazgo, quisieron exhumarlos. En el momento los encontraron en una misma sepultura, y se escribió un acta legalizada del hecho, que se conserva en el archivo parroquial. Finalmente, á principios del siglo pasado fueron colocados estos dos históricos cadáveres, en pie, en una especie de alacena ó nicho del claustro contiguo, que servía en otro tiempo de cementerio, y alli se conservan en bastante buen estado (1). Encima del citado nicho hay este epitafio:

Aquí yacen los célebres amantes de Teruel
don Juan Diego Martínez de Marcilla, y doña Isabel de Segura.
Murieron en 1217, y en 1708 se trasladaran á este panteón.

Alfambra es de fundación indudablemente arábiga como muestra su nombre (antes se llamaba Alhambra), que quiere decir tierra-roja, viéndose en efecto á corta distancia del pueblo un alto monte de tierra arcillosa de aquel color, y sobre el que hay ruinas de un castillo que contiene una gran cisterna. La situación de Alfambra es en una cañada bastante amena, y la izquierda del rio de su nombre; tiene una parroquia titulada de Santa Beatriz, y 584 habitantes. Mas adelante se encuentra á Perales, pueblo de 537 almas en el centro de una gran llanura combatida por los vientos. Utrillas es un pequeño lugar en que hay varias vetas de carbon de que se estrae en gran cantidad, y en el que existieron en otro tiempo fábricas de acero y cristal, y se llega á Montalvan.
Está situada está villa en la confluencia de los rios Martin y Adovas, y tiene un buen puente sobre el primero, que riega una reducida, pero agradable huerta. Esta villa es de gran antigüedad, fué conocida en otros tiempos con el nombre de Libana, y servia por esta parte de lindero á la Celtiberia. Dominada por los árabes vio por algún tiempo en su territorio al célebre campeón Rodrigo Diaz de Vivar, el Cid, el cual desterrado por su ingrato rey Alfonso el VI, se acogió en 1092 con autorización de Abu-Merwan, rey de Albarracin, á quien pertenecía esta parte de Aragón, á la antigua fortaleza goda de Pinna Castel, hoy Peña del Cid á tres cuartos de legua de Montalvan. Desde alli partió con su hueste árabe-castellana para apoderarse de Valencia en 1091. Permaneció Montalvan bajo el poder de los moros hasta 1210, en que fué conquistada por Fernando Gonzalez de Ma–

(1) La momia de Marcilla es de ocho palmos de alto, y está entera y trabazonada, y tiene la cabeza inclinada hacia Isabel. El cadáver de esta no está tan bien conservado y es de poca estatura.

sábado, abril 28, 2012

Viage ilustrado (Pág. 635)

del altar dedicado á San Cosme y San Damián se encontraron los cuerpos de los amantes, que bastante bien conservados subsisten en una alacena del claustro de esta iglesia y se muestran á los viageros que quieren verlos. Es también parroquial la iglesia del Salvador, de bastante estension, pero de escaso mérito artístico. En ella se venera el Cristo de las tres manos, de gran devoción en la ciudad, y que tiene tan estraña advocación, porque ademas de las dos manos clavadas en la cruz, tiene otra pegada al costado derecho. También se ve en esta iglesia una momia perfectamente conservada, que se dice ser de un soldado del tiempo de Felipe V, muerto de un balazo en la guerra de sucesión, y cuya herida se distingue sobre el pecho. La iglesia de Santiago, se asegura fué mezquita y su torre prisión en tiempo de los romanos, y en la que estuvieron encerrados cuando los conducian á Valencia los santos mártires Valero y Vicente. El seminario, en otro tiempo colegio de jesuitas, es muy grande y con bella iglesia, pero está cerrada al culto y sirve de almacén de armas, y lo restante del edificio de cuartel. El convento de San Francisco, fundado por uno de los discípulos del mismo en 1217, tiene una iglesia de arquitectura gótica que hoy sirve de depósito de madera. La casa de Misericordia, extramuros de la ciudad, es también de gran capacidad, y su construcción dala de 1798. En ella se reciben los espósitos y se les da la educación conveniente. El teatro, que fué antes cuartel, y que está destinado á aquel objeto hace pocos años, no pasa de regular, y puede contener setecientas personas. La antigua casa de la Comunidad, donde hoy se reúne la diputación provincial, es muy grande y sólida, y fué construida en el siglo XVI. La de ayuntamiento, también bastante capaz, está hoy amenazando ruina. Merecen mencionarse entre los edificios notables de Teruel la casa de la marquesa de la Cañada, la de Acuavera, las bellas torres árabes de las parroquias de San Martin y el Salvador, la del mismo género denominada la Lombardela, la romana llamada de Ambeles, parte de las antiquísimas fortificaciones de la ciudad, y de la que salen varias minas ó subterráneos que conducen á la orilla del Guadalaviar; y finalmente el elegante acueducto, muy semejante á los que construían los romanos, fabricado en el siglo XVI por un tal Pedro Bedel, arquitecto francés. Teruel es cabeza de obispado y de juzgado, y capital de una de las tres provincias en que actualmente se divide el Aragón, que comprende dos ciudades, ciento setenta y dos villas, ciento once lugares y seis aldeas, divididos en doscientos ochenta y cinco ayuntamientos y diez partidos judiciales, con 250,000 habitantes. La ciudad es residencia de todas las autoridades y oficinas de la provincia, y está dividida en siete parroquias. Hay dos conventos de monjas, una casa de beneficencia, un hospital, un seminario conciliar, instituto de segunda enseñanza, una plaza de toros, un teatro, y hubo cuatro conventos de religiosos. Celebra ferias el 30 de mayo y 21 de setiembre, y un mercado semanal, y cuenta 7.160 almas. Contaremos la estrañísima historia de sus famosos amantes tan popular en España, según aparece de un antiguo pergamino que se custodia en el archivo de la ciudad, y que empieza asi:

«Ya que fallamos tanto de guerras,
digamos algo de amores.»

Era entrado el siglo XIII cuando vivían en esta ciudad dos jóvenes que se amaban apasionadamente desde sus primeros años, llamados Juan Diego Martinez Garcés de Marcilla é Isabel de Segura, pertenecientes ambos á muy notables familias y cuyos apellidos se conservan aun bastante estendidos en Aragón. Aunque la categoría era igual, no lo era la riqueza, pues Isabel, heredera de una rica fortuna, debía esperar un enlace muy ventajoso, al paso que el muy noble don Diego Marcilla que no contaba con otros bienes que su mérito personal y su esclarecido linage, no podia aspirar á ser el esposo de Isabel. Asi esí que cuando pidió al padre de esta el beneplácito para casarse, aquel orgulloso hidalgo se lo negó dándole por única causa su escaso caudal. Sin embargo, se compadeció de sus ruegos y lágrimas, y dijo á Marcilla que le daba de término seis años para que se enriqueciese, y que le empeñaba su palabra de no disponer de la mano de su hija en todo este plazo. Partió Diego de Teruel para Francia, y allí se alistó en las huestes que marchaban á la conquista de la Tierra Santa, en las que se distinguió por su valor. También adquirió con los despojos que le tocaron de una ciudad saqueada, las riquezas que le faltaban para asegurar su felicidad, y después de largo tiempo y de haber alcanzado el grado de capitán ó gefe de un cuerpo de soldados, dio vuelta á España. En tanto, nada se sabia en Teruel de Marcilla, y se supuso había muerto, por lo que el padre de Isabel arregló el casamiento con un caballero de la poderosa familia de los Azagras, próximo pariente del señor de Albarracin; mas por respeto á su palabra, no permitió se verificase la ceremonia hasta el mismo día y hora (que era la de entrar á vísperas), en que se cumplían los seis años de la ausencia de Marcilla. Pocos momentos después de celebrarse el desposorio, éste, acompañado de un escudero, llegó al arrabal de la ciudad, y encontrando casualmente á uno de sus antiguos amigos, supo de su boca la triste nueva. Entonces se apeó del caballo y se entró en una casa para entregarse con libertad al mas terrible dolor, habiendo antes encargado á su amigo nada dijese de su llegada. Decidióse el desventurado amante á volver á Francia y ausentarse para siempre; mas no tuvo valor para dejar de ver á Isabel por la vez postrera, y envolviéndose en una larga capa, se dirigió á la casa de su amada tan luego como vino la noche. Habia en aquellos instantes comenzado un gran sarao compuesto de todo lo mas notable de la ciudad para celebrar las bodas, y Marcilla logró penetrar, sin ser observado, por entre la multitud de pages, escuderos y oíros domésticos, hasta la retirada cámara de Isabel, y se ocultó bajo el suntuoso lecho nupcial aderezado en ella. Largo tiempo hacia que aguardaba, cuando los desposados se retiraron. Marcilla oyó con secreto placer los desesperados sollozos de su amada, y las súplicas que hacia á su rival para que por aquella noche la respetase y se abstuviese de usar de los derechos que le daba su calidad de esposo, pues quería cumplir cierto voto. Azagra, deseoso de aplacar la aflicción de Isabel, le prometió lo que le pedia, y en seguida se acostó y se quedó muy en breve dormido profundamente. Entonces salió Marcilla de su escondite y se puso delante de la desdichada muger, objeto de su ternura, la que casi se desmayó con la sorpresa de esta aparición, que en el primer momento juzgó sobrenatural. Calmóla en fin, y la dijo, que no era su intención turbar su tranquilidad, y sí solo des–



jueves, abril 26, 2012

Viage ilustrado (Pág. 634)

Nuestra Señora, el campanario de la misma, la casa consistorial y otras que formaban la plaza, y también un viejo castillo, y después Balmaseda entregó á las llamas mas de cien casas. La población de Monreal asciende á 1,316 habitantes.
Santa Eulalia es población de 1,127 almas, que se llamó en lo antiguo lugar de las Tres Torres, y en la que hay de notable la iglesia parroquial por su capacidad y buena construcción, la casa de la familia Fuertes y otras. Nació y murió en este pueblo, de familia distinguida, el erudito astrónomo y geógrafo don Isidoro Antillon que, como los mas de los españoles de mérito, murió en la desgracia ven la persecución. Dejando á la izquierda el pueblo de Concad, notable porque en sus cercanías y debajo de una dilatada capa de piedra de quince pies de espesor, se encuentra una gran cantidad de huesos humanos y animales domésticos petrificados, cuyo singular depósito ha sido con razón objeto del estudio de muchos sabios, y que se creen ser restos de los celtíberos que aqui combatieron contra los romanos acaudillados por Besacides y Budar (1), y que perdieron aqui 1,200 muertos, se llega á la muy noble, fidelísima y vencedora ciudad de Teruel, después de una jornada de ocho leguas. Su situación es en una altura y en la ribera izquierda del Guadalaviar, y el clima es frio y sano. Es una de las poblaciones de mas antigüedad; tuvo por nombre Turba, y pertenecía á los celtíberos lusones. Los saguntinos invadieron algunos territorios de los turbitanos ó habitantes de Turba, y se encendió con este motivo entre unos y otros una reñida guerra que duró largos años. El célebre Annibal se posesionó de Turba, ciudad que era su aliada, el año 219 antes de Jesucristo, y sus habitantes le ayudaron en la toma de Sagunto, su enemiga. Después de la horrible catástrofe que esta sufrió, los turbitanos entraron en posesión de los terrenos disputados; mas después los Escipiones, sin duda para desagraviar la memoria de los heroicos saguntinos, arrasaron á Turba y vendieron como esclavos á sus habitantes. Pero los turbitanos de las aldeas volvieron á poblar y restaurar su ciudad, en cuyas cercanías se dio una famosa batalla entre los romanos acaudillados por Q. Minucio Termo (que alcanzaron el triunfo), y los celtíberos, que lo estaban por Budar y Besacides, de que antes hablamos. Los romanos construyeron en Turba muros con torreones, algibes y otras obras. Cuando permanecía esta población en poder de los sarracenos, tuvo en su recinto al celebre Cid Campeador protegido por el wali de Albarracin, y aqui se preparó para la famosa conquista de Valencia en 1092. Alfonso II de Aragón conquistó á los moros el pueblo de que nos ocupamos, que ya se llamaba Teruel; en 1171 lo fortificó, le dio el fuero de Sepúlveda y dio su señorío á Berenguer de Entenza, caballero catalán. Jaime I el Conquistador reunió, en la entonces villa de Teruel, las fuerzas para la guerra de Valencia, y los habitantes no solo le ayudaron con dinero y víveres largamente, sino también con sus brazos, distinguiéndose particularmente en esta jornada. A este tiempo se atribuye el romancesco y estraño suceso de los célebres amantes de Teruel de que hablaremos luego. Pedro IV el Ceremonioso llegó á esta ciudad en 1343, y la villa le concedió un donativo para la guerra que aquel hacia contra Mallorca. También siguió su partido y en contra de los defensores del privilegio de la Union, por lo que Pedro IV la elevó a la categoría de ciudad en 1347. Pedro el Cruel, rey de Castilla, se hizo dueño de Teruel el año 1363, y rescató ciertas banderas castellanas, que estaban depositadas en una iglesia, y habian sido cogidas por don Diego Lopez de Haro y los aragoneses muchos años antes. Alfonso V de Aragón juntó Cortes en esta ciudad en 1427, y durante su celebración aconteció un hecho notable. Fué el caso que Francisco de Villanueva, que á la sazón era el juez, defendió con demasiada energía los derechos y fueros de los turolenses, y el rey, de suyo déspota hasta dejárselo de sobra, lo hizo ahogar en el mismo salon de las sesiones, y luego arrojar su cuerpo á la plaza. Cuando el establecimiento de la Inquisición, Teruel se opuso á los ministros de este tribunal, que se vieron por el pronto obligados á retirarse á Celia, y fué necesaria la intervención de Fernando el Católico para que lograsen fijarse en la ciudad. Por disposición de Felipe II se erigió la iglesia catedral en la antigua iglesia parroquial de Santa María. Cuando el valiente justicia mayor de Aragón don Juan de Lanuza se levantó para defender contra las demasías del mismo monarca las libertades del pais, los turolenses le secundaron; pero después sufrieron la venida de un oidor de Valencia que hizo ahorcar á muchos y destinó á otros á galeras. En 1809 se fijó en esta ciudad por algún tiempo la junta de gobierno del reino de Aragón, que dirigió la heroica guerra que el mismo hizo á los invasores franceses. El escudo de armas de Teruel consiste en un toro con una estrella encima y al timbre un murciélago, insignia particular del rey don Jaime, y que fué concedida á esta ciudad por la parte que tomó en la conquista de Valencia. Entre sus hijos ilustres se cuentan el padre Gerónimo Ripalda, don Sebastian Navarro de Arroita, y á los celebrados amantes don Juan Diego Martinez Garcés de Marcilla y doña Isabel de Segura. El aspecto de Teruel es en lo general desagradable por lo angosto y tortuoso de sus calles y la poca elegancia de sus casas. Tiene catorce plazas, de las que algunas son bastante espaciosas, pero de figura irregular. Debajo de la llamada Mayor subsiste un gran algibe antiguo, que está en uso aun.
La catedral, en otro tiempo parroquia, erigida en colegiata en 1423 y elevada á sede episcopal en 1577, es un edificio regular. Se compone de tres naves renovadas en tiempos modernos, y nada contiene de notable mas que el altar mayor, que es del gusto del renacimiento; la reja del coro, que es gótica, la sillería que es sencilla y moderna, y dos custodias de plata, una de las que pesa 14 arrobas. Hay también algunas pinturas de mérito y reliquias de santos. Se titula Santa Maria de Media Villa (2). La parroquia de San Pedro, que solo tiene una nave, es tal vez el templo mas antiguo de la ciudad, pero fué renovado en mucha parte á mediados del siglo pasado. El altar mayor es plateresco, y en él se ven representados los principales sucesos de la vida del apóstol titular. Delante

(1) Véase á Feijóo, Boules y el abate Andrés. Cortés dice que es el monumento mas admirable de Europa.

(2) Fué canónigo de esta iglesia don Gil Sanchez Muñoz, elegido pontífice el 10 de junio de 1423 por los cardenales que estaban á devoción de Pedro de Luna, que se llamaba Benedicto XIII, el cual Muñoz renunció la tiara por la paz de la iglesia y murió obispo de Mallorca. La dotación de esta catedral debe ser de un obispo, seis dignidades, diez canónigos, cinco racioneros y dos medios.





martes, abril 24, 2012

Viage ilustrado (Pág. 633)

do este denodado caudillo las conquistas marchó al frente de los tercios de Daroca, Teruel y Calatayud hacia Albaida, con objeto de sitiar el castillo de Chio, no lejos de Játiva; pero atacado de improviso por multitud de sarracenos, se vio precisado á hacerse fuerte en una posición ventajosa llamada Puig del Codol. Cercados alli los cristianos, y no pudiendo evitar la batalla, quiso el piadoso Berenguer, antes de combatir, oir misa y recibir la comunión en compañía de otros cinco caudillos ó gefes de su abreviado ejército. Era el capellán Mosen (1) Mateo Martinez, rector de la parroquia de San Cristóbal de Daroca, y natural de esta ciudad, y comenzó á celebrar el santo sacrificio en una tienda de campaña. Habia ya consagrado las seis formas con que debían de comulgar los capitanes y la hostia de la misa cuando los moros cayeron sobre la hueste aragonesa. Corrieron los guerreros á la pelea, y Mosen Mateo sorprendido, consumió precipitadamente su hostia y guardó las seis formas para que no fuesen profanadas por los infieles, entre los Corporales, y debajo de unas piedras. La victoria fué de Berenguer y los suyos, y el buen sacerdote fué en busca de los corporales; pero se encontró con el prodigio de que las seis formas manaban sangre y estaban pegadas al lienzo (2). Asombrada del milagro la hueste cristiana, se postró humildemente dando gracias á Dios, y luego empezó una reñida y piadosa disputa sobre cual de las tres ciudades á quien pertenecían aquellos tercios, deberia guardar los milagrosos corporales. Sorteóse por tres veces, y todas tocó á Daroca. Pusiéronse estos, en una caja de plata y sobre una muía indómita, y se dejó á ésta marchar adonde quisiese. Desde luego dio en correr, y no paró hasta Daroca, donde cayó reventada al frente del hospital de San Marcos, donde mucho después se edificó el convento de Trinitarios Calzados, y en cuyo pórtico se ve aun en mármol y en relieve representada la mula. Los referidos corporales se guardan con la mayor devoción en un relicario de oro, donación de Fernando el Católico, en una hermosa capilla que él mismo edificó con tal objeto en la colegiala de que hablamos. Muéstranse al público el dia del Corpus desde una capilleta hecha á propósito en lo alto déla muralla de la ciudad, por no poderse contener en la iglesia la inmensa concurrencia que acude. El clero de esta debe constar de un dean, doce canónigos, seis racioneros y cinco capellanes. Hubo seis conventos de religiosos, de los que se conserva el de Trinitarios de San Marcos, dedicado á hospital, el de Mercenarios á cuartel, el del Rosario ocupado por monjas, y el de la Escuela Pía, que es un buen edificio, y que conserva su antigua institucion. También subsisten dos ermitas. En el citado convento de la Trinidad hay una figurita de pie y medio de alto, ejecutada en piedra, la cual, según varias opiniones fué puesta alli para perpetuar la memoria del milagro que Dios obró con cierto ciudadano daroquense, al que en castigo de ir á robar la viña de un vecino, redujo su aventajada estatura en la muy disminuida que representa la estátua.
Daroca es, sin duda, el pueblo predilecto del cielo en cuanto á milagros; pues ademas del de las formas ensangrentadas y del ladrón de la viña, nos refieren otro de que no debemos defraudar á nuestros lectores, y que se designa con el nombre del Santo Ruejo. La situación especial de esta ciudad la espone á continuas inundaciones, y un cierto dia que iba á ser del todo anegada, el Ruejo, ó sea rueda de molino (pues no es otra cosa), se apartó sobrenaturalmente del sitio en que estaba apoyado, y dejó abierta una profunda sima, por la que se precipitaron las aguas, y Daroca se salvo. El Buero volvió por sí mismo a ocupar su antigua posición, y para memoria se alzó á su alrededor una pequeña capilla ó humilladero donde se conserva la prodigiosa piedra con gran veneración. Para precaver las citadas inundaciones, que sin duda hubieran ya arruinado la población, se construyó en el siglo XVI una obra colosal, que es la primera de su clase en España, y que llaman la Gran mina. Consiste esta en un dilado tunnel ó canal subterráneo que taladra de parle á parte un alto monte, y que tiene por objeto recoger la gran cantidad de aguas que, procedentes de las lluvias, se desprenden desde las alturas, y encaminarlas al Jiloca. Tiene de longitud 750 pasos, 8 varas de latitud y 11 en su mayor altura. Hay en el interior de este mina una lápida con inscripción, que recuerda la época en que se construyó, y el coste que tuvo. Fué el arquitecto Pierres Bedel, y se terminó en 1562. La vella vega de dos leguas, fertilizada por el Jiloca, en que está asentada esta ciudad, facilita á sus habitantes amenos paseos. Es también capital de un juzgado compuesto de cuarenta y nueve ayuntamientos, y tiene de población 2,216 almas. Al salir de Daroca, el primer lugar que se encuentra es Baquena, que ya pertenece á la provincia de Teruel, y que ocupa una situación deliciosa á la fértil orilla del Jiloca, y sobre el que tiene un buen puente de piedra de tres ojos. La carretera pasa por medio del pueblo, que está habitado por 935 almas, y en el cual hay de notable la iglesia parroquial, dedicada á la Virgen, buen edificio de tres naves y con once altares, y en una torre se ve aun la divisa de los templarios, sus antiguos poseedores; el convento de monjas con buena iglesia una ermita y un arruinado castillo, del que subsiste una memoria histórica que no debemos olvidar. Cuando Pedro I el Cruel, rey de Castilla, invadió en 1363 los estados de Pedro IV de Aragón, también apellidado el Cruel, sitió esta fortaleza de Baquena. Su alcaide, Miguel de Bernabé, le opuso una tenaz resistencia , y el monarca sitiador, deseando ganar tiempo, le hizo las mas pomposas promesas para comprar la llave confiada á su fidelidad; pero el leal aragonés prefirió morir con los suyos en las llamas que él mismo encendió antes que faltar á sus juramentos. Al cuarto de legua de Baquena está Burbaguena, cuya iglesia parroquial, llamada de Nuestra Señora de los Angeles, ostenta una linda torre, y en cuyo pueblo hay también los vestigios de un castillo. Después se encuentra Calamocha, población de 1,400 habitantes, y cabeza de un juzgado compuesto de una villa y treinta y un lugares que comprenden treinta y dos ayuntamientos, con una parroquia, un convento de monjas, otro extramuros, que fué de religiosos, y dos ermitas. De alli se va á Monreal del Campo, villa situada en una estensa llanura y á la izquierda del Jiloca. Este pueblo aun conserva rastro de la última desastrosa guerra civil que tanto tiempo afligió á varias provincias, pues el carlista Llangoslera hizo demoler la iglesia parroquial que tenia la abvocacion de la Natividad de

(1) Titulo de honor que se da en Aragón á los eclesiásticos.
(2) Véase entre otros muchos á Mariana, lib. X1II. cap. II.



domingo, abril 22, 2012

Viage ilustrado (Pág. 632)


Vista de Torrero, tomada desde el paseo de la Puya

ocho plazas, dos catedrales, diez y seis parroquias, hubo treinta conventos de religiosos, hay diez y seis de monjas, otras seis iglesias de varias clases, un cementerio, dos casas de baños, un teatro, una plaza de toros, tres cuarteles, una universidad, una biblioteca pública, seis colegios ó seminarios, una sociedad de bellas artes, un museo de pintura, una academia de jurisprudencia, una de medicina, una quirúrgica, cinco hospitales, un hospicio, dos montes de piedad, una cárcel, un presidio, una casa de corrección para mugeres, un magnífico puente sobre el Ebro, varias fábricas, y 40,482 habitantes. Como capital de provincia, de distrito militar ó capitanía general, de arzobispado y de audiencia, residen en Zaragoza todas las autoridades y dependencias correspondientes.
Cariñena, se eleva en el centro de una dilatada planicie, y consta de quinientas casas. La iglesia parroquial dedicada á Nuestra Señora, es un edificio bastante regular, de fábrica moderna, y con una torre almenada, que fué en otros tiempos fortaleza de los caballeros de la orden de San Juan. Hay también una capilla con nombre de Santiago, que es muy antigua y casi subterránea, que se dice fué mezquita, donde se venera un crucifijo tenido por muy milagroso. Cariñena es famosa en Aragón por sus escelentes vinos, en especial el llamado garnacha. Produce también su término trigo, cebada, aceite y legumbres. La población consiste en 1,985 habitantes. Mainar es un lugar de 47 vecinos distante tres leguas de Cariñena. La vieja ciudad de Daroca es muy renombrada en Aragón. Su situación á la bella ribera del Jiloca y en el fondo de una cañada, formada por dos montes, hace decir á los habitantes de la comarca que Daroca es una albarda vuelta del revés. Aunque la comparación no es nada poética, es en cambio muy exacta. Es sin duda de las primitivas poblaciones de España, y por lo mismo de origen dudoso. Su nombre es de etimología oriental, y significa camino, calle ó senda (Darok), lo que conviene perfectamente con su situación. Era uno de los puntos señalados para el descanso de los cónsules ó pretores romanos cuando recorrian las provincias. Alfonso I el Batallador arrancó á Daroca del poder de los moros, poco después de haberse apoderado de Zaragoza, aumentó sus fortificaciones, acrecentó con familias cristianas la población, y señaló muchos pueblos y lugares para formar una comunidad ó partido, cuya cabeza era Daroca. En 1142 el conde de Barcelona. Ramon Berenguer, esposo de Petronila, reina de Aragón, concedió á esta ciudad muchas franquicias y privilegios. El año 1170 fué dada en rehenes al rey de Castilla. Repelidas veces se reunieron Córtes en Daroca, como en los años 1196, 1222, 1243, 1311 y 1338. Partidarios los vecinos de esta población del rey Pedro IV el Ceremonioso, y enemigos del privilegio de la Union, fueron premiados por aquel en 1366 concediendo á su patria el título de ciudad. En 1706 el coronel Pons, partidario de Felipe V, intentó tomarla, pero aunque se dio una reñida acción no pudo lograrlo. Las armas de Daroca consisten en un castillo sobre el que se ven seis ocas ó ánsares, dos banderas con cruz, seis formas ó partículas y el lema: Non facít taliter omni natione. Circunda á la ciudad una dilatada muralla que recorre las cimas y las faldas de varias colinas cercanas ocupando un espacio de 7,890 pies de longitud, y que está fortalecida con ciento catorce torreones y un gran castillo. La población se compone de cuatrocientas veinte casas de mediana comodidad, de las que la mayor parte forman la calle Mayor, que casi pudiéramos llamar única, porque las demás solo merecen el nombre de callejuelas. Tuvo esta ciudad en lo antiguo trece parroquias, hoy cuenta siete. La primera es la colegiata, que fué mezquita hasta 1158, en que se entregó á un colegio de canónigos reglares. El edificio, reedificado en 1587, es bastante suntuoso, pertenece al género gótico y consta de tres naves. El coro está situado detrás del aliar mayor, y debajo de este hay un abundantísimo pozo de agua dulce. Lo que da mas nombradía á esta iglesia son los Santos corporales de Daroca que en ella se custodian, antigua tradición piadosa que cuentan muchos de nuestros historiadores, y que debemos consignar. Después de apoderarse Jaime el Conquistado de la ciudad de Valencia, tuvo que dirigirse prestamente á sus estados de Montpeller, y dejó encargado el mando de sus tropas á su lio Berenguer de Entenza. Continuan-



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viernes, abril 20, 2012

Viage ilustrado (Pág. 631)

za. En ella se ve á Santiago en ademan de predicar al pueblo, y un grupo con los siete discípulos, cuyas estatuas están mutiladas, y también se conserva el báculo del apóstol. En este templo se reunía el concejo de la ciudad para la administración de justicia, y su vieja torre sostiene aun una campana llamada Goda, porque fué fundida en tiempo de los godos; la parroquia de San Pablo, de gran feligresía, y cuyo templo contiene veinte y nueve altares ; la parroquia de Santa Engracia, que también fué monastario de gerónimos, es célebre por mas de un concepto. Fué la primera iglesia que se fundó en Zaragoza después del Pilar, y es subterránea según la costumbre de los primeros cristianos. Se llamó de las Santas Masas, y después de los innumerables mártires que padecieron en Zaragoza, por estar en ella los restos y cenizas de multitud de santos mártires que padecieron en la última persecución de la iglesia, año de 303, entre otros San Sulperio, Santa Engracia y San Lamberto. Esta iglesia es una verdadera catacumba sembrada de sepulcros de mártires, de los que uno sirve de altar. En medio de la iglesia hay un pozo que se abre raras veces, y que contiene también multitud de reliquias. Este cementerio de los mártires fué convertido en iglesia en tiempo de Constantino, y en el siglo VI se entregó á monges benedictinos que subsistieron aun bajo el dominio de los moros. En 1063 se cedió este monasterio y parroquia á los obispos de Huesca, cuya posesión aun conservan. Fernando el Católico puso en él monges gerónimos en 1493, y reconstruyó el edificio suntuosamente según el gusto gótico, que fué totalmente destruido en la noche del 14 de agosto de 1808 por los soldados franceses. Reedificado humildemente cuando la restauración de Fernando VII, sirve el monasterio ahora de cuartel, y la antiquísima iglesia continúa abierta al culto. La iglesia de San Ildefonso, ó de predicadores, es grandiosa y bella, aunque muy destruida por las guerras; sirve hoy de parroquia castrense; la de la Compañía de Jesús es de bastante mérito, y ocupa en parte el lugar de una antigua sinagoga de judíos.
Embellecen también esta gran población muchísimos edificios civiles que enumeraremos ligeramente.
La casa de ayuntamiento forma un rectángulo de 150 pies de largo y 100 de ancho, es de buena fábrica, y sirvió de punto de reunion á los antiguos jurados de la ciudad; contigua está la Lonja ó banco, edificado en el siglo XVI por el arzobispo don Fernando de Aragón. Es de arquitectura gótica, y contiene un magnifico salon dividido en tres naves á lo largo y cinco de ancho, por veinte y cuatro columnas. El palacio arzobispal es magestuoso y estenso, sirvió de alojamiento á algunos de los antiguos reyes de Aragón. Está á la ribera del Ebro y á pocos pasos de la Seo, y fué reedificado en su mayor parte á últimos del siglo pasado. La casa del marqués de Ayerve es notable por su bello patio de arquitectura caprichosa. El palacio de la diputación provincial, de nueva fábrica, y que ocupa el espacio del antiguo convento de San Francisco, y el antiguo palacio de la nobilísima familia de los Lunas ó de los Gigantes, por dos grandes estatuas que adornan su entrada. Está situado en la hermosa calle del Coso, y en ella se alojó, en el siglo XIV, el anti–papa Benedicto XIII, ó por otro nombre don Pedro de Luna. Sobre la puerta se esculpió un bajo relieve que representa la entrada del célebre cardenal aragones en Zaragoza. El teatro es muy bueno, rico en adornos y decoraciones, y con localidades para mil seiscientas personas, y los precios muy módicos. La Torre nueva es uno de lo monumentos mas curiosos de Zaragoza; fué construida en 1504, reinando Fernando el Católico con el único objeto de adornar la capital de Aragón y que contuviese un reloj público. Está aislada, es de figura octógona, tiene de altura 297 pies y es de ladrillo. Lo que la hace mas notable es la inclinación que tiene que parece va á desplomarse.
El castillo de la Aljafería está extramuros de la ciudad, y mas bien que fortaleza, se asemeja á palacio, destino que efectivamente tuvo primero en tiempo de los monarcas moros, y luego en el de los cristianos. Su planta es rectangular, tiene de longitud 140 varas, de latitud 130, y está rodeado de un foso con baluartes en los ángulos. Su arquitectura participa del gusto que reinaba en las muy distintas épocas en que fué contruido ó reparado. Lo mas interesante que contiene es la pequeña mezquita ú oratorio de los reyes árabes, el salon donde nació Santa Isabel, reina que fué de Portugal, la gran escalera qua data del siglo XV, y la iglesia dedicada á San Martin, que es parroquia castrense. Los artesonados de algunas cámaras de este antiguo é histórico alcázar están dorados con el primer oro que Cristóbal Colon trajo de América. La fundación de la Aljafería se refiere á los años de 864, y á un walí llamado Abenalfage, que la dio nombre. Aqui se alojó en 917 Abdel–rahman, califa de Córdoba, y habitaron generalmente los reyes de Aragón desde la conquista de la ciudad, siendo la iglesia de San Martin su primera capilla real. El tribunal de la Inquisición estuvo establecido también en este edificio, que hoy sirve esclusivamente de cuartel. La universidad de Zaragoza es de las mas antiguas de España, y ha producido en todas épocas hombres eminentes. El edificio, bastante capaz y á propósito para su instituto, fué incendiado en la guerra de la independencia, pero está reedificado en gran parte. Tiene buena biblioteca, gabinetes de historia natural, física y química, y un jardin botánico. Entre los muchos establecimientos de beneficencia que cuenta esta ciudad, por todos títulos insigne, debemos nombrar el famoso, hospital de Nuestra Señora de Gracia, cuya filantrópica divisa:

Casa de enfermos de la ciudad y del mundo,

basta para dar á conocer su inmensa importancia. Fué fundado en el reinado de Alfonso V, y abraza cuantas dependencias pueden, desearse en un establecimiento de primer orden de esta clase. En especial el departamento de los dementes tiene nombradla en toda España. Sostiene generalmente, cerca de dos mil enfermos, y el edificio es grandísimo. Muchos y amenos paseos embellecen esta gran capital, los principales son: el de Santa Engracia, la Glorieta y los que conducen hasta Torrero, ó sea el embarcadero del Canal Imperial; No mencionaremos otra multitud de paseos por no dar mas latitud á esta relación ya demasiado prolongada. Reasumiendo diremos que la siempre heroica Zaragoza presenta en general el aspecto de una población árabe, por sus calles muy estrechas y tortuosas, y adornadas con multitud de torres de ladrillo laboreadas, y mas semejantes á minaretes de mezquitas que á campanarios cristianos; que tiene ocho puertas, doscientas trece calles, treinta y


miércoles, abril 18, 2012

Viage ilustrado (Pág. 630)

dor, del arzobispo don Juan de Aragón, hermano de Fernando el Católico y de otros arzobispos, don Alonso y don Juan de Aragón, hijo y nieto respectivos del referido rey. Los monarcas aragoneses que en esta capilla fueron ungidos, son los siguientes: Pedro III, Alfonso III, Jaime II, Alfonso IV, Pedro IV, Juan I, Martin I y Fernando I, y las reinas sus esposas. El pavimento de todo el templo se compone de ricos mármoles de distintos colores, que por un capricho del artista, reproduce las labores de las bóvedas. El coro, cerrado por una verja moderna, es también magnífico, y participa de los géneros gótico y plateresco; el facistol, que es muy digno de observación, data del siglo XV. Las capillas principales son la de Nuestra Señora de la Blanca, que sirvió de panteón de los arzobispos; la de Santiago con tres buenas pinturas, y el bonito sepulcro del fundador; la de San Bernardo con un retablo de alabastro y el túmulo del arzobispo don Fernando de Aragón; la de San Miguel, que es parroquia; la de San Valero, donde antiguamente iban los litigantes que pleiteaban de buena fe, á jurar sobre la cabeza de este santo obispo y mártir; la de Santo Dominguito del Val, niño crucificado por unos judíos de Zaragoza el año de 1230, y cuyas reliquias se custodian en ella; la de San Pedro de Arbues, primer inquisidor de Zaragoza, muerto en esta iglesia, y cuyo cuerpo está sobre el altar. También posee esta célebre catedral riquísimas alhajas, entre otras los bustos de plata de San Valero, San Vicente y San Lorenzo, y la bella cruz de oro y perlas de forma gótica, sobre la que juraban los fueros los reyes de Aragón á su advenimiento al trono, regalo todo esto del papa don Pedro de Luna; la custodia de plata de tres cuerpos y del género plateresco, con su viril de oro y pedrería, que se usa en el Corpus, etc. El esterior de esta magnífica catedral no es tan bello como el interior; sin embargo, ostentaba una linda y elevada torre de cuatro cuerpos, y construida en 1686, altura casi destruida por un rayo que cayó en ella el 7 de abril del año de 1850. El clero de la Seo es numeroso, y se compone de un dean, doce dignidades, treinta y un canónigos y treinta y cuatro racioneros, veinte y siete beneficiados y diez y ocho capellanes. La mitad de estos eclesiásticos sirve á la catedral del Pilar cambiando de residencia cada seis meses, y residiendo en ambas el dean, durante el citado tiempo de medio año. La catedral del Pilar es también uno de los mas suntuosos y devotos templos del orbe, y según las mas arraigadas tradiciones, el primitivo de la cristiandad. Antes de hacer su descripción referiremos brevemente su historia según está recibida generalmente.
Imperaba en Roma ven España Cayo Caligula, y corría el año 40 de la era de Cristo, cuando el apóstol Santiago el Mayor, después de haber recorrido varias ciudades predicando el Evangelio, llegó á Zaragoza, donde convirtió mayor número de gentiles que en ninguna otra, que , sin embargo, no llegaban mas que á siete. Hallábase con estos, á la media noche del 2 de enero, orando devotamente en la ribera del Ebro, cuando la Virgen , que aun vivia á la sazón, se les apareció acompañada de coros de ángeles que conducian su imagen y una alta columna ó pilar de jaspe. María habló al apóstol, y le mandó que en aquel mismo sitio edificase una capilla en su honor en derredor del Pilar, prometiéndole protegería á Zaragoza y á España, y que aquel su primer templo duraría tanto como el mundo (1). Obedeciendo Santiago las palabras de la madre de Dios, trazó en torno de la sagrada columna una humilde capilla de 16 pies de largo y 8 de ancho, que subsistió aun entre las persecuciones de los emperadores romanos y de los árabes, y que fué siempre uno de los mas venerandos objetos para los cristianos. Santiago ordenó entonces por primer obispo de Zaragoza á San Atanasio, uno de sus mas queridos discípulos, y esta capilla sirvió de catedral. Largos pleitos y controversias sostuvo con la de la Seo (2) fundada mucho después, hasta que en el siglo XVII se terminaron declarando ambas iglesias catedrales y metropolitanas. El obispo Pedro de Librana, que residió en esta del Pilar cuando la conquista de Alfonso el Batallador, hizo en ella algunos reparos. Al acabar el siglo XIII, los obispos de Zaragoza invitaron á los fieles á contribuir á la restauración de este célebre templo, y construyeron un edificio bástante suntuoso que subsistió hasta el citado siglo XVII, en que se derribó para construir el magnífico que hay hoy, y cuya primera piedra fué colocada el dia de Santiago de 1686. Su planta es un rectángulo cuya longitud asciende á 300 pies, y consta de tres naves de grande estension. La capilla mas notable es la del Pilar, construida en 1733 por don Ventura Rodriguez. Consiste en un bellísimo templete de forma elíptica y de arquitectura corintia, y cuya cúpula está mas baja que las bóvedas de la iglesia. Todo es de los mas bellos mármoles. Hay tres altares: el del centro ostenta una hermosa imagen de la Virgen sostenida por ángeles, que señala á Santiago y sus siete discípulos (que ocupan el altar de la derecha) el de la izquierda donde está el antiguo y venerado simulacro. Este altar constituye un magnífico dosel de plata que cubre al Pilar que sostiene la imagen, que es de corta altura, y que se destaca sobre un fondo oscuro salpicado de brillantes. Por delante de estos tres altares corre una verja de plata, y en lo alto del templete se ven ocho magníficas estatuas de santos v diez y siete banderas. La cúpula, que es muy elegante, termina con la cruz. Debajo de esta celebre capilla hay un panteón en que están depositados varios personages, entre otros la infanta doña Teresa de Vallabriga. El todo de la obra lo costeó el arzobispo don Francisco de Añoa, y su importe ascendió á mas de 2.000,000 de reales. Después de la capilla del Pilar, la mayor belleza de este gran templo es el altar mayor que quedó de la iglesia antigua. Es casi todo de alabastro, y fué construido en 1505: su gusto es gótico. El coro es también magnífico, y su sillería, compuesta de ciento quince asientos, es una obra maestra; está cerrado por una verja de bronce. Omitiendo referir un gran número de curiosidades que encierra esta gran catedral, terminaremos aqui su descripción por no fatigar á nuestros lectores. Entre la multitud prodigiosa de templos que decoran á esta ciudad, en estremo religiosa, solo mencionaremos después de las catedrales, la parroquia de Santa Cruz, cuya fundación sube á los primeros tiempos del cristianismo, y que está señalada con el lábaro de Constantino; la de Santiago, que se eleva sobre el solar de la casa de uno de los siete convertidos, y en la que se alojó el apóstol, durante su residencia en Zarago–

(1) Mas de cuatrocientos escritores nacionales y noventa estrangeros consignan en sus obras esta narracion.

(2) Esta palabra tomada del lenguaje lemosin quiere decir sede ó silla.

lunes, abril 02, 2012

Viage ilustrado (Pág. 629)


 Aparición de la Virgen del Pilar al apóstol Santiago

tido del archiduque, y en 1707 se hicieron dueños de la población los parciales de Felipe V, mandados por el duque de Orleans. El año 1710 se dio á sus puertas una sangrienta batalla en que quedaron vencedores los del archiduque. En el mismo año volvió Zaragoza á ser ocupada por las tropas de Felipe V para quedar para siempre bajo la dominación de este monarca. En 1808 fué cuando esta ciudad alcanzó su mayor gloria en los dos famosos sitios que sostuvo, quedando su nombre inmortalizado. El primero empezó el 13 de junio de 1808, siendo el gefe de los sitiadores el general Lefebre, y el de los zaragozanos el general Palafox, y terminó el 13 de agosto, en que los franceses, desesperados de rendir el sobrehumano esfuerzo de aquellos segundos numantinos, emprendieron la retirada. El 21 de diciembre del mismo año vino Moncey con 18,000 hombres á cercar de nuevo aquella ciudad de valientes. Después de haber sufrido considerables pérdidas, entregó el mando al general Lannes, que logró apoderarse de las ruinas de Zaragoza por capitulación el 20 de febrero de 1809, despues de repetidos y sangrientos combates y de la mas desesperada defensa de que no presentan ejemplo semejante las historias modernas. Fernando VII estuvo en Zaragoza en 1814 y en  1828. Desde entonces el suceso mas notable ocurrido en esta ciudad insigne, fué la sorpresa de Cabañero el 5 de marzo de 1838. A la cabeza de cuatro batallones y otros tantos escuadrones, penetró aquel gefe carlista en la ciudad por sorpresa cuando sus habitantes estaban entregados al sueño, y ocupó algunas calles; mas difundida la alarma, se trabó desde las casas una terrible pelea semejante a las de 1808, y en la que tomaron parte las mugeres. Los carlistas fueron en breve vencidos, dejando en poder de los valientes zaragozanos prisioneros 600 hombres. Al dia siguiente, engañado el pueblo á quien hicieron creer que la citada sorpresa se habia verificado por infidelidad del capitán general don Juan Esteller, sacó á este desgraciado de su casa, y le dio una muerte cruel. El 17 de setiembre de 1843 levantó Zaragoza la bandera de Junta Central y la sostuvo hasta el 12 de noviembre, que abrió sus puertas al general Concha. Esta ciudad lleva con justicia el dictado de Siempre heroica, y por armas un león coronado con orla de laurel. Muchísimos edificios notables, tanto por su mérito artístico, como por sus nobles recuerdos, entre los que sobresalen los consagrados al culto: daremos cuenta de los principales. El Salvador ó la Seo es una de las dos catedrales que cuenta Zaragoza, y de las mas antiguas y suntuosas iglesias de España. Se ignora la época de su fundación; pero se sabe que ya tenia en ella su silla San Valerio en 290. Los moros hicieron de la Seo una mezquita; pero Alfonso el Batallador la purificó y devolvió al culto cristiano en 1119. Fué esta iglesia erigida en metropolitana el año 1318, y el de 1675 reunida á la del Pilar, que es de igual gerarquía. Destinábase á San Salvador para las ceremonias de la unción y coronación de los reyes, y su local para la reunion de concilios. El interior, que forma un rectángulo, pertenece á esa noble y magestuosa arquitectura gótica, tan propia y adecuada para los templos católicos. El cimborio es en figura de tiara para recordar la dignidad pontificia que adornaba á Pedro de Luna, ó sea Benedicto XIII, que lo hizo construir, y cuyos blasones se ven también esculpidos con profusion. El retablo del altar mayor pertenece igualmente al género gótico, es de alabastro, y es uno de los mas bellos monumentos de su clase. La naturaleza de esta obra nos impide dar una descripción prolija de este grandioso altar, uno de los mejores de España. Se cubre de plata en una gran parte en los días solemnes. Al lado del Evangelio están los sepulcros de María, hija de don Jaime el Conquista–