martes, febrero 28, 2012

Viage ilustrado (Pág. 619)

de dos meses á la tumba. En tanto Sancho de Agramonte permanecía siendo el objeto de las amorosas solicitudes de Zumila, pero sin quebrantar jamás sus juramentos. Por fin aquella generosa muger le dijo un dia suspirando:
— Estás libre, vuelve á tu patria y ve á ser feliz con la muger que tanto amas ya que á mí solo me toca llorar y ser desgraciada para siempre.
Besó Sancho con emoción la bella mano de la hija de Barbarroja y marchó inmediatamente á Túnez, donde reinaba a la sazón Muley Hasan, aliado de Cárlos V, y volvió en breve á pisar las playas españolas. Palpitaba su corazón de alegría al visitar á Tafalla; alli le aguardaba Leonor, tan bella, tan fiel, tan enamorada como siempre; alli estaba la felicidad. Antes de entrar en su casa corrió á la de su amada; mas al pisar sus umbrales se detuvo poseído de inesplicable terror. Largos paños negros en que se veía brillar el noble escudo de los Zaldívares entapizaban las paredes, y del interior de la casa resonaba el canto que la iglesia dedica á los muertos. Un horrible estertor corrió todos los miembros de Agramonte que quería aun dudar de su desgracia; pero en aquel momento salió el numeroso cortejo fúnebre que precedía á un féretro en el que iba Leonor, que mas bien que muerta parecía dormida, pues la muerte aun no había consumado su obra, aun no habia destruido su belleza. Al infeliz amante no le fué posible soportar tan triste vista y cayó sin sentido. Antes de llegar el entierro á la iglesia, una preñada nube que tocaba casi en los tejados de la ciudad descargo un copiosa diluvio y duró algunos minutos. Un canelón vertió por un instante un arroyo de agua sobre el pálido rostro de Leonor, y ésta, que no estaba muerta sino asfixiada, se estremeció y se incorporó en su féretro. Todos los circunstantes huyeron en el primer momento asombrados, con este que supusieron prodigio, y Leonor con voz muy débil quiso tranquilizarlos asegurándoles que (como tantas otras) habia conservado el oído durante su terrible parasismo y que se sentía enterrar viva sin lograr, á pesar de sus esfuerzos, hacer ningún movimiento que indicase que aun no habia muerto, cuando la impresión del agua la hizo recobrar la vida. Sancho hubo de perder la razón al saber la inesperada resurreccion de su amada, pero restablecida esta con el cordial de la dicha y el tranquilizado, se unieron por fin estos fieles amantes, y aun vivieron felices largos años, después de tan terrible suceso.
Siguiendo el camino y á una legua de Tafalla, se encuentra la ciudad de Olite, una de las mas renombradas de Navarra. Esta ciudad, que se eleva en una estensa y deliciosa llanura regida por el Zidacos, y que produce en abundancia vino, legumbres, frutas y aceite; forma el linde entre el pais montuoso de Navarra y la llanura á la que se da el nombre de la Ribera. Debe su fundación al rey godo Suintila con objeto de que sirviese de baluarte contra los turbulentos vascones, siempre rebelados contra los reyes, y la llamó Ologita. Desde esta época ya no vuelve á leerse en la historia su nombre hasta 1102 en que se menciona en el fuero de Caparroso.
En 1147 el gobernador de Olite Ramiro Garcés, pidió y obtuvo del rey García Ramirez, el Restaurador, concediese a esta población el fuero de los francos de Estella. Reinando doña Juana y su esposo Felipe el Hermoso, rey de Francia, se reunieran Córtes en Olite en el mes de noviembre de 1270. Cárlos III el Noble, que residía aquí ordinariamente, instituyó en 1407 una nueva merindad, cuya cabeza era Olite y le nombró un merino que debia tener á su cargo el castillo de Tafalla. La reina doña Leonor, esposa de aquel monarca, murió en esta población, entonces villa, en 1413. Depositóse el cadáver en la iglesia de Santa María y luego fué trasladado á la catedral de Pamplona. El mismo Carlos III creó en 1422 el principado de Viana, en favor de su nieto don Carlos y de todos los que en adelante fuesen herederos de la corona de Navarra, y reuniendo al efecto Córtes en Olite en el año siguiente, fué aquel jurado por ellas como tal príncipe y sucesor del trono. El referido rey que con tanta predilección miraba esta villa, edifico aquí un palacio, que como dijimos al hablar de Tafalla, pensaba reunir al de esta ciudad con un pórtico, sino le hubiese sorprendido la muerte aquí en Olite en 1425. También murió en Olite la primera princesa de Viana, doña Ana de Cleves , esposa del ya nombrado don Carlos, 1448. Encendida en 1451 la desastrosa y memorable guerra de los Beamonteses y Agramonteses que por tanto tiempo devastó á Navarra, fué elegida Olite por estos para reunir sus Córtes, pues sus contrarios las celebraban en Pamplona. El rey don Juan II de Aragón hizo en Olite un tratado con el de Francia, en que se convenia la entrega al conde de Foix de la infanta doña Blanca, hermana del principe de Viana, como se verificó con grandes lágrimas de esta, que desde Olite fué conducida al castillo de Ortes, en Bearne, donde la envenenaron. El citado don Juan firmó otro convenio en Olite, el año 1470, con el conde Foix, en que fijaron sus respectivas pretensiones, quedando al primero el dictado de rey de Navarra y al segundo y su esposa el gobierno del reino. El beamontés se hizo dueño de Olite en 1492; pero el año siguiente la restituyó al bando opuesto, por mediación de Fernando el Católico, que la guarneció con tropas de Castilla. A poco se unió á la corona de este nombre, y Felipe IV en en 1630 la elevó á la categoría de ciudad. Pinta Olite por armas un olivo verde coronado entre dos castillos, y debajo las cadenas de Navarra. Del antiguo palacio de los reyes solo se conservan algunas ruinas, pues fué incendiado en la guerra de la independencia. Tiene la ciudad trescientas casas, don parroquias. Santa Maria y San Pedro, esta pertenace al género gótico y ostenta una torre muy alta. En Santa María es digno de observarse su pórtico, adornado de estatuas, y la pila bautismal, que es de mucha antigüedad. El convento, que pertenece á los misioneros observantes, tuvo origen en 1240, y fué restaurado en 1691; el de monjas clarisas se fundó en 1228. Hay también estramuros una ermita con nombre de Santa Brígida, y un paseo con árboles. El número de sus habitantes es de mil novecientas noventa y ocho. De Olite se va á Caparroso y luego á Valtierra, villa muy antigua. Cuando los moros la dominaban pagaba un tributo al rey don Sancho Ramirez, el cual donaba una gran parte al monasterio de San Ponce de Tomeras, en Francia. Fué conquistada á aquellos en 1110, por Alfonso I, el Batallador, y en el siglo XIII se apoderaron de ella y su castillo, ciertos bandidos que devastaban el pais. Carlos II; el Malo, concedió el dominio de Valtierra y su castillo á Juan Ramirez de Arellano, el año 1376, y en 1456 el rey Juan II lo dio á mosen Martin Peralta, canciller de

miércoles, febrero 22, 2012

Viage ilustrado (Pág. 618)

de Viana, aprehendido por don Alonso, su hermano bastardo. De aqui fué trasladado á Mallen. La condesa de Foix, doña Leonor, gobernadora que era de Navarra durante la ausencia de su padre el rey don Juan, reunió Córtes en Tafalla el año 1469, suceso que volvió á verificarse en 1480. El cardenal Cisneros hizo derribar el histórico castillo de esta villa, que Felipe IV elevó á la categoría de ciudad en 1636. El renombrado caudillo de los navarros don Francisco Espoz y Mina, arrancó á Tafalla del poder de los franceses después de un sitio de dos dias.
Tiene esta ciudad dos parroquias unidas, con títulos de Santa María y San Pedro, un hospital, que es de los mejores establecimientos de su clase en la provincia, dos conventos que fueron de frailes, de los cuales uno está destinado á cuartel y otro á colegio de primera enseñanza, uno de religiosas franciscas recoletas, una ermita, un antiguo palacio de los reyes de Navarra, con jardines, un paseo, dos fuentes y 4,330 almas.
Del tiempo de Cárlos V se refiere una historia romancesca acaecida á un noble caballero de Tafalla llamado Sancho de Agramonte, que nos parece debemos insertar. Era este un gallardo y valiente capitán que se distinguiera por su valor en las guerras de aquella época y que amaba y era amado de Leonor de Zaldivar, joven dotada de belleza incomparable. Sancho siguió al emperador á Barcelona y alli se embarcó el 31 de mayo de 1535 con las tropas que marchaban á la conquista de Túnez. Durante el sitio de esta plaza, una mañana, que al frente de su compañía protegía á los encargados de cortar leña para el campamento, fué acometido por numerosas fuerzas de turcos y de moros que á estorbar estos trabajos salieron de la ciudad. Inútil fué la defensa y el valor de los navarros dignos imitadores de su gefe, pues antes de llegar socorro, fueron unos muertos y otros cautivados. Esta última suerte cupo al denodado Agramoatee, que á pesar de su desesperada resistencia fué desarmado, cargado de cadenas y conducido a una oscura mazmorra del palacio del bajá Airadino Barbarroja, famoso pirata que por un ardid se había hecho dueño de Túnez; el cual por un lujo de ferocidad quitaba la vida á los mas de sus prisioneros, reservándose, sin embargo, algunos de que creia obtener un crecido rescate. Sancho Agramonte, que fué uno de ellos, yacia sobre la dura piedra de su prisión pensando en su bella Leonor, cuando sintió el rumor de los cerrojos, y creyendo era llegado el instante de morirse santiguó devotamente, dirigió á Dios una oración y otra á su amada y aguardó con resignación la llegada de sus verdugos; mas en vez de estos solo vio entrar una vieja esclava que en buena lengua castellana, le dijo:
— Cristiano, tus desdichas se acabaron. Una joven mas bella que las hurís que el Profeta promete a los fieles, ha puesto en tí sus ojos.
— ¿Quien, cómo?
— Mi señora la hermosa Zulima, la hija de Barbarroja, te vio ayer desde su celosía cuando te conducían preso y aherrojado y te amó. Si tú quieres unir tu suerte á la suya, si quieres ser su esposo y quieres abrazar su ley, ella y tú seréis los mas felices de los mortales.
— Díle á tu señora que yo no me pertenezco, que ya he jurado mi fé á una joven de mi pais, y que si el cielo me conserva la vida, solo ella será mi esposa.
— Cristiano, medita tus palabras, tu juventud me compadece; Zulima es en su amor tímida como la gacela de los bosques, mas en sus celos tal vez se convertirá en la furiosa leona del desierto.
— Nada mas tengo que decirte, dijo Sancho, y la esclava se retiró.
En tanto los soldados del emperador estrechaban mas y mas la fortaleza, y Barbarroja ardiendo en ira, mandó traer algunos cautivos para que cual proyectiles fuesen disparados por sus bombardas al campamento español. Inmediatamente se trajeron varios de estos infelices, (entre ellos Sancho) á un terrado que coronaba el palacio y en el que había tres gruesos cañones. Habían ya sido hechos pedazos cinco cautivos, cuando toco su vez á Sancho de Agramonte, el cual ataron á la boca de uno de aquellos é iban á darle fuego cuando Zulima se arrojó á los pies de su padre.
— Dame, señor, la vida de ese esclavo á quien amo como á mi misma, dámela ó permite que muera con él.
Detuviéronse sorprendidos los soldados de Barbarroja, y este conmovido al ver el estremado dolor de su hija, que le dominaba enteramente, accedió á sus súplicas y perdonó la vida á Sancho. En tanto otros cautivos cristianos, encerrados en la Alcazaba, supieron que estaban destinados á perecer de un modo horrible, pues el baja había dispuesto volar con pólvora el edificio, y dándoles fuerza la inminencia del peligro, rompieron sus cadenas, arrollaron á los guardias, y apoderándose de la armería trabaron un sangriento combate con los soldados tunecinos y esparcieron la confusion y el espanto por toda la ciudad, Airadino Barbarroja hizo en los primeros momentos embarcar á sus mugeres, hijos y tesoros en unas galeras que en el puerto tenia prevenidas, y él corrió á ponerse al frente de sus soldados. Aquellas se hicieron á la vela en el instante, y después de recorrer una buena parte de la costa de Africa, fondearon en una ensenada no lejos de Tanger. Luego saltaron en tierra todos los individuos de la familia del bajá y se dirigieron á un pequeño aunque fuerte castillo ó casa de campo, donde por entonces debían fijar su residencia. Inutil es decir que Sancho Agramonte estaba entre los esclavos, aunque mejor tratado que estos, y que la hermosisima Zulima redoblaba sus tiernas atenciones y pruebas de amor, pero el inflexible navarro ni aun con el pensamiento fué infiel á su querida. Pasáronse muchos dias, Cárlos V añadió á Tunez en el catalogo de sus victorias, despidió las tropas y con un corto número se dirigió á Napoles. Todos los habitantes de Tafalla que tomaron parte en aquella espedicion volvieron a sus hogares. Leonor aguardaba ansiosa noticias de su amante, mas al ver al page, favorito de éste, que á la cabeza de los otros criados marchaba con semblante triste y que llevaba vuelta al suelo la gineta (1) de su señor, conoció que lo había perdido para siempre. En efecto todos creían muerto á Sancho, pues se sabia no estaba entre los cautivos de la Alcazaba y si entre los del palacio del bajá que, según se decía, habían sido todos hechos pedazos á la boca de las bombardas. Este fué un golpe terrible para la enamorada doncella que desde aquel día se vio dominada por la mas negra tristeza al estremo de quebrantar su salud y conducirla en menos

(1) Era una especie de lanza corta con una borla, insignia de los capitanes.

lunes, febrero 20, 2012

Viage ilustrado (Pág. 617)

ventos de religiosos; el de Santo Domingo fundado por el mismo santo en 1219 en el solar donde se elevó después la ciudadela, y trasladado al sitio que hoy ocupa, por Fernando el Católico, tiene una buena iglesia, y de bastante estension, cerrada al culto. Lo restante del edificio sirve de hospital militar, y en el siglo XVII fué universidad. El de carmelitas calzados, que debe su creación á Carlos el Malo, y data de 1374, era también casa de estudios y está destinado á cuartel. De monjas hay cuatro qué son: agustinas recoletas, canónigas agustinas, carmelitas descalzas y dominicas. Existen tres seminarios: el conciliar erigido en 1777, con setenta colegiales internos, y mas de trescientos estemos, el Episcopal que ocupa el mismo edificio que el anterior y tiene buena iglesia y biblioteca, y el de San Juan incorporado á la universidad de Salamanca.
El teatro construido en la plaza de la Constitución, es capaz de ochocientas personas, tiene muy buenas decoraciones, una fachada de sillería de regular aspecto, y es bastante concurrido: su fábrica se comenzó en 1840, en el solar de las carmelitas descalzas. A la espalda del teatro se alza la plaza de toros, que es magnífica y de cabida de 8,000 personas. También cuenta Pamplona con dos buenos juegos de pelota, al que son muy aficionados los navarros. La casa del ayuntamiento alhajada con lujo, el antiguo seminario conciliar, hoy cuartel, el hospital general de grande estension, la casa de la misericordia, y el palacio que lo fué de los reyes de Navarra y ahora de los capitanes generales, son también edificios dignos de consideración, asi como los paseos que son escelentes, en especial el de la Taconera que es muy ameno y agradable.
Pamplona, ciudad tan memorable por todos conceptos, lo es sobre todo como plaza de armas y ocupa entre estas la categoría de primer orden. Sus fortificaciones se mencionan en la historia casi desde tan antiguo como ella misma. Carlo–Magno las demolió, pero volvieron á levantarse no mucho tiempo después, aunque estando dividida la ciudad en tres poblaciones distintas (como ya hemos dicho) participaban las murallas de esta division y formaban también tres diferentes fortalezas. En el siglo XV fueron derribados los muros interiores, y volvió Pamplona á formar una sola ciudad v entonces se construyó el castillo que defendió con tanta bizarría el capitán San Ignacio de Loyola, su gobernador. La ciudadela fué empezada á construir en 1571, y su fijura la de en pentágono regular cuyos lados tienen de longitud 340 varas. Comprende en su recinto cuarteles para infantería y caballería, pabellones para oficíales, almacenes y demás edificios necesarios. Las fortificaciones de la plaza forman como un rectángulo y están trazadas, asi como las de la ciudadela, según el primer sistema de Vauvan. La dotación en tiempo de guerra debe subir á 7.300 hombres de todas armas y 130 piezas de artillería.
Noain es un pueblo en cuyas inmediaciones fué vencido un ejército francés, el año 1521, que al mando de Andrés Esparros penetró en Navarra para sostener la causa de Enrique D'Albret. También figura este pueblo en la pasada guerra civil por la brillante defensa que en él hicieron cuatro compañías de tiradores de Isabel II contra fuerzas carlistas muy superiores, obligándolas a retirarse, con pérdida considerable de una y otra parte, No lejos de Noain corre la grandiosa fábrica del acueducto que surte de aguas potables á Pamplona, y se compone de noventa y siete arcos de 30 pies de ancho y 13 de circunferencia. Tuvo de coste 5.000,000 de reales, y su estension es de 1,500 varas. Fué empezada á construir esta gigantesca obra, por don Ventura Rodriguez en 1780. Dejando á un lado la venta de las Campanas, se encuentra Barasoain, villa del valle de Orba, con 388 habitantes, y situada en terreno llano á la margen del Zidacos. Conserva un palacio de la noble familia de los Radas, que sirvió de alojamiento á varios reyes como espresan los siguientes versos que se leen sobre la portada.


Después que los Labrides (1) se ausentaron,
y en paz y guerra les rendí lealtades,
me quedó que decir á las edades
que reyes me habitaron.


Tiene Berasoain una parroquia dedicada á la Asuncion de la Virgen, en la que sirven el culto un abad y varios beneficiados, y una basílica que lo está á Santa Lucía, en la que se venera con especial fervor una efigie de Nuestra Señora de Egipto. Tafalla es una ciudad sentada al pie de una eminencia, en cuya cima hubo en lo antiguo un castillo (que también se fortificó en la última guerra) y es cabeza de un partido judicial compuesto de dos ciudades, veinte villas, veinte y ocho lugares y dos caseríos. Su clima es muy saludable, y por esta razón sirvió de residencia varias veces á los tribunales del reino en épocas de epidemia. Es Tafalla población antiquísima, atribuyéndose vulgarmente su población á Tubal. Pertenecía á la region de los vardulos, según espresa Ptolomeo, y fué su primitivo nombre Gabalæca que algunos interpretan ciudad alta dedicada al Sol. A la muerte de Sancho el Mayor, en 1035, su hijo, Ramiro el Bastardo, primer rey de Aragón, auxiliado de los emires moros de Tudela, Huesca y Zaragoza, quiso apoderarse de Tafalla y la puso sitio, mas los naturales se defendieron heroicamente hasta que don García Sanchez, segundo rey de Navarra, que á la sazón volvia de Roma, á donde fué en peregrinación, acudió en su socorro y derrotó á don Ramiro, su hermano. El referido don García dio en arras á su esposa doña Estefanía la villa de Tafalla, cuyo gobernador era á la sazón un tal Oriolo Sanchez. Sancho Ramirez, rey de Aragón y Navarra, la dio fueros que confirmó después Sancho el Sabio en 1157. Posteriormente Sancho el Fuerte y Teobaldo I le añadieron nuevas mercedes y privilegios. El año 1380 hallándose preso en el castillo de Tafalla el barón de Ansoain, uno de los mas poderosos nobles del pais, fué bastante hábil para seducir á sus guardadores, y alzarse con ellos contra el rey, que era Carlos II, el Malo, pero las tropas de éste cayeron sobre el castillo rebelde, pasaron á cuchillo á la guarnición y degollaron al de Ansoain. Carlos III de Navarra, llamado el Noble, construyó en esta población un magnifico palacio con estensos jardines, que pretendia unir por medio de un grandioso pórtico con el que edificó en la cercana ciudad de Olite. Él mismo rey concedió á Tafalla el título de Buena Villa y voto en Córtes. El castillo sirvió de prisión en 1452 al desgraciado don Carlos, príncipe

(1) Doña Catalina y don Juan Labrit fueron los últimos reyes propios de Navarra.

viernes, febrero 17, 2012

Viage ilustrado (Pág. 616)

Vista de Pamplona

tud 42, y la constituyen ocho haces de columnas en cada costado. Las esbeltas ojivas que las columnas sustentan, se cruzan en la bóveda, y en los puntos de intersección hay dos escudos de armas con los blasones de Navarra, Aragón, etc. En el centro de esta nave está el coro de 53 pies de largo, y 42 de ancho, cerrado por una verja de hierro de bastante mérito, y que data del siglo XV. La sillería es magnífica y de dos órdenes, la madera de que se formó es de roble de Inglaterra, y su construcción tuvo lugar en 1530. Hay un órgano grande y dos pequeños. Dentro de la verja, y cerca de la puerta, se vé el bellísimo sepulcro de Carlos III el Noble, y de su esposa doña Leonor de Castilla, cuyas estátuas de alabastro (materia de la que está construido todo el monumento), se ven echadas encima y escultadas primorosamente. La inscricion del rey empieza asi:

Aqui. iaze. sepellido. el. de. buena, memoria, don.
Karlot. III. de. Navarra, et. duc. de. nemoux. descendient.
en. recta, linnea. del. empera. de. Sant. Karlos. magno,
et de. Sant. Lois. Rey. de. Francia, etc. etc.

En el trascoro hay otro suntuoso enterramiento que guarda los restos del conde de Gages, y que fué construido á espensas de nuestro gran Cárlos III, que era el VI de Navarra, para honrar la memoria de aquel valiente español. Es de mármol de varios colores, con dos estatuas, un bajo relieve que representa la batalla de Campo Santo y otros adornos. La capilla mayor tiene por planta un pentágono y está cerrada con verjas parecidas á las del coro. El gran retablo pertenece á la arquitectura greco–romana, es de madera dorada y se compone de cinco cuerpos. El frontal de la mesa del altar y del sagrario son de plata. Entre las otras capillas debe mencionarse la de San Juan que sirve de parroquia, la del duque de Alba, hoy desmantelada, y la de Sandoval, en donde está sepultado el conocido historiador de este nombre, obispo que fué de Pamplona. El claustro es un cuadrado cuyos lados, que tienen 144 pies de longitud y 18 de latitud rodean un jardín. La puerta que da á la iglesia es una de las bellezas mas acabadas del género gótico. Del mismo gusto es una linda capilla que hay en el claustro que del nombre de su fundador el obispo don Arnaldo Barbazano se denomina la Barbazana, y que tiene tres altares. El de en medio sirve de relicario, y en él se veneran dos espinas de la corona de Jesucristo, donadas, por los reyes de Francia á Teobaldo I y Teobaldo II, que lo eran de Navarra, y un lignum crucis regalado en 1400 por el emperador de Constantinopla Manuel Peleólogo, á Carlos el Noble, y la auténtica de este escrita en un pergamino con el texto en griego y latin. En el centro de esta capilla se vé el mausoleo del fundador, y en el piso hay una trampa por donde se baja al subterráneo que sirve de panteón á los obispos y canónigos, el cual es sencillo y se compone de nichos en la pared, con lápidas é inscripciones. Está igualmente en el claustro la lindísima puerta de la sala llamada la Preciosa, en la que se reunían las Cortes de Navarra y que fué edificada antiguamente para dormitorio de los canónigos, cuando estos vivían en comunidad, cuyo refectorio se conserva igualmente. Por último no debemos olvidar la capilla de Santa Cruz que se eleva en uno de los ángulos del jardín, cerrada con una verja hecha con el fierro de las famosas cadenas ganadas en la Navas de Tolosa y sobre la que se leen estos versos:

Cingere quæ cernís crucifixum ferrea vincla
Barbariæ gentis funere rupta manent
Sinctius exivias discerptas vindice ferro
Huc. Illuc sparsis stemata frusta pius.
Anno 1212.

Tiene la catedral una numerosa biblioteca y archivo rico en antiguos documentos, y está servida por un obispo, doce dignidades llamadas romanas y que no forman parte del cuerpo capitular, y de un número indeterminado de canónigos que solía llegar á diez y ocho (ahora reducidos á ocho), un capellán real, dos maestros de ceremonias y otros muchos clérigos, músicos y dependientes.
Ademas de la catedral hay las parroquias de San Saturnino que es de antigüedad muy remota; San Nicolás de Bari, cuyo edificio sube al siglo XII, y San Lorenzo, que es de fábrica moderna. Hubo ocho con–

jueves, febrero 16, 2012

Viage ilustrado (Pág. 615)

do su antiguo nombre hoy desconocido en el de Pompeyo–polis, ó ciudad de Pompeyo. El rey godo Eurico se hizo dueño de esta población en 466, pero adicta a los romanos, se segregó pronto de la dominación de aquel. También perteneció momentáneamente á los reyes francos, Clotario y Childeberto que se habían apoderado de ella el año 552. Rindióse á los moros en 738, y en 750 los pamploneses degollaron la guarnición que estos habían dejado, y recobraron su independencia poniéndose bajo la protección y amparo de Carlo–Magno. Este, abusando de su preponderancia y relaciones en el pais, quiso arrebatarle del todo su amada libertad, pero encontró siempre la mas decidida oposición, asi también como los moros y los reyes de Asturias. Cuando aquel renombrado emperador franco marchó con su ejército sobre Zaragoza, atravesó esta comarca, y á su regreso destruyó las murallas de Pamplona, con objeto de castigar la ciudad rebelde al yugo, á que sin razón intentaba sujetarla. El célebre Garsea–Eneco, ó sea Iñigo Arista, después de vencer en varios encuentros á los moros, logro fijar su residencia en Pamplona, pero á su muerte cayó esta ciudad, aunque por poco tiempo, baja la dependencia de los reyes de Oviedo. Sancho Garcés Abarca hizo en 905 á Pamplona corte de un reino del mismo nombre (que era el de Navarra, y después cedió su señorío y el de todo su término á la iglesia de Santa María. Los reyes sucesores de Sancho Abarca, con objeto de aumentar mas y mas la importancia y población de Pamplona, edificaron varios burgos ó barrios, cada uno con su fuero y jurisdicción especial El mas notable, y que disfrutaba de mas franquicias y privilegios, era el que habitaban los antiguos Moradores del pais, llamado Navarrería. Don Alfonso I el Batallador, rey de Aragón y Navarra, formó otro con franceses el año 1129, y le dio el fuero de Jaca. Cuatro burgos ó poblaciones distintas componían la de Pamplona el año 1213, y eran la Navarrería, San Nicolás, San Saturnino y San Miguel, cuyos respectivos habitadores solían estar divididos y en guerra unos con otros. Sancho el Fuerte, de acuerdo con el obispo, otorgó para tranquilizarlos ciertos fueros y medidas convenientes, entre otras esta que manifiesta el espíritu caballeresco de la época: «Que si ocurriese enemistad que durase una noche y un dia, ninguno de los enemistados se hiciese daño hasta desafiarse delante de ocho nombres honrados, dos de cada población (ó barrio), y que antes del duelo pasasen diez dias: si en este intermedio matare ó hiriere el uno al otro, fuese preso como traidor y pagase mil sueldos de multa.» Aun se renovaron estos funestos disturbios en 1222, resultando muertes é incendios, pero también el rey y el prelado las pacificaron. El año 1271 el rey Enrique el Gordo juro guardar los fueros de Pamplona, y el de 1277 fué quemado el burgo de la Navarrería por un ejército francés, á causa de haberse pronunciado en contra de la reina doña Juana, y no volvió á reedificarse hasta 1321. Carlos 1 dispuso en 1336, que los judíos que entonces vivían mezclados con los cristianos, morasen en una judería ó barrio aparte, que se fundó á propósito cerca del puente de la Magdalena. Carlos III de Navarra todavía encontró á Pamplona dividida en tres partes, la Navarrería, la Poblacion y el Burgo, y juntó en una sus tres jurisdicciones el año 1423, al mismo tiempo que se celebraban Córtes en esta ciudad. El 24 de julio de 1512, entró en ella el duque de Alba, general de Fernando el Católico, el cual, hallándose en Logroño en el mismo año, confirmó á Pamplona todos sus fueros y privilegios. Juan de Labrit se hizo dueño del castillo de esta ciudad en 1521, cuando apoyado por la Francia intentaba reconquistar el trono de sus abuelos. Entonces defendiendo aquella fortaleza á nombre de los Reyes Católicos, el valiente capitán don Ignacio de Loyola, que después fundó la célebre compañía de Jesus, fué herido de una bala de cañón. El general D'Armagnac que lo era de Napoleon, se apoderó por sorpresa y alevosamente de la plaza y ciudadela en 1808. Derrotadas las tropas que mandaba el intruso rey José, en la batalla de Vitoria, se acogieron (con él) á Pamplona, donde permanecieron pocos dias. Fué después sitiada la plaza por el conde de La Bisbal y don Cárlos España, y volvió al poder de las tropas españolas. Desde entonces el suceso mas notable ocurrido en Pamplona es la sublevación militar de 1841, contra el regente del reino, duque de la Victoria, á cuyo frente estaba el general Odonell, que se hizo fuerte por algún tiempo en la ciudadela. Las armas de la ciudad consiste en un león rampante, orlado de las cadenas de Navarra y timbrado de una corona. Es patria de muchos personages de nombradía, entre los que merece honrosa mención Martin de Ezpilueta.
Pamplona es la capital del antiguo reino de Navarra, ahora provincia del mismo nombre; de una capitanía general; también de una merindad, que era la primera, de un partido judicial que comprende una ciudad, veinte y nueve villas, doscientos sesenta y dos lugares y cuatro palacios, que forman ciento ocho ayuntamientos, y veinte y dos valles, y de un obispado de bastante estension compuesto de una iglesia catedral, otra colegial, diez y siete arciprestazgos y ochocientas treinta y cinco parroquias. El total de las almas de la provincia es de 235,874, y el de la ciudad de 15,715. Las calles son en general limpias, derechas, de bastante anchura y de buen piso. La mejor plaza es la que antes se denominaba del Castillo y ahora de la Constitución, que ostenta en su centro una hermosa fuente. La catedral fué edificada pobremente según se cree, por San Fermín, primer obispo de Pamplona (que se hace subir al año 80 de J. C), el cual colocó en ella la efigie de Nuestra Señora llamada Santa María la Blanca, ó Santa María de Pamplona, la que cuando la irrupción de los árabes fué llevada al monasterio de Leyre, donde permaneció doscientos años. La iglesia fue destruida por aquellos, y comenzada á restaurar por el rey Sancho el Mayor, el año de 1023 en que se consagró. Reinando en Navarra Carlos III, el Noble, se arruinó de nuevo por un incidente imprevisto, pero desde luego se reedificó; y finalmente, al terminar el último siglo se construyó una nueva y magnífica fachada según el gusto que reinaba en aquella época, y en ella un suntuoso pórtico formado por columnas corintias que sustentan un fronton. Remata esta fábrica con una gran cruz de piedra, adorada por dos ángeles, y tiene á sus costados dos torres de 175 pies de elevación, en las que hay diez campanas, un reloj de máquina, y otro de sol. Rodean á toda la fachada un estenso atrio terminado por una elegante y sólida verja interrumpida por pilares que sontienen jarrones.
El interior del templo pertenece al gusto gótico, es de forma de cruz latina, y se compone de cinco naves. La mayor tiene de longitud 233 pies, y de latí–

martes, febrero 14, 2012

Viage ilustrado (Pág. 614)

Roldan, que fué ahogado por Bernardo del Carpio, porque, según las leyendas, estaba encantado, y no podia ser herido sino en el pie que llevaba muy resguardado; la del famoso Oliveros, y los otros diez pares de Francia, y la del gran paladín Durandarte, en los brazos de Montesinos, su primo, á quien pidió que le arrancase el corazón y lo llevase en prenda á su amada Belerma. El arzobispo Turpin acompañaba á Carlo–Magno, y era su cronista , y describió prolijamente esta batalla que se perdió por la traición del conde Galalon que estaba en inteligencia con los moros.
El erudito P. maestro Sarmiento al hablar de este suceso histórico, se lamenta de que nuestros poetas solo se acordasen de celebrar las hazañas de los paladines franceses, y olvidasen las de los españoleen aquella famosa jornada, y refiere un cantar que dice haber oido á las mozas de calle de su pueblo:



Cantan de Roldan
Y cantan de Olivero,
Y no de Farropin
Que fué un gran caballero.

Cantan de Olivero
Y cantan de Roldan,
Y no de Farropin
Que fué un gran capitán.



En Roncesvalles observamos como en Covadonga, que la memoria de la batalla se conserva viva entre los descendientes de los valientes que en ella pelearon; mas aqui tienen también una hermosa canción libre y guerrera que se oye en boca de los montañeses de una y otra parte del Pirineo, y que data del siglo X. Su título es Altabizaren Cantua (1), y puede verse original en idioma euskaro o vascongado, en la colección de Mr. Francisco Michel, página 226.
El lugar de Roncesvalles esta situado al pie del Pirineo, á un cuarto de legua de su cumbre, en el desfiladero que lleva su nombre por donde corre el camino que conduce de San Joan de Pie de Puerto á Pamplona, y en una reducida planicie circundada de cerros de mediana altura. Se compone solamente de treinta y cuatro casas que forman dos calles y una plaza: tiene una aduana terrestre de primera clase, y 89 habitantes. El único edificio que merece atención, es el santuario de Nuestra Señora, que tiene los títulos de Real casa é insigne colegiata de Roncesvalles. Es de patronato real, y en lo eclesiástico depende solamente del papa. Está servida por un prior que tiene uso de pontificales y jurisdicción cuasi nullius, y que lleva ademas de aquel dictado el de gran abab de Colonia, doce canónigos, seis racioneros, y varios cantores y otros dependientes. Tanto el prior como los canónigos, ostentan en el costado izquierdo una cruz, de terciopelo verde en forma de espada, y una venera de oro con la misma cruz como enseña de la antigua orden de caballería de Roncesvalles, de la que son en el día los únicos caballeros, aunque fue muy numerosa en otros tiempos, y que poseía muchos castillos y tropas. Según las piadosas tradiciones del pais, la imagen de la Virgen de Roncesvalles apareció en una fuente que lleva su nombre, muy cerca de la que se erigió la primitiva iglesia destinada hoy á otros usos, y alli permaneció la efigie hasta que Sancho el Fuerte construyó la actual. El sepulcro en que están los restos de este rey y de su esposa doña Clemencia, es de jaspe con los bustos de ambos bien trabajados, y está situado en el presbiterio. Tiene por adorno dos trozos de las cadenas que aquel rompió con su espada en las Navas de Tolosa, glorioso trofeo de su valor. En la sacristía, que es de moderna construcción, vimos varios relicarios bastante raros, en especial uno en forma de tablero de ajedrez, que contiene una reliquia en cada una de de sus treinta y dos casillas; algunos efectos del pontifical del famoso Turpin, arzobispo de Reims; el libró con cubiertas de plata, en que el prior de Roncesvalles tomaba el juramento de los reyes de Navarra; y otros muchos libros y objetos antiquísimos. También posee la colegiata una numerosa y escogida biblioteca, entre cuyas curiosidad debe contarse un ejemplar de la filosofía de Confucio, escrita en letras chinescas (2). Después de la histórica colegiata visitamos la basílica de Sancti Spiritus, que se alza sobre la gran fosa en que fueron sepultados los paladines de Carlo–Magno, y que hoy suele servir de cementerio; la de Ibañeta, que está en la cima del collado del mismo nombre, un cuarto de legua de Roncesvalles en el camino de Valcarlos, casi arruinada, y la de Santiago, también derruida en su mayor parte.
Burguete es una villa compuesta de 58 vecinos, y cuyas casas tienen los techos de tablas; Espinal está á la falda de los montes Alduides, y consta de treinta y cuatro casas; Idoyeta, y Ostarraz, son lugares muy pequeños situados en terrenos escabrosos, Larrasoaña es una villa que ocupa el centro del valle de Esterribar, en uña llanura á la derecha del Arga. Fué edificada el año de 1212, célebre en los anales de España, por haberse dado en él la famosa batalla de las Navas de Tolosa, y en ella se reunieron Cortes en febrero de 1329, para acordar el modo y forma en que los reyes doña Juana y don Felipe III debían prestar juramento al subir al trono. También hubo en Larrasoaña antiguamente un monasterio dedicado á San Agustin, á cuyo abad, llamado don Aznar, fué encomendada por el rey don Sancho el de Peñalen, la educación de su hija doña Urraca. A pesar de estos nobles recuerdos, Larrasoaña está en el dia reducida á veinte casas en que habitan 150 personas. Tiene una iglesia parroquial con la advocación de San Nicolás, dos ermitas con las de San Blas y Santiago, y es anejo de la primera la basílica de Odoy.
El bello aspecto de la ciudad de Pamplona, su aseo y policía llaman desde luego la atención agradablemente. Su situación es al terminar la falda de los Pirineos en el centro del reino, y en la ribera izquierda del Arga, y en un llano llamado la Cuenca circundado de montes. Es Pamplona de las ciudades mas antiguas de España, y edificada en los tiempos que salen del dominio de la historia. El celebre Pompeyo la engrandeció y mejoró considerablemente, cambian–

(1) Altabizaren es el nombre del cerro que domina á Roncesvalles.


(2) Roncesvalles es uno de los santuarios que estuvieron en mas devocion en la edad media, ocupando el cuarto lugar en la cristiandad, primero Jerusalen, segundo Roma, y tercero Santiago. Fué visitado por multitud de peregrinos, entre los que se cuentan muchos reyes y reinas. Una de estas fué Santa Isabel de Portugal, que regaló á la Virgen un manto bordado por ella misma que aun se conserva.

jueves, febrero 09, 2012

Viage ilustrado (Pág. 613)

varras, está situado en un desierto solo poblado de árboles, á la falda de una áspera montaña, erizada de peñascos colosales que forman parte de la sierra de Leyre, aunque á bastante altura para descubrirse un bellísimo paisage salpicado de multitud de pueblos y fertilizado por el Aragón. El origen del monasterio es remotísimo; mas habiéndose incendiado hace largos años el archivo, se ignora á punto fijo la época de su creación. Créese, sin embargo, del tiempo de los godos; algunos escritores respetables señalan el año 560 y añaden otros que fue reedificado por el célebre Iñigo Arista, verdadero fundador del reino navarro. En el siglo IX el mártir y escritor San Eulogio, presbítero cordobés, visitó este monasterio. En él tomó la cogulla (según tradiciones y privilegios antiguos) un tal Fortun, hermano mayor de Sancho Abarca y que reinó en Sobrarbe ó Navarra antes que éste, y en 1023 un concilio celebrado en Pamplona y presidido por el rey Sancho el Mayor, acordó que todos los obispos de aquella iglesia fuesen elegidos de entre los monges de Leyre. En el año 1236 ocuparon este monasterio los cistercienses en vez de los benedictinos, y fué el primer abad de aquellos, don Domingo de Mendavia. Subsiste un necrologio redactado en Leyre el año de 1074 en el que se espresan los nombres de los personages y nobles alli sepultados. La predilección de los reyes y su devoción por este antiguo asilo de tantos hombres grandes, acumuló en él muchos privilegios y grandes riquezas. Tenia Leyre señorío sobre cincuenta y ochenta pueblos y setenta y una iglesias y monasterios, y cuando la supresión de los regulares aun poseía considerables rentas. La material del edificio, que muy en breve se convertirá en un monton de escombros, como producto de repetidas renovaciones, es de escaso mérito. Sin embargo, la iglesia es digna de consideración y hay en ella varios objetos notables, como son el altar mayor, el arca de marfil que custodia los cuerpos de las santas mártires Nunila y Alodia, cubierta de inscripciones arábigas y relieves que representan una cacería. Otra arca en que está el de San Virila, abad del monasterio de Samos en Galicia, y después de Leyre, y el panteón real compuesto de cuatro urnas de madera con inscripciones que espresan estar alli los restos de Sancho Garcés, Jimeno Iñiguez, Iñigo Arista, García Iñiguez, Fortun VIII, Sancho Abarca, García Sanchez, Sancho García, García Sanchez, Ramiro XIII, Andrés Prínpipe, Martin Phebo Príncipe y siete reinas. Debemos advertir que muchos de estos nombres son del todo desconocidos en la historia.
Navascues es una población que nada ofrece de notable.
No hay nadie que desde la niñez no haya oido hablar mil veces del famosísimo sitio de Roncesvalles, el mas famoso quizás de toda nuestra España; de la célebre batalla que en él tuvo lugar, de Roldan y los doce pares de Francia, de Bernardo del Carpio y de todo el acompañamiento de guerreros, caballeros y peones, pages, escuderos y hasta gigantes, hechiceros y encantadores de que tanto han abusado los poetas malos y buenos desde tiempo inmemorial hasta hoy. Dejaremos primero hablar á la historia y daremos lugar á la poesía.
Corría el año 778, cuando el gran emperador Carlo―Migno penetró por este desfiladero en el territorio español, con objeto de apoderarse de Zaragoza, y aumentar su vasto imperio con todo el pais, comprendido entre los Pirineos y aquella ciudad, que le habia prometido su walí Soleiman Ibn-el-Arabi. Los independientes y belicosos vascones, aliados de Carlo―Magno, miraron con temor amenazada su amada libertad, y los ambiciosos proyectos del orgulloso caudillo de los francos y germanos, y juraron vengarse. No habiendo logrado aquel lo que intentaba, por haber faltado á su promesa el gobernador árabe, se retiró despechado con su hueste, saqueando á su paso las poblaciones, ya perteneciesen á los moros, ya á los cristianos, y desmantelando las plazas fuertes como Pamplona. Cuando tocaba los límites de Francia cargado de ricos despojos y preseas, los vascones que le aguardaban emboscados en los desfiladeros de Roncesvalles, arrojaron sobre su hueste grandísimas rocas, la acometieron con indecible furor, y le causaron la mas horrible matanza. La retaguardia especialmente, quedó del todo destrozada, y se contaron entre los muertos los principales caudillos del ejercito francés. Los mas notables fueron Orlando, Rolando, Hurodlando ó Roldan, (que con todos estos nombres es conocido), conde ó prefecto de la marca de Bretaña, y gefe aquel dia de la retaguardia; Eguinhardo, prepósito de la mesa del rey; Anselmo, conde del palacio, etc., etc. Treinta y cuatro años después, Luis el Benigno, hijo de Carlo―Magno, invadió la Navarra por Roncesvalles, y al volver á Francia por este mismo punto, quisieron repetir en él los montañeses la pasada hazaña: pero Luis el Benigno tomó varias precauciones, como fué esplorar el desfiladero y los valles cercanos, y apoderándose de todas las mugeres y niños de los habitantes, colocarlos en el centro de su ejército, y en fin, mandar ahorcar á uno de sus caudillos, y transitó libremente. A últimos del año 823 Eblo y Asenario, condes de las marcas de Vasconia por el rey de Aquitania, entraron también por Roncesvalles con numerosas fuerzas, pero al retirarse sufrieron un horrible destrozo en el célebre desfiladero, por los naturales auxiliados en esta ocasión por los moros, quedando ambos condes prisioneros. Estos repetidos triunfos dieron lugar á que los valientes reyes de Navarra mirasen con predilección á Roncesvalles, en donde construyeron varias iglesias. La principal fué la de Santa María, fundada por Sancho el Fuerte para enterramiento suyo y de sus descendientes; y en la cumbre del monte, cerca de una capilla llamada de Garlo―Magno, edificó también un hospital dotado magníficamente para recoger lor enfermos, y hospedar los peregrinos. Todos los reyes sucesores de Sancho el Fuerte, continuaron enriqueciendo á la renombrada iglesia de Santa María, y le concedieron el señorío del pueblo de Roncesvalles, que fué incendiado el año 1400. Gaston, conde de Foix, pretendiente á la corona de Navarra por los derechos que á ella tenia su esposa doña Leonor, murió en Roncesvalles el año 1472, y en el de 1559 llegó la reina doña Isabel de la Paz, que venia de París acompañada del duque de Vandome y del cardenal de Borbon, y fué recibida en este pueblo por el duque del Infantado, el arzobispo de Toledo, y otros personages. En 1813, Soul á la cabeza de treinta y cinco mil hombres, atacó á Roncesvalles que defendían los generales ingleses Cole y Bying, que se vieron precisados á retirarse.
El señalado triunfo sobre las tropas de Carlo―Magno, es el mas célebre recuerdo de Roncesvalles, y existen mil romances en que se describe la muerte de

martes, febrero 07, 2012

Viage ilustrado (Pág. 612)

aquel cuerpo muerto con su agudo puñal, varias en partes... Volvió Orsini al castillo, salióle a recibir Engracia con las mayores muestras del mas puro cariño, y él por su parte disimulndo también el furor que le devoraba, abrazó a la pérfida esposa y la dijo, que apenas llegado a Pamplona con mosen Fernando, habia dado la vuelta para volar á su lado, y celebrar juntos al dia siguiente, el primer aniversario de su dichosa union. Al efecto dispuso un gran banquete al que asistieron varios nobles del pais inmediato. A uno de estos llamó la atención un cierto objeto, cubierto con un paño de seda rojo, que dos criados colocaron cuidadosamente en un ángulo del salon; mas Octavio Orsini le dijo era un presente con que pensaba sorprender agradablemente á su esposa después de la comida. Reinó en esta la mayor alegría, y á los postres sirvieron cierta especie de jelatina, en tantos platos como convidados habia. El destinado para Engracia se distinguía de los demás, por una cifra de confitura en que se leia su nombre, galantería que fué celebrada por todos. En seguida hizo traer Orsini el objeto encubierto de que hablamos antes, que era un largo cajón, del que entregó la llave á su esposa; fué esta á abrirlo gozosa, y retrocedió dando un espantoso grito. Todas las miradas de los circunstantes se dirigieron al fondo de la caja misteriosa, y descubrieron con horror un esqueleto, que en sus manos recientemente descarnadas, tenia un pergamino en el que se leia en abultados caracteres:


«Yo fui mosen Fernando de Alvarado.»


Orsini con infernal sonrisa dijo entonces á Engracia: «Mírale, infame adúltera, mírale y emplea en esa agradable ocupación, los pocos momentos que te restan de vida, pues acabas de comer el corazón de tu cómplice, preparado por mí con una activa ponzoña que te hará morir con horribles dolores. Dicho esto, desapareció Octavio Orsini, y no se le vio mas; se dijo habia vuelto á su pais. Inútil es añadir que Engracia murió en efecto pocos momentos después.
Sangüesa es población antigua y de origen desconocido; estaba situada en lo primitivo donde hoy la pequeña villa de Rocaforte, que se llamó también Sangüesa la Vieja. Era alli una de las fortalezas que defendian la frontera de Navarra contra los aragoneses. En 1034 fué donada en rehenes por el rey Sancho III, el de Peñalen, al de Aragón don Ramiro I. Sancho Ramirez la dio fueros, y su hijo Alfonso, el Batallador, la trasladó al sitio que hoy ocupa, pero conservando algunos habitantes en el antiguo. Los fueros y franquicias de Sangüesa fueron aumentados en 1298 por Felipe el Hermoso, y en 1307 por Luis Hutin. A este mismo escribieron los habitantes de Sangüesa una carta el 22 de agosto de 1311, en que le participaban que el ejército del rey de Aragón estaba cercando á Pitilla, pero que se ofrecían á marchar á su socorro, con tal que enviase algunos soldados de refuerzo, lo que Luis verificó. También derrotaron los moradores de Sangüesa á los aragoneses en el vado de San Adrian, apoderándose en esta jornada del pendón real, por lo que esta ciudad cambió sus antiguas armas, que consistían en castillo en campo de plata, en los cuatro palos de gules de Aragón, á los lados las letras S A, y al timbre corona real. Una inundación del rio Aragón destruyó en 1330 la mayor parte de la ciudad, desastre que se repitió en 1431 y en 1787.
De Sangüesa habia salido la reina doña Juana Enriquez en 1452 á encontrar á su esposo don Juan II, cuando se sintió acometida de los dolores de parto, y dio á luz en Sos, al célebre Fernando el Católico. También figura Sangüesa en la historia moderna, pues en sus cercanías consiguió Mina el 11 de enero de 1812, un señalado triunfo contra los franceses, y en la última guerra sostuvieron en ella una acción los caudillos carlistas Manolin y el Rojo de San Vicente.
Se pasa después por Liedena (1), pequeño lugar de sesenta y ocho casas, y dejando á la derecha el rio Salazar. Lumbier, es la antigua capital de los pueblos Ilumberitanos, que menciona Plinio entre los que estaban sujetos al convento jurídico de Zaragoza. Fué repoblada esta villa por Sancho el Fuerte, y Teobaldo I, que la concedieron fueros. Ocupa una montaña entre los rios Irati y Salazar, tiene un monasterio de benidictinas, una parroquia con nombre de la Asuncion de la Vírgen, cuatro ermitas, dos paseos con árboles y trescientas casas habitadas por mil seiscientas personas. A tres cuartos de legua de Lumbier y al terminar la garganta de Foz, habia entre dos peñascos un atrevido puente que cruzaba el Irati, llamado puente del Diablo después de Jesus, que dirigía á Jaca, y fué cortado por el general Mina en la guerra de la Independencia.
Lumbier pertenece al valle de Aibar, que comprende muchas poblaciones y está rodeado de una sierra altísima en cuyo centro se ve la villa capital del mismo nombre. Pertenecen á este valle algunas leyendas históricas, entre las que no debe pasar olvidada la del célebre Sancho Abarca. Cuentan que su padre García Garcés ó García Iñiguez, como le llaman otros, tuvo en el valle de Aibar una reñida batalla con los moros, en la que después de combatir valerosamente cayó traspasado de heridas. Su varonil esposa, doña Urraca, que se hallaba en cinta y le acompañaba en esta jornada, fue también muerta de un golpe de lanza, quedando su cuerpo en el campo de batalla. A la sazón acertó á pasar un noble paladin, llamado Sancho de Guevara, y viendo al infante que sacaba el brazo por una de las heridas de la madre acordó de abrir el vientre y sacar el niño (2). Llevósele el buen caballero á su castillo, donde le educó secretamente disfrazado de pastor, hasta que cumplidos diez y nueve años lo presentó á las Cortes que lo aclamaron rey. Hízose Sancho digno de este título, pues fué uno de los guerreros mas célebres de su tiempo; estendió por todas partes los límites de su pequeño reino y pasó los Pirineos para conquistar la parte de Vasconia, que obedecía á los reyes de Francia. En tanto los moros penetraron en Navarra, llegando hasta cerca de Pamplona. Don Sancho, no obtante lo crudo de la estación en lo mas rigoroso del invierno, voló á socorrer su capital, y para que los soldados pudiesen trepar por los puertos cubiertos de nieve, los hizo calzar abarcas, motivo por el que se dio á este soberano el nombre de Abarca. Retiróse por algún tiempo al monasterio de Leyre, y después de un glorioso reinado murió en la batalla de Gollanda, peleando cuerpo á cuerpo con el famoso conde de Castilla Fernán Gonzalez.
El célebre monasterio cisterciense de San Salvavador de Leyre, tan renombrado en las crónicas na–

(1) Aquí hay una barca para pasar el rio Irati.
(2) Mariana, libro VIII, cap. IV.

domingo, febrero 05, 2012

Viage ilustrado (Pág. 611)

fiere en Caseda como sucedida allí, y de que no debemos privar á nuestros lectores.
Corría el último tercio del siglo XV, y era señor del castillo y villa de Caseda, el muy noble y valiente caballero mosen Fernando de Alvarado. Habíase distinguido por sus proezas en la guerra de Napoles á las órdenes del famoso Alfonso V, rey de Aragón, y Juan II hermano de éste, que reuniendo á aquel reino el de Navarra, recompensó á mosen Fernando con el rico dominio de Caseda. Habia éste traído de Italia un famoso médico, anciano doctor de la universidad de Pádua, llamado Octavio de Orsini, al cual mas bien que como asalariado, miraba al señor de Caseda como particular amigo, pues le debía la vida, que de resultas de sus heridas hubiera perdido, á no haber sido salvado por él. Un día el alcalde, acompañado de dos jurados, presentó al señor feudal un largo pergamino para que se dignara trazar en él su firma, y autorizarlo con su sello. Era una sentencia de muerte pronunciada contra una bellísima joven, que tenia por nombre Engracia, acusada de judaizante, y que pertenecia á una familia de cristianos nuevos. Mosen Fernando de Alvarado firmó y selló sin titubear, y fijó la ejecución de la sentencia, que debía ser en la hoguera, para la tarde del día siguiente. En efecto, llegada la hora fatal, se veia un rico repostero recamado de oro, y en el que estaba bordado el escudo de armas del señor, cubriendo el principal balcón del castillo, y al frente, en la espaciosa esplanada, una pira formada por maderos cruzados unos sobre otros, y de entre los que sobresalía un alto poste ó columna de piedra, rodeado de cadenas de hierro, al que debia sujetarse la victima. Al pie de la pira, que estaba cercada de soldados, se veia un hombre de formas atléticas, de torba miraba y siniestro aspecto, con una tea encendida en la mano, que era el sayón señorial, y á pocos pasos una especie de galería alta, que ocupaban el alcalde y los jurados, qué debían presenciar la ejecución. Dejóse ver mosen Fernando de Alvarado, acompañado de Orsini, en el balcón que antes mencionamos, y á los pocos instantes, un murmullo de la multitud, anunció la llegada de la infeliz Engracia. Marchaba ésta á la muerte con paso tardío, sus negros ojos desencajados derramaban un torrente de lágrimas, y la vida parecia iba á abandonarla antes de llegar al sitio fatal. Al pasar rodeada de su fúnebre comitiva por bajo el balcon. dirigió una mirada de suplica, y que encerraba un tesoro de dolor incomensurable al doctor Octavio. Aquella mirada encendió instantáneamente en el helado corazon del anciano, la llama mas devoradora que existió jamas. Arrojóse á los pies de Alvarado y le gritó:
— ¡Señor, gracia para esa muger!... dádmela, y pedidme en cambio mi vida.
— ¡Doctor, qué decís!
— ¡Oh, no me neguéis su perdón... recordad que á no ser por mí, hubierais muerto en Italia de vuestra última herida!
Habia tanta verdad, tanto fuego en las súplicas de Orsini, que mosen Fernando hubo de acceder á su repentina demanda, y estendió su lienzo blanco gritando: ¡perdón! ¡perdón!
Estas voces de consuelo llegaron al oido de Engracia cuando ya el verdugo rodeaba su delicado talle con la gruesa cadena, y no pudiendo soportar la terrible transición de la muerte á la vida, perdió los sentidos. Octavio Orsini penetró por entre la multitud, cual el impetuoso torrente que se desgaja de la montaña al valle, desató con robusta mano los hierros que aprisionaban á Engracia, la cogió en sus brazos, y corrió rápidamente al castillo donde se encerró en su aposento con su preciosa carga.
Pocos dias habían pasado después de este suceso, cuando Orsini pidió á mosen Fernando licencia para casarse con su vasalla Engracia. Otorgósela aquel asombrado al ver á un decrépito anciano poseido de una pasión amorosa tan ardiente, y quiso ser el padrino. Verificáronse los desposorios con toda la pompa de la época, en la capilla del castillo; hubo saraos á los que concurrió la mayor parte de la nobleza navarra, trocadores provenzales, músicos de Italia, fuegos de artificio y lidia de toros.
Vivia feliz Orsini con su bella esposa, cuando un su doméstico que trajera desde Napoles, y en quien tenia depositada toda su confianza, vino á anunciarle la mas terrible nueva. Mosen Fernando amaba y era correspondido de Engracia, á la que veia todas las tardes en un cenador del parque, cuando aquel figuraba ir á la caza, y en tanto el deshonrado esposo se entregaba con ardor á sus estudiosas tareas. Apenas podia Octavio Orsini dar crédito á tan horrible traición, y resolvió convencerse por sus ojos. Verificóse esto en la tarde siguiente, en que oculto entre el ramage del cenador indicado, oyó el coloquio de los adúlteros, que estaban muy ágenos de sospechar eran espiados. Orsini, sin embargo, tuvo bastante valor para ocutar su rabia, con objeto quizás de preparar mejor la venganza.
Conversaban cierta noche tranquilamente el señor de Caseda, Engracia y Octavio, cuando un mensajero desconocido que se anunció como enviado del rey don Joan el II, puso en sus manos un escrito que solo contenia estas palabras : «El rey á mosen Fernando de Alvarado, señor del castillo y villa de Caseda, salud. Tan luego recibáis estas mis letras, os pondréis en camino secretamente, y acompañado tan solo de un escudero, y vendréis á encontrarnos á esta nuestra buena ciudad de Pamplona, donde os confiaremos una delicada misión muy importante al servicio de Dios y de nuestra corona real.» Escusado es decir que mosen Fernando se dispuso á marchar inmediatamente, y habiéndose ofrecido Orsini á acompañarle, no quiso llevar consigo ningún otro servidor. Al llegar ambos viageros á un espeso bosque se vieron de improviso rodeados por seis bandidos enmascarados, que a pesar de la desesperada resistencia que intensó oponerles Alvarado, se apoderaron de uno y otro, y les condujeron al interior de una caverna que habia en el corazón del bosque. Aqui Orsini depuesto ya todo disimulo, y ebrio con el placer de la venganza, dijo á mosen Fernando que el escrito del rey era fingido para atraerlo solo á aquel lugar retirado; que los seis bandidos no eran sino seis amigos suyos, interesados en el desagravio de su honor, y que iba á morir en aquel instante. No dio tiempo Octavio Orsini á que mosen Fernando articulase una sola palabra, pues al acabar de hablar, le hirió con su puñal en la garganta, y cayó al suelo envuelto en su sangre. Saboreó con placer el implacable viejo hasta el último instante, la dolorosa agonía de su rival, y luego no satisfecha su venganza, abrió el cadáver, sacó el corazón que daba su último latido, y lo guardó cuidadosamente en una bolsa de cuero. Después continuó, sin duda para hacer observaciones quirúrgicas, sajando