varras, está situado en un desierto solo poblado de árboles, á la falda de una áspera montaña, erizada de peñascos colosales que forman parte de la sierra de Leyre, aunque á bastante altura para descubrirse un bellísimo paisage salpicado de multitud de pueblos y fertilizado por el Aragón. El origen del monasterio es remotísimo; mas habiéndose incendiado hace largos años el archivo, se ignora á punto fijo la época de su creación. Créese, sin embargo, del tiempo de los godos; algunos escritores respetables señalan el año 560 y añaden otros que fue reedificado por el célebre Iñigo Arista, verdadero fundador del reino navarro. En el siglo IX el mártir y escritor San Eulogio, presbítero cordobés, visitó este monasterio. En él tomó la cogulla (según tradiciones y privilegios antiguos) un tal Fortun, hermano mayor de Sancho Abarca y que reinó en Sobrarbe ó Navarra antes que éste, y en 1023 un concilio celebrado en Pamplona y presidido por el rey Sancho el Mayor, acordó que todos los obispos de aquella iglesia fuesen elegidos de entre los monges de Leyre. En el año 1236 ocuparon este monasterio los cistercienses en vez de los benedictinos, y fué el primer abad de aquellos, don Domingo de Mendavia. Subsiste un necrologio redactado en Leyre el año de 1074 en el que se espresan los nombres de los personages y nobles alli sepultados. La predilección de los reyes y su devoción por este antiguo asilo de tantos hombres grandes, acumuló en él muchos privilegios y grandes riquezas. Tenia Leyre señorío sobre cincuenta y ochenta pueblos y setenta y una iglesias y monasterios, y cuando la supresión de los regulares aun poseía considerables rentas. La material del edificio, que muy en breve se convertirá en un monton de escombros, como producto de repetidas renovaciones, es de escaso mérito. Sin embargo, la iglesia es digna de consideración y hay en ella varios objetos notables, como son el altar mayor, el arca de marfil que custodia los cuerpos de las santas mártires Nunila y Alodia, cubierta de inscripciones arábigas y relieves que representan una cacería. Otra arca en que está el de San Virila, abad del monasterio de Samos en Galicia, y después de Leyre, y el panteón real compuesto de cuatro urnas de madera con inscripciones que espresan estar alli los restos de Sancho Garcés, Jimeno Iñiguez, Iñigo Arista, García Iñiguez, Fortun VIII, Sancho Abarca, García Sanchez, Sancho García, García Sanchez, Ramiro XIII, Andrés Prínpipe, Martin Phebo Príncipe y siete reinas. Debemos advertir que muchos de estos nombres son del todo desconocidos en la historia.
Navascues es una población que nada ofrece de notable.
No hay nadie que desde la niñez no haya oido hablar mil veces del famosísimo sitio de Roncesvalles, el mas famoso quizás de toda nuestra España; de la célebre batalla que en él tuvo lugar, de Roldan y los doce pares de Francia, de Bernardo del Carpio y de todo el acompañamiento de guerreros, caballeros y peones, pages, escuderos y hasta gigantes, hechiceros y encantadores de que tanto han abusado los poetas malos y buenos desde tiempo inmemorial hasta hoy. Dejaremos primero hablar á la historia y daremos lugar á la poesía.
Corría el año 778, cuando el gran emperador Carlo―Migno penetró por este desfiladero en el territorio español, con objeto de apoderarse de Zaragoza, y aumentar su vasto imperio con todo el pais, comprendido entre los Pirineos y aquella ciudad, que le habia prometido su walí Soleiman Ibn-el-Arabi. Los independientes y belicosos vascones, aliados de Carlo―Magno, miraron con temor amenazada su amada libertad, y los ambiciosos proyectos del orgulloso caudillo de los francos y germanos, y juraron vengarse. No habiendo logrado aquel lo que intentaba, por haber faltado á su promesa el gobernador árabe, se retiró despechado con su hueste, saqueando á su paso las poblaciones, ya perteneciesen á los moros, ya á los cristianos, y desmantelando las plazas fuertes como Pamplona. Cuando tocaba los límites de Francia cargado de ricos despojos y preseas, los vascones que le aguardaban emboscados en los desfiladeros de Roncesvalles, arrojaron sobre su hueste grandísimas rocas, la acometieron con indecible furor, y le causaron la mas horrible matanza. La retaguardia especialmente, quedó del todo destrozada, y se contaron entre los muertos los principales caudillos del ejercito francés. Los mas notables fueron Orlando, Rolando, Hurodlando ó Roldan, (que con todos estos nombres es conocido), conde ó prefecto de la marca de Bretaña, y gefe aquel dia de la retaguardia; Eguinhardo, prepósito de la mesa del rey; Anselmo, conde del palacio, etc., etc. Treinta y cuatro años después, Luis el Benigno, hijo de Carlo―Magno, invadió la Navarra por Roncesvalles, y al volver á Francia por este mismo punto, quisieron repetir en él los montañeses la pasada hazaña: pero Luis el Benigno tomó varias precauciones, como fué esplorar el desfiladero y los valles cercanos, y apoderándose de todas las mugeres y niños de los habitantes, colocarlos en el centro de su ejército, y en fin, mandar ahorcar á uno de sus caudillos, y transitó libremente. A últimos del año 823 Eblo y Asenario, condes de las marcas de Vasconia por el rey de Aquitania, entraron también por Roncesvalles con numerosas fuerzas, pero al retirarse sufrieron un horrible destrozo en el célebre desfiladero, por los naturales auxiliados en esta ocasión por los moros, quedando ambos condes prisioneros. Estos repetidos triunfos dieron lugar á que los valientes reyes de Navarra mirasen con predilección á Roncesvalles, en donde construyeron varias iglesias. La principal fué la de Santa María, fundada por Sancho el Fuerte para enterramiento suyo y de sus descendientes; y en la cumbre del monte, cerca de una capilla llamada de Garlo―Magno, edificó también un hospital dotado magníficamente para recoger lor enfermos, y hospedar los peregrinos. Todos los reyes sucesores de Sancho el Fuerte, continuaron enriqueciendo á la renombrada iglesia de Santa María, y le concedieron el señorío del pueblo de Roncesvalles, que fué incendiado el año 1400. Gaston, conde de Foix, pretendiente á la corona de Navarra por los derechos que á ella tenia su esposa doña Leonor, murió en Roncesvalles el año 1472, y en el de 1559 llegó la reina doña Isabel de la Paz, que venia de París acompañada del duque de Vandome y del cardenal de Borbon, y fué recibida en este pueblo por el duque del Infantado, el arzobispo de Toledo, y otros personages. En 1813, Soul á la cabeza de treinta y cinco mil hombres, atacó á Roncesvalles que defendían los generales ingleses Cole y Bying, que se vieron precisados á retirarse.
El señalado triunfo sobre las tropas de Carlo―Magno, es el mas célebre recuerdo de Roncesvalles, y existen mil romances en que se describe la muerte de
Navascues es una población que nada ofrece de notable.
No hay nadie que desde la niñez no haya oido hablar mil veces del famosísimo sitio de Roncesvalles, el mas famoso quizás de toda nuestra España; de la célebre batalla que en él tuvo lugar, de Roldan y los doce pares de Francia, de Bernardo del Carpio y de todo el acompañamiento de guerreros, caballeros y peones, pages, escuderos y hasta gigantes, hechiceros y encantadores de que tanto han abusado los poetas malos y buenos desde tiempo inmemorial hasta hoy. Dejaremos primero hablar á la historia y daremos lugar á la poesía.
Corría el año 778, cuando el gran emperador Carlo―Migno penetró por este desfiladero en el territorio español, con objeto de apoderarse de Zaragoza, y aumentar su vasto imperio con todo el pais, comprendido entre los Pirineos y aquella ciudad, que le habia prometido su walí Soleiman Ibn-el-Arabi. Los independientes y belicosos vascones, aliados de Carlo―Magno, miraron con temor amenazada su amada libertad, y los ambiciosos proyectos del orgulloso caudillo de los francos y germanos, y juraron vengarse. No habiendo logrado aquel lo que intentaba, por haber faltado á su promesa el gobernador árabe, se retiró despechado con su hueste, saqueando á su paso las poblaciones, ya perteneciesen á los moros, ya á los cristianos, y desmantelando las plazas fuertes como Pamplona. Cuando tocaba los límites de Francia cargado de ricos despojos y preseas, los vascones que le aguardaban emboscados en los desfiladeros de Roncesvalles, arrojaron sobre su hueste grandísimas rocas, la acometieron con indecible furor, y le causaron la mas horrible matanza. La retaguardia especialmente, quedó del todo destrozada, y se contaron entre los muertos los principales caudillos del ejercito francés. Los mas notables fueron Orlando, Rolando, Hurodlando ó Roldan, (que con todos estos nombres es conocido), conde ó prefecto de la marca de Bretaña, y gefe aquel dia de la retaguardia; Eguinhardo, prepósito de la mesa del rey; Anselmo, conde del palacio, etc., etc. Treinta y cuatro años después, Luis el Benigno, hijo de Carlo―Magno, invadió la Navarra por Roncesvalles, y al volver á Francia por este mismo punto, quisieron repetir en él los montañeses la pasada hazaña: pero Luis el Benigno tomó varias precauciones, como fué esplorar el desfiladero y los valles cercanos, y apoderándose de todas las mugeres y niños de los habitantes, colocarlos en el centro de su ejército, y en fin, mandar ahorcar á uno de sus caudillos, y transitó libremente. A últimos del año 823 Eblo y Asenario, condes de las marcas de Vasconia por el rey de Aquitania, entraron también por Roncesvalles con numerosas fuerzas, pero al retirarse sufrieron un horrible destrozo en el célebre desfiladero, por los naturales auxiliados en esta ocasión por los moros, quedando ambos condes prisioneros. Estos repetidos triunfos dieron lugar á que los valientes reyes de Navarra mirasen con predilección á Roncesvalles, en donde construyeron varias iglesias. La principal fué la de Santa María, fundada por Sancho el Fuerte para enterramiento suyo y de sus descendientes; y en la cumbre del monte, cerca de una capilla llamada de Garlo―Magno, edificó también un hospital dotado magníficamente para recoger lor enfermos, y hospedar los peregrinos. Todos los reyes sucesores de Sancho el Fuerte, continuaron enriqueciendo á la renombrada iglesia de Santa María, y le concedieron el señorío del pueblo de Roncesvalles, que fué incendiado el año 1400. Gaston, conde de Foix, pretendiente á la corona de Navarra por los derechos que á ella tenia su esposa doña Leonor, murió en Roncesvalles el año 1472, y en el de 1559 llegó la reina doña Isabel de la Paz, que venia de París acompañada del duque de Vandome y del cardenal de Borbon, y fué recibida en este pueblo por el duque del Infantado, el arzobispo de Toledo, y otros personages. En 1813, Soul á la cabeza de treinta y cinco mil hombres, atacó á Roncesvalles que defendían los generales ingleses Cole y Bying, que se vieron precisados á retirarse.
El señalado triunfo sobre las tropas de Carlo―Magno, es el mas célebre recuerdo de Roncesvalles, y existen mil romances en que se describe la muerte de
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