viernes, agosto 10, 2012

Viage ilustrado (Pág. 671)

citado año se entregó la ciudad á los cristianos, incorporándose en los estados que componían la corona de Aragón. Pedro IV el Ceremonioso, cuando las guerras con el rey de Castilla, edificó nuevas murallas á esta ciudad (que son las que existen), dando mayor estension á su recinto. En el siglo XVI tomó una gran parte en la guerra de las Germanías, y en el XVIII en la de sucesión, en la que se declaró por el archiduque. El 23 de mayo de 1808 dio esta ciudad el grito de guerra contra los franceses; pero manchó tan noble alzamiento con multitud de asesinatos y otros actos de ferocidad. En junio del mismo año pusieron sitio á Valencia los franceses, que les opuso una bizarra resistencia, y los enemigos se retiraron. En marzo de 1810 volvió á ser sitiada por el mariscal Suchet, que también tuvo que retirarse; pero volviendo á fines del mismo año, logró tomar la plaza por capitulación á principios de 1811, permaneciendo en poder de los franceses hasta julio de 1813, en que la abandonaron. En abril del año siguiente entró en Valencia Fernando VII de vuelta de su cautiverio, y le fué presentada la célebre esposicion que firmaron los sesenta y nueve diputados llamados los Persas. El 4 de mayo espidió el famoso decreto en que se derogaba el régimen constitucional, y se volvia al absoluto. Desde entonces ocurrieron en esta ciudad muchísimos acontecimientos de la mayor importancia para la historia, pero son demasiado cercanos, y por o mismo de todos conocidos. Las armas de Valencia son en los ángulos cuatro palos de Aragón y Cataluña, de gules en campo de oro; al timbre un yelmo con un murciélago por cimera, y á los lados dos LL coronadas, aludiendo á su dictado de Lealísima. Muchísimos son los hombres célebres aqui nacidos, y no podemos mencionarlos todos; pero lo haremos de los principales, como son los santos Pedro Pascual, Vicente Ferrer, Francisco de Borja, Nicolás Factor y Luis Beltran; los guerreros Hugo de Moncada y Juan de Agulló, los escritores y poetas Juan Luis de Vives, Bernardo Fenollar, Escolano, Benter, Miñano, Cabanilles y Folch de Cardona, y los pintores Rivalta y Falcó.
Valencia, como muchas de nuestras capitales, presenta por todas partes recuerdos de la dominación de los moros. Las calles muy estrechas y tortuosas, con objeto de evitar la entrada á los rayos del sol, la multitud de torres y jardines en que descuellan algunas palmeras, los frecuentes sonidos de la dulzaina morisca, y aun el trage de los labradores de la huerta, completan la ilusión de una ciudad árabe. En el dia se mejora bastante el anticuado aspecto de la población con nuevas construcciones á la moderna. Muchos y magníficos edificios religiosos y civiles embellecen á Valencia. Siguiendo nuestra costumbre, empezaremos por los primeros, entre los que merece la preferencia la iglesia metropolitana, ó sea la Seo. Fué primero en tiempo de los romanos templo dedicado á Diana, después bajo la dominación goda iglesia con advocación de San Salvador; luego convertida en mezquita por los moros, devuelta al culto cristiano por el Cid Campeador, que la dio el título de San Pedro, después mezquita por segunda vez; y finalmente, fué purificada por Jaime el Conquistador, y dedicada á la Virgen como subsiste. Reedificóse en los siglos XIII y XVII, por lo que presenta una mezcla de arquitectura gótica y griega. Pertenecen á la primera la grandiosa torre de las campanas llamada el Miguelete, las puertas de los Apóstoles y del Patán (1), y la sala capitular, donde se ve la colección de retratos de todos los prelados valencianos, y una gran cadena que cerraba el puerto de Marsella, y que fué rota por las galeras de Alfonso V. El interior de este templo, dividido en tres naves, está en su mayor parte adornado con jaspes. Comprende quince capillas, en las que hay muy buenos cuadros, obras de artistas del pais. La mayor es casi toda de mármol, y el altar forma un gran relicario cerrado con puertas que ostentan bellas pinturas. Al lado del presbiterio se ve colgado un trofeo histórico compuesto del escudo del rey don Jaime con los cuatro bastones rojos de Aragón, sus espuelas y el bocado de su caballo (2). El coro, que está cerrado por una magnífica berja de bronce, contiene una buena sillería de nogal. Posee esta catedral un gran número de reliquias, entre otras el cáliz en que celebró Jesucristo la última cena, el cual fué trasladado de San Juan de la Peña, códices rarísimos y lujosos ornamentos. La longitud de todo el templo es de trescientos cincuenta pies, y la latitud en el cimero de doscientos diez y seis. El cimborio es bastante elevado y de figura octógona. El clero debe constar de un arzobispo, siete dignidades, veinte y cuatro canónigos, diez pavordes, y doscientos treinta y tres beneficiados. Tambien es parroquia, y como tal tiene un párroco y un vicario. Entre las otras parroquias sobresalen la de Santa Catalina, hermoso edificio que fué mezquita, adornado con una bella torre. Aqui se celebraban los certámenes y consistorios de los trovadores y hombres de la gaya ciencia, y aqui fué asesinado en 1843 el gefe político Camacho. La de San Esteban, que fué también mezquita, contiene el cuadro de Nuestra Señora de las Virtudes que el Cid llevaba en sus campañas, y una gran pila bautismal en que fueron bautizados San Vicente Ferrer, San Luis Beltran y el beato Nicolás Factor. La iglesia parroquial de San Bartolomé es digna de consideración por su magnificencia y antigüedad, pues fué fundada en el imperio de Constantino, y subsistió abierta al culto cristiano durante la estancia de los moros. Entre los muchos conventos que contaba esta gran ciudad, debemos mencionar á Santo Domingo, erigido por Jaime I el Conquistador, y que ostenta entre otras bellezas dos magníficas capillas denominadas de los Reyes y de San Vicente Ferrer, en donde están sepultados los padres de este santo, y un claustro gótico (3). El Temple, que ocupa el solar del palacio de los reyes moros, que perteneció á los caballeros de aquella orden, y después á los de Montesa, es un edificio suntuoso y de moderna fábrica. La iglesia consta de tres naves y está adornada con columnas corintias. Aqui están establecidos el liceo valenciano y las oficinas de hacienda pública. El Betis, convento de San Pio V, está destinado á hospital militar. En el de monjas de Santa Tecla se conserva in-

(1) Se ven en esta puerta catorce cabezas de piedra, siete de hombres y siete de mugeres, que representan los primeros guerreros que se casaron en Valencia cuando la conquista. Para repoblar la ciudad, cada uno trajo cierto número de doncellas, entre todas trescientas, las que fueron dotadas por et rey, y se casaron todas.
(2) El dia que entró don Jaime en Valencia entregó estas prendas á Juan de Pertina, su caballerizo mayor, que las depositó en la capilla de San Dionisio. Hoy son propiedad del marqués de Malferit, descendiente de aquel.
(3) Está ocupado por el parque de artillería y la capitanía general.

miércoles, agosto 01, 2012

Viage ilustrado (Pág. 670)

El camino real que conduce desde Murviedro á Valencia es vistoso en estremo, pues atraviesa un bellisimo pais cubierto de lindos pueblos y variedad de producciones, como trigo, maiz, seda, algarrobas, alubias, alfalfa, babas y aceite. La primera población que se encuentra es Rafel–Buñol, que dista legua y media de Murviedro y muy cerca de la que pasa la carretera, luego Masamagrell, lugar de 1,207 habitantes, con una parroquia y un hospital, y que ya pertenece á la hermosa huerta de Valencia. Este territorio, que es propiamente un delicioso vergel, comprende una estension de tres leguas de longitud y un cuarto de latitud, limitado por el Mediterráneo y por una serie de altos montes, y ocupada por sesenta y dos pueblos, multitud de alquerías y barracas y 72,209 habitantes. El clima es en estremo dulce y benigno en todo el año, y la continua aplicación de los industriosos labradores, le hacen ser de los paises mas risueños y fértiles de Europa, asombrando al viagero que en tan corto espacio pueda subsistir población tan crecida. Sobre todo es pasmosa la economía y distribución de las aguas de riego, que provienen de las grandes acequias, que en número de ocho construyeron los moros en el siglo X. Para entender en los negocios relativos al riego existe un tribunal llamado de Aguas, compuesto de síndicos que nombran los pueblos, y que se reúnen por una antigua costumbre, todos los jueves á la puerta de la catedral. En estos juicios patriarcales no pueden mezclarse ni escribanos ni abogados, y las sentencias se ejecutan desde luego sin apelación. Las referidas ocho acequias toman el agua del rio Turia ó Guadalabiar, y de ellas se derivan una porción de canales ó acequias mas pequeñas. Déjase a la izquierda, y muy inmediato, el lugar de Emperador, y se pasa luego por el de Albalat dels Sorells, fundado por los moros, y cabeza de un condado que poseen los descendientes de mosen Tomás Sorells, que lo obtuvo en 1481, por Bon–repos (Buen reposo), á la derecha del barranco de Carraixet, por Tabernes Blanques, y Campanar, lugar compuesto de trescientas casas con una parroquia, donde se venera en una suntuosa capilla, la devota imagen de Nuestra Señora, que se dice hallada debajo de tierra en el siglo XVI, y en honor de la que se celebra una concurrida romería, dos ermitas y l614 habitantes. Después se pasa por el suntuosísimo monasterio de gerónimos, de San Miguel de los Reyes, que próximo á su ruina por el abandono en que se halla, y habitado solamente por algunas familias pobres, merece aqui un recuerdo. Fué edificado en 1538 (1) por el infante de Aragón, don Fernando, duque de Calabria y virey de Valencia, y su esposa doña Germana de Foix. Los arquitectos fueron primero Alfonso de Cobarrubias y Vidaña, y luego Juan Barreda y otros, que dieron á esta fábrica un aspecto tan suntuoso y magnífico, que fue digna del nombre que se le dio de Escorial valenciano. El frontispicio principal de la iglesia, que tiene 70 pies de altura, se compone de tres cuerpos y está flanqueado de dos torres, y el interior está adornado con pilastras de orden compuesto. Debajo del altar mayor, que es de muy buenos jaspes, están en panteón subterráneo los restos de los fundadores. El cimborio, la escalera principal y el claustro son dignos de la atención del artista, y este último es muy semejante al llamado de los Evangelistas en el Escorial. Poseia bellas pinturas y una selecta biblioteca. En seguida recorriendo de uno á otro estremo la estensa calle de Murviedro, penetremos en la hermosa ciudad del Cid por la antigua y suntuosa puerta de Serranos (2).
Es tanto lo que hay que decir de esta célebre y grandiosa población bajo todos aspectos, que era necesario consagrarle numerosas páginas; mas conformándonos con las dimensiones de esta obra, solo haremos una breve reseña de lo que encierra de mas notable, dando principio por su interesante historia.
Remóntase el origen de Valencia á los tiempos primitivos, y siempre se la conoció con el mismo nombre. Fué visitada por los fenicios y griegos que comerciaban en estas costas, y el grande Amilcar la subyugó con lo restante de este pais, denominado entonces Edetania. Pasó después al dominio de los romanos, y el cónsul Décimo Junio Bruto, que gobernaba á España, la donó con los campos cercanos, el año 13 antes de Cristo, á los soldados que habían hecho la guerra á las órdenes del famoso Viriato. En las guerras de Sertorio los valentinos, asi como los demas edetanos, se decidieron por aquel bizarro caudillo y en contra de los romanos, pero estos quedaron vencedores en una batalla que se dio á la orilla del Turia. Poco después fué esta ciudad elevada á la gerarquia de colonia con los privilegios de Lacio, con motivo de establecerse en ella muchos veteranos del ejército romano y tomó el nombre de Colonia Julia Valentia. Fué sin duda una de las primeras poblaciones que abrazaron el cristianismo, y de las ennoblecidas con silla episcopal. A mediados del siglo VI se celebró aqui un concilio, y en el siguiente fué desterrado á esta ciudad el príncipe San Hermenegildo por orden de su padre Leovigildo. A la entrada de los moros, Valencia (estos la llamaban Valentolat) formó parte del pequeño reino independiente que obedecía al godo Teudimero; pero luego quedó bajo el poder de los invasores, y fué uno de los mas principales waliatos ó gobiernos. En 822 fué sitiada por haber tomado el partido de Abdacá el Balendi (el Valenciano) contra el emir de Córdoba, su tio, luego formó parte de los estados de Hafsum, y después volvió á pertenecer al califato de Córdoba. En 1021 se erigió el wali de Valencia en emir ó soberano independiente, y su sucesor Abdel–Melek fué desposeído por el emir de Toledo, que se hizo dueño de Valencia en 1065. Los emires de Albarracin, Murviedro, Denia y Játiva, formaron una liga contra los Almorávides, que poseían á Valencia, y organizando un ejército compuesto de moros y españoles, lo confiaron al célebre Cid Campeador. Este valiente caudillo puso sitio á Valencia en 1094, y la conquistó, quedando en ella como gobernador ó wali hasta su muerte, ocurrida en 1101. Los cristianos condujeron, su cadáver a Cardeña. El año 1144 volvió esta ciudad á ser capital de un reino, que conservó su independencia hasta 1238, en que fué cercada por el valeroso don Jaime I el Conquistador, rey de Aragón. Cuatro meses duro el asedio, y el 28 de setiembre del

(1) Antes había en este sitió un pequeño monasterio de bernardos.

(2) Había aquí antiguamente una puerta denominada de Sagunto, y en 1365 se reedificó con la magnificencia y fortaleza que hoy tiene, con objeto de aumentar las defensas de la ciudad en la guerra que á la sazón se sostenia contra Pedro el Cruel, rey de Castilla.