lunes, marzo 07, 2011

Viage ilustrado (Pág. 552)



Covadonga

su recinto. Llamábase entonces este sepulcro Cuerpo Santo, aunque ya estaba vacío. El lucillo de la reina permanecía en aquella época en las afueras, «vacío y sin cubierta» como dice Carballo. A pocos pasos de la iglesia de Santa Eulalia ven un sitio llamado el Cueto, había una modesta casa de campo, solar y pertenencia de la familia del mismo nombre, de la que se descubren aun los cimientos y escombros en un pequeño campo rodeado de árboles. En ella solia residir don Pelayo, y alli le sorprendió.la última enfermedad en 737, siendo sepultado en la inmediata iglesia de Santa Eulalia, como nos refieren todas nuestras historias antiguas y modernas. Antes que Pelayo, había sido sepultada en la misma, su esposa doña Gaudiosa. De esta reina ignoraríamos el nombre y la existencia, á no revelarnos uno y otro el cronicón de Alfonso el Magno. Su nombre lo interpretan algunos por Agradable á Dios.
La iglesia de Abamia sirvió de refugio á varios monges de San Benito que á ella so acogieron en la época de la irrupción agarena, y que fundaron allí un monasterio en 737. En 802 se lee de nuevo el nombre del monasterio de Abelaniæ en la crónica de Albelda, pues en él fué encerrado por algunos meses el rey don Alfonso el Casto, cuando en el año onceno de su reinado se vio despojado de la corona por los magnates de Asturias, rebelados contra él por sus alianzas y tratados con Carlo–Magno.
Desde Abamia se baja á Corao, bonito lugar que dista un octavo de legua. Se compone de veinte y seis casas y dos ermitas, y está atravesado por el camino real que conduce desde Oviedo á Santander La situación de esta aldea es muy amena, pues cruzan su término los rios Gueña y Chico, cuyas orillas están cubiertas de castaños, abedules y álamos. Hay dos ferias muy concurridas en los meses de mayo y setiembre, bastante comercio en ganados, paños y utensilios de labranza, y 130 habitantes. Lo que especialmente la atención, son varias lapidas con inscripciones sepulcrales esparcidas por la población, conocidamente romanas, las que según creencia del pais tuvieron por objeto perpetuar la memoria de los guerreros célebres, muertos en una reñida batalla que en tiempo de la guerra de Augusto se dio en este territorio. Desde Corao se pasa á los famosos picos de Europa (1), que dividen a Asturias de la provincia de Santander, y se goza alli de las grandiosas vistas que se alcanzan desde sus elevadísimas y siempre nevadas cimas.
Después de pasar por los concejos de Cangas de Tineo, Teverga, Proaza y Grado, nos encaminaremos á Oviedo. Hablaremos de 1a fabrica de Trubia, donde se construyen bayonetas, cañones de fusil y aun de artillería, balas y toda clase de utensilios de hierro colado ó á martillo. Esta fábrica estuvo siempre al cuidado del cuerpo de artillería, y hoy la dirige el coronel de la misma arma señor Elorza á cuyo celo se debe la mayor parte de las mejoras que se han realizado en estos últimos años.
La ciudad de Oviedo, que alguos quieren sea la antigua Lancia, ciudad de los asturos, y la cual debe reducirse á Mansilla, fué edificada en el reinado de Fruela I, el año de Cristo de 762, con esta ocasión: dos varones religiosísimos Fromestano, abad, y su sobrino Máximo, presbítero, pidieron al rey licencia para edificar una basílica al levita y mártir de Cristo San Vicente. Fruela se la concedió por un privilegio por el cual les autoriza para poder allanar, desmontar y poblar el lugar que llaman Oveto. Era este un cerro cubierto de maleza seca del lugar donde se ejecutaba á los malhechores, como á dos leguas de la selva sagrada que los romanos llamaron Lucus Asturum, y en el que se construyó desde luego la basílica á la que se agregó un monasterio de monges benedictinos. Muchos cristianos se reunieron y desmontaron el cerro en que estaba la nueva iglesia, y fueron construyendo casas alrededor, atraídos no solo por la devoción, sino por la feraz y rica campiña inmediata. El rey Fruela al volver de una espedicion contra los gallegos, que se habían rebelado, pasó casualmente población, y prendado de la belleza del






(1) Llámanse vulgarmente los picos de Cornio, y forman una elevadísima cordillera en el partido judicial de Potes, que atraviesa los valles de Cillorigo y Valdevaro. Se toma el camiico desde Corao á Onis. etc.

sábado, marzo 05, 2011

Viage ilustrado (Pág. 551)

un rayo los jarales y maleza que lo tapizaban, quedó también convertida en cenizas la osada y piadosa construcción de Alfonso el Católico, que llevaba el nombre de Milagro de Covadonga. Desde aquel deplorable acontecimiento se trasladó la iglesia de la colegiata a la capilla de San Fernando del contiguo edificio que fué un dia el monasterio de Santa María. En sus principios estaba habitado por monges de San Benito, como asegura la escritura de fundación, y después por canónigos regulares de San Agustín. El rey don Felipe IV edificó las actuales casas de los canónigos y aumentó la escasa dotación que disfrutaban, renunciando en su beneficio un canonicato que en la colegiata de Covadonga poseían los reyes de España. El abad, que tiene asignación y categoría de mitrado, es también dignidad de la catedral de Oviedo. El edificio que hoy existe, renovado varias veces desde su fundación, es humilde, pero conserva aun restos de su primera arquitectura magestuosa y severa. Hasta el deplorable incendio de la antigua iglesia de la Cueva, estaban suspendidos cerca del sepulcro de Pelayo su espada y estoque. Aquella fué trasladada á Madrid por el abad de Covadonga cuando corrió á dar cuenta á Carlos III del inesperado desastre, y hoy, con el respeto que merece tan insigne trofeo, se conserva en la Armería real. El estoque de Pelayo permanece aun en la sacristía de la colegiata y su forma es muy estraña. Es de hierro, tiene cuatro filos y su longitud llegará á una tercia, cuatro gavilanes rodean el paño y suben hasta tocar el pomo en fisura de lira, dando á esta arma alguna semejanza á las antiguas espadas escocesas. Al pie del monte de la Virgen hay una reducida planicie desde la que según la tradición, hablaba el traidor obispo Opas á los cristianos que ocupaban la cueva, en la que y en el campo contiguo denominado de Reynazo, dio principio la sangrienta batalla que acabó en la vega de Santa Cruz de Cangas. Cerca de la referida planicie se ve la magnífica alcantarilla de piedra de sillería de 13 pies de alto y 8 de ancho, edificada por don Ventura Rodriguez, primer arquitecto de Cárlos III, que de órden de este monarca, pasó á Covadonga después del incendio para construir un nuevo templo digno del sitio y de sus recuerdos. La espresada alcantarilla tiene por objeto encerrar y cubrir el rio Deva que sale por debajo de la cueva de la Virgen, y servir de base al templo que debía edificarse. Ademas de la célebre cueva y colegiata, hay en Covadonga doce casas con huertas para los canónigos y dependientes de la colegiala, y un cómodo meson para los viajeros. En la sala capitular, que también sirve de biblioteca, hay un bonito album para firmar los viageros, el cual contiene ya algunas composiciones de mérito. La gran festividad de Covadonga es el 8 de setiembre y la misa y sermon se celebra bajo unos árboles, pues solo en el campo pueden acomodarse la multitud de concurrentes que aun van á pagar este tributo á las grandezas pasadas de nuestra patria. En cuanto al suceso histórico está aun grabado en el corazan de aquellos bizarros montañeses, que lo refieren á los viageros del mismo modo que nuestros cronistas y solo añaden estas poéticas tradiciones. Estaba la cueva dedica á la Virgen desde los primeros tiempos del cristianismo, y la primitiva imagen fué allí colocada por el apóstol San Pablo. Cuando la invasion agarena, estaba la cueva habitada por un anciano y santo ermitaño, y pocos dias antes de la célebre batalla llegó alli Pelayo persiguiendo á un bandido que fué á refugiarse al altar de la Virgen. El piadoso guerrero por respeto á la santidad del sitio le perdonó la vida, y el ermitaño profetizó entonces á Pelayo, que aquella santa cueva le acogería también á él y á los suyos, y que en ella alcanzaría un memorable triunfo. Dióle por prenda de la victoria la tosca cruz de madera que adornaba el altar, y lo despidió con su bendición. Esta tradición la menciona Carballo en sus antigüedades de Asturias. Dícese también en Covadonga, y lo apoyan algunas de nuestras historias, que las flechas de los moros de Alkhamak al tocar con sus puntas el gran peñasco, se volvían contra sus dueños y les daban la muerte; que don Opas fué mandado precipitar por don Pelayo desde unas altas peñas, y que en el momento fué arrrebatado su cuerpo por los diablos, y finalmente que todos los moros perecieron, y que el nombre de la Gusana que lleva un arroyo que del campo de Reynazo baja á unirse al Deva proviene de los muchísimos gusanos producidos en él por los cuerpos muertos.
Abandonemos este romántico sitio cubierto con las huellas de mil héroes, donde cada tronco de árbol, cada peñasco, cada trozo de terreno, es un monumento histórico y el recuerdo de una hazaña, y volvamos á pasar por el campo de Repelayo y la Riera para dirigirnos á la iglesia de Abamia que dista una legua de Covadonga.
En medio de dilatadas praderías, sobre la cúspide de una colina y en el mas risueño y poético paisage, se ofrece á la vista del viagero la vieja iglesia de Santa Eulalia de Abamia. Nuestras primeras crónicas la denominan de Belapnio, y según algunas debe su fundación al rey Pelayo, aunque puede demostrarse que este heroico principe solo la restauró y aumentó. Sus anchos sillares, pintados de color pardo por la mano del tiempo, y el severo gusto bizantino, que á despecho de los siglos ostenta este heroico edificio, le dan el mas venerable aspecto. Una rara cornisa formada por cabezas de hombres, de dragones ó de tarascas, circuye toda la parte superior y varios estribos «altos y fuertes» lejos de afearle le prestan fortaleza y magestad. La portada antigua es también notabilísima y está ornada con un tosquísimo bajo relieve en forma semicircular, que representa á nuestro modo de ver, el infierno, pues se ven en él varios diablos; uno de ellos sostiene una caldera, dentro de la que se ve la cabeza de un hombre, y por bajo de la que hay una hoguera; otro diablo arrastra á otro condenado por los cabellos para precipitarlo en los abismos eternos, etc., etc. La tradición del pais refiere que este bajo relieve fué mandado ejecutar por don Pelayo, en memoria de la muerte del traidor Opas; a quien, como ya hemos dicho, suponen arrebatado por los demonios en el momento de empezar la batalla de Covadonga. El interior do esta iglesia ofrece poco de particular, pues está renovada y blanqueada hace poco tiempo: solo merecen atención, un gran bajo relieve moderno situado en lo alto del retablo mayor y que representa la batalla de Covadonga, y los sepulcros vacíos de Pelayo y Gadiosa. Son estos enteramente iguales, el primero al lado del Evangelio y el segundo al de la Epístola.
En los primeros tiempos estaban uno y otro lucillo fuera de la iglesia, según costumbre antigua; pero en el siglo XVII el de Pelayo estaba ya dentro por haber alargado el templo, y quedar contenido entre

miércoles, marzo 02, 2011

Viage ilustrado (Pág. 550)

y empotrados en argamasa. En los alrededores de esta ermita se encontraron varios sepulcros. Estuvo abierta al culto hasta 1808.
De Cangas de Onis hay dos leguas cortas á Covadonga, y el camino real abierto por el gran Carlos III es en estremo agradable, pues va siempre á las orillas del Güeña, que son muy amenas. A la media legua de la referida villa se reúne este rio al Deva ó Diva, tan nombrado en nuestras historias, y cuya ribera no se abandona hasta llegar al célebre santuario. Después de andar una hora de camino, se encuentra el pequeño lugar de Soto que nada ofrece de particular mas que un antiguo palacio que pertenece á la familia del mismo nombre, que oslenta un robusto torreón en el cual, según las tradiciones, pasó repetidas veces el rey Pelayo durante sus espediciones guerreras. A muy pocos pasos está el Campo de la Jura, lugar donde algunos dias después de la batalla se reunieron los nuevos vasallos del nuevo rey para pronunciar el solemne juramento de fidelidad y pleito homenage, y Pelayo prometió guardar las sabias leyes godas del Fuero Juzgo, y hacer continua guerra á los enemigos de la patria. Para perpetuar la memoria de este hecho los jueces del concejo de Cangas de Onis tenian costumbre, hasta hace poco, de ir á tomar posesión de la vara de justicia al Campo de la Jura. Después de Soto se encuentra la Riera en donde está la casa ó palacio en que suele habitar el abad de Covadonga, y á muy pocos pasos, unas grandes rocas de granito que aseguran los aldeanos se pegaron al suelo porque los moros las querian arrojar contra los cristianos; pero es mas probable fuesen lanzadas por estos contra aquellos desde la cima del monte. También muestran los cangueses unas rayas ó surcos profundos en un peñasco que aseguran ser el resbalón del caballo de Pelayo, á quien nunca llaman rey sino infante, particularidad que ya notó el cronista Ambrosio Morales cuando de orden de Felipe II visitó á Covadonga. El valle por donde corren el Deva y el camino real, se va estrechando mas y mas á la salida de la Riera y muy cerca de Covadonga, esta un pequeño campo llamado de Repelayo, en el que los asturianos le detuvieron un momento en medio del combate en que ya eran vencedores, para alzar sobre el pavés, según la usanza goda, y proclamar rey, al que hasta entonces no fuera sino caudillo.
A pesar de lo familiarizada que tiene ya la vista el viagero con los magníficos cuadros de la naturaleza, queda sorprendido al descubrir á Covadonga. Diremos dos palabras de este sitio inolvidable.
Tres elevadísimos montes se ofrecen á la vista, que comprenden entre sí una estrecha vega El mas alto de estos y que está situado entre los otros dos, es también el mas célebre en los fastos de España y le daban el nombre de monte Auseba, pero hoy se llama montaña de la Virgen. Se calcula en 4,000 pies su elevación, y le sirve de cimiento un enorme peñasco de 180 de altura, roto por el rio Deva (1), que al caer impetuosamente forma una magestuosa cascada. En el centro de esta gigantesca roca, se ve la celebrada cueva que sirvió de refugio á Pelayo y sus bravos compañeros, y que era á la sazón conocida con el nombre de Covafonga, y Cueva de Santa María, como la llama la crónica de Alfonso el Magno. Su estension es próximamente de 30 pies de fondo y 40 de ancho por la boca. Otro tanto hay de altura desde el techo hasta el suelo, pero esta distancia va disminuyendo por la inclinación de la bóveda natural, hasta quedar reducida á 10 pies. El pavimento está formado en parte por el mismo peñasco, y parle por tablones, enclavados en vigas, que solo por un estremo encajan en aquel, y por el otro sustentan un gran balcón de madera, que corre por todo el frente de la cueva. A una punta de este balcón ó corredor se alza la ermita de Covadonga, que es muy pequeña, pues solo llega su estension á tres varas cuadradas, y otro tanto de elevación, y que fué construida en 1820. En su único altar se ve la imagen de la Virgen, bárbaramente escultada, pero de gran devoción en el pais. En una de las paredes de esta ermita, está empotrado el sepulcro del célebre Alfonso I, el Católico. El revoque que lo envuelve solo deja libre el testero en que se ve una lápida con este inscripción que dala del siglo XVI.

Áqui yace el católico y santo rey don Alfonso I, y su muger doña Ermenesenda, hermana de don Favila, á quien sucedió. Ganó este rey muchas victorias á los moros. Falleció en Cangas, año de 757.

Al frente de la ermita y en una gruta que tendrá de. largo como 12 pies y 4 de alto, se ve el tosco túmulo que encierra los restos del heroico don Pelayo, y que consiste en una gran tumba compuesta solamente de dos piedras el arca y la cubierta. Es mas angosta de los pies que de la cabeza, y no tiene adorno ni inscripción alguna. La rusticidad y pobreza de este sepulcro demuestra su veneranda antigüedad y robustece la vieja tradición que atribuye su fábrica al rey Alfonso el Católico, que en memoria de la celebre batalla erigió el monasterio de Santa María de Covadonga. y trasladó á la Santa Cueva el cadáver de su suegro don Pelavo, que yacia en Santa Eulalia de Belamio. La entrada de la covacha de que vamos hablando, está señalada con una ojiva que desde algunos años á esta parle, se ve tabicada y resguardada con una reja de hierro, pudiendo, no obstante, descubrirse el memorable lucillo, por una pequeña tronera que el tabique deja en claro. Sobre la referida ojiva se puso en el siglo XVI una pequeña lápida de mármol en la que se lee esta humilde inscripción:

Aqui yace el señor rey don Pelayo, elleclo el año de 716, que en esta milagrosa cueva dio principio á la restauración de España, venzidos los moros. Falleció, año ele 737, y le acompañan su muger y hermana.

Asi permanece este sagrado monumento, inmortal padron de nuestras glorias. Un farol luce de continuo, al lado de la gruta sepulcral de Pelayo, y muestra á los peregrinos que arriban á Covadonga durante la noche, el término de su devoto viage. La histórica cueva de la Virgen aumentada con un edificio de madera suspendido en el aire á la altura de 90 pies, y sostenido solamente por vigas como el corredor de que hicimos mención, sirvió de templo de la colegiala hasta el 18 de octubre de 1777, que incendiados por


(1) Este rio, que nuestros cronistas dicen «que creció y se hizo grande» con la sangre de los árabes, nace en las elevadísimas peñas llamadas picos de Europa, atraviesa algunas pradeñas y en la de Orandi se sumerge en una cueva, va ocultó por la montaña de la Virgen, y sale al campo de Peinano por debajo de la célebre cueva.