martes, diciembre 16, 2008

Viage ilustrado (Pág. 316)

Vista esterior de la catedral de San Pablo

comercio, los bancos particulares, etc. Todo el cuartel se agita y trabaja como las abejas dentro de su colmena. Cada puerta de color de madera de las islas tiene su martillo ó aldabón de bronce brillante, una ventanilla con su reja, y una plancha de metal con el nombre del dueño de la casa. En la parte esterior nada de particular, ningún incentivo que halague y atraiga las miradas. Estas oficinas, en donde se cuenta el dinero por millones, tienen asegurada su clientela desde siglos atrás, los hijos millonarios suceden á sus padres mas ricos que un nabab, y los herederos de estas familias no abandonan nunca su comercio, lo mismo que los primogénitos de los lores jamás renuncian á la dignidad de par. Este cuartel bulle y hormiguea de gente hasta las cinco de la tarde: después queda desierto, porque los comerciantes no moran allí.
A esta hora con aire modesto y paternal se retiran á sus suntuosos palacios de Portland–Place, de Regent–Streer, de Pall–Mall, de Burlington ó de Grosvenor–Square: hay algunos que se van á descansar á sus magníficas casas de campo para presentarse al dia siguiente con el humilde trage de mercader de la ciudad. Tanto como los franceses se dedican afectadamente á presentarse á la vista del público con lujo y esplendor, otro tanto el inglés se ingenia á desaparecer y confundirse entre la medianía del pueblo; aun en esta especie de hipocresía se encuentran maniáticos. Se citan algunos riquísimos banqueros que todas las mañanas van ellos mismos á la carnicería á comprar chuletas que llevan después á vista de todos á alguna taberna de Cheapside ó de Fleet–Street, en donde tendrán que asarlas ellos mismos; compran tres pences de pan de cebada, y después mascullan en público un almuerzo a lo espartano, al mismo tiempo que reciben alli sus primeras audiencias, y los sencillos mercachifles admiran en ellos la sencillez de las antiguas costumbres: ¡pobres gentes!
Puede decirse de esta mediocridad lo mismo que de la saca de lana sobre que se sienta el canciller; oro por encima y la saca ha desaparecido bajo de los pliegues de terciopelo; el buen hombre ha almorzado antes de tomar este austero desayuno, y en su palacio le aguarda una comida de Lúculo; uno de estos sicophantas del dios Mercurio que me hablaba el otro dia de un baño antiguo de mármol de Paros celebrado y engrandecido con bajos relieves eróticos y sostenido por cuatro leones agachados, me decia:—El emperador de Rusia lo hacia subir de precio pujando contra mí en la almoneda de… él se mantenía firme é hizo lo que pudo, mas su bolsillo no pesaba lo bastante y hubo de cederme la mano.
Correteando, por estos cuarteles se queda uno admirado de la confianza que preside en todas las transacciones y convenios: en el Banco no hay centinelas ni cuerpo de guardia: todo está abierto y se entra por todas partes, no hay esas jaulas en que se encarcela

sábado, diciembre 13, 2008

Viage ilustrado (Pág. 315)

el regocijo público con el armonioso repique de sus campanas, no tengáis cuidado, avanzad sin recelo; estáis entre un pueblo de carácter dulce, pacífico y obsequioso. Strasburgo y Brujas son buenos testigos de esta verdad: sus habitantes aman con furor la música de las campanas de los relojes, y se regocijan con su melodía. San Pablo no ha mezclado lo agradable con lo útil: su reloj no repica. En fin, las elevadas y dilatadas paredes de su iglesia, lejos de estar desnudas como las del Panteón, de piedra labrada atristadas con hacecillos de heno figurando festones, las de San Pablo hormiguean de ventanas, de columnas, entablamentos, molduras, guirnaldas, nichos para estatuas, cornisas, modillones resaltados, y otros pormenores de ornato. Por la parte de adentro, la cúpula tan elevada es una obra maestra de osadía y de talento: apenas se concibe donde se apoyan aquellas moles puestas unas encima de otras; el económico artificio de la armadura y andamios no es menos admirable. Yo recuerdo una escalera, que me pareció la escala de Jacob, sin mas punto de apoyo que la fé. Pero no sabría describirla yo con lucidez, porque no soy arquitecto.
Reclinado sobre la balaustrada de hierro de la galería de los Ecos, que desde abajo me pareció hacia el efecto de una corona para cubrir la cabeza de un rey de Chipre, eché una ojeada sobre las pinturas de la media naranja ejecutadas por Fames Thornhill, y que representan varias escenas de la vida de San Pablo. En Inglaterra se considera á Thornhill como á su mejor pintor de historia, y es porque no tiene otro, lo que basta para justificar el acierto de su elección. Mas este célebre artista tenia bastante disposición para desafiar á sus rivales y pelear ventajosamente. Ha dejado en el hospicio de Greenwich una de las mas vastas pinturas murales que pueden verse, y esta composición no es de un genio vulgar. Trátase de un cielo raso y un lienzo de pared en que se representan las apoteosis de reyes ejecutados bajo la idea y proyecto de Rubens, y que recuerdan, aunque con menos trasparencia, el colorido de aquel maestro, y sobre todo el tono y armonía de las tintas un poco apagadas y sin brillo del cielo raso de White–Hall. Aunque Thornhill agrupa un poco demasiado las figuras, pinta con lucimiento y sublimidad. Es un artista lleno de los recuerdos magestuosos de la Francia de Luis XIV. Un Lebrun algo menos sabio á quien Rubens ha avivado el colorido y Mignand ha comunicado la sonrisa y las gracias.
Me ha sido preciso hablar de sus obras en Greenwich para dar una idea de su talento, porque las de San Pablo no me han dejado recuerdo alguno que revele su mérito.
Estaba ladeado hacia el borde de la galería á mas de doscientos pasos de elevación del piso de la iglesia contemplando aquellas pinturas, cuando me contaron un lance que me llenó de espanto. Thornhill estaba pintando como en el aire encima de una andamiada sin antepecho. Habia concluido la cabeza de San Pablo, estaba conversando con un amigo suyo. Por un impulso muy natural á todo artista fué retirándose hacia atrás para juzgar del efecto que producía la distancia en su pintura: iba pues retirándose paso á paso embebido en su idea, cuando su compañero lo vé de repente próximo ya al borde de la última tabla y que va á caer precipitado sin titubear: sin dar el menor grito, coge una brocha llena de color, y como un rayo se lanza y chafarrinea la cara del santo.
—¡Qué haces! esclamó Thornhill, corriendo para detenerle la mano.
—Salvarte la vida, contestó éste con serenidad.
Yo no sé si por haberme hallado en circunstancias análogas en una ocasión ó por un efecto nervioso, la verdad es que oyendo la aventura en lo mas alto de aquel observatorio aéreo, sentí mis ojos estrellarse contra las losas del pavimento dando volteretas por el aire mi corazón. No obstante mi turbación miré fijamente las pinturas de Thomhill, que me parecía danzaban por la pared y se aplastaban contra la cúpula, en tanto que yo estrechaba con mucho cariño los barrotes del antepecho.
Viéndome en salvo y fuera de peligro, advertí que habia olvidado las pinturas de Thornhill, pero de la aventura me acordaré toda mi vida.
Su crónica no dice el nombre del ingenioso amigo del artista, lo único que hay de cierto es que era inglés: en tan crítico momento ¡cuán grande serenidad no se necesita para inventar un arbitrio tan primoroso! Aquel amigo es la mas atrevida síntesis del carácter nacional.
El interior de la catedral de San Pablo forma una cruz, y la cúpula está elevada como de costumbre en la intersección de los brazos: las bóvedas son altísimas y de glacial magestad. Solo en los días que se celebra metings es cuando se ve concurrencia y animación en ese suntuoso templo, en los restantes reina la soledad y silencio. Con mucha razón se considera este monumento como el mas notable de las iglesias protestantes. A lo largo de las paredes se ha construido una infinidad de nichos y dispuesto capillas de poco fondo adornadas con monumentos fúnebres dedicados á la memoria de los difuntos ilustres. Aqui es donde se puede apreciar en su justo valor la escultura del país, y pasando revista á mas de cien capillas irse familiarizando con la ambigüedad de las alegorías. La descripción de estos objetos suministraría argumento para mil poemas fúnebres, y darian margen para la crítica literaria por el estilo siguiente. «El genio de Albion llora al guerrero y deposita sobre su tumba los trofeos de la victoria. Minerva colocada encima la muestra á un novel militar para inspirarle el amor á la gloria.»
Toda esta escultura respira sus pretensiones al antiguo; examina, estudia la redondez y morbidez de las reformas; los brazos están hechos á torno. La idea y pensamientos carecen de originalidad, los grupos están faltos de armonía. La pasión por el dibujo no adelanta mucho en el Norte. Por la fecundidad y caprichos de sus invenciones alegóricas, el inglés parece mas á propósito que ningún pueblo del mundo para perfeccionar el delicado y difícil arte de los logogrifos y geroglíficos.
Alrededor de San Pablo hay un terreno sin cultivo cubierto de yerba agostada y amarillenta y cercado por una reja, hermosísima por cierto. Por afuera las casas están apiñadas y principian las calles mas popusas de la ciudad. En este terreno, pues, en el centro de la población, y a vista de todos sus habitantes se saca diariamente la tierra y polvo de los sepulcros para estercolar otros nuevos. Para ir desde San Pablo á la torre se atraviesa un laberinto de callejuelas angostas, aseadas y ensoladas como iglesias, formadas con casitas de ladrillo herméticamente cercadas. Alli se han establecido las factorías, las agencias de negocios, los depósitos de mercancías, los escritores de

martes, diciembre 09, 2008

Viage ilustrado (Pág. 314)

rando un corazón, con el cogollo de una lechuga partida por medio. Algunos sugetos la comen de este modo cogiéndola con la mano y sin mas aderezo que tomando sal con la punta de las hojas; las legumbres por lo general se presentan cocidas en agua sin compostura alguna, y circulan por la mesa al mismo tiempo que el asado. A los postres salen á lucir los enormes quesos de Chester, de Stillon y los barquitos de manteca fresca; las frutas y el melon vienen tras de estos, después de lo cual se levanta todo, hasta el mantel, y se traen los vasos y vino.
Este es el único que tiene el privilegio de figurar en la mesa durante la comida: en cuanto á la cerveza, ó á la espumosa de Escocia se presenta en vasos grandes á cada convidado. En Reform–Club se bebe vino á la moda antigua, es decir, mezclado con varios ingredientes: el sherry, el porto, el clarete y el burdeos preceden al champagne y van alternando durante la comida. He aqui su preparación: á un cuartillo de sherry trasvasado á un cántaro metido dentro de un cubo de hielo se le mezcla un poco de culantrillo, una taza de té verde, un vaso de agua de Seltz, cinamomo, canela en polvo y cortezas de limón. Muchas veces se añade también á todo esto algunos pedazos de hielo mas puro y diáfano que el cristal, y que Reform–Club hace traer de una remota comarca de América, qué es el único parage del mundo en que se encuentra hielo tan precioso y de agua tan pura. Esta mistura ademas de su fortaleza es de un sabor grato, muy aperitiva y el burdeos manipulado de esta manera se adorna con un vistoso ramillete de flores.
Para formar una completa idea del lujo de estos grandes clubs, es inútil advertir que las alfombras que pisan los socios, que toda la ropa de mesa de lienzo de Sajonia se ha tejido en telares á la Jacquard con dibujos propios del establecimiento y que llevan tejido el nombre con todas sus letras entre los florones, arabescos y guirnaldas. Igualmente se ha cincelado y tallado la cristalería y fabricado la porcelana para el uso esclusivo del club propietario y signatario de sus modelos. Los que entienden en materia de fabricación apreciarán en su justo valor los enormes gastos hechos á este fin.
Después de comer atravesamos el gran salón, brillante con las pinturas y el oro, para buscar un refugio en algún gabinete; se tiene mucho cuidado de no despreciar estos pequeños aposentos, porque el inglés ama la reducida compañía, y quiere aun en el centro del mismo club guardar su independencia, y encontrar la soledad si le acomoda. Cuando tres ó cuatro individuos están reunidos en una sala, cada cual evita atravesar por ella: la indiscreción y curiosidad son desconocidas: son dos defectos que conspiran contra la libertad.
Las horas pasan sin sentir entre gentes que han aprendido mucho viajando por el mundo y muy poco en los libros: que lo han visto y examinado todo, que no gustan de deslumbrar con exageraciones , y que escuchan aun con mas gusto que hablan.
La catedral de San Pablo, donde estuve al dia siguiente, es mas vasta, elevada, con mas adorno y de aspecto menos serio que el Panteón de París: es uno de aquellos monumentos que sé elevan para que se estudie en ellos la arquitectura y para honrar la ciencia. Se necesita admirarlo detenidamente, con conocimiento y método, y decir: no hemos venido aqui para divertirnos; sino á estudiar y aprender. San Pablo gusta mucho á los ingleses, porque cuenta muchas columnas corintias: la manía de poner frontis sobre las columnas, el furor por peristilos, galerías sobrepuestas, en fin, el afán por las construcciones greco–romanas toca ya en lo absurdo. Se hará incómodo y mal distribuido un palacio magnífico, se desperdiciarán muchos metros de terreno únicamente con el objeto de hacer un edificio que recuerde los templos de Pestum , ó el Banco, la Bolsa, el Teatro, el Correo, el British–Museum, ó la Aduana. Todos estos monumentos son de estilo gótico como las decoraciones de las tragedias de Racine en el Teatro francés. Este furor de pureza arquitectónica tuvo origen en el reinado del primer Estuardo, y todavía continuaría si desde Walter Scott y la escuela romántica el arte ojival y árabe, que jamás se abandonó en Inglaterra, no hubiese vuelto á recobrar su crédito y estimación secular.
San Pablo es uno de esos edificios cuya nombradía y admiración se mide por pies, pulgadas y líneas: tiene 100 pies mas de elevación que el Panteón, y de 60 á 80 pies menos que la cúpula de San Pedro; pero en concepto de los verdaderos patriotas, San Pablo lleva mucha ventaja á la basílica romana, y ved aqui la razón. La construcción de San Pedro duró ciento cuarenta y cinco años, y fué necesaria la colaboración de mas de veinte arquitectos, cuando en el espacio de treinta y cinco años, desde 1673 á 1710, con un solo arquitecto, Cristóbal Wren, y bajo el gobierno episcopal de un solo prelado, el doctor Compton, se edificó San Pablo desde los cimientos hasta la linterna. El grande nombre se fija y desarrolla en todos los pensamientos del pais, pasa de boca en boca, y jamás inglés alguno después de trascurrido siglo y medio ha calculado las chistosas reflexiones que pueden hacerse. Por lo demás, todos saben hasta el último penny lo que costó este monumento, el número de carros empleados en el trasporte, de materiales, etc.
Perdonadme si me detengo en bosquejar á los ingleses, con mucha mas predilección y afecto que pondria en hacer la descripción de la iglesia misma: serian necesarias muchas páginas, y la mas lígera litografía la demostraría con mas claridad Por lo demás, nada me seria mas fácil; tengo á la vista una noticia y descripción justificada de la iglesia de San Pablo escrita con una escrupulosidad que ataca los nervios: no necesitaría mas que esprimir el jugo para ser breve y exacto. Con esto me justifico: copiar lo que dicen los guias seria hacer el oficio de fámulo de colegio, y no la libre producción de un gentleman que viaja para instruirse y para recreo venidero de sus amigos.
Observada por afuera esta iglesia, es menos triste que su hermana menor de las orillas del Sena. Desde luego está construida en el centro de un cuartel el mas bullicioso y animado entre London–Bridge y la puerta de la ciudad. Después, dado por bueno el estilo de la obra, es preciso confesar el gran mérito de su arquitecto Cristóbal Wren. Ha decorado la fachada con dos linternas de media naranja de mucho trabajo, muy bien contornadas, adornadas y bastante voluminosas para llamar la atención y halagar la vista al pasar y prepararla para sufrir la magestuosa y fria grandiosidad de la cúpula. Sigue después un enorme reloj con dos hermosos cuadrantes, que comparados con los demás relojes del Norte, son los mas maravillosos del mundo. Aunque veais por todas partes dirigirse las miradas hacia los relojes fenómenos para espresar

domingo, diciembre 07, 2008

Viage ilustrado (Pág. 313)

Trage de un canciller de Inglaterra

Comimos bien en compañía de dos amigos de sir William, un oficial de guardias de la reina, hombre fino y amable hasta un grado superior á todo encarecimiento, y Mr. Patton, escritor escocés, autor de las célebres Cartas sobre la Hungría, que publicó el Times cuando la guerra, y que tanto llamaron la atención de Europa.
Me han rogado varias personas que diga cómo se come en Lóndres, y debí considerar este punto muy importante y digno de mencionarse. El estilo más moderno para las comidas entre amigos de confianza y poco numeroso es este: los manjares se colocan en la mesa, y el anfitron trincha él mismo y sirve á los convidados. La parte mas esencial de una comida inglesa consiste en un plato de pescado y otro de asado; todo lo demás es accesorio. Un buen convite se distingue y caracteriza mas bien en la dimensión de las dos piezas que en la multitud y variedad de platos. Primeramente se pone en la mesa el pescado; á un convidado de distinción se le sirve un salmón ó un sollo con diversa variedad de salsas y guindillas de que tanto gustan los ingleses. Su sabor hiere el paladar de los estrangeros lo mismo que si tragasen un castillo de pólvora, teniendo antes la precaucion de darle fuego; después siguen las entradas á la francesa, que consisten en caza, aves caseras y pastelería. El asado, proporcionado á la calidad y número de convidados, es por su superioridad y consideración digno de las épocas homéricas. El mayor lujo consiste en servir á un mismo tiempo y mezclados muchos pescados y asados los orduvres y platitos de entremesa, son numerosos y muy particulares; uno de los mas comunes es un pastel adornado con confituras, lacitos hechos con tallos de ruibarbo, ó bien con grosellas con sango cogidas verdes, de que hay un despacho muy considerable. Frecuentemente se sirve la ensalada en un plato figu–

jueves, diciembre 04, 2008

Viage ilustrado (Pág. 312)

encuentra pescado, pero no carne. Las grandes tabernas están mas bien provistas: en ellas se come, y sobre todo se cena á media noche, costumbre que está muy en boga y es de gran tono.
Uno de mis amigos me habia dado una carta de recomendación para un comerciante inglés llamado sir William Esguirre, y le dejé una tarjeta en la oficina de Reform–club en Pall–Mall; dos horas después fué á mi casa, y no habiéndome hallado en dos veces que repitió la visita, me dejó una carta indicándome los dias que le seria posible ponerse á mi disposición, y rogándome fuese con él al dia siguiente a cenar en el club.
Nadie ignora que se entiende por club toda reunión ó asamblea libre, estrajudicial y permanente compuesta solo de hombres; pero de los que ahora se trata son los que en Francia, y en España por imitación, se llaman tertulias públicas ó casinos. En general la idea que domina para el establecimiento de un club, es la de facilitar relaciones amistosas entre gentes de una misma opinión, de igual clase ó de una misma profesión. Hay clubs militares, literarios, comerciales, sabios, clubs whigs y clubs thorys, aunque estas diversas distinciones no son de modo alguno absolutas.
Actualmente se cuentan en Londres mas de sesenta clubs; el número de abonados varía desde 400 hasta 1,800, y todos ellos rivalizan á porfía en lujo y magnificencia. Reform–club es uno de los tres mas notables por su esplendor y magestad.
La construcción de este edificio, sin contar los muebles, ha costado 3.000,000, y Pall–Mall, en donde se elevan una docena de esta clase de monumentos, es una calle cuajada de palacios.
Reform–club es un edificio casi cuadrado, de dos altos, con nueve ventanas de frente y nueve en las fachadas laterales; recibe la luz por una cúpula ó media naranja y otras cien ventanas rasgadas. La sala de entrada, precedida de un despacho con un director ó administrador encargado de recibir las peticiones de los que desean visitar el establecimiento, está rodeada de columnas que sostienen una ancha galería ensamblada con embutidos que imitan el mosaico romano; los pilares son de estuco de color del mármol de Siena, y la cúpula de donde baja la luz al través de unas vidrieras talladas á facetas, está sostenida por veinte columnas de orden jónico, cuyo basamento de pórfido rojo, rodeando una balaustrada de piedra, descansa sobre la galería, á la que se sube por una espaciosa escalera de mármol blanco. Esta galería, por la que se pasa como por un claustro cubierto, está adornada con sillas, una buena alfombra cristales y pinturas, es como una especie de salón de compañía construido en el segundo piso encima del de espera, que es donde se recibe á los estrangeros. Hay salas para jugar, de lectura, salas para estudiar y para baile. Hay también gabinetes para una sola reunión de amigos, cuyas puertas comunican con la galería, lo mismo que las de las dos bibliotecas, que son muy copiosas, una consagrada á la literatura y la otra al derecho y política, servidas ambas por dos bibliotecarios pagados por el club. El piso inferior contiene un considerable número de dormitorios.
Lóndres es tan grande y el tiempo tan precioso, que se gastan inmensas sumas para economizarlo; asi es que si un abonado tiene negocios que evacuar desde por la mañana en el cuartel del club, ó se propone volver muy tarde á su casa, lleva ó envia su equipage al club, y va á dormir alli. En todo cuarto hay un gabinete de tocador provisto de aguamanil de mármol blanco con dos grifos, uno para echar agua caliente y el otro para la fría, provistos á toda á toda hora de jabones, perfumes, esencias y cuantos útiles se necesitan para la toilette, como igualmente criados para ayudar á vestir ó afeitar. Si el socio se limita únicamente á querer cambiar de vestido después de comer, encuentra con facilidad las mismas comodidades en el piso bajo si quiere ahorrar el trabajo de subir la escalera; también en aquel sitio se encuentran hermosas salas de baño, y las cocinas subterráneas traen á la memoria las de Riquet–á–la–Houppe.
Alli es donde se ven asar delante de enrejados de cinco pies de elevación, formando una muralla de fuego, cuartos de buey, medios corderos y sartas de aves. Una puerta de dos hojas, pantalla ó biombo colosal, permite á los cocineros, entreabriéndolas, observar el estado del asado sin ser ellos mismos asados vivos al acercarse; mas allá está la lechería; en otra parte la despensa, en donde los cuartos de carne hecha á trozos y puesta por orden en enormes escaparates y cajones de zinc, descansa sobre capas de hielo; para los pescados se observan iguales disposiciones y esmero: todo es aseado y lujoso, y la batería de cocina brilla como el oro.
Examinadas estas maravillas con gran contento de Mr. William, que se regocijaba de mi admiración, fuimos á un vastísimo comedor, al que dan paso á la luz nueve ventanas que caen á un hermoso jardin. Veinte criados con trage negro sirven una infinidad de mesitas con prontitud y silencio, se deslizan sobre la alfombra de la testera de la mesa, y en vez de zapatos calzan chinelas de muleton; el triquitraque de la vagilla y el ruido de los platos son incomodidades desconocidas para los venturosos mortales que comen en el club. ¿Es maravilla que sus estómagos sean tan complacientes?

martes, diciembre 02, 2008

Viage ilustrado (Pág. 311)

adornado con un cordón, y los pedestales de los pilares ó columnas del alto descansan encima de los chapiteles de las pilastras del piso inferior; se prueba todavía que se podia pasar encima del cadalso por las pequeñas ventanas cuadradas practicadas á ras del suelo, para dar luz á las cocinas, que están mas bajas que el piso de la calle.
Tal es el aspecto del costado de Parlament―Stret, de este edificio ejecutado según el estilo de principios del siglo XVII; esta descripción conviene igualmente á la fachada que mira á White―Hall―Garden, patio pequeño rodeado de árboles y palacios. Alli es donde ví morir á sir Roberto Peel. En el centro de este jardinito, á quince pasos del palacio, se pasa por delante de la estatua pedestre de Jacobo II, vestido de César, mirando con espresion triste un sitio que su brazo inclinado hacia abajo y su índice estendido parece que señalan el suelo.
He aqui otra tercera versión: Jacobo II señala con el dedo el sitio en que murió su padre; pero ademas de que aquel parage estaría muy distante de las ventanas, puede objetarse á esta opinión muy vulgarizada, que la mano del rey medio cerrada ha sido horadada y ahuecada por dentro, asi como el dedo índice; esta mano, cuya palma y la parte interior de las falanges han sido ligeramente limadas, han conservado como en un molde la impresión ó marca de un objeto cilindrico que tenia apretado: una espada, por ejemplo, un cetro ó un baston de mando; el índice achatado y dispuesto para estar apeado sobre cualquiera de estas tres cosas, no se habia alargado sino para afianzarlas. Asi es que la ilación deducida de la postura y gesto de Jacobo II carece de fundamento. Hénos, pues, reducidos ya á inquirir por nosotros mismos el verdadero parage de aquella tragedia.
Una de las versiones mas acreditadas sobre este particular, sostiene que la ejecución se verificó á vista del Támesis, y por consiguiente al costado del jardín, cerca de la estatua de Jacobo. Mas este parage y los antiguos planos que se citan para prueba, eran en aquel tiempo un patio cuadrado y cerrado exactamente, y una línea de casas encubría á la sala de convites la vista del rio. Otra aserción adoptada por el continuador del barón de Roujous, pretende que á la estremidad del salón de convites se practicó una abertura delante de la que se levantó el tablado.
Pero de las dos estremidades del edificio, la una estaba apoyada á otras construcciones contiguas á la puerta gótica de la cerca de Weslminster, y la otra, estaba separada únicamente por un estrecho espacio de la otra porción del antiguo palacio de White―Hall.
La historia refiere que la, muchedumbre era tan numerosa y tan conmovida, que después de la ejecución fué preciso dispersarla dando cargas la caballería. Estas tropas no hubiesen podido maniobrar ni aun moverse en el patio, ni en el ángulo formado en la estremidad de la sala por la poterna y las paredes de White―Hall.
A esta hipótesis opongamos dos historiadores: Rapin―Thoiras, dice, que el suplicio se efectuó sobre un cadalso levantado en la calle, dando frente al salón de los festines: la otra atestación es todavía mas esplícita; es la de Jhon Rushworth, en el tomo VII de sus Historical collectiones of prívate passages in State, and remarkable procedíngs in Parliament. Rushworth escribe que esta tragedia terminó en la calle y que Carlos I salió por una de las ventanas de White―Hall. Ahora bien, si Jhon Rushworth no presenció la ejecución, cuando menos es probable que vio levantar el tablado.
La suposición de la abertura hecha en la pared es inadmisible: están tan juntas las ventanas, que no hubiese habido espacio entre ellas para hacer un agujero del ancho suficiente.
Esta segunda ventana, de mas fácil salida que las de en medio por las columnas salientes, proporcionaba mas ventajas para apoyar los andamios y tablado: por esta parte la calle es mas ancha y desembarazada; en fin, esta ventana es la designada por las probabilidades y por la tradición; uno de los guias, y los mismos que sirven la capilla me la indicaron sin titubear.
Este suplicio fué precedido de tan largos tormentos, de tan crueles humillaciones, y sufridas con tan firme resignación, que hizo odiosa la república y la deshonró desde su origen.
El pueblo venera la memoria del mártir asemejando su muerte con la de Jesucristo, la consagra bajo el nombre de la pasión de Carlos I, y la ignominia recae sobre el pueblo inglés. Ana Bolena, Juana Grey, María Estuardo, Strafford, y Carlos I han echado una siniestra mancha en este pais en que se admite con la mas fria indiferencia el oficio de carcelero y de verdugo. Estas impresiones tan remotas después de tan largo espacio, han vuelto á despertarse con la cautividad y muerte de Napoleón.
Para ser equitativos, añadamos que difícilmente se encontrará en toda Inglaterra un apologista de estos actos sanguinarios: la opinión pública ha vengado al prisionero de Santa Elena: ¿empero se infiere de esto, que en 1815 haya protestado de esta conducta con la energía que se consiente? No: el inglés es indiferente y dulce para con sus vecinos mientras no median el patriotismo ó el interés particular. Napoleón era el mas terrible de todos sus enemigos: habia puesto á Inglaterra á diez pasos de hacer bancarrota, y cruelmente amenazado la industria nacional: poco militar por instinto, el inglés no se pica de generosidad caballeresca. A la caida del imperio, originada por la mas implacable insistencia y pertinacia en las coaliciones y alianzas, esta nación se acordó que el reinado de los Cien Dias habia costado á su gobierno un millón por hora, y que en tanto que no quedase cubierto este déficit, no se aplacaría su resentimiento. Celebrad y ensalzad delante de ellos vuestra gloria, y no se incomodarán ni serán enemigos vuestros; pero no toquéis la caja de esta tribu de negociantes, cuyo primer funcionario, sentado sobre un dorado sillon, tiene por cogin una saca de lana.
Dejando á White―Hall, entramos en el patio del Almirantazgo, enlosado con goma elástica, lujo digno verdaderamente de un pueblo amigo del silencio.
En la fonda nos esperaba una comida suculenta y reparadora, y para aprovechar la noche, los toristas menos cansados visitaron algunas tabernas. En Londres no hay placer fuera del círculo de la familia, y los establecimientos públicos de modo alguno contribuyen á halagar la independencia del celibato: desde luego son poco cómodos, y rara vez se encuentra en ellos lo que se desea; si vais á un coffechouse os esponeis á no encontrar mas que té ó café, pues está prohibido al cafetero la venta de toda otra bebida. Hay sitios en donde se bebe sin comer, y otros donde se come pero no se bebe. En algunos oyster―rooms se