perior á todas las demás cualidades y suple por todas las virtudes. Este error funesto, que degrada siempre á un pueblo, tiene su origen en las costumbres comerciales de la mayor parte de la nación, cuyo solo objeto es el lucro.
A pesar de este deseo general de ganancia, el inglés sabe sin embargo contenerse. Sus empresas y sus trabajos tienden á un fin muy sabio, el de descansar en la vejez, y rara vez viene la avaricia á decirle: «¡amontona mas dinero!» Un comerciante económico y activo en sus negocios está por lo regular á la edad de cincuenta años en estado de retirarse y de comprar propiedades ó colocar su dinero en los fondos públicos. Entonces escoge para su residencia una casa de campo cómoda y bien construida, por lo regular situada en el condado de donde es natural ó desciende y tiene la pretensión de ser tratado como un noble; pero siempre conserva el buen sentido de vivir conforme á su fortuna.
Este deseo que tiene el comerciante de pasar sus últimos dias en el campo es común á todos los ingleses. Las bellezas de la naturaleza ejercen un poderoso encanto sobre su alma; y su espíritu arrastrado á la meditación se aficiona mucho al silencio, y á la soledad. Esta tendencia se encamina seguramente á provecho de la nación, porque inspira á los ingleses el deseo de ocuparse de la agricultura. Su avidez por el lucro produce su gran comercio, y su afición al campo ha fomentado su agricultura, que no ha mucho era superior á toda comparación. Aunque flemático en apariencia el inglés, ama los placeres: las grandes cazerías, sobre todo las de zorras, tienen para él un inmenso atractivo. Otras veces las carreras de caballos y las riñas de gallos les daban ocasión de hacer apuestas considerables. Hoy el baile y el teatro son sus distracciones principales.
Lóndres encierra trece teatros: citaremos entre otros la Opera italiana, que puede contener cerca de 2,400 personas; el de Drury―Lane: el de Covent―Garden y los de Hay―Market; la Opera inglesa; el Circo real, etc. Drury―Lane y Covent―Gardén dan representaciones todos los dias escepto el domingo, en el cual se suspenden todas las diversiones públicas, no teniendo los ingleses otro recurso para matar sus doce mortales horas que las tabernas y cafés.
En cuanto al mérito literario de las piezas que se represen tan, oigamos á un inglés hacer su juicio crítico.
«La tragedia inglesa, dice Hugo―Blair es en general mas animada y mas apasionada, pero menos regular, menos correcta, menos elegante y menos decente que la tragedia francesa. Es necesario no olvidar que lo político es el alma de la tragedia; y es por consecuencia incontestable que los ingleses han llegado al mas alto grado en este género; pero es necesario confesar también que han descuidado con mucha frecuencia las bellezas que deben acompañar á lo patético.
»El primer objeto que llama nuestra atención en la escena inglesa es el gran Shakspeare, que ha merecido el nombre de grande por sus eminentes dotes, siendo igualmente sublime para la tragedia que para la comedia; pero es necesario convenir que su genio es rudo, que no tiene gusto, ni instrucción, ni arte. Idolatrado por la nación inglesa, es desde largo tiempo el testo citado en todas las conversaciones y los escritores han agotado todo lo que es posible decir: en elogio de uno. Se ha comentado hasta la menor de sus palabras, y sin embargo, está todavía en duda si sus bellezas pesan mas en la balanza que sus defectos. En sus piezas hay escenas admirables y pasages muy superiores á los de cualquiera otro poeta dramático; pero apenas puede citarse una verdaderamente buena que pueda leerse con placer desde el principio hasta el fin. Ademas de las irregularidades de sus dramas, y de la mezcla grotesca de lo serio y de lo cómico que los desfigura, tiene con frecuencia pensamientos forzados, espresiones duras, estilo oscuro y juego de palabras que se complace en prolongar, y las distracciones ó suspensiones de la acción vienen frecuentemente en el momento en que el lector tiene mayor deseo de conocer el desenlace. Pero Shakspeare encubre todos sus defectos con las mas brillantes cualidades que puede poseer un poeta trágico; la gran variedad en la pintura de los caractéres, y el modo vehemente y natural de espresar el lenguaje de las pasiones; consistiendo su principal mérito en estos dos admirables dotes. A pesar de sus numerosos absurdos, leyendo sus piezas, nos encontramos siempre en medio de nuestras semejantes; veremos quizás siempre hombres groseros en sus maneras, bruscos y rudos en sus sentimientos; pero hombres que hablan siempre el lenguaje de la naturaleza, que están agitados por las pasiones, y tomamos interés en todo lo que dicen y hacen, porque sentimos que somos de la misma naturaleza que ellos.
Hugo Blair, después de haber hecho un elogio á Shakspeare, por sus hadas, sus brujas y sus espectros, añade: »Desde que pasó este gran poeta, la Inglaterra ha producido tragedias muy bellas, pero pocos escritores dramáticos cuyas composiciones merezcan una crítica especial ó un grande elogio.»
Si de la tragedia inglesa pasamos á la comedia, la encontraremos bien inferior. Ben―Johnson, el mejor poeta cómico, es en su género muy inferior á Shakspeare en el suyo. Hablando propiamente los inglese no tienen comedia, y la suplen con farsas y sátiras.
El teatro nos conduce naturalmente á hablar de las letras y de las ciencias Ellas han llegado en Inglaterra á un alto grado de gloria, y su origen se remonta á una época muy lejana. Alfredo el Grande las cultivaba ya en tiempo de las sajones, cuando las espesas tinieblas de la barbarie y de la ignorancia, cubrían el resto de la Europa, y después de su reinado, ha producido este pais una sucesión no interrumpida de sabios. Las instituciones inglesas en favor de la educación tienen el carácter de la nación; son sólidas y proveen al bienestar, á la libertad de espíritu, á la calma y á la fortuna de los profesores; testigos las universidades de Oxford y de Cambridge, establecimientos, dice Guthrie, que no tienen iguales en el mundo, y que fueron respetados aun en medio de los furores de la guerra civil. Antes de pasar al tiempo en que la literatura inglesa comenzó á tomar un carácter distintivo, seria inescusable no hablar del prodigio de ciencia y de filosofía, natural, Roger Bacon, precursor del gran Bacon, que lo fué á su turno de Isaac Newton. Roger Bacon, vivió en el reinado de Enrique III, y murió en Oxford hacia el año 1294. Pero si la Inglaterra debe enorgullecerse de haber producto un hombre tan admirable en un siglo de ignorancia casi universal, no puede contarle en el número de los escritores que han ilustrado su lengua, porque esta lengua no existia todavía en esta época.
Después de la reforma religiosa, el cardenal Wol―
A pesar de este deseo general de ganancia, el inglés sabe sin embargo contenerse. Sus empresas y sus trabajos tienden á un fin muy sabio, el de descansar en la vejez, y rara vez viene la avaricia á decirle: «¡amontona mas dinero!» Un comerciante económico y activo en sus negocios está por lo regular á la edad de cincuenta años en estado de retirarse y de comprar propiedades ó colocar su dinero en los fondos públicos. Entonces escoge para su residencia una casa de campo cómoda y bien construida, por lo regular situada en el condado de donde es natural ó desciende y tiene la pretensión de ser tratado como un noble; pero siempre conserva el buen sentido de vivir conforme á su fortuna.
Este deseo que tiene el comerciante de pasar sus últimos dias en el campo es común á todos los ingleses. Las bellezas de la naturaleza ejercen un poderoso encanto sobre su alma; y su espíritu arrastrado á la meditación se aficiona mucho al silencio, y á la soledad. Esta tendencia se encamina seguramente á provecho de la nación, porque inspira á los ingleses el deseo de ocuparse de la agricultura. Su avidez por el lucro produce su gran comercio, y su afición al campo ha fomentado su agricultura, que no ha mucho era superior á toda comparación. Aunque flemático en apariencia el inglés, ama los placeres: las grandes cazerías, sobre todo las de zorras, tienen para él un inmenso atractivo. Otras veces las carreras de caballos y las riñas de gallos les daban ocasión de hacer apuestas considerables. Hoy el baile y el teatro son sus distracciones principales.
Lóndres encierra trece teatros: citaremos entre otros la Opera italiana, que puede contener cerca de 2,400 personas; el de Drury―Lane: el de Covent―Garden y los de Hay―Market; la Opera inglesa; el Circo real, etc. Drury―Lane y Covent―Gardén dan representaciones todos los dias escepto el domingo, en el cual se suspenden todas las diversiones públicas, no teniendo los ingleses otro recurso para matar sus doce mortales horas que las tabernas y cafés.
En cuanto al mérito literario de las piezas que se represen tan, oigamos á un inglés hacer su juicio crítico.
«La tragedia inglesa, dice Hugo―Blair es en general mas animada y mas apasionada, pero menos regular, menos correcta, menos elegante y menos decente que la tragedia francesa. Es necesario no olvidar que lo político es el alma de la tragedia; y es por consecuencia incontestable que los ingleses han llegado al mas alto grado en este género; pero es necesario confesar también que han descuidado con mucha frecuencia las bellezas que deben acompañar á lo patético.
»El primer objeto que llama nuestra atención en la escena inglesa es el gran Shakspeare, que ha merecido el nombre de grande por sus eminentes dotes, siendo igualmente sublime para la tragedia que para la comedia; pero es necesario convenir que su genio es rudo, que no tiene gusto, ni instrucción, ni arte. Idolatrado por la nación inglesa, es desde largo tiempo el testo citado en todas las conversaciones y los escritores han agotado todo lo que es posible decir: en elogio de uno. Se ha comentado hasta la menor de sus palabras, y sin embargo, está todavía en duda si sus bellezas pesan mas en la balanza que sus defectos. En sus piezas hay escenas admirables y pasages muy superiores á los de cualquiera otro poeta dramático; pero apenas puede citarse una verdaderamente buena que pueda leerse con placer desde el principio hasta el fin. Ademas de las irregularidades de sus dramas, y de la mezcla grotesca de lo serio y de lo cómico que los desfigura, tiene con frecuencia pensamientos forzados, espresiones duras, estilo oscuro y juego de palabras que se complace en prolongar, y las distracciones ó suspensiones de la acción vienen frecuentemente en el momento en que el lector tiene mayor deseo de conocer el desenlace. Pero Shakspeare encubre todos sus defectos con las mas brillantes cualidades que puede poseer un poeta trágico; la gran variedad en la pintura de los caractéres, y el modo vehemente y natural de espresar el lenguaje de las pasiones; consistiendo su principal mérito en estos dos admirables dotes. A pesar de sus numerosos absurdos, leyendo sus piezas, nos encontramos siempre en medio de nuestras semejantes; veremos quizás siempre hombres groseros en sus maneras, bruscos y rudos en sus sentimientos; pero hombres que hablan siempre el lenguaje de la naturaleza, que están agitados por las pasiones, y tomamos interés en todo lo que dicen y hacen, porque sentimos que somos de la misma naturaleza que ellos.
Hugo Blair, después de haber hecho un elogio á Shakspeare, por sus hadas, sus brujas y sus espectros, añade: »Desde que pasó este gran poeta, la Inglaterra ha producido tragedias muy bellas, pero pocos escritores dramáticos cuyas composiciones merezcan una crítica especial ó un grande elogio.»
Si de la tragedia inglesa pasamos á la comedia, la encontraremos bien inferior. Ben―Johnson, el mejor poeta cómico, es en su género muy inferior á Shakspeare en el suyo. Hablando propiamente los inglese no tienen comedia, y la suplen con farsas y sátiras.
El teatro nos conduce naturalmente á hablar de las letras y de las ciencias Ellas han llegado en Inglaterra á un alto grado de gloria, y su origen se remonta á una época muy lejana. Alfredo el Grande las cultivaba ya en tiempo de las sajones, cuando las espesas tinieblas de la barbarie y de la ignorancia, cubrían el resto de la Europa, y después de su reinado, ha producido este pais una sucesión no interrumpida de sabios. Las instituciones inglesas en favor de la educación tienen el carácter de la nación; son sólidas y proveen al bienestar, á la libertad de espíritu, á la calma y á la fortuna de los profesores; testigos las universidades de Oxford y de Cambridge, establecimientos, dice Guthrie, que no tienen iguales en el mundo, y que fueron respetados aun en medio de los furores de la guerra civil. Antes de pasar al tiempo en que la literatura inglesa comenzó á tomar un carácter distintivo, seria inescusable no hablar del prodigio de ciencia y de filosofía, natural, Roger Bacon, precursor del gran Bacon, que lo fué á su turno de Isaac Newton. Roger Bacon, vivió en el reinado de Enrique III, y murió en Oxford hacia el año 1294. Pero si la Inglaterra debe enorgullecerse de haber producto un hombre tan admirable en un siglo de ignorancia casi universal, no puede contarle en el número de los escritores que han ilustrado su lengua, porque esta lengua no existia todavía en esta época.
Después de la reforma religiosa, el cardenal Wol―
No hay comentarios:
Publicar un comentario