viernes, mayo 07, 2010

Viage ilustrado (Pág. 477)

nimo Bermudez publicó dos tragedias tituladas: Nise lastimosa y Nise laureada, á cuyo frente puso el nombre supuesto de autor de Antonio de Silva. Bermudez escribió sus obras en verso suelto; pero desigual, poético á veces, flojo y prosaico otras. Argensola (Lupercio) escribió tres tragedias tituladas: la Isabela, la Alejandra y la Filis. Son obras que abundan en bellezas poéticas, y cuyos defectos de estructura y de plan merecen disculpa, si se atiende á que en la época en que se compusieron el arte se hallaba en su infancia. Virues intentó escribir piezas dramáticas con arreglo á los preceptos clásicos, y con este objeto compuso la tragedia Elisa Dido, sin embargo de que ni por el argumento ni por la forma merecía el nombre de tragedia. Los esfuerzos de Virues son muy recomendables, y no fueron del todo estériles. De él dijo Lope aquellos versos:


El capitán Virues, insigne ingenio,
Puso en tres actos la comedia que antes
Andaba en cuatro como en pies de niño.

Bartolomé de Torres Naharro escribió varias comedias, de las cuales se conocen ocho, entre ellas la Serafina, la Soldadesca, y la Trofea, y en ellas encontramos los gérmenes verdaderos de nuestro futuro teatro. Pero estos gérmenes permanecieron muchos años infecundos, hasta que Lope de Rueda vino á fomentar su desarrollo. Coadyuvaron también á fijar el teatro español Cristóbal de Castillejo, Pedro de Altamira, autor de varios autos sacramentales, Gil Vicente, Jaime de Huete, y otros. Finalmente, después de Lope de Rueda, que tanto contribuyó al perfeccionamiento del teatro en su parte material y escénica, se señalaron varios escritores dramáticos, entre ellos Avendaño, Miranda, Timoneda, Cueva, Artieda, Romero de Cepeda, Juan de la Cueva, etc. Tales fueron los pasos dados en el arte escénico antes de que apareciese Lope de Vega Carpio, el cual, hallando preparado el terreno por los autores citados, imprimió carácter fijo á nuestro teatro.
Lope pasa con razón por el escritor mas fecundo de cuantos se han conocido. El mismo asegura en el prefacio de un libro impreso en 1604, que á la fecha y á la edad de 39 años (nació en 25 de noviembre de 1565) llevaba escritas 23,000 hojas en verso. En 1620 dice que sus comedias ascendían á 900, y Montalvan y Nicolás Antonio aseguran que en 1635, año de la muerte de Lope, se conocieron 1,800 comedias suyas, sin contar 400 autos sacramentales. Su facilidad para componer fué prodigiosa, pues escribió muchas en solo un día. El mismo nos la revela cuando dice (aun suponiendo que haya alguna parle de exageración en el número:)

Y mas de ciento en horas veinte y cuatro,
Pasaron de las musas al teatro.

Solo un genio tan fecundo y estraordinario pudo fijar definitivamente nuestro teatro, rectificar el mal gusto que en él dominaba, mejorar la parte de invencion ó de fábula, dándote mas vida, mas movimiento y situaciones que sus antecesores, crear los caracteres y determinarlos distintamente, y manejar el diálogo con gracia y naturalidad. Todo esto hizo Lope. Al lado de esto, es cierto que tuvo estravíos y defectos, como son entre los de mas bulto, el de que sus argumentos aflojasen casi siempre al final del drama, efecto del cansancio de la inspiración y de la precipitación con que escribía; el de prodigar sus riquezas poéticas con desigualdad y falta de tino, y finalmente, el de plegarse demasiado servilmente al gusto del público. Por lo demás, Lope cultivó todos los géneros de poesía dramática, y entre sus composiciones se hallan la comedía de costumbres, la de intriga y amor, o sea de capa y espada, la pastoril, la heroica, la mitológica, la de santos, la filosófica y la tragedia. En la imposibilidad de escoger como muestra ninguna composición, creemos deber abstenernos de todo análisis y de toda cita.
Lope arrastró, como era natural, á los escritores de segundo orden, que como en tropel fueron siguiendo sus huellas é imitando su escuela. Citaremos algunos de ellos ya contemporáneos de Lope, ya posteriores. Entre los primeros debemos mencionar al licenciado Miguel Sanchez, autor de La guarda cuidadosa, y de quien dijo Agustín de Rojas:

El divino Miguel Sanchez
¿Quién no sabe lo que inventa?
Las coplas tan milagrosas,
Sentenciosas y discretas
Que compone de continuo.
La propiedad grande de ellas,
Y el decir bien de ellas todos
Que aquesta es mayor grandeza, etc.

También debemos citar al canónigo Tárraga, autor de vanas comedias y entre ellas de La enemiga favorable, obra de bastante mérito: á don Gaspar Aguilar, autor de El mercader amante, y de otras varias piezas: á don Antonio Mira de Amescua, de quien se conocen mas de cincuenta comedias, muchas de ellas de mérito incuestionable, y que justifican la fama que gozó Amescua en su tiempo: á Guillen de Castro, á quien Corneille imitó tomando por modelo para su famosa tragedia Las Mocedades del Cid: y á Luis Velez de Guevara, escritor fecundísimo, imitador estricto de Lope, poeta de mucho crédito en su tiempo y autor de mas de cuatrocientas comedias. Finalmente, haremos mérito entre los contemporáneos de Lope del doctor don Juan Perez de Montalvan, amigo y apasionado secuaz de aquel, á quien imitó igualándole en algunas de sus composiciones, si bien con frecuencia se aparta de la sencillez de su maestro y degenera en hiperbólico y gongorino. El número de sus comedias asciende á treinta y seis, ademas de doce autos sacramentales.
Todos los escritores contemporáneos de Lope que hemos enumerado, siguieron fielmente los pasos de aquel ingenio, que llegó á avasallar el teatro con su estraordinaria capacidad. Pero los sucesores de Lope sin dejar de incitarle en el fondo, dieron mas variedad al drama, llevaron nuevos progresos á la escena en cuanto á la fuerza cómica, á la corrección de estilo, á la espresion de los sentimientos etc., en suma, perfeccionaron la obra levantada por Lope. Esta gloria debe tributarse á Tirso de Molina, á Moreto, Alarcon, Rojas, y sobre todo á Calderón, todos los cuales concurrieron á dar un nuevo esplendor á nuestro teatro. Tirso de Molina, cuyo verdadero nombre fué el de Gabriel Tellez, nació en Madrid en 1585; vistió el hábito de fraile mercenario, y murió en 1648. Tirso, escritor fecundísimo, se distinguió por su vis cómica,

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