domingo, mayo 16, 2010

Viage ilustrado (Pág. 478)

por la facilidad admirable, para pintar situaciones y caracteres, y por la propiedad de la elocución dramática.
Lo que es indisculpable en Tirso es la demasiada licencia y falta de docoro con que empleó frecuentemente los chistes, arrastrado por la manía de dar gracia y amenidad á los diálogos. No nos es dado en un trabajo de tan reducidas proporciones como el presente, enumerar ni menos analizar las comedias de Tirso. Pasemos á hablar de Moreto.
Tenemos escasas noticias de la vida de don Agustín Moreto, si bien se cree que nació á principios del siglo XVII, y solo se sabe que fué eclesiástico y murió en 1669, siendo rector del Refugio de Toledo. Moreto fué un escritor de conciencia, que supo dominarse, que trabajó prolijamente sus composiciones, y en suma acertó á dirigir y templar su inspiración, haciendo que sus obras se distingan por la regularidad del plan y por la corrección del estilo, sin que esto dañe á su vigor y lozanía. Escribió mas de cincuenta comedias, en las cuales descuellan por la elevación y grandeza El rico hombre de Alcalá: por el acertado juego de la pasión, El desden con el desden: por la gracia cómica, El lindo don Diego, etc.
Don Juan Ruiz de Alarcon no alcanzó la reputación y el crédito que indudablemente merecían sus talentos. Alarcon, que debió nacer en el último tercio del siglo XVI «en Nueva España, pasó á Europa y murió en Madrid en 1639.» Pero á pesar de ser original, profundo y correcto, tuvo la desgracia de ser mal mirado por sus contemporáneos, ya fuese por sus cualidades de carácter, ya porque á e lo contribuyese su imperfección física. Fué Alarcon autor de las comedias tituladas Las paredes oyen, La verdad sospechosa, Ganar amigos, Pruebas de las promesas, Exámen de maridos, y otras varias, todas ó casi todas de mérito, y notables por su profundidad filosófica y por su delicada moral en el fondo, aparte de ser bellas en su forma literaria. Queremos trascribir parte de un diálogo entre don Beltran y su hijo don García, á quien reprende aquel del vicio de mentir. Está tomado de La verdad sospechosa, y dice asi:

D. Beltran. ¿Sois caballero, García?
D. Garcia. Téngome por hijo vuestro.
D. Beltran. Y ¿basta ser hijo mío
Para ser vos caballero?
D. Garcia. Yo pienso, señor, que sí
D. Beltran. ¡Qué engañado pensamiento!
Solo consiste en obrar
Como caballero, el serlo.
¿Quién dió principio á las casas
Nobles? Los ilustres hechos
De sus primeros autores
Sin mirar sus nacimientos:
Luego en obrar mal ó bien
Está el ser malo ó ser bueno
..........................................

D. Garcia. Es verdad.
D. Beltran. Luego si vos
Obráis afrentosos hechos
Aunque seáis hijo mío
Dejais de ser caballero
..........................................
¡Qué caballero y qué nada!
Si afrenta al noble y plebeyo
Solo el decirle que miente,
Decid ¿qué será el hacerlo?
..........................................

Todos los vicios al fin
O dan gusto ó dan provecho;
Mas de mentir ¿qué se saca
Sino infamia y menosprecio?

El precedente diálogo es una muestra de los que distinguen á Alarcon, y en los cuales suele dar lecciones de moral, espresadas sin faltar á la forma y naturalidad dramáticas.
Don Francisco de Rojas fué uno de los que principiaron á malear el teatro, falseando los conceptos, usando un estilo ampuloso y retumbante, y en suma, introduciendo en él el culteranismo. Mas á pesar de esto, Rojas merece ocupar un alto puesto entre nuestros poetas dramáticos. Se distingue por la robustez de sus pensamientos y por la energía de sus pinceladas. Cultivó el género jocoso con mucho éxito, á pesar de haberse consagrado con predilección al serio. Es punzante y picaresco á veces. Sirva de ejemplo la siguiente redondilla que pone en boca del gracioso en la comedia titulada El mas impropio verdugo. Al pedir perdón á sus compañeros, a quienes debía matar, les dice:

Yo os prometo degollaros
Tan sutil y tan ligero
Que parezca que el cuchillo
Ha nacido en el pescuezo.

Entre las piezas compuestas por Rojas se cuentan el García del Castañar, No hay amigo para amigo, Entre bobos anda el juego, Lo que son mugeres, y otras, que pasan de veinte.
Llegamos á Calderón, el poeta dramático por escelencia, el que puso la cúpula al edificio levantado por Lope de Vega. Don Pedro Calderón de la Barca nació en Madrid el año 1600. Cuéntase que á la edad de trece años compuso su primera comedia, titulada El carro del cielo. Militó por espacio de diez años en las guerras de Italia y Flandes, y aprovechaba los ocios del campamento para entregarse al cultivo de las musas. Retirado después á la vida privada, se hizo clérigo á la edad de cincuenta y un años, en cuyo estado continuó escribiendo, habiendo publicado su última comedia titulada Hado y Divina, á la edad de ochenta y uno, á cuya publicación sobrevivió solo algunas semanas. Asi se ve, que nacido Calderón con el siglo XVII, lo ocupó casi todo con su gloriosa carrera.
Calderón ha sido el mas elevado y el mas completo de nuestros autores dramáticos. Los escritores que le precedieron reunían dotes parciales, pero ninguno poseyó su conjunto. Calderón representó con absoluta exactitud la sociedad en que vivía, sociedad que asi en el orden político como en el moral principiaba á descender de su apogeo, y en que las mas brillantes cualidades se resentían de degeneración: por eso los defectos que se notan en el teatro de Calderón son casi siempre defectos del original que retrataba. Pero aun por eso mismo todas las obras de Calderón respiran españolismo y son eminentemente nacionales. Calderón fué menos fecundo que Lope, á quien nadie ha aventajado en esta cualidad, pero fué mas concienzudo. El número de comedias que se conocen recopiladas asciende á ciento y nueve, aunque

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