otros privilegios el de acuñar moneda. En el siglo V, dos habitantes, llamados Didcino y Veriniano, parientes de Arcadio, tomaron las armas contra Consantino, usurpador del trono imperial, pero fueron vencidos y muertos. Palencia fué elevada á silla episcopal desde los primeros siglos de la iglesia, y sus obispos son citados honoríficamente en todas las historias. Cuando este territorio, en los tiempos que sirvieron á la invasion de los árabes era el teatro de las reñidas guerras entre aquellos y los cristianos, Palencia vino á reducirse á un montón de ruinas. Su restauración se atribuye al siguiente suceso poético. El célebre rey de Navarra, don Sancho el Mayor, dueño de Castilla á la sazón, cazaba por estos contornos, y se empeñó en seguimiento de un fiero jabalí, que fué á esconderse entre sus ruinas. Alcanzóle el rey, pero al intentar atravesarlo con su venablo, sintío su brazo yerto y sin acción. Entonces observó que la fiera estaba guarecida al pie de un altar en que se veia una estatua de San Antolin, y creyó que el accidente del brazo era un castigo del santo por no haber guardado la veneración debida á un lugar que le estaba consagrado. Pidióle perdón de su falta, é hizo voto de reedificar alli su templo si le volvía el uso del entorpecido miembro; recobrólo en efecto, y no solo construyó la iglesia prometida, sino que restauró la ciudad. Esto fué causa de una guerra que se encendió entre Sancho el Mayor y Bermudo, rey de Leon, que pretendía se le hacia agravio por estar las ruinas de Palencia en territorio suyo. Venció Sancho, pero después de su muerte recobró el leonés lo perdido, y en 17 de febrero de 1035, espidió un privilegio para la restauración de Palencia y de su sede, anulando otro que con el mismo objeto había otorgado su competidor. Renacida la ciudad de sus ruinas, pronto lo volvió á adquirir la importancia que tuviera en lo antiguo. Don Ramon, su obispo, la dio fueros, y el Cid celebró alli su boda. En 1113 se reunió en ella un concilio presidido por el arzobispo de Toledo, y otro en 1129, con asistencia del rey. El año 1208 Alfonso IX de Leon, fundó la primera universidad que se vio en España en esta ciudad, pero á poco fué trasladada á Salamanca. Cuando el infante don Sancho se rebeló contra su padre Alfonso X, reunió en Palencia en 1283 á sus principales partidarios, y desde aqui envió á aquel una embajada con objeto de terminar las escisiones que los dividían. En 1300 don Alonso de la Cerda y don Juan Nuñez de Lara, intentaron apoderarse de Palencia, pero no pudieron lograrlo. Al salir del palacio real de esta ciudad, un caballero llamado Juan Alfonso Benavides, fué asesinado, y atribuyéndose este atentado á dos hermanos llamados los Carvajales, fueron precipitados de órden del rey, que era Fernando IV, de la peña de Martos. Mas un instante antes de morir emplazaron al monarca para dar cuenta de aquella injusticia ante el tribunal divino en el término de treinta dias, lo que se verificó con asombro general, pues el dia que cumplía el plazo, gozando Fernando IV de buena salud, se le encontró muerto en su cama. La reina doña María de Molina juntó cortes en Palencia en 1313 para resolver la importantísima cuestión de la regencia del reino. Otras cortes se reunieron en 1322, y otras en 1388, en las que se creó el principado de Asturias para los inmediatos sucesores de la corona de Castilla. También las celebró en Palencia el emperador Cárlos V, en 1523. Omitimos en obsequio de la brevedad mencionar aqui otra multitud de sucesos que acaecieron en esta insigne ciudad desde la antigüedad á nuestros dias. Está situada Palencia en las riberas del Carrion, en una gran llanura que ofrece una agradable perspectiva por las muchas huertas y hermosas arboledas que la rodean. Sus principales edificios son: la catedral, magnífico y grandioso templo del género gótico, dedicado á San Antolin, y en la que se vé la cueva donde este santo residió muchos años, y donde se dice aconteció la aventura de don Sancho el Mayor; el palacio episcopal, la casa de la ciudad, el palacio de don Sancho, que se supone edificado por aquel rey de Navarra, y el hospital fundado por Isabel la Católica. Hay cinco parroquias, seis conventos de monjas, cinco que fueron de religiosos, un teatro, un seminario conciliar, ana casa de beneficencia y varias ermitas. Como capital de provincia, de obispado y de juzgado, residen en Palencia todas las autoridades y oficinas correspondientes. La industria principal es, como todos saben, la fabricación de mantas y bayetas, de que se súrtela mayor parte de España, y el número de habitantes sube á 11,470.
Aprovechando el frecuente paso de las diligencias, puede el viagero dirigirse de Palencia á Santander á visitar esta última ciudad, verdaderamente notable por su importancia mercantil. El camino es muy pintoresco, y recuerda los de las Provincias Vascongadas; pero casi todos los pueblos que se atraviesan son insignificantes, escepto Reinosa, cabeza de un partido judicial, y cuya situación es notable, en una pequeña llanura rodeada de montes que se consideran los mas elevados de España.
Santander es rica hasta la opulencia; debe su prosperidad á su puerto y al activo comercio de harinas de Castilla para la isla de Cuba. Pretenden los aficionados á antigüedades, que sea la conocida con el nombre de Larebeto ó Larebeso entre los romanos, pero no hay justos fundamentos en que apoyar esta opinion, y todo lo mas puede admitirse que Santander deba su origen á Alfonso el Católico, sino es que fué fundada por don Alonso VIII, como opina Alfonso el Sabio con bastante autoridad, puesto que el referido Alonso VIII, fué quien le dio fueros de población, sometiéndola al señorío de los abades de San Emeterio, que llegaron á obtener gran preponderancia en las cosas de la nación: debe citarse entre ellos el infante don Sancho de Castilla, que lo fué en 1240. Fué hecha Santander fortaleza dotada de atarazanas para construir embarcaciones, y no tardó en florecer por su comercio. Por esta razon se gloría refiriendo las proezas de sus embarcacianes, y entre ellas el rompimiento de un puente de barcas, trabadas con cadenas de hierro sobre el Guadalquivir, en el sitio de Sevilla, por medio del cual la conquistó el rey San Fernando: de aquí tomó por blasón una nave á toda vela, embistiendo una cadena que asegurada por un estremo en una torre de oro y por el otro en un barrio, corta el paso del rio.
El derecho de los abades vino muy á menos después de esta época, luego aparecen documentos donde se cita Santander como pueblo realengo. En 1465 la dio el rey don Enrique IV al marqués de Santillana, contra quien se rebelaron los habitantes, otorgándoles al fin el mismo rey su independencia, y concediendo á la población los títulos de noble y leal. Los Reyes Católicos la declararon inagenable de la corona en 1475. En marzo de 1497 desembarcó en
Aprovechando el frecuente paso de las diligencias, puede el viagero dirigirse de Palencia á Santander á visitar esta última ciudad, verdaderamente notable por su importancia mercantil. El camino es muy pintoresco, y recuerda los de las Provincias Vascongadas; pero casi todos los pueblos que se atraviesan son insignificantes, escepto Reinosa, cabeza de un partido judicial, y cuya situación es notable, en una pequeña llanura rodeada de montes que se consideran los mas elevados de España.
Santander es rica hasta la opulencia; debe su prosperidad á su puerto y al activo comercio de harinas de Castilla para la isla de Cuba. Pretenden los aficionados á antigüedades, que sea la conocida con el nombre de Larebeto ó Larebeso entre los romanos, pero no hay justos fundamentos en que apoyar esta opinion, y todo lo mas puede admitirse que Santander deba su origen á Alfonso el Católico, sino es que fué fundada por don Alonso VIII, como opina Alfonso el Sabio con bastante autoridad, puesto que el referido Alonso VIII, fué quien le dio fueros de población, sometiéndola al señorío de los abades de San Emeterio, que llegaron á obtener gran preponderancia en las cosas de la nación: debe citarse entre ellos el infante don Sancho de Castilla, que lo fué en 1240. Fué hecha Santander fortaleza dotada de atarazanas para construir embarcaciones, y no tardó en florecer por su comercio. Por esta razon se gloría refiriendo las proezas de sus embarcacianes, y entre ellas el rompimiento de un puente de barcas, trabadas con cadenas de hierro sobre el Guadalquivir, en el sitio de Sevilla, por medio del cual la conquistó el rey San Fernando: de aquí tomó por blasón una nave á toda vela, embistiendo una cadena que asegurada por un estremo en una torre de oro y por el otro en un barrio, corta el paso del rio.
El derecho de los abades vino muy á menos después de esta época, luego aparecen documentos donde se cita Santander como pueblo realengo. En 1465 la dio el rey don Enrique IV al marqués de Santillana, contra quien se rebelaron los habitantes, otorgándoles al fin el mismo rey su independencia, y concediendo á la población los títulos de noble y leal. Los Reyes Católicos la declararon inagenable de la corona en 1475. En marzo de 1497 desembarcó en
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