y se ha conservado tan puro entre estos isleños, que leen y entienden con la mayor facilidad las mas antiguas tradiciones históricas. Este idioma tiene poetas muy antiguos y dignos de estimación; entre ellos se distinguen Egill—Skallagrimson, Kormak, Ormundson, Gum—Geirson y Thorlief—Jarlaa. Antes del año 1000 estaba muy poco cultivado el arte de escribir, aunque los caracteres rúnicos eran ya conocidos en este pais antes de dicha época, habiéndolos recibido probablemente de la Noruega. Inmediatamente después del establecimiento del cristianismo se adoptaron los caracteres latinos, porque el alfabeto rúnico, compuesto solamente de diez y seis letras, pareció insuficiente. Isleif, primer obispo islandés, fundó una escuela en Skalholt, y poco tiempo después se fundaron otras cuatro, en las cuales se enseñaba á la juventud la lengua latina, la teología y algunas partes de la filosofía especulativa. Casi todas sus obras fueron compuestas en los siglos XI, XII, XIII y XIV, y algunas de ellas llegaron á imprimirse. Sir Joseph Banks regaló 161 manuscritos islandeses al museo británico.
A pesar de este adelanto y de sus costumbres pensadoras, la tenebrosa mitología del Norte ha dejado sus huellas entre los islandeses; las grandes luchas de los scandinavos con los enanos y los gigantes viven todavía en las creencias populares, y será muy difícil desarraigarlas de un pais tan sombrío y salvage. El aspecto solo de la naturaleza es suficiente en esta isla para impresionar fuertemente el espíritu del hombre; el rigor del clima, los enormes hielos, las montañas cubiertas de nieve ó desgarradas por los volcanes, el ruido fragoroso de los fuegos subterráneos, los surtidores de agua hirviendo, los frecuentes meteoros, el terreno erizado de rocas, todo se reúne para dar á estas comarcas un carácter imponente y á propósito para inspirar espanto.
Todo prueba que la isla casi en general reposa sobre un vasto depósito de fuegos que parecen haberla enteramente trastornado, y que quizá algún dia lleven el desorden hasta sus cimientos.
En 1783 por el mes de agosto estos terribles fuegos obraron una especie de prodigio que llevó el espanto á todos los corazones. Al S. de Grinbourg cerca de 12 kilómetros de la roca de los Pájaros se vio la mar hervir con fuerza, y se oyó la tierra rugir en sus entrañas como si fuera á quebrantarse toda; á poco parecia que las aguas lanzaban llamas, de su seno se elevaba una nueva tierra ó mas bien un montón de lavas y materias volcánicas, que entreabierto en su parte mas elevada servia de chimenea á un fuego subterráneo que iba á escaparse. Esta isla se agrandó poco á poco después de esta época, y continua arrojando llamas.
Ademas, los volcanes que hay en diferentes partes de la isla tienen muchas grietas y cráteres por donde se oye el ruido continuo del fuego que arde en el interior de la tierra.
El monte Heila es famoso en el mundo por su volcan, situado en la parte meridional de la isla cerca de 5 kilómetros del mar. Su cúspide forma tres puntas, la de en medio es la mas alta, y para llegar hasta ella se necesitan cuatro horas de una marcha penosa. Su elevación perpendicular es de 1,685 metros sobre el nivel del mar; pero no es, sin embargo, esta montaña la mas alta de la Islandia. De su cima salen continuamente llamas y materias abrasadas. Las erupciones de este volcan en 1693 hicieron los mayores estragos; fueron tan violentas, que las cenizas se estendieron por toda la isla hasta la distancia de 240 kilómetros. Comenzaron el 5 de abril y continuaron casi sin interrupcion hasta el 7 de setiembre; pero el cráter no vomitó lavas. Las erupciones de otras montañas, sobre todo las d'Ocraife y de Kodlegan, han sido tambien suficientes para llenar de espanto al pais. Es muy digno de notarse que después de las erupciones del monte Hécla, se ha encontrado algunas veces tan gran cantidad de sal, que había para cargar con ella muchos caballos.
Los terremotos son producidos naturalmente por los fuegos subterráneos, asi como los manantiales de agua caliente; estos últimos son en estremo numerosos en la Islandia, donde por todas partes se encuentran; los terremotos hacen desaparecer algunos de ellos, mientras por otro lado surgen otros nuevos. Los manantiales que salen apaciblemente son llamados baños, y calderas ó geyser, es decir, furiosos, los que salen á grandes borbotones. Estos surtidores no tienen todos el mismo grado de calor: el doctor Van Troil ha observado que hacen subir á 188 grados el termómetro de Fahreinheit: Olafsen y Povelsen encontraron las aguas de Geiser, Reykum y Langarvand á 212 y 213 grados. Los islandeses se bañan en los arroyos que forman estos manantiales templados ya por otros de agua fría que se les unen. Estos baños son
muy saludables y con ellos se curan muchas enfermedades. Se ha observado que las vacas que beben de estas aguas, dan mucha mayor cantidad de leche, y los pescados que hay en estos arroyos, tibios ya por la mezcla de las aguas, son mucho mas hermosos y de mejor gusto que los de la misma especie que se encuentran en otras partes. Los habitantes de las cercanías de estos surtidores calientes se sirven de ellos ordinariamente para cocer sus alimentos, verduras, pescados, mariscos y carne; para ello basta poner sobre la abertura del manantial la olla ó marmita, y en poco tiempo queda cocido lo que contiene, quedando la carne y el pescado mas tierno y de mejor gusto que si hubiesen estado al fuego ordinario.
Olafsen describe de la manera siguiente el Geiser que está á 9 kilómetros de Skalholt, de donde salea agua de una roca por intervalos á ciertas horas del día.
«En el momento de nuestra llegada al Geiser, dice, el agua llegaba hasta el borde del pilón, derramándose por todos lados; á poco se oyeron detonaciones lentas y ruido subterráneo: esta fué la señal de la salida de las aguas, que comenzaron al instante á brotar con fuerza; pero esta vez no se elevaron mas que á 20 metros. La salida del agua cesó repentinamente, y de alli á poco volvió por intervalos de algunos minutos; pero la violencia de la salida fué disminuyendo por grados hasta quedar el pilón enteramente vacío. El Geiser permaneció tranquilo toda la noche, las aguas subían lentamente, y el pilón no se llenó hasta las cuatro de la mañana. Nosotros permanecimos cerca para poder observar las erupciones, y habíamos echado dentro del pilón muchos trozos de piedras de petríficaciones thermales que por todas parles encontrábamos.
»Por fin se anunciaron las erupciones por un ruido sordo bajo nuestros pies parecido á cañonazos disparados á lo lejos: repitióse el ruido igualmente pon cinco veces; pero la segunda fué mas fuerte que la primera, y sucesivamente, como si los cañonazos se aproximasen; sentimos al mismo tiempo conmoverse
A pesar de este adelanto y de sus costumbres pensadoras, la tenebrosa mitología del Norte ha dejado sus huellas entre los islandeses; las grandes luchas de los scandinavos con los enanos y los gigantes viven todavía en las creencias populares, y será muy difícil desarraigarlas de un pais tan sombrío y salvage. El aspecto solo de la naturaleza es suficiente en esta isla para impresionar fuertemente el espíritu del hombre; el rigor del clima, los enormes hielos, las montañas cubiertas de nieve ó desgarradas por los volcanes, el ruido fragoroso de los fuegos subterráneos, los surtidores de agua hirviendo, los frecuentes meteoros, el terreno erizado de rocas, todo se reúne para dar á estas comarcas un carácter imponente y á propósito para inspirar espanto.
Todo prueba que la isla casi en general reposa sobre un vasto depósito de fuegos que parecen haberla enteramente trastornado, y que quizá algún dia lleven el desorden hasta sus cimientos.
En 1783 por el mes de agosto estos terribles fuegos obraron una especie de prodigio que llevó el espanto á todos los corazones. Al S. de Grinbourg cerca de 12 kilómetros de la roca de los Pájaros se vio la mar hervir con fuerza, y se oyó la tierra rugir en sus entrañas como si fuera á quebrantarse toda; á poco parecia que las aguas lanzaban llamas, de su seno se elevaba una nueva tierra ó mas bien un montón de lavas y materias volcánicas, que entreabierto en su parte mas elevada servia de chimenea á un fuego subterráneo que iba á escaparse. Esta isla se agrandó poco á poco después de esta época, y continua arrojando llamas.
Ademas, los volcanes que hay en diferentes partes de la isla tienen muchas grietas y cráteres por donde se oye el ruido continuo del fuego que arde en el interior de la tierra.
El monte Heila es famoso en el mundo por su volcan, situado en la parte meridional de la isla cerca de 5 kilómetros del mar. Su cúspide forma tres puntas, la de en medio es la mas alta, y para llegar hasta ella se necesitan cuatro horas de una marcha penosa. Su elevación perpendicular es de 1,685 metros sobre el nivel del mar; pero no es, sin embargo, esta montaña la mas alta de la Islandia. De su cima salen continuamente llamas y materias abrasadas. Las erupciones de este volcan en 1693 hicieron los mayores estragos; fueron tan violentas, que las cenizas se estendieron por toda la isla hasta la distancia de 240 kilómetros. Comenzaron el 5 de abril y continuaron casi sin interrupcion hasta el 7 de setiembre; pero el cráter no vomitó lavas. Las erupciones de otras montañas, sobre todo las d'Ocraife y de Kodlegan, han sido tambien suficientes para llenar de espanto al pais. Es muy digno de notarse que después de las erupciones del monte Hécla, se ha encontrado algunas veces tan gran cantidad de sal, que había para cargar con ella muchos caballos.
Los terremotos son producidos naturalmente por los fuegos subterráneos, asi como los manantiales de agua caliente; estos últimos son en estremo numerosos en la Islandia, donde por todas partes se encuentran; los terremotos hacen desaparecer algunos de ellos, mientras por otro lado surgen otros nuevos. Los manantiales que salen apaciblemente son llamados baños, y calderas ó geyser, es decir, furiosos, los que salen á grandes borbotones. Estos surtidores no tienen todos el mismo grado de calor: el doctor Van Troil ha observado que hacen subir á 188 grados el termómetro de Fahreinheit: Olafsen y Povelsen encontraron las aguas de Geiser, Reykum y Langarvand á 212 y 213 grados. Los islandeses se bañan en los arroyos que forman estos manantiales templados ya por otros de agua fría que se les unen. Estos baños son
muy saludables y con ellos se curan muchas enfermedades. Se ha observado que las vacas que beben de estas aguas, dan mucha mayor cantidad de leche, y los pescados que hay en estos arroyos, tibios ya por la mezcla de las aguas, son mucho mas hermosos y de mejor gusto que los de la misma especie que se encuentran en otras partes. Los habitantes de las cercanías de estos surtidores calientes se sirven de ellos ordinariamente para cocer sus alimentos, verduras, pescados, mariscos y carne; para ello basta poner sobre la abertura del manantial la olla ó marmita, y en poco tiempo queda cocido lo que contiene, quedando la carne y el pescado mas tierno y de mejor gusto que si hubiesen estado al fuego ordinario.
Olafsen describe de la manera siguiente el Geiser que está á 9 kilómetros de Skalholt, de donde salea agua de una roca por intervalos á ciertas horas del día.
«En el momento de nuestra llegada al Geiser, dice, el agua llegaba hasta el borde del pilón, derramándose por todos lados; á poco se oyeron detonaciones lentas y ruido subterráneo: esta fué la señal de la salida de las aguas, que comenzaron al instante á brotar con fuerza; pero esta vez no se elevaron mas que á 20 metros. La salida del agua cesó repentinamente, y de alli á poco volvió por intervalos de algunos minutos; pero la violencia de la salida fué disminuyendo por grados hasta quedar el pilón enteramente vacío. El Geiser permaneció tranquilo toda la noche, las aguas subían lentamente, y el pilón no se llenó hasta las cuatro de la mañana. Nosotros permanecimos cerca para poder observar las erupciones, y habíamos echado dentro del pilón muchos trozos de piedras de petríficaciones thermales que por todas parles encontrábamos.
»Por fin se anunciaron las erupciones por un ruido sordo bajo nuestros pies parecido á cañonazos disparados á lo lejos: repitióse el ruido igualmente pon cinco veces; pero la segunda fué mas fuerte que la primera, y sucesivamente, como si los cañonazos se aproximasen; sentimos al mismo tiempo conmoverse
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