lunes, febrero 11, 2008

Viage ilustrado (Pág. 169)

cion de los curiosos. «Se ven, dice, millares de caballos y bueyes, en hileras cuyo fin no se alcanza. Los nobles polacos hormiguean en la ciudad en otro tiempo se entretenian en darse sablazos en las calles, pero ahora, mas cultos, se juntan para jugar dinero ó efectos. Las clases mas humildes se alojan junto los árboles de su misma calle, buscando cada cual sobre la yerba un sitio conveniente, encendiendo la lumbre para calentarse, y bailando y cantando al son del oboe, y de la flauta para distraerse. Las mil luces que se divisan entre los árboles dan á este espectáculo la apariencia de un jardín encantado.»
Si continuamos marchando mas al Norte, nos encontramos la Prusia Oriental, verdadera cuna de la raza prusiana, y por último, mas al Oeste todavía, la Pomerania. Estas tres provincias, las únicas marítimas del reino, son bañadas por el mar Báltico desde el Niemen hasta Trebel. En sus arenosas riberas es donde se encuentra el ámbar, objeto de un importantísimo comercio en la antigüedad, pues que tenia en comunicacion los pueblos eslavos con los del Adriático.
Una particularidad del Niemen y del Vístula, que los dos llegan á la mar en las dos Prusias, es que estos ríos en su embocadura, se pierden en grandes lagos, llamados, uno Kuniche—Haff, y otro Frische—Haff, ambos igualmente separados por largas barreras de arena de la mar, á donde se precipitan por un estrecho canal. Kœnisberg, capital de la Prusia antigua, está construida sobre el Frische—Haff. Kœnisherg, como Thorn y Mariemburgo, es una creacion de la órden teutónica, y revela en sus edificios góticos y sus fortalezas, su origen y el carácter de sus fundadores.
Los kurios, tribus pescadoras de las riberas del Kuniche—Haff, y en general los campesinos de la Pru­sia Oriental, han conservado el sello, y en parte el idioma de sus antepasados los pruso—lithuanios. En muchos puntos, las mugeres llevan botas y gorros polacos, y los hombres se envuelven en una especie de manto llamado margin, que unos se sujetan a la cintura, y otros se tercian al pecho, pasándolo por debajo del brazo derecho hasta la espalda opuesta á manera de los mantos escoceses. ¿Seria esto una prueba suficiente de la asercion de Plinio, respecto á que los antiguos estyos eran padres de los caledonios y de los bretones?
Dantzig, en la embocadura de uno de los brazos del Vístula, y en el fondo del golfo que lleva su nombre, es una ciudad rica y comercial conocida en Eu­ropa por sus destilatorios de aguardiente. Los habitantes de esta gran ciudad, entregados todos á la industria y al comercio, presentan el aspecto de una de las poblaciones mas tranquilas y arregladas. Dotados de costumbres dulces y alegres, exentos, aunque ricos, de la mayor parte de los vicios que el lujo acarrea, fundan su felicidad en la vida doméstica, donde las mugeres, sometidas á una autoridad amistosa, pero firme, saben conservar y acrecentar la fortuna de sus maridos, sin tener, como en otras partes, la triste facultad de arruinarlos con exigencias caprichosas de toilette ó de diversiones.
Stettin y Stralsund, en la Pomerania, son ciudades de poca importancia para que nos detengamos en describirlas. Frente por frente de Stettin se eleva la isla de Rugen, que es á la mitología eslava de la Báltica lo que la isla de Sein es al antiguo culto céltico de la Bretaña. «Hay aqui, dice Tácito, un bosque religioso donde se encuentra un carro sagrado cubierto con un velo, al cual no puede tocar sino un sacerdote. Este sabe el momento en que la diosa (Hertha) habita el santuario de este carro, y entonces hay dias de grandes fiestas, y no se habla de guerras, ni se ven armas por ninguna parte, hasta el momento, en que la diosa abandona los mortales. En seguida de esto el carro y el velo reciben una ablucion en un lago secreto que sumerge frecuentemente á los esclavos empleados en este servicio.» Este bosque sagrado, este lago de aguas negras, donde nadan peces negros, son todavía hoy el objeto de la veneracion de los rugianos, saben algunos cánticos antiguos de sus bardos y os enseñarán en la iglesia de Attenkirchen la estátua de Swentoorid, divinidad de cuatro caras qué presidia la guerra y las estaciones.

DINAMARCA.

Al Norte del Hannover y del Mecklemburgo se levanta entre la mar del Norte y el mar Báltico, una península de mediana estension, flanqueada al Este por un grupo de islas; esta es la Dinarnarça. El brazo importante de mar que baña su estremidad Septentrional y la separa de la Noruega toma el nombre de Skager—Back, los que la dividen de la Suecia son el Cattegad y el Sund. Conocida de los antiguos con la denominacion de Quersoneso címbrico, la Dinamarca fué cuna de los guerreros címbricos, que apremiados sin duda por la invasion de las razas escandinavas, de los godos y de los ingleses, atravesaron la Europa central y llegaron á estrellarse ante el genio de Mario.
Mas tarde, la Dinamarca suministro su contingente á aquellas poderosas emigraciones marítimas, á aquellas hordas piráticas, que desolaron sucesivamente la Inglaterra y la Francia desde el siglo IX al XII, y á quien los pueblos del Mediodía confundieron con el nombre general de normandos.
Ora feudataria de la Alemania, ora vencedora de la Suecia y la Noruega, la Dinamarca se vió por fin despojada en 1814 del hermoso floron de su corona escandinava, y reducida á las cinco provincias que la componen hoy: á saber, la Dinamarca propiamente dicha ó Archipiélago danés, cuya capital es Copenhague, la Jutlandia, que tiene por capital á Viborg, al ducado de Slesvoig y al de Lauenburgo, que toman estos nombres de sus principales ciudades, y por último, el ducado de Holstein, cuya capital es Glucstadz. Por estas tres últimas provincias es por la que la Dinamarca se halla ligada á la Confederacion Germánica, donde su rey tiene tres votos. La poblacion total del reino, en sus límites actuales, es de 2.132,000 habitantes, esparcidos en una superficie de 56,600 quilómetros cuadrados.
El clima de esta península es generalmente mas dulce de lo que anuncia su latitud; su suelo es llano, y apenas presenta mas que llanuras bajas, arenosas ó pantanosas, pero ricas en pastos hermosos donde se crian los caballos de la raza danesa tan convenientes para la caballería militar. Bajo este punto de vista, la Jutlandia es la mejor provincia: sus pastos proporcionan suficiente alimento á numerosos animales, que despues de haber engordado, pasan á Holstein para ser vendidos á los mercaderes de Hamburgo, de Lubeck y de Amsterdan.
La industria no está muy desarrollada en Dinamarca, pero su comercio es bastante considerable, é

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