Los animales mas comunes de estos países son los osos, lobos, rengíferos, antes y gulos. Los osos proporcionan jamones muy estimados, el gulo buenas pieles, pero bajo este aspecto el armiño es una de las riquezas del país. Las costas están pobladas de águilas de una gran fuerza, y los que viven por aquí las cogen los huevos y las crias. Las aguas que bañan estas riberas abundan en peces de todas clases, á cuya cabeza hemos colocado ya las ballenas y los arenques. Ejércitos innumerables de esta especie salen de las nieves del polo Ártico, y en la latitud de Islandia forman tres grandes divisiones; una que abastece las islas y las costas occidentales de Escocia, otra que dirige su carrera hacia la parte oriental de la Gran Bretaña hasta la Mancha, y la tercera que entra en el mar Báltico por el estrecho del Sund. De estos peces es de lo que se alimenta casi toda la gente poco acomodada de este país. Respecto del bacalao ya dijimos en otro lugar la gran cantidad que se coge, los usos que tiene, y ganancias que reporta.
Los noruegos son generalmente robustos, vigorosos y bravos. Como se han mezclado poco con sus vecinos, conservan los rasgos que se atribuyen á los antiguos habitantes del Norte en general; casi todos tienen los cabellos rubios, los ojos azules y vivos y la tez muy blanca. El número de los nobles de nacimiento es pequeño, pues la tiranía de algunos reyes de Dinamarca los ha reducido casi á la nulidad, y casi todos los que existen son pobres y se ven obligares á trabajar la tierra. El orgullo no les ha abandonado de todo punto en su indigencia, y al lado de los instrumentos de la labor que les proporcionan la subsistencia, conservan las armaduras y los pergaminos que los consuelan. No se alían nunca sino entre ellos mismos, sin que por lo demás pretendan distinguirse en cosa alguna del pueblo, el cual es mucho mas feliz que el de Dinamarca, ventaja que deben á la libertad que han conservado. Poseen sus dominios en plena propiedad, tienen el derecho de caza, y no dependen de otra jurisdicción que de la del rey. El primogénito es el que hereda las tierras, y los demás tienen una parte en el dinero y los muebles. Cuando un noruego vende su patrimonio, tiene el derecho de rescatarlo por espacio de veinte años. El sentimiento de sus prerogativas produce felices resultados en el pueblo de la Noruega: en su carácter hay una especie de generosidad, y en su alma un grado de elevación que son, bastante raros en la misma clase de otros paises. El noruego es servicial, previsor, y sobre todo hospitalario.
La industria de los campesinos se elogia con razón, aunque esta cualidad sea común á todos los montañeses. Tienen mucha destreza, y ellos mismos fabrican la mayor parte de la ropa, los muebles, los zapatos, las botas, los instrumentos para la agricultura y la pesca, y otros de que tienen necesidad. Muchos van todavía mas lejos, y sin estudio y sin maestro, y sin conocimiento alguno de reglas construyen escelentes buques, instrumentos de música, obras de escultura en madera y piedra, de las cuales muchas son admirables y se conservan entre las curiosidades de un gabinete.
Pocas naciones producen tan buenos marinos y escelentes soldados. Reúnen al pundonor y á la intrepidez la fuerza corporal necesaria para el manejo de las armas. Inútilmente se buscaría en otras partes una raza de hombres mas sanos y vigorosos como los que hay en este país en las provincias orientales y montañosas. Se ve en casi todos los semblantes el aire de vida, de serenidad y aun de alegría, que es señal evidente de la salud y de la felicidad, y siendo felices estos montañeses, tienen la ventaja de serlo por espacio de largos años, porque su existencia se prolonga generalmente hasta una edad avanzada. Pontoppidan, obispo de Bergen, que escribió sobre la historia natural de su pais, presenta ejemplos admirables, citando entre otros cuatro matrimonios que se presentaron en 1733 al rey Cristiano IV cuando pasó á Friderico—Hald. La edad de todos juntos pasaba de ochocientos años, pues que cada uno no tenia menos de ciento, y estaban todos avecindados en las cercanías de esta ciudad, manteniéndose tan buenos que ejecutaban su danza acostumbrada delante del rey. La fecundidad de las mujeres noruegas no es menos notable; las familias donde se cuentan diez, doce y quince niños no causa aqui maravilla, y la población llegaría á ser escesiva sin la pérdida continua que el oficio de marinero y el de pescador le hacen necesariamente esperimentar.
La fuerza acompaña á la salud, y la costumbre de arrostrar todas las intemperies hace que una y otra sean mas duraderas. Es muy frecuente el ver aldeanos noruegos marchando con los pies desnudos sobre la nieve y sobrecargados con un peso que en otros paises no podrían conducir sino los animales. «Cuando el esceso de la fatiga les hace sudar, dice Pontoppidan, se echan sobre la nieve de media en media hora para descansar y hacer bolas, con las cuales se limpian el sudor, se lavan la boca y se componen el semblante. Durante este tiempo entonan canciones propias para alegrarlos, y después de nueve horas de trabajos increíbles, se van corriendo á sus casas con unas demostraciones de alegría y satisfacción que dejan pasmados.» Este buen obispo atribuye el gran número de centenarios que en su pais hay al buen humor que domina á casi todos, en lo cual según muchas probabilidades no se equivoca S. I.
Los habitantes de las costas, aunque en general menos sanos y vigorosos que los de las montañas, son no obstante de los hombres mas robustos del mundo, y soportan las fatigas de su profesión con el mismo valor y alegría que aquellos. Se les ve en el mes de enero reunirse á centenares hombres y mugeres y pasar los días enteros y las noches, cuando la luna les concede sus rayos, sobre la mar en bateles abiertos, que casi nunca abandonan para ir á acostarse en miserables cabañas con su ropa mojada, y para volver al siguiente dia á la misma operación.
El noruego para mantenerse no tiene mas que un alimento grosero. El pan de trigo apenas lo conoce, porque este género es muy raro en la Noruega como en todos los paises espuestos al mismo grado de frió. Con avena es con lo que se hace casi todo el pan de los habitantes de los campos, y este género es aqui mas blanco y alimenticio que en nuestros paises. La manera de hacer el pan es bastante extraordinaria: se le da la forma de tortas redondas y del tamaño de una moneda; se cuece en una plancha de hierro, bajo la cual hay fuego, y basta con dos mugeres para hacer en un dia la provisión de una familia entera por espacio de un año. Este pan es poco agradable para el paladar no acostumbrado. En un lugar que no esté húmedo puede conservarse sin alteración hasta dentro de veinte años. Pero la cosecha de la avena, igualmente que las de los otros granos, se halla sujeta en el Norte á
Los noruegos son generalmente robustos, vigorosos y bravos. Como se han mezclado poco con sus vecinos, conservan los rasgos que se atribuyen á los antiguos habitantes del Norte en general; casi todos tienen los cabellos rubios, los ojos azules y vivos y la tez muy blanca. El número de los nobles de nacimiento es pequeño, pues la tiranía de algunos reyes de Dinamarca los ha reducido casi á la nulidad, y casi todos los que existen son pobres y se ven obligares á trabajar la tierra. El orgullo no les ha abandonado de todo punto en su indigencia, y al lado de los instrumentos de la labor que les proporcionan la subsistencia, conservan las armaduras y los pergaminos que los consuelan. No se alían nunca sino entre ellos mismos, sin que por lo demás pretendan distinguirse en cosa alguna del pueblo, el cual es mucho mas feliz que el de Dinamarca, ventaja que deben á la libertad que han conservado. Poseen sus dominios en plena propiedad, tienen el derecho de caza, y no dependen de otra jurisdicción que de la del rey. El primogénito es el que hereda las tierras, y los demás tienen una parte en el dinero y los muebles. Cuando un noruego vende su patrimonio, tiene el derecho de rescatarlo por espacio de veinte años. El sentimiento de sus prerogativas produce felices resultados en el pueblo de la Noruega: en su carácter hay una especie de generosidad, y en su alma un grado de elevación que son, bastante raros en la misma clase de otros paises. El noruego es servicial, previsor, y sobre todo hospitalario.
La industria de los campesinos se elogia con razón, aunque esta cualidad sea común á todos los montañeses. Tienen mucha destreza, y ellos mismos fabrican la mayor parte de la ropa, los muebles, los zapatos, las botas, los instrumentos para la agricultura y la pesca, y otros de que tienen necesidad. Muchos van todavía mas lejos, y sin estudio y sin maestro, y sin conocimiento alguno de reglas construyen escelentes buques, instrumentos de música, obras de escultura en madera y piedra, de las cuales muchas son admirables y se conservan entre las curiosidades de un gabinete.
Pocas naciones producen tan buenos marinos y escelentes soldados. Reúnen al pundonor y á la intrepidez la fuerza corporal necesaria para el manejo de las armas. Inútilmente se buscaría en otras partes una raza de hombres mas sanos y vigorosos como los que hay en este país en las provincias orientales y montañosas. Se ve en casi todos los semblantes el aire de vida, de serenidad y aun de alegría, que es señal evidente de la salud y de la felicidad, y siendo felices estos montañeses, tienen la ventaja de serlo por espacio de largos años, porque su existencia se prolonga generalmente hasta una edad avanzada. Pontoppidan, obispo de Bergen, que escribió sobre la historia natural de su pais, presenta ejemplos admirables, citando entre otros cuatro matrimonios que se presentaron en 1733 al rey Cristiano IV cuando pasó á Friderico—Hald. La edad de todos juntos pasaba de ochocientos años, pues que cada uno no tenia menos de ciento, y estaban todos avecindados en las cercanías de esta ciudad, manteniéndose tan buenos que ejecutaban su danza acostumbrada delante del rey. La fecundidad de las mujeres noruegas no es menos notable; las familias donde se cuentan diez, doce y quince niños no causa aqui maravilla, y la población llegaría á ser escesiva sin la pérdida continua que el oficio de marinero y el de pescador le hacen necesariamente esperimentar.
La fuerza acompaña á la salud, y la costumbre de arrostrar todas las intemperies hace que una y otra sean mas duraderas. Es muy frecuente el ver aldeanos noruegos marchando con los pies desnudos sobre la nieve y sobrecargados con un peso que en otros paises no podrían conducir sino los animales. «Cuando el esceso de la fatiga les hace sudar, dice Pontoppidan, se echan sobre la nieve de media en media hora para descansar y hacer bolas, con las cuales se limpian el sudor, se lavan la boca y se componen el semblante. Durante este tiempo entonan canciones propias para alegrarlos, y después de nueve horas de trabajos increíbles, se van corriendo á sus casas con unas demostraciones de alegría y satisfacción que dejan pasmados.» Este buen obispo atribuye el gran número de centenarios que en su pais hay al buen humor que domina á casi todos, en lo cual según muchas probabilidades no se equivoca S. I.
Los habitantes de las costas, aunque en general menos sanos y vigorosos que los de las montañas, son no obstante de los hombres mas robustos del mundo, y soportan las fatigas de su profesión con el mismo valor y alegría que aquellos. Se les ve en el mes de enero reunirse á centenares hombres y mugeres y pasar los días enteros y las noches, cuando la luna les concede sus rayos, sobre la mar en bateles abiertos, que casi nunca abandonan para ir á acostarse en miserables cabañas con su ropa mojada, y para volver al siguiente dia á la misma operación.
El noruego para mantenerse no tiene mas que un alimento grosero. El pan de trigo apenas lo conoce, porque este género es muy raro en la Noruega como en todos los paises espuestos al mismo grado de frió. Con avena es con lo que se hace casi todo el pan de los habitantes de los campos, y este género es aqui mas blanco y alimenticio que en nuestros paises. La manera de hacer el pan es bastante extraordinaria: se le da la forma de tortas redondas y del tamaño de una moneda; se cuece en una plancha de hierro, bajo la cual hay fuego, y basta con dos mugeres para hacer en un dia la provisión de una familia entera por espacio de un año. Este pan es poco agradable para el paladar no acostumbrado. En un lugar que no esté húmedo puede conservarse sin alteración hasta dentro de veinte años. Pero la cosecha de la avena, igualmente que las de los otros granos, se halla sujeta en el Norte á
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