tarse para esta ceremonia, desde el fundador del moderno imperio romano Luis el Benigno y Cárlos V! Y cuántas reliquias maravillosas, regalos de Haroum—al—Raschid, se hallan espuestas alli á la veneracion del pueblo! ¡Colonia, sobre todo, Colonia, cuya magnifica catedral, aunque por concluir, es sin embargo uno de los mas bellos monumentos góticos de Europa! Cien columnas, de las que las cuatro principales tienen 10 metros de circunferencia, sostienen la inmensa nave de 133 metros de longitud y 66 de altura. ¿Nos detendremos á hablar de las reliquias de los doce apóstoles y del sarcófago de los tres magos? ¿De las de las once mil vírgenes, cuyas cabezas están simétricamente colocadas en una capilla de la iglesia de Santa Ursula? En Colonia nacieron San Bruno y Rubens en la casa misma en que murió despues María de Médicis. Describiremos tambien el Zulpich, el Tolbincon de Tácito, donde Clovis desafió á los alemanes, juró hacerse cristiano, y aseguró el porvenir de la monarquía francesa conteniendo el torrente de las invasiones germánicas. Cerca de Elberfeld, Salingen, conocida por su escelente fabricacion de armas; Dusseldorf, grande y hermosa ciudad, cuyo palacio adorna todavia la Asuncion de la Virgen pintada por Rubens; Emmerich, apoyada en el Rhin entre ruinas romanas de toda especie; Cléves, por último, con su antigua torre del Cisne, cuyo origen se pierde en la noche de los tiempos, y no lejos de ella, el Reichwald, antiguo y sagrado bosque, donde segun Tácito provocó Claudio Civil á los batavos á insurreccion contra los romanos.
La Westfalia, de donde salieron en otro tiempo los bructeros, los marsos y los sicambros, linda al Norte de las provincias rinianas. Está dividida en tres Regencias que tienen por capitales á Mínden, Munster y Anberg, siendo junto á Minden donde está la pequeña ciudad de Luger, en que residió Witikind el Grande, habiendo sido enterrado en la iglesia principal, en la cual se ve todavia su sepulcro y sus copas de festin. Junto á Paderborn, que fundó Carlo—Magno, hay un pueblecillo que lleva todavía el nombre de Romerfeld (campo de los romanos), y es donde Arminió destruyó las legiones de Varo.
Despues de haber atravesado el gran ducado Brunswick, situado al Este de la Wesfalia, volvemos á encontrarnos la Prusia que costea al O. E. el Hannover y el Mecklemburgo y va á prolongarse al S. E. entre los pequeños estados de la Confederacion, como una mar estensa entra en un territorio bajo que no le opone obstáculo. Berlin ocupa aproximadamente el centro de este pais, cuya mayor parte componia en otro tiempo la Marca de Brandeburgo, donde nació la potencia prusiana.
En Berlin, capital del electorado de Brandeburgo, es donde el rey reside ordinariamente. Esta ciudad, situada sobre el Sprée, es grande y hermosa. En 1700 no contaba mas que 20,000 habitantes, y actualmente ya tiene 288,000, no incluyendo en este número los 24,000 hombres de la guarnicion. La parte que fué edificada por Federico el Grande, tiene calles anchas y derechas, y casas soberbias, aunque poco habitadas. La calle de Federico, de cuatro quilómetros de anchura, la alameda de los Tilos, la plaza de Guillermo con las estátuas de cuatro generales prusianos, el puente con la estátua de Guillermo, por sobrenombre el Gran Elector; el palacio real, del cual una gran parte es gotica y contiene numerosas curiosidades, la ópera, algunas iglesias, un arsenal muy provisto que contiene armas para unos 200,000 hombres, el hospital de la Caridad y la casa de Inválidos, he aquí lo que Berlin presenta de mas interés al viagero curioso. Tiene una academia de ciencias, célebre entre todas las de Europa, otra de bellas artes, otra de arquitectura, muchos colegios y establecimientos de educacion muy estimados, una escuela militar, otra de Sordo—mudos, y algunas bibliotecas, entre las cuales tiene gran valor entre los sabios y bibliógrafos la llamada Real. Las fábricas y manufacturas son muy numerosas, y dar trabajo á casi 20,000 obreros. Los objetos mas importantes de comercio que producen son: galones de oro y de plata, sederías, lanas, algodones, tules, sombreros, espejos, tapicerías, porcelana, cueros, azúcar refino y otros muchos. Las ciencias y las letras se cultivan con gloria en Berlín, y se conoce el valor que tienen, lo cual se debe al impulso dado por Federico el Grande, que les premió y estimuló con su ejemplo. Este cultivo ha influido notablemente en has costumbres públicas, pues los hijos de Berlin en lo general dan muestras de ingenio, de conocimientos y de práctica del mundo.
Los antiguos habitantes de Brandeburgo pertenecian á familias lombardas, borgoñonas y semnonas. Sigefroi, conde de Sajonia, fui, en 927, el primer titular del margraviato: uno de sus sucesores, Alberto el Oso, que lo conquistó y embelleció, fundó algunas ciudades corno Berlin, Bérnau, Francfort y Landsberg, que pobló de alemanes. El Brandeburgo cayó despues en manos de Sigismundo de Hungría, que fué electo emperador, y mas tarde fijé vendido por este príncipe á Federico, burgrave de Meremberg por 400,000 florines de oro, y de esta casa fué donde salió luego despues el que elevó su patrimonio y la Prusia entera al estado en que hoy la vemos.
Los prusianos son robustos, laboriosos y buenos soldados, y sus costumbres se asemejan á las de los demas pueblos de Alemania. Casi todos son luteranos ó calvinistas, pero todas las sectas del cristianismo peden adoptarse y seguirse con entera libertad, pues la tolerancia en esta materia es una de las máximas fundamentales del gobierno. Cualquiera que sea el número de hijos que tenga un aldeano, todos pertenecen al servicio de las armas, escepto uno que se queda para ayudar los trabajos de la casa. Los demas llevan desde la infancia una marca que indica que son soldados, y se hallan en el deber de acudir al servicio cuando se les llame. Concíbese fácilmente que con semejante organizacion de quintas, que hace de cada hombre un soldado, sea la Prusia una nacion poderosa y temible en la guerra; pero si la guerra se prolonga, y hay en ella reveses, bien pronto la agricultura y la industria perecerán, y la exhausta poblacion tendrá que rendirse.
Bajando al Sur, y siguiendo la frontera de la Sajonia y la Bohemia, recorramos la Silesia prusiana, que viene á desembocar al S. E. en la Gallitcia y la república de Cracovia. Cuando Federico II comenzó sus guerras de conquista, la Silesia fué la primer provincia que reunió á sus estados hereditarios.
Breslau, su antigua capital, está situada en la confluencia del Ohlen y del Oder, en una llanura ricamente cultivada y sembrada de jardines. Puede valuarse su poblacion en 90,000 almas.
Los habitantes de Silesia pertenecen, unos á la raza alemana, y estos son los mas industriosos y mejor
La Westfalia, de donde salieron en otro tiempo los bructeros, los marsos y los sicambros, linda al Norte de las provincias rinianas. Está dividida en tres Regencias que tienen por capitales á Mínden, Munster y Anberg, siendo junto á Minden donde está la pequeña ciudad de Luger, en que residió Witikind el Grande, habiendo sido enterrado en la iglesia principal, en la cual se ve todavia su sepulcro y sus copas de festin. Junto á Paderborn, que fundó Carlo—Magno, hay un pueblecillo que lleva todavía el nombre de Romerfeld (campo de los romanos), y es donde Arminió destruyó las legiones de Varo.
Despues de haber atravesado el gran ducado Brunswick, situado al Este de la Wesfalia, volvemos á encontrarnos la Prusia que costea al O. E. el Hannover y el Mecklemburgo y va á prolongarse al S. E. entre los pequeños estados de la Confederacion, como una mar estensa entra en un territorio bajo que no le opone obstáculo. Berlin ocupa aproximadamente el centro de este pais, cuya mayor parte componia en otro tiempo la Marca de Brandeburgo, donde nació la potencia prusiana.
En Berlin, capital del electorado de Brandeburgo, es donde el rey reside ordinariamente. Esta ciudad, situada sobre el Sprée, es grande y hermosa. En 1700 no contaba mas que 20,000 habitantes, y actualmente ya tiene 288,000, no incluyendo en este número los 24,000 hombres de la guarnicion. La parte que fué edificada por Federico el Grande, tiene calles anchas y derechas, y casas soberbias, aunque poco habitadas. La calle de Federico, de cuatro quilómetros de anchura, la alameda de los Tilos, la plaza de Guillermo con las estátuas de cuatro generales prusianos, el puente con la estátua de Guillermo, por sobrenombre el Gran Elector; el palacio real, del cual una gran parte es gotica y contiene numerosas curiosidades, la ópera, algunas iglesias, un arsenal muy provisto que contiene armas para unos 200,000 hombres, el hospital de la Caridad y la casa de Inválidos, he aquí lo que Berlin presenta de mas interés al viagero curioso. Tiene una academia de ciencias, célebre entre todas las de Europa, otra de bellas artes, otra de arquitectura, muchos colegios y establecimientos de educacion muy estimados, una escuela militar, otra de Sordo—mudos, y algunas bibliotecas, entre las cuales tiene gran valor entre los sabios y bibliógrafos la llamada Real. Las fábricas y manufacturas son muy numerosas, y dar trabajo á casi 20,000 obreros. Los objetos mas importantes de comercio que producen son: galones de oro y de plata, sederías, lanas, algodones, tules, sombreros, espejos, tapicerías, porcelana, cueros, azúcar refino y otros muchos. Las ciencias y las letras se cultivan con gloria en Berlín, y se conoce el valor que tienen, lo cual se debe al impulso dado por Federico el Grande, que les premió y estimuló con su ejemplo. Este cultivo ha influido notablemente en has costumbres públicas, pues los hijos de Berlin en lo general dan muestras de ingenio, de conocimientos y de práctica del mundo.
Los antiguos habitantes de Brandeburgo pertenecian á familias lombardas, borgoñonas y semnonas. Sigefroi, conde de Sajonia, fui, en 927, el primer titular del margraviato: uno de sus sucesores, Alberto el Oso, que lo conquistó y embelleció, fundó algunas ciudades corno Berlin, Bérnau, Francfort y Landsberg, que pobló de alemanes. El Brandeburgo cayó despues en manos de Sigismundo de Hungría, que fué electo emperador, y mas tarde fijé vendido por este príncipe á Federico, burgrave de Meremberg por 400,000 florines de oro, y de esta casa fué donde salió luego despues el que elevó su patrimonio y la Prusia entera al estado en que hoy la vemos.
Los prusianos son robustos, laboriosos y buenos soldados, y sus costumbres se asemejan á las de los demas pueblos de Alemania. Casi todos son luteranos ó calvinistas, pero todas las sectas del cristianismo peden adoptarse y seguirse con entera libertad, pues la tolerancia en esta materia es una de las máximas fundamentales del gobierno. Cualquiera que sea el número de hijos que tenga un aldeano, todos pertenecen al servicio de las armas, escepto uno que se queda para ayudar los trabajos de la casa. Los demas llevan desde la infancia una marca que indica que son soldados, y se hallan en el deber de acudir al servicio cuando se les llame. Concíbese fácilmente que con semejante organizacion de quintas, que hace de cada hombre un soldado, sea la Prusia una nacion poderosa y temible en la guerra; pero si la guerra se prolonga, y hay en ella reveses, bien pronto la agricultura y la industria perecerán, y la exhausta poblacion tendrá que rendirse.
Bajando al Sur, y siguiendo la frontera de la Sajonia y la Bohemia, recorramos la Silesia prusiana, que viene á desembocar al S. E. en la Gallitcia y la república de Cracovia. Cuando Federico II comenzó sus guerras de conquista, la Silesia fué la primer provincia que reunió á sus estados hereditarios.
Breslau, su antigua capital, está situada en la confluencia del Ohlen y del Oder, en una llanura ricamente cultivada y sembrada de jardines. Puede valuarse su poblacion en 90,000 almas.
Los habitantes de Silesia pertenecen, unos á la raza alemana, y estos son los mas industriosos y mejor
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