domingo, febrero 17, 2008

Viage ilustrado (Pág. 175)

sólidas, y se hallan sujetas de trecho en trecho á la pared sobre tramos labrados en ella, los cuales, sino fuera por el agua que se filtra, tampoco ofrecerian molestia alguna.
«Cuando llegamos al punto en que nos debíamos detener, me encontré en un laberinto inmenso, donde se abrían por todas partes sendas ó largas bóvedas llenas de obreros que trabajaban la roca, cuyas venas en mayor ó menor cantidad eran de plata. Por algunos sitios, esta roca era tan dura, que no se la podía abrir sino después de haberla calentado mucho. Pero los obreros encargados de esta maniobra incómoda se relevan con mucha frecuencia, y únicamente la costumbre es lo que puede hacerles soportar un grado de calor que á mí me ahogaba. Los demás se relevan todos los dias y van á dormir á sus casas. Se alumbran con trozos de palo de abeto encendidos, y cuando se ve de lejos esta multitud de hombres trabajando en aquellos estendidos y vastos subterráneos, á la luz de brillantes antorchas, es preciso convenir en que se goza de un espectáculo, del cual nada de lo que sucede sobre la tierra podría darnos una idea exacta. Iguales á esta hay mas de veinte minas alrededor de Kongsberg; algunas se comunican entre sí bajo tierra, y las hay de mas profundidad que esta que yo he visto.»
Se concibe que un país de cerca de 1,400 quilómetros de longitud de Sur á Norte, erizado de montañas, bañado por una multitud de lagos, corrientes de agua, sembrado de inmensos bosques de abetos, .en el cual algunos valles estrechos proporcionan tierras de labor y praderías, y cuyas costas, estremadamente bajas dejan profunda entrada en el interior á la mar, se concibe, decimos, que el clima y la temperatura de tal pais sean estremadamente variadas. No lo son menos las producciones consideradas en conjunto, producciones que bastan para un comercio muy considerable, y que consisten principalmente, en plata, cobre, hierro trabajado en barra, cañones, plomo, una porción de maderas de construcción, mármol, imán, una gran cantidad de peces, sobre todo de bacalao, arenques y salmones; cueros, pieles, plumage variado, manteca, aceite de ballena, sal, vidrio, azufre, vitriolo, potasa y otros muchos objetos. Los noruegos trasportan una parte de estas mercancías en sus buques, y los estrangeros, especialmente los ingleses y holandeses, acuden á cargar otra parte de las mismas para sus puertos. Pero antes de hablar de las costumbres y rasgos generales de los noruegos, hablaremos de algunas de sus poblaciones. Ya lo hicimos de Cristiana; veamos, ahora lo que acerca de Bergen, ciudad notable de la Noruega, dice un viagero muy estimable. «Hace cerca de diez y ocho siglos que existe Bergen. Fué fundada en 1069 ó 1070 por el rey Olaf Kyrre, que la hizo la segunda ciudad de su reino. Pero bien pronto llegó á ser la primera merced, á la ventajosa posición de su puesto y á los privilegios que le concedió la liga Anseática estableciendo en ella una factoría, supremacía que conservó hasta 1814. Sabido es que el congreso de Viena separó la Noruega de la Dinamarca, á la que pertenecía, para darla á la Suecia en recompensa de la cooperación que Bernadotte, hecho ya Cárlos Juan, habia prestado en la caída de Napoleón, y en pago de la Finlandia y la Bothnia que adquirió la Rusia. Desde entonces Cristiana, fundada en 1624, pero cuya importancia comercial y prosperidad crecen de año en año, ocupó el puesto de capital de la Noruega. Sin embargo, Bergen continúa siendo hasta ahora la ciudad mas comercial y poblada. El número de sus habitantes será el de 25,000, y ha sabido conservar en su puerto el mercado de las grandes pesquerías de Lofoden. Esporta anualmente por valor de 2.000,000 de species, que viene á ser un dollar que vale cinco francos y sesenta céntimos de bacalao seco, 20,000 toneles de aceite de bacalao de primera, segunda y tercera clase, y 400,000 ó 600,000 toneles de arenques salados. El bacalao seco se vende en gran parte en los puertos del Mediterráneo, los arenques casi todos en Holanda, y en cuanto al aceite de bacalao, tiene salida para una porción de partes. En los meses de abril y mayo es cuando hay que ver á Bergen, época del arribo de los joegts ó yaques, de las islas de Lofoden y Tinmerk con el producto de sus pescas; se pueden contar entonces en su puerto hasta 600 ó 700 buques de 70 á 200 toneladas, fuera parte de los barcos estrangeros de mayor tonelage que esperan allí hacer su cargamento.
»Las islas de Sofoden, dice Mr. T. Marmier, en sus viages á Scandinavia, Laponia y otros puntos de la mar del Norte, se hallan situadas en la estremidad de la provincia de Nordlandia entre los 68 y 69 grados de latitud; las mayores tienen de ocho á nueve millas de circunferencia. Su suelo es en lo general rocalloso, estéril, y en la llamada Vaagré y en algunas otras hay montañas cubiertas de una nieve perpetua. Los geólogos colocan estas montañas en la clase de los primitivos terrenos, y algunas de ellas tienen hasta 3,000 pies de altura. La mayor parte de estas islas se hallan completamente desiertas. No hay habitaciones humanas sino en longitud de las costas, y aqui es donde únicamente se encuentran algunas porciones de tierra cultivadas, cultivo que, sin embargo, se tiene que interrumpir á cada paso por los rigores del clima. Las siembras no pueden hacerse por lo común sino hasta fines de junio, y desde el mes de agosto soplan vientos húmedos y fríos que destruyen toda esperanza de cosecha. Los hombres no se cuidan de este trabajo tan incierto y generalmente tan estéril, lo abandonan á las mugeres y los niños, y ellos pasan la vida en los bateles.
Junto á estas playas tan pobres, y esta tierra tan desolada, tienen en cambio una mar sombría, cubierta en invierno de un velo fúnebre y alborotada por las tempestades; pero rica, generosa y que les proporciona un medio seguro de subsistencia. Aqui es donde todos los años se juntan los pescadores del Norte para la pesca de invierno, y concurren de Frimark, de Drontheim y de Bergen, á centenares y á millares. En las diversas islas de Lofoden se cuentan tres mil bateles, cada uno de los cuales está ocupado por cinco
hombres.
Marmier completa en una nota estos detalles geográficos y estadísticos, publicando, según los documentos oficiales el estado de una pesca de Lofoden en un año ordinario, del modo siguiente: 1,910 bateles y 15,480 pescadores cogieron en dos meses 16.456,620 pescados, de los cuales hicieron 21,570 toneles de aceite y 6,000 de pescado. Los de aceite dejaron una suma de 758,550 francos, las piezas de pescado 1.371,388.
«Vos debéis ganar mucho dinero, decia yo un día á un pescador de Bergen, pues me aseguran que la pesca produce todos los años considerables beneficios.
—Tienen razón en asegurarlo, me respondió suspirando, pero sin cólera, porque es verdad; solamente

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