tos hornagueros, formado de terromonteros apenas consolidados, y cortado por numerosas corrientes de agua, llamadas Ems, Wecht, Issel, el Rhin, que se divide antes de hallar aqui su curso y se pierde en las arenas y en los pantanos, y por último, el Meusa y el Scalda, y bañado por lagos que ni siquiera tienen ribera fija, solamente á fuerza de inmensos trabajos y por medio de diques constantemente vigilados es como la Holanda consigue libertarse de las invasiones del Océano, ávido siempre de penetrar en las conquistas que se le arrancan. A pesar de los esfuerzos y de la vigilancia de este pueblo admirable las olas llegan de tiempo en tiempo á cubrir parte de sus dominios, y puede citarse en comprobación de esto el gran lago que se llama mar de Harlem, que se formó hace tres siglos y medio por una irrupción de la mar. El Bies—Bosch, lago situado en la frontera del Brabante Septentrional, debió su origen á un rompimiento de diques que tuvo lugar el 19 de noviembre de 1421 y á consecuencia de lo cual quedaron sumergidos setenta y dos lugares que reunian una población de 100,000 individuos. El golfo de Dollars, que recibe sus aguas del Ems, es el resultado de la inundación terrible de 1277, que se tragó treinta y tres pueblos. El Zuyderzeo, que forma un mar entre la Holanda y la Frisia, fué abierto en 1223 por una irrupción del Océano que subió 120 kilómetros de tierra.
Se esplica fácilmente que un suelo, creado por decirlo asi por la mano del hombre, escite tanto la curiosidad. Semejante país es necesariamente llano, tiene pocas colinas, y está escasamente regado: es poco pintoresco, tiene prados inmensos é innumerables canales que activan el comercio y la navegación interior y le dan un aspecto digno de llamar la atención del observador. En el verano se llenan estos canales de barcas y aun de buques que animan el paisage ostentando sus masteleros y banderolas, y en el invierno, cuando se hallan cristalizados por la nieve, acuden á ellos la gente para patinar, y aun sirve de tránsito á los que llevan á la ciudad sus legumbres y mercancías.
En un pais tan mojado el aire no puede menos de ser espeso y el cielo nebuloso. La humedad enmohece los metales y pudre la madera mucho mas pronto que en otra cualquier parle; pero los vientos del Este y los hielos del invierno purifican este aire insalubre. A pesar de la fertilidad que los canales y la humedad dan a una tierra naturalmente poco fecunda, los granos: que estas provincias producen están lejos de satisfacer el consumo: pero en revancha los pastos permiten criar magníficos rebaños, y se hace una cantidad: considerable de escelente manteca de que se surte Europa entera. Poseen aqui una escelente raza de ovejas cuya lana es muy estimada. Sus caballos y su ganado vacuno son de mas dimensiones que en ningún otro pais de Europa. Esta tierra produce rubia ó roya, tabaco y algunas frutas, y se encuentran en su seno minas de hierro; pero hay que llevar del estrangero el carbón de piedra. Las maderas de construcción llegan también de fuera, ó por mejor decir, tienen necesidad los holandeses de pedir á sus vecinos casi todos los objetos necesarios para la existencia. Pero, no obstante, esta pobreza del pais no ha existido hasta estos tiempos una nación mejor abastecida de todo cuanto-pueden desear los hombres para las necesidades y para el lujo. Aun en el fondo de los campos las habitaciones mas pequeñas son casitas encantadoras bien construidas, muy blancas y con puertas y ventanas cuidadosamente pintadas, invitando á visitarlas el mas escrupuloso asco. En los lugares, las calles están empedradas y muchas veces adornadas con dos hileras de árboles. El inmenso comercio de los holandeses hace que todo abunde entre ellos á un precio tan moderado como en cualquier otro pais. Este pueblo laborioso ha sabido suplir á la naturaleza, procurándose con el trabajo todo lo que aquella le ha negado, y de lo poco que le ha concedido ha sabido obtener cuantas ventajas eran posibles. Sobre estos pantanos, y en un suelo ingrato, se hallan situadas ciento trece ciudades y catorce mil pueblecitos.
Groninga, al Norte del Dreutha y de la Frisia, está situada sobre el Hunsé, en el punto de reunión de tres importantes canales, por lo cual es una ciudad floreciente. Su puerto pasa por una obra maestra, y su catedral, dedicada á San Martin, es un hermoso monumento gótico. Lecuwarden , capital de la Frisia, contiene el antiguo palacio y los sepulcros de los principes de Orange En los alrededores de Asseu, capital del Dreutha, se han descubierto sepulcros germanos.
Ocupémonos en particular ahora de Leeuwarden capital de la Frisia. Si la Holanda propiamente dicha pierdo poco á poco su carácter original, la Frisia conserva religiosamente el suyo. Desde Rotterdam á la Haya y Amsterdam, un camino de hierro contribuye á hacer que vayan cayendo en desuso los antiguos medios de comunicación que en las provincias del Norte, no tienen que temer todavía ninguna competencia. Asi es, que en treckschuit y no en wagón llegaremos á Leeuwarden, capital de la Frisia.
El treckschuit es, ó mas bien era antes de la invención del vapor, el vehículo favorito de los holandeses. Figuraos, si queréis tener una idea de él, una barca cubierta, dividida en dos compartimientos. En el que está situado junto á la proa (ruim) se colocan los equipages, los barriles de manteca y de arenques y los viageros pobres, que por algunos dobbellie se dirigen, medio dormidos y fumando desde una población á otra: en el segundo, que llaman roef se acomoda la gente aristocrática, que no teme pagar una tercera parte mas y la propina. Alli se halla el gobernalle ó timón, el piloto, es decir, el alma y la inteligencia del navío ambulante. Al estremo del treckschuit, se halla una larga cuerda tirada por un caballo flaco, que lleva en su huesudo lomo un ginete con una trompa de hoja de lata en la mano, en forma de trompeta de caza. Mr. X. Marmier, en sus Cartas sobre la Holanda, dice que aquella sencilla embarcación andará lo menos legua y media por hora. Pero molestaría mucho á los flemáticos holandeses si se permitiese semejante velocidad. Se detiene con suma gravedad en todas las esclusas, en todos los puentes, y en todos los ventorrillos construidos prudentemente á la orilla del camino, de trecho en trecho. En cada parada, el piloto tiene algún grave deber que le llama al mundo terrestre: de un salto se planta en la orilla y desaparece. Inquietos los viageros por no verle volver, marchan en su busca: el primer edificio que llama su atención es la posada del lugar, con sus frascos de aguardiente y licores, su muestra pintada por algún Teniers moderno, y sus bancos colocados debajo de los setos, que parece decir á los pasageros con una caridad cristiana: «Venid, todos los que es-tais cansados; aqui se encuentra el reposo; entrad los
Se esplica fácilmente que un suelo, creado por decirlo asi por la mano del hombre, escite tanto la curiosidad. Semejante país es necesariamente llano, tiene pocas colinas, y está escasamente regado: es poco pintoresco, tiene prados inmensos é innumerables canales que activan el comercio y la navegación interior y le dan un aspecto digno de llamar la atención del observador. En el verano se llenan estos canales de barcas y aun de buques que animan el paisage ostentando sus masteleros y banderolas, y en el invierno, cuando se hallan cristalizados por la nieve, acuden á ellos la gente para patinar, y aun sirve de tránsito á los que llevan á la ciudad sus legumbres y mercancías.
En un pais tan mojado el aire no puede menos de ser espeso y el cielo nebuloso. La humedad enmohece los metales y pudre la madera mucho mas pronto que en otra cualquier parle; pero los vientos del Este y los hielos del invierno purifican este aire insalubre. A pesar de la fertilidad que los canales y la humedad dan a una tierra naturalmente poco fecunda, los granos: que estas provincias producen están lejos de satisfacer el consumo: pero en revancha los pastos permiten criar magníficos rebaños, y se hace una cantidad: considerable de escelente manteca de que se surte Europa entera. Poseen aqui una escelente raza de ovejas cuya lana es muy estimada. Sus caballos y su ganado vacuno son de mas dimensiones que en ningún otro pais de Europa. Esta tierra produce rubia ó roya, tabaco y algunas frutas, y se encuentran en su seno minas de hierro; pero hay que llevar del estrangero el carbón de piedra. Las maderas de construcción llegan también de fuera, ó por mejor decir, tienen necesidad los holandeses de pedir á sus vecinos casi todos los objetos necesarios para la existencia. Pero, no obstante, esta pobreza del pais no ha existido hasta estos tiempos una nación mejor abastecida de todo cuanto-pueden desear los hombres para las necesidades y para el lujo. Aun en el fondo de los campos las habitaciones mas pequeñas son casitas encantadoras bien construidas, muy blancas y con puertas y ventanas cuidadosamente pintadas, invitando á visitarlas el mas escrupuloso asco. En los lugares, las calles están empedradas y muchas veces adornadas con dos hileras de árboles. El inmenso comercio de los holandeses hace que todo abunde entre ellos á un precio tan moderado como en cualquier otro pais. Este pueblo laborioso ha sabido suplir á la naturaleza, procurándose con el trabajo todo lo que aquella le ha negado, y de lo poco que le ha concedido ha sabido obtener cuantas ventajas eran posibles. Sobre estos pantanos, y en un suelo ingrato, se hallan situadas ciento trece ciudades y catorce mil pueblecitos.
Groninga, al Norte del Dreutha y de la Frisia, está situada sobre el Hunsé, en el punto de reunión de tres importantes canales, por lo cual es una ciudad floreciente. Su puerto pasa por una obra maestra, y su catedral, dedicada á San Martin, es un hermoso monumento gótico. Lecuwarden , capital de la Frisia, contiene el antiguo palacio y los sepulcros de los principes de Orange En los alrededores de Asseu, capital del Dreutha, se han descubierto sepulcros germanos.
Ocupémonos en particular ahora de Leeuwarden capital de la Frisia. Si la Holanda propiamente dicha pierdo poco á poco su carácter original, la Frisia conserva religiosamente el suyo. Desde Rotterdam á la Haya y Amsterdam, un camino de hierro contribuye á hacer que vayan cayendo en desuso los antiguos medios de comunicación que en las provincias del Norte, no tienen que temer todavía ninguna competencia. Asi es, que en treckschuit y no en wagón llegaremos á Leeuwarden, capital de la Frisia.
El treckschuit es, ó mas bien era antes de la invención del vapor, el vehículo favorito de los holandeses. Figuraos, si queréis tener una idea de él, una barca cubierta, dividida en dos compartimientos. En el que está situado junto á la proa (ruim) se colocan los equipages, los barriles de manteca y de arenques y los viageros pobres, que por algunos dobbellie se dirigen, medio dormidos y fumando desde una población á otra: en el segundo, que llaman roef se acomoda la gente aristocrática, que no teme pagar una tercera parte mas y la propina. Alli se halla el gobernalle ó timón, el piloto, es decir, el alma y la inteligencia del navío ambulante. Al estremo del treckschuit, se halla una larga cuerda tirada por un caballo flaco, que lleva en su huesudo lomo un ginete con una trompa de hoja de lata en la mano, en forma de trompeta de caza. Mr. X. Marmier, en sus Cartas sobre la Holanda, dice que aquella sencilla embarcación andará lo menos legua y media por hora. Pero molestaría mucho á los flemáticos holandeses si se permitiese semejante velocidad. Se detiene con suma gravedad en todas las esclusas, en todos los puentes, y en todos los ventorrillos construidos prudentemente á la orilla del camino, de trecho en trecho. En cada parada, el piloto tiene algún grave deber que le llama al mundo terrestre: de un salto se planta en la orilla y desaparece. Inquietos los viageros por no verle volver, marchan en su busca: el primer edificio que llama su atención es la posada del lugar, con sus frascos de aguardiente y licores, su muestra pintada por algún Teniers moderno, y sus bancos colocados debajo de los setos, que parece decir á los pasageros con una caridad cristiana: «Venid, todos los que es-tais cansados; aqui se encuentra el reposo; entrad los