la aparicion de Palestrina en Italia. Este maestro logró estirpar de raiz el mal gusto por medio de la claridad de su estilo, la severa observancia de la armonía, la gracia y la verdad de la espresion, y la sencillez de sus modulaciones: y fué llamado con justicia el padre y el regenerador de la música sagrada.
El siglo XVII vió comenzar en Alemania la série de los grandes músicos. Citemos entre los compositores á Kerl, maestro de la capilla de Munich, a la cual supo mantener á la altura á que se habia colocado bajo la direccion de Orlando di Lasso y la proteccion del duque Alberto V; á Hammerschmidt y Reincke, escelentes organistas autores de cantos místicos muy estimados; á Stolzel, Gassman, Pasterwitz, Eberlim; despues, en la primera mitad del siglo XVIII, á Sebastian y Manuel Bach, esos dos grandes maestros en el oratorio y los motetes, esos compositores de ideas tan profundas, tan graves y tan magestuosas; por último á Hændel, Hasse y Graun. Algunos grandes teóricos desenvolvieron entonces los principios del arte: Tux, autor del Gradux ad Parnassum, que hizo testo de ley en la ciencia musical; Marpurg, que publicó la Historia de la música; y Kirnberger, que compuso un sistema de armonía; sin contar ademas los numerosos autores que bebieron de aquellas fecundas fuentes.
La música dramática, que nació en Italia á mediados del precedente siglo, abrió á los alemanes una nueva senda en el arte. Desde el año de 1628, habiendo traducido al aleman el poeta Martin Opitz la opera italiana Daphne, la puso en música Schütz y se representó en el teatro de Dresde. En 1678, Thile, maestro de capilla de Hamburgo, hizo poner en escena otra ópera suya. En 1692 siguio á estos ensayos el establecimiento de un teatro lírico en Hamburgo, y á Keiser, que fué el director y compositor de él, se le considera generalmente como al padre de la música dramática en Alemania. Compuso ciento diez y ocho óperas que se han perdido; pero debieron ser de mucho mérito, cuando el célebre Hasse decía de Keiser que era uno de los mejores músicos que habia visto el mundo. Cousser, Mattheson y Telemann siguieron sus huellas y gozaron de mucha reputacion; pero Hændel los escedió á todos en este género de composicion. Este famoso músico compuso operas que tuvieron un éxito asombroso en su pais, en Italia y en Inglaterra, donde fijó su residencia. Esto, no obstante, sus mejores obras, las que lo colocan mas alto en la admiracion de la posteridad, son seis oratorios: el del Mesias, que Herder llamaba una epopeya cristiana en música; los de Sanson, Judas Macabeo, Josué y Jephté, que reunen la originalidad y la riqueza del pensamiento á un estilo siempre bello y sostenido. Graun, tierno y dulcemente apasionado como Pergolese, empezó su carrera por la música dramática; mas tarde compuso oratorios, de los cuales el mas célebre es La muerte de Jesús. El fué quien organizó la escuela de música de Berlin, adonde fue llamado por Federico el Grande, protector del arte y admirador de aquel maestro. La música italiana habia sido introducida en la Alemania Meridional por el emperador Leopoldo I, que la destinó esclusivamente para su capilla; ademas habia establecido en Viena una ópera italiana, la cual atrajo los primeros compositores líricos de Italia. El ejemplo de Leopoldo fué contagioso entre los príncipes alemanes; las córtes de segundo órden, como Munich, Stuttgardt y Manheim, quisieron tener tambien su teatro italiano, y bien pronto se vió trasportado á Alemania el foco de la composicion italiana. Aquella moda influyó en la música alemana, que renunció casi enteramente á su elevacion y gravedad, para adoptar el gusto mas tierno y mas apasionado de la escuela rival. Graun habia ya adoptado en parte aquel nuevo modo; Agrícola fué aun mas lejos; Hasse, en fin, citado por la Italia como modelo del estilo mas elegante y mas puro, y á quien llamaban il Sassone, abandonó de repente el método de la escuela alemana, y al mismo tiempo perfeccionó el estilo que estuvo mas en boga. Su gloria, contra la cual no pudieron luchar Wanhall, Ditters Stamitz, Wageuseil y Schrœter, se vió, sin embargo, completamente eclipsada por Gluck, el verdadero genio creador de la época, el Miguel Angel de la música. Los grandes sentimientos que espresó, su bella declamacion, la variedad y la originalidad de sus situaciones dramáticas, en oposicion á la rutina italiana, la hicieron retroceder y dieron á la música teatral una grandeza y una energía que nunca habia dejado presentir. Sus operas de Orfeo, Alcestes, Ifigenia y Armida, pueden llamarse con tanta mas razon obras maestras, cuanto que nadie las ha igualado en el estilo patético.
En fin, la segunda mitad del siglo XVIII vio aparecer á Haydn, á Mozart y á Beethoven. Estos tres grandes maestros han nacionalizado en toda Europa la música alemana, prestándole una fuerza de espresion, una riqueza de armonía y de melodía estraordinarias, Haydn, en sus oratorios de La Creacion y de Las Estaciones, en sus graduales y en sus ofertorios, en sus sinfonías y sus cuartetos, conquistó á la música instrumental el elevado puesto y el importante papel que hoy día desempeña. Reuniendo Mozart todas las buenas cualidades, la armonia, la melodía, la originalidad, 1a gracia y la energía, llegó á ser la espresion mas perfecta del genio musical. Se ejercitó en la música sagrada y en la profana; y por todas, partes se distinguían sus obras maestras por el encanto de la melodía y por la riqueza de la instrumentacion. Sus partituras de Idomeneo, La Clemencia de Tito, La Flauta encantada, Don Juan, El casamiento de Fígaro; sus misas, requiems, sinfonías, cuartetos y música de piano, llevan el sello de un admirable genio musical.
Beethoven siguió las huellas de estos dos grandes compositores. Con sus sinfonías elevó la musica instrumental hasta lo sublime. Ademas de su raro mérito, tienen sus obras respecto á la armonía un poder que les es propio, y que consiste en apoderarse del espíritu á viva fuerza, en desprenderle de la materia elevándole ó abatiéndole segun su voluntad. La música sagrada y la dramática fueron poco cultivadas por Beethoven; en este último género, aquel genio sublime no produjo mas que una obra, pero maestra, Fidelio.
Alrededor de aquellos tres grandes maestros fueron a agruparse otros distinguidos talentos, como el abad Vogler, el músico mas sabio de la época; Pedro Winter, autor de hermosas misas y de El sacrificio interrumpido; Weil, á quien llamaba Haydn un maestro en la espresion y en la elevacion; Mayer, que hizo la Medea; Naumann y Schichit, grandes compositores de música sagrada. Despues, en la época contemporánea, Cárlos María de Weber, autor del Freyschütz (Golilla de los bosques) cuya música y el nombre del autor,
El siglo XVII vió comenzar en Alemania la série de los grandes músicos. Citemos entre los compositores á Kerl, maestro de la capilla de Munich, a la cual supo mantener á la altura á que se habia colocado bajo la direccion de Orlando di Lasso y la proteccion del duque Alberto V; á Hammerschmidt y Reincke, escelentes organistas autores de cantos místicos muy estimados; á Stolzel, Gassman, Pasterwitz, Eberlim; despues, en la primera mitad del siglo XVIII, á Sebastian y Manuel Bach, esos dos grandes maestros en el oratorio y los motetes, esos compositores de ideas tan profundas, tan graves y tan magestuosas; por último á Hændel, Hasse y Graun. Algunos grandes teóricos desenvolvieron entonces los principios del arte: Tux, autor del Gradux ad Parnassum, que hizo testo de ley en la ciencia musical; Marpurg, que publicó la Historia de la música; y Kirnberger, que compuso un sistema de armonía; sin contar ademas los numerosos autores que bebieron de aquellas fecundas fuentes.
La música dramática, que nació en Italia á mediados del precedente siglo, abrió á los alemanes una nueva senda en el arte. Desde el año de 1628, habiendo traducido al aleman el poeta Martin Opitz la opera italiana Daphne, la puso en música Schütz y se representó en el teatro de Dresde. En 1678, Thile, maestro de capilla de Hamburgo, hizo poner en escena otra ópera suya. En 1692 siguio á estos ensayos el establecimiento de un teatro lírico en Hamburgo, y á Keiser, que fué el director y compositor de él, se le considera generalmente como al padre de la música dramática en Alemania. Compuso ciento diez y ocho óperas que se han perdido; pero debieron ser de mucho mérito, cuando el célebre Hasse decía de Keiser que era uno de los mejores músicos que habia visto el mundo. Cousser, Mattheson y Telemann siguieron sus huellas y gozaron de mucha reputacion; pero Hændel los escedió á todos en este género de composicion. Este famoso músico compuso operas que tuvieron un éxito asombroso en su pais, en Italia y en Inglaterra, donde fijó su residencia. Esto, no obstante, sus mejores obras, las que lo colocan mas alto en la admiracion de la posteridad, son seis oratorios: el del Mesias, que Herder llamaba una epopeya cristiana en música; los de Sanson, Judas Macabeo, Josué y Jephté, que reunen la originalidad y la riqueza del pensamiento á un estilo siempre bello y sostenido. Graun, tierno y dulcemente apasionado como Pergolese, empezó su carrera por la música dramática; mas tarde compuso oratorios, de los cuales el mas célebre es La muerte de Jesús. El fué quien organizó la escuela de música de Berlin, adonde fue llamado por Federico el Grande, protector del arte y admirador de aquel maestro. La música italiana habia sido introducida en la Alemania Meridional por el emperador Leopoldo I, que la destinó esclusivamente para su capilla; ademas habia establecido en Viena una ópera italiana, la cual atrajo los primeros compositores líricos de Italia. El ejemplo de Leopoldo fué contagioso entre los príncipes alemanes; las córtes de segundo órden, como Munich, Stuttgardt y Manheim, quisieron tener tambien su teatro italiano, y bien pronto se vió trasportado á Alemania el foco de la composicion italiana. Aquella moda influyó en la música alemana, que renunció casi enteramente á su elevacion y gravedad, para adoptar el gusto mas tierno y mas apasionado de la escuela rival. Graun habia ya adoptado en parte aquel nuevo modo; Agrícola fué aun mas lejos; Hasse, en fin, citado por la Italia como modelo del estilo mas elegante y mas puro, y á quien llamaban il Sassone, abandonó de repente el método de la escuela alemana, y al mismo tiempo perfeccionó el estilo que estuvo mas en boga. Su gloria, contra la cual no pudieron luchar Wanhall, Ditters Stamitz, Wageuseil y Schrœter, se vió, sin embargo, completamente eclipsada por Gluck, el verdadero genio creador de la época, el Miguel Angel de la música. Los grandes sentimientos que espresó, su bella declamacion, la variedad y la originalidad de sus situaciones dramáticas, en oposicion á la rutina italiana, la hicieron retroceder y dieron á la música teatral una grandeza y una energía que nunca habia dejado presentir. Sus operas de Orfeo, Alcestes, Ifigenia y Armida, pueden llamarse con tanta mas razon obras maestras, cuanto que nadie las ha igualado en el estilo patético.
En fin, la segunda mitad del siglo XVIII vio aparecer á Haydn, á Mozart y á Beethoven. Estos tres grandes maestros han nacionalizado en toda Europa la música alemana, prestándole una fuerza de espresion, una riqueza de armonía y de melodía estraordinarias, Haydn, en sus oratorios de La Creacion y de Las Estaciones, en sus graduales y en sus ofertorios, en sus sinfonías y sus cuartetos, conquistó á la música instrumental el elevado puesto y el importante papel que hoy día desempeña. Reuniendo Mozart todas las buenas cualidades, la armonia, la melodía, la originalidad, 1a gracia y la energía, llegó á ser la espresion mas perfecta del genio musical. Se ejercitó en la música sagrada y en la profana; y por todas, partes se distinguían sus obras maestras por el encanto de la melodía y por la riqueza de la instrumentacion. Sus partituras de Idomeneo, La Clemencia de Tito, La Flauta encantada, Don Juan, El casamiento de Fígaro; sus misas, requiems, sinfonías, cuartetos y música de piano, llevan el sello de un admirable genio musical.
Beethoven siguió las huellas de estos dos grandes compositores. Con sus sinfonías elevó la musica instrumental hasta lo sublime. Ademas de su raro mérito, tienen sus obras respecto á la armonía un poder que les es propio, y que consiste en apoderarse del espíritu á viva fuerza, en desprenderle de la materia elevándole ó abatiéndole segun su voluntad. La música sagrada y la dramática fueron poco cultivadas por Beethoven; en este último género, aquel genio sublime no produjo mas que una obra, pero maestra, Fidelio.
Alrededor de aquellos tres grandes maestros fueron a agruparse otros distinguidos talentos, como el abad Vogler, el músico mas sabio de la época; Pedro Winter, autor de hermosas misas y de El sacrificio interrumpido; Weil, á quien llamaba Haydn un maestro en la espresion y en la elevacion; Mayer, que hizo la Medea; Naumann y Schichit, grandes compositores de música sagrada. Despues, en la época contemporánea, Cárlos María de Weber, autor del Freyschütz (Golilla de los bosques) cuya música y el nombre del autor,
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