domingo, enero 20, 2008

Viage ilustrado (Pág. 147)

la supremacia ultramontana; á consecuencia, en fin, del aumento de poder de la casa de Austria, soberana de una parte de Italia, la Alemania adoptó desde su nacimiento el nuevo estilo que llamó itálico. Por eso algunas formas antiguas sobrevivieron aisladamente durante algun tiempo al sistema ojival, y se unieron a la nueva arquitectura; tales fueron las bóvedas en ojivas, que se emplearon hasta el siglo XVII en la construccion de las iglesias; pero la sencillez desapareció completamente de los edificios civiles; se desfiguró la línea perpendicular con los calados estravagantes y afectados, y se prodigaron en el decorado todo género de adornos y caprichos. Los príncipes, en los cuales la aficion á las modas ocupaba el lugar del patriotismo, no emplearon desde entonces sino arquitectos italianos ó educados en las escuelas de Italia. En 1507, ya habia empezado Wolfgaug Müller la iglesia llamada despues de los Jesuitas, en Munich, donde se ve mezclado el órden corintio con el jónico. En 1600, el poderoso duque de Baviera, Maximiliano I, mandó construir á Pedro de Witte, flamenco italianizado bajo el nombre de Cándido, un palacio tan suntuoso, que Gustavo Adolfo hubiese deseado poderlo trasportar á Stockholmo. En 1675 construyó tambien la iglesia de los Teatinos, en Munich, un bolonés llamado Barella. Esto, no obstante, fué un aleman llamado Elias Holl el que hizo la casa consistorial de Augsburgo, justamente reputada como uno de los mas bellos monumentos de este género que posee la Alemania. Este es el artista que supo imprimir mas originalidad nacional á la arquitectura importada, y el que adquirió mas celebridad; despues de él se distinguieron Goldmann, Sturm, y Tischer de Erlach; este último decoró á Viena con sustuosos palacios y grandes iglesias. Todas las capitales de Alemania se embellecieron en aquella época con monumentos notables por su lujo, si no por su buen gusto. El ejemplo de Luis XIV escító á los príncipes á construir por do quiera sustuosos edificios. Electores, margraves, todos, por pequeños é insignificantes que fuesen, se esforzaron á porfía en poseer magníficos palacios, notablemente desproporcionados á la escasa estensíon é importancia de sus estados. Stuttgard, Rastadt, y Manheim tuvieron imitaciones mas ó menos grandes, mas ó menos fieles del castillo de Versalles. Berlin, que poco á poco iba haciéndose la capital del Norte de Alemania, no se quedó atrás en esta arquitectura suntuosa. Federico Guillermo, primer rey de Prusia, hizo construir á Schulter un palacio verdaderamente real, que quedó terminado en 1716.
Pero llegó por fin la época de la arquitectura llamada del renacimiento; el mal gusto acabó por invadirla completamente. El estilo barrueco, que fué el resultado de aquella decadencia, se propagó de Italia, á Francia; el arte no hacia mas que vegetar en un estado de vergonzosa degradacion, cuando á fines del siglo XVIII intentaron regenerarlo tres hombres, Rafael Mengs, Lessing y Winckelmann, dándole por base la ciencia arqueológica. Entusiastas de la antigüedad, propagaron su fé por medio de escritos que obraron una revolucion entre los artistas. Por desgracia, mas bien eran partidarios fanáticos, que hombres entendidos y profundamente versados en el verdadero espíritu de 1a antigüedad. Un arquitecto badées, Weinbrenner, guiado por sus preceptos, contribuyó poderosamente á establecer el estilo clásico; vino á ser el gefe de una escuela que, á pesar de su principio erróneo de imitar en todo y por todo las formas antiguas y por consiguiente de su falta de originalidad y racionalidad, dotó á la Alemania actual de un gran número de arquitectos instruidos. Hansen en Dinamarca y en Hamburgo, y Fischer en Munich unieron sus esfuerzos á los de Weinbrenner, y elevaron muchos monumentos notables. Fischer construyó el teatro de Munich; Hansen se dedicó mas á la imitacion de la arquitectura del siglo XVI. En nuestros dias es Leon de Klenze el mas ilustre sosten de esta escuela llamada arqueológica y estética. En los edificios que ha construido en Munich se nota un conocimiento general de los diferentes estilos. Entre sus numerosos trabajos, la Gliptoteca, museo de escultura, es del estilo jónico, el inmenso palacio real, de estilo florentino; la iglesia de Todos los Santos, de estilo bizantino, y el almacen del depósito es un palacio veneciano. En la Pinacoteca, museo de pintura, ha copiado las salas del Vaticano; por último, en el Walhalla de Ratisbona, panteon elevado á los grandes hombres, se ha remontado hasta los monumentos ciclópeos. Desgraciadamente estas copias están completamente fuera de su lugar bajo el cielo de Alemania, en medio de hábitos y costumbres, con las que bajo ningun concepto están en armonía. Gaentner, contemporáneo y rival de Klenze, ha construido la iglesia de San Luis y la biblioteca, monumentos del estilo del renacimiento. Æhlmuller, la iglesia gótica de Santa María del Socorro. Ziebland ha imitado en San Bonifacio, acaso con mas acierto, las basílicas bizantinas del siglo XV. Pertsch ha edificado la iglesia protestante y la cárcel, y Probel el nuevo puente del Iser. Todos estos edificios elevados en Munich en nuestros dias, la mayor parte con mas ciencia que gusto, deben su fundacion al rey Luis de Baviera, que quiere legar á su pais una cuidad monumental; pero que en realidad no será mas que un conjunto de las obras de todos los tiempos y de todos los estilos, sin unidad y sin espíritu propio. Al Norte de la Alemania participa el rey de Prusia de este gusto hereditario en su familía. A pesar de sus empresas militares y políticas, Federico el Grande prestó una atencion constante al embellecimiento de Berlin; esta ciudad le debe algunas iglesias y establecimientos de utilidad pública. En 1793 hizo construir Federico II en memoria de su antecesor la Puerta de Brandeburgo, imitacion del estilo ateniense y obra de Langbaus. En la actualidad son ricos y numerosos los monumentos de Berlín. Los mejores de estos edificios modernos son obra de Schinkel. Otros arquitectos, como Moller, Chateauneuf, Ludolf, Worstmaun, Turmer y Tourhet figuran entre los artistas que honran á la Alemania.
Así, pues, la arquitectura alemana nos ha ofrecido cuatro fases bien distintas; la época bizantina; la época ojival, en que el arte aleman llegó á su mayor esplendor; la época del renacimiento, en la que Italia impuso de nuevo su espíritu y su gusto á la Alemania; y por último, la época actual, en que un sistema basado en la imitacion procura reunir y amalgamar todos los estilos de los tiempos anteriores, Resta saber cuál será el estilo particular que nacerá de este eclecticismo.
Las miniaturas con que desde el siglo XIII adornaron los monges los libros sagrados, fueron en Alemania los primeros ensayos de la pintura. Ejecutadas en la soledad de los claustros y bajo la inspiracion de una fé ardiente, llegaron á ser verdaderos modelos

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