Sin embargo, no solo introdujo este grande artista en la pintura alemana, respecto al pensamiento y á la espresion, una forma mas franca y mas libre que dió mas latitud á la originalidad, sino que estendio la influencia de su genio hasta Italia y sobre algunos grandes maestros. Juan Bellin, Andrés del Sarto y Pontormo no se desdeñaron de tomar inspiraciones para sus cuadros en aquellas obras, y algunas veces de copiarlas casi servilmente (1). Alberto Durero, á quien su ciudad natal, y con ella toda la Alemania, consideraba como la espresion de su mayor gloria en la carrera de las artes, de quien Lutero, Erasno y Melanchon se complacian en ser amigos, y á quien se apresuraron á honrar Maximiliano I, Cárlos V, Fernando y todos los príncipes alemanes, murió en la misma época que Rafael. Jóven aun, cortaron su existencia algunos disgustos de familia.
Debemos citar despues de Alberto Durero, á Lucas Kranach, Scheuffetin, Aldegrever, Altdorfer, Beham, Pens, Grunewald de Nuremberg, Manuel de Berna, Gutlinger y Burgmair de Augsburgo. Casi todos imitaron al gran maestro, y perfeccionaron el grabado en madera, que segun ellos, degeneró sensiblemente. Hagamos tambien mencion de los Holbein de Augsburgo, y sobre todo de Hans ó Juan de Holbein, que ilustró la ciudad de Basilea tanto como Alberto Durero habia ilustrado la de Nuremberg. Lo mismo que Alberto Durero, tomó á la naturaleza por modelo; pero la vió mas bella, y llegó en la ejecucion á un grado de perfeccion desconocido hasta entonces. Casi todos sus retratos son obras maestras. Las composiciones históricas con que adornó el palacio del rey Enrique VIII de Inglaterra, ó que se conservan en Basilea y en Dresde, tambien se distinguen por su gran estilo y por una estraordinaria riqueza de pensamiento y de espresion. Como grabador en madera, Holbein está á la misma altura que Alberto Dorero, si es que no le escede. Sus composiciones inspiradas tanto por el Antiguo Testamento, como por el Apocalipsis, y sobre todo la Danza de los muertos, son de este género las mas célebres de sus obras.
Como Alberto Durero en Nuremberg, Holbein abrió en Suiza una nueva era para el arte de la pintura; y aqui tambien se encuentra justificada la opinion de que los grandes maestros forman las escuelas, y que á su vez las escuelas forman los buenos pintores. Asper, el primero de los pintores suizos, despues de Holbein, casi ígualó al primor de su maestro. Stimmer, Amman, Meyer y la familia de los Füsili, se distinguieron despues de él. Por lo demas es de notar que Augsburgo, Nuremberg y la Suiza, que vieron nacer á casi todos los artistas de aquella época, eran tres estados libres, mientras que el resto de Alemania, sometido casi completamente á los príncipes, permanecia mucho mas atrasado en las artes; una nueva prueba de que el espíritu público es mucho mas capaz que la proteccion de los reyes, no solo para concebir grandes empresas, sino para producir grandes hombres, capaces de ejecutarlas.
A pesar de todo, la Alemania iba á ver desaparecer la pinturara nacional, dos escuelas estrangeras se introducian en ella; por una parte la escuela italiana, entonces en su apogeo, por otra la escuela flamanco—holandesa, cuyo carácter principal, siguiendo los pasos de la antigua escuela, era la verdad de la naturaleza con una ejecucion mas suelta y mas pastosa, una inteligencia de efecto enteramente nuevo, y una perfeccion de colorido, que, como ya lo hemos hecho notar, parece ser patrimonio de todos los paises situados cerca del mar, porque en ellos se goza del espectáculo del cielo, del mar y de las aguas. Abandonando, pues, los artistas alemanes su forma nacional, se dividieron en dos campos y siguieron las dos escuelas; pero no pudieron elevarse sino á una mediana altura. Entre los que fueron á inspirarse á Italia, citaremos como los mas notables, Schwartz, discípulo del Ticiano, Goltzia, Rottenhammer, Heinz, Elzherimer, y Sandrart, que trataron de introducir el grande estilo en Alemania; pero á los cuales faltó el genio para conseguirlo. Los artistas en el género flamanco, fueron Zingelbach, Kueller, etc.
Pero habia pasado en Alemania la época del arte; la reforma ha llegado á detenerlo. Austera por principios, bárbara por fanatismo, prohibió la representacion de las cosas santas, y destruyó todas las que encontró al paso. Asi es como se perdieron para la posteridad la mayor parte de las obras de la edad media, y desapareció enteramente la inspiracion, que encuentra su fuerza en el ejemplo, y solo vive en medio de la tranquilidad. Nuremberg se habia hecho protestante, y la Suiza calvinista; es decir, mas opuesta al arte; Augsburgo habia visto decaer su prosperidad por el cambio de direccion que tomó entonces el gran comercio, y por la influencia que sobre ella adquirió Cárlos V por medio de la fraccion aristocrática. La gran familia de los Fugger, que desde el estado de tejedores se habia elevado por su industria y sus riquezas á la dignidad de condes del imperio, comenzaba tambien a debilitarse, estendiéndose y multiplicándose. Los Fugger habian desempeñado en Augsburgo una parte del papel de los Médicis en Florencia, abarcando en su comercio todas las partes del mundo conocido, y alentando las artes y las ciencias mas que todos los príncipes de Alemania. Eran sus palacios suntuosos monumentos, donde la arquitectura, la pintura y la escultura habian desplegado todo el lujo de sus recursos; el mismo Ticiano babia sido llamado para adornar las salas, en tanto que aquella familia hacia construir en uno de los arrabales de la ciudad, ciento seis casas circuidas de murallas y de puertas, que recibieron el nombre comun de ciudad de los Fugger.
Asi iba debilitándose mas y mas el arte de la pintura, desde el establecimiento de la reforma, de modo que desde la mitad del siglo XVII hasta igual fecha del XVIII, apenas puede citar la Alemania algunos nombres de artistas eminentes. La escuela francesa vino á su vez á aumentar la confusion que reinaba en la pintura alemana. Brandmuller, Rugendas y Huber, se distinguieron imitándola. Por último; en el siglo XVIII apareció Rafael Mengs, que, como admirador de la antiguedad y del grande y sublime estilo, preparó la regeneracion del arte, especialmente con sus escritos, porque no tuvo bastante fuerza para producirla en sus obras. Por un instante se creyeron perdidos sus esfuerzos; despues de él su escuela degeneró en una imitacion mal entendida de la antigüedad, prevaleció el estilo académico, y produjo obras enteramente fallas de carácter. Tischbein, Carstens, Fugger, Schick, Helsch, Kugelgen y Langer fueron escepciones de originalidad; pero no tuvieron bastante
(1) Vasari: Vidas del Ticiano, Andrés del Sarto y Pontormo.
Debemos citar despues de Alberto Durero, á Lucas Kranach, Scheuffetin, Aldegrever, Altdorfer, Beham, Pens, Grunewald de Nuremberg, Manuel de Berna, Gutlinger y Burgmair de Augsburgo. Casi todos imitaron al gran maestro, y perfeccionaron el grabado en madera, que segun ellos, degeneró sensiblemente. Hagamos tambien mencion de los Holbein de Augsburgo, y sobre todo de Hans ó Juan de Holbein, que ilustró la ciudad de Basilea tanto como Alberto Durero habia ilustrado la de Nuremberg. Lo mismo que Alberto Durero, tomó á la naturaleza por modelo; pero la vió mas bella, y llegó en la ejecucion á un grado de perfeccion desconocido hasta entonces. Casi todos sus retratos son obras maestras. Las composiciones históricas con que adornó el palacio del rey Enrique VIII de Inglaterra, ó que se conservan en Basilea y en Dresde, tambien se distinguen por su gran estilo y por una estraordinaria riqueza de pensamiento y de espresion. Como grabador en madera, Holbein está á la misma altura que Alberto Dorero, si es que no le escede. Sus composiciones inspiradas tanto por el Antiguo Testamento, como por el Apocalipsis, y sobre todo la Danza de los muertos, son de este género las mas célebres de sus obras.
Como Alberto Durero en Nuremberg, Holbein abrió en Suiza una nueva era para el arte de la pintura; y aqui tambien se encuentra justificada la opinion de que los grandes maestros forman las escuelas, y que á su vez las escuelas forman los buenos pintores. Asper, el primero de los pintores suizos, despues de Holbein, casi ígualó al primor de su maestro. Stimmer, Amman, Meyer y la familia de los Füsili, se distinguieron despues de él. Por lo demas es de notar que Augsburgo, Nuremberg y la Suiza, que vieron nacer á casi todos los artistas de aquella época, eran tres estados libres, mientras que el resto de Alemania, sometido casi completamente á los príncipes, permanecia mucho mas atrasado en las artes; una nueva prueba de que el espíritu público es mucho mas capaz que la proteccion de los reyes, no solo para concebir grandes empresas, sino para producir grandes hombres, capaces de ejecutarlas.
A pesar de todo, la Alemania iba á ver desaparecer la pinturara nacional, dos escuelas estrangeras se introducian en ella; por una parte la escuela italiana, entonces en su apogeo, por otra la escuela flamanco—holandesa, cuyo carácter principal, siguiendo los pasos de la antigua escuela, era la verdad de la naturaleza con una ejecucion mas suelta y mas pastosa, una inteligencia de efecto enteramente nuevo, y una perfeccion de colorido, que, como ya lo hemos hecho notar, parece ser patrimonio de todos los paises situados cerca del mar, porque en ellos se goza del espectáculo del cielo, del mar y de las aguas. Abandonando, pues, los artistas alemanes su forma nacional, se dividieron en dos campos y siguieron las dos escuelas; pero no pudieron elevarse sino á una mediana altura. Entre los que fueron á inspirarse á Italia, citaremos como los mas notables, Schwartz, discípulo del Ticiano, Goltzia, Rottenhammer, Heinz, Elzherimer, y Sandrart, que trataron de introducir el grande estilo en Alemania; pero á los cuales faltó el genio para conseguirlo. Los artistas en el género flamanco, fueron Zingelbach, Kueller, etc.
Pero habia pasado en Alemania la época del arte; la reforma ha llegado á detenerlo. Austera por principios, bárbara por fanatismo, prohibió la representacion de las cosas santas, y destruyó todas las que encontró al paso. Asi es como se perdieron para la posteridad la mayor parte de las obras de la edad media, y desapareció enteramente la inspiracion, que encuentra su fuerza en el ejemplo, y solo vive en medio de la tranquilidad. Nuremberg se habia hecho protestante, y la Suiza calvinista; es decir, mas opuesta al arte; Augsburgo habia visto decaer su prosperidad por el cambio de direccion que tomó entonces el gran comercio, y por la influencia que sobre ella adquirió Cárlos V por medio de la fraccion aristocrática. La gran familia de los Fugger, que desde el estado de tejedores se habia elevado por su industria y sus riquezas á la dignidad de condes del imperio, comenzaba tambien a debilitarse, estendiéndose y multiplicándose. Los Fugger habian desempeñado en Augsburgo una parte del papel de los Médicis en Florencia, abarcando en su comercio todas las partes del mundo conocido, y alentando las artes y las ciencias mas que todos los príncipes de Alemania. Eran sus palacios suntuosos monumentos, donde la arquitectura, la pintura y la escultura habian desplegado todo el lujo de sus recursos; el mismo Ticiano babia sido llamado para adornar las salas, en tanto que aquella familia hacia construir en uno de los arrabales de la ciudad, ciento seis casas circuidas de murallas y de puertas, que recibieron el nombre comun de ciudad de los Fugger.
Asi iba debilitándose mas y mas el arte de la pintura, desde el establecimiento de la reforma, de modo que desde la mitad del siglo XVII hasta igual fecha del XVIII, apenas puede citar la Alemania algunos nombres de artistas eminentes. La escuela francesa vino á su vez á aumentar la confusion que reinaba en la pintura alemana. Brandmuller, Rugendas y Huber, se distinguieron imitándola. Por último; en el siglo XVIII apareció Rafael Mengs, que, como admirador de la antiguedad y del grande y sublime estilo, preparó la regeneracion del arte, especialmente con sus escritos, porque no tuvo bastante fuerza para producirla en sus obras. Por un instante se creyeron perdidos sus esfuerzos; despues de él su escuela degeneró en una imitacion mal entendida de la antigüedad, prevaleció el estilo académico, y produjo obras enteramente fallas de carácter. Tischbein, Carstens, Fugger, Schick, Helsch, Kugelgen y Langer fueron escepciones de originalidad; pero no tuvieron bastante
(1) Vasari: Vidas del Ticiano, Andrés del Sarto y Pontormo.
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