dido hallarse con cereza en ningun acta municipal. Sin embargo, como en una cuenta de los gastos hechos en la catedral se habla de una recompensa concedida por el capitulo (1) al maestro Gerardo, picapedrero, que dirige los trabajos de la cúpula, en consideracion á sus servicios, puede suponerse que este Gerardo era el arquitecto del edificio, porque la cuenta no es que nueve años posterior á la ereccion del monumento. Tambien es muy probable que viviese entonces el autor del plano, y dirigiese por si mismo la ejecucion de su proyecto. Ademas, preciso es que fuesen muy grandes los servicios del maestro Gerardo para ser recompensados con la concesion de un terreno. A los picapedreros, bajo cuyo titulo se comprendía en la edad media á los arquitectos y á los escultores, se les pagaba por dias; su salario debia ser sumamente modesto, á juzgar por los tiempos y la medianía á que estaba reducida la clase media, y todos los que ejercian oficios mecánicos. Una recompensa municipal era una gran distincion, y el maestro Gerardo no podia haberla adquirido como simple maestro de obras. Puede creerse con fundamento que se recompensó en él al arquitecto de la catedral, al autor del plano.
Cuando el arte pasó en el siglo XI ó XII de las manos de los monges á las de los seglares, estos, á ejemplos de sus predecesores é imitando á los artistas bizantinos que habian continuado los gremios romanos, formaron una cofradia que se reconocia por ciertos signos, y ocultaba al vulgo las reglas de su arte. Los miembros que la componian se dividian en maestros y compañeros, y se daban el nombre de franc—masones á causa de ciertos privilegios de que gozaba el oficio de albañil (2). Esta asociacion se subdividia en asociaciones particulares, que se llamaban logias, del nombre que se daba á la habitacion de los arquitectos, al lado de los edificios que construian. La asociacion franc—masónica contaba en Alemania cuatro logias principales; la logia de Strasburgo, que se consideraba como la principal desde Erwin de Steinbach, cuyo arquitecto era el gran maestro de toda la asociacion: la logia de Colonia, la logia de Viena y la de Zurich. De aquellas cuatro grandes dependian todas las logias inferiores, cuyo número debía ser bastante considerable, puesto que solo la logia de Strasburgo tenia bajo su dependencia veinte y dos logias del Mediodía de la Alemania.
Despues de las catedrales de Friburgo, Strasburgo y Colonia, es preciso citar á San Esteban de Viena, construido sucesivamente por Hauser, Pilgrand y Buxbaum; la iglesia de San Lorenzo en Nuremberg; la parte gótica de San Sebaldo, que ofrece cierta particularidad en sus adornos al gusto árabe; y Santa María, ambas de la misma ciudad; la catedral de Goslar, y las de Kœnigsberg, Oppenheim, etc., todas de la mejor época gótica.
Los siglos XIV y XV vieron edificar la gran catedral de Ulm, por Mateo de Ensingen, continuándola Boblinger y Engelberger, aunque quedó sin concluir; la cúpula de Ratisbona, comenzada en época anterior, pero acabada entonces; San Ulrico de Ausburgo; la bella iglesia de Laudshut, por Juan Steinmetz; el epitafio de este último arquitecto le califica de maestro de las iglesias de Hall, Salzburgo, OEttingen, Straubing y Laudshut; tambien fué escultor célebre. La torre de Santa Isabel, en Breslau, una de las mas colosales empresas del arte aleman; por último, las catedrales de Inspruck, Bamberg, Magdeburgo, Berna, etc., datan de aquella época que precedió á la decadencia.
La arquitectura civil siguió el movimiento de la religion. Al llegar las ciudades á la época de la libertad, llegaron tambien á poseer grandes riquezas; asi, despues de haber pensado en elevar iglesias suntuosas, se construyeron palacios comunales, ó casas consistoriales, depósitos de mercancías (Kaufhaüser) puentes, puertas, fuertes y hospitales. Todos estos monumentos, ejecutados en grandes y bellas proporciones, existen aun en su mayor parte. Los cuatro grandes puentes de Lucerna, Ratisbona, Dresde y Praga causan admiracion en nuestros dias. La mayor parte de estos monumentos debieron su existencia á la Cofradía de los Puentes (Brückenbeüder) que se dedicaba á la construccion y reparacion de los puentes, de las barcas, de los caminos y de los hospicios. En fin, la órden Teutónica hizo ejecutar en Prusia algunos trabajos que por su magnitud y su duracion hacen recordar las grandes obras de los romanos; son estos algunos inmensos castillos, pozos y canales que sirven en el dia para los mismos usos á que se les destinó hace cuatrocientos años.
Pero al fin tocaron á su término los buenos tiempos de la arquitectura gótica. Desde el principio del siglo XV perdió su fervor el sentimiento religioso; la reforma husita empezó á destruir la unidad de creencia, y enfrenó en la generalidad el fervor piadoso. Desde entonces, no solamente dejaron de construirse nuevos monumentos, sino que no se concluyeron los que estaban comenzados. La guerra de los husitas, que llevaba consigo el asesinato, el pillage y el incendio, no dejó en pos de si mas que ruinas. Poco despues, al emprender de nuevo Lutero la obra de la reforma, dividió la Alemania en dos campos y en dos ejércitos que no dejaron las armas hasta 1648, con la paz de Westfalia. La organizacion política de la Alemania sufrió una trasformacion notable, adquirió fuerza el poder de los príncipes, y se logró la sumision de un gran número de ciudades libres. En otro tiempo habian formado aquellas ciudades gobiernos municipales independientes; desde entonces fueron ciudades de provincia, sin fuerza propia, sin ese orgullo que da la independencia, sin iniciativa en las cuestiones de Estado y sobre las cuales sobresalia una capital sometida al capricho del príncipe, y que seguia la regla de su buen ó mal gusto.
En medio de todas estas convulsiones políticas, la arquitectura, que exige no solamente recursos pecuniarios, sino el espíritu de perseverancia que presta una situacion tranquila, debió sufrir necesariamente mas que las otras artes. Y como no habian sido propagadas sino por el uso las máximas de los grandes arquitectos, y los edificios que se construian eran entonces las únicas escuelas del arte, la teoría faltó al mismo tiempo que la práctica; por consiguiente hicieron rápidos progresos el capricho y el mal gusto.
Por el mismo tiempo, entró la Italia en la era llamada del renacimiento. A consecuencia de sus relaciones con este pais, mas frecuentes desde las turbulencias religiosas y desde el establecimiento de los jesuitas, que en todo y por todo trataban de establecer
(1) Sulpicio Baisseréc: Descripcion de la catedral de Colonia, pág. 7.
(2) Mazon, en francés.
Cuando el arte pasó en el siglo XI ó XII de las manos de los monges á las de los seglares, estos, á ejemplos de sus predecesores é imitando á los artistas bizantinos que habian continuado los gremios romanos, formaron una cofradia que se reconocia por ciertos signos, y ocultaba al vulgo las reglas de su arte. Los miembros que la componian se dividian en maestros y compañeros, y se daban el nombre de franc—masones á causa de ciertos privilegios de que gozaba el oficio de albañil (2). Esta asociacion se subdividia en asociaciones particulares, que se llamaban logias, del nombre que se daba á la habitacion de los arquitectos, al lado de los edificios que construian. La asociacion franc—masónica contaba en Alemania cuatro logias principales; la logia de Strasburgo, que se consideraba como la principal desde Erwin de Steinbach, cuyo arquitecto era el gran maestro de toda la asociacion: la logia de Colonia, la logia de Viena y la de Zurich. De aquellas cuatro grandes dependian todas las logias inferiores, cuyo número debía ser bastante considerable, puesto que solo la logia de Strasburgo tenia bajo su dependencia veinte y dos logias del Mediodía de la Alemania.
Despues de las catedrales de Friburgo, Strasburgo y Colonia, es preciso citar á San Esteban de Viena, construido sucesivamente por Hauser, Pilgrand y Buxbaum; la iglesia de San Lorenzo en Nuremberg; la parte gótica de San Sebaldo, que ofrece cierta particularidad en sus adornos al gusto árabe; y Santa María, ambas de la misma ciudad; la catedral de Goslar, y las de Kœnigsberg, Oppenheim, etc., todas de la mejor época gótica.
Los siglos XIV y XV vieron edificar la gran catedral de Ulm, por Mateo de Ensingen, continuándola Boblinger y Engelberger, aunque quedó sin concluir; la cúpula de Ratisbona, comenzada en época anterior, pero acabada entonces; San Ulrico de Ausburgo; la bella iglesia de Laudshut, por Juan Steinmetz; el epitafio de este último arquitecto le califica de maestro de las iglesias de Hall, Salzburgo, OEttingen, Straubing y Laudshut; tambien fué escultor célebre. La torre de Santa Isabel, en Breslau, una de las mas colosales empresas del arte aleman; por último, las catedrales de Inspruck, Bamberg, Magdeburgo, Berna, etc., datan de aquella época que precedió á la decadencia.
La arquitectura civil siguió el movimiento de la religion. Al llegar las ciudades á la época de la libertad, llegaron tambien á poseer grandes riquezas; asi, despues de haber pensado en elevar iglesias suntuosas, se construyeron palacios comunales, ó casas consistoriales, depósitos de mercancías (Kaufhaüser) puentes, puertas, fuertes y hospitales. Todos estos monumentos, ejecutados en grandes y bellas proporciones, existen aun en su mayor parte. Los cuatro grandes puentes de Lucerna, Ratisbona, Dresde y Praga causan admiracion en nuestros dias. La mayor parte de estos monumentos debieron su existencia á la Cofradía de los Puentes (Brückenbeüder) que se dedicaba á la construccion y reparacion de los puentes, de las barcas, de los caminos y de los hospicios. En fin, la órden Teutónica hizo ejecutar en Prusia algunos trabajos que por su magnitud y su duracion hacen recordar las grandes obras de los romanos; son estos algunos inmensos castillos, pozos y canales que sirven en el dia para los mismos usos á que se les destinó hace cuatrocientos años.
Pero al fin tocaron á su término los buenos tiempos de la arquitectura gótica. Desde el principio del siglo XV perdió su fervor el sentimiento religioso; la reforma husita empezó á destruir la unidad de creencia, y enfrenó en la generalidad el fervor piadoso. Desde entonces, no solamente dejaron de construirse nuevos monumentos, sino que no se concluyeron los que estaban comenzados. La guerra de los husitas, que llevaba consigo el asesinato, el pillage y el incendio, no dejó en pos de si mas que ruinas. Poco despues, al emprender de nuevo Lutero la obra de la reforma, dividió la Alemania en dos campos y en dos ejércitos que no dejaron las armas hasta 1648, con la paz de Westfalia. La organizacion política de la Alemania sufrió una trasformacion notable, adquirió fuerza el poder de los príncipes, y se logró la sumision de un gran número de ciudades libres. En otro tiempo habian formado aquellas ciudades gobiernos municipales independientes; desde entonces fueron ciudades de provincia, sin fuerza propia, sin ese orgullo que da la independencia, sin iniciativa en las cuestiones de Estado y sobre las cuales sobresalia una capital sometida al capricho del príncipe, y que seguia la regla de su buen ó mal gusto.
En medio de todas estas convulsiones políticas, la arquitectura, que exige no solamente recursos pecuniarios, sino el espíritu de perseverancia que presta una situacion tranquila, debió sufrir necesariamente mas que las otras artes. Y como no habian sido propagadas sino por el uso las máximas de los grandes arquitectos, y los edificios que se construian eran entonces las únicas escuelas del arte, la teoría faltó al mismo tiempo que la práctica; por consiguiente hicieron rápidos progresos el capricho y el mal gusto.
Por el mismo tiempo, entró la Italia en la era llamada del renacimiento. A consecuencia de sus relaciones con este pais, mas frecuentes desde las turbulencias religiosas y desde el establecimiento de los jesuitas, que en todo y por todo trataban de establecer
(1) Sulpicio Baisseréc: Descripcion de la catedral de Colonia, pág. 7.
(2) Mazon, en francés.
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