sábado, enero 12, 2008

Viage ilustrado (Pág. 139)

Justo es decir, sin embargo; que aquella tendencia general fué combatida por hombres animados de sentimientos patrioticos; pero su voz no fué bastante fuerte para hacerse oir. Para salvar el idioma aleman, próximo á perecer bajo el aluvion de palabras estrangeras con que se le abrumaba, se formaron sociedades con diferentes nombres y en diferentes paises; pero desgraciadamente no permanecieron fieles á su objeto y degeneraron poco a poco en una puerilidad inconcebible en hombres graves é ilustrados. Las ciencias, aunque cultivadas con éxito, no ejercieron ninguna influencia sobre la literatura. En vano algunos astrónomos como Kepler (1630), físicos como Gueicke (1654), filólogos como Schiller y Morhof (1695) procuraban dilatar el horizonte científico; ni aun las investigaciones filosóficas (1705) de Leibnitz y de Chr. Wolff pudieron despertar el entusiasmo nacional del letargo en que habia caido.
Sin embargo, vamos á examinar circunstanciadamente las producciones literarias de este período.
Poesía lírica. Antes de Opitz, que puede considerarse como el creador de una nueva poesía, encontramos ya a1gunos poetas líricos que no carecen de mérito. Distinguimos entre otros á Spee (1591—1635) y á R. Weckherlin (1584—1651), que es el primero que hizo versos alejandrinos, sonetos, epigramas, odas y églogas. Pero Martin Opitz, natural de Bunzlaut en Silesia (1597—1639), aventajó en mucho á sus predecesores; sus poesías, aunque carecen en la parte inventiva de profundidad y delicadeza de sentimiento, suplen estos defectos con un juicio estético admirable y con una correccion de lenguaje y de prosodia de que hasta entonces no habia ejemplo. Tuvo muchos imitadores, que formaron la primera escuela silesiana, y se distinguieron sobre todo en la poesía lírica; pero bien pronto dominó la forma sobre el fondo, y las rimas alambicadas y llenas de pretensiones reemplazaron á los pensamientos poéticos. Solo citaremos aqui entre los poetas de esta escuela á Zinkgref, á P. Flemming, en cuyos cánticos religiosos están empapados la tinta del mas profundo sentimiento, á A. Tscherning, á Dach y á Gryphius.
Hácia la mitad del siglo XVII recibieron un rudo golpe la claridad y la sencillez de esposicion de Opitz y el espíritu de severidad y castidad que distingue á todas las producciones de la primera escuela silesiana. Esta triste reaccion fué obra de Hoffmann de Hoffmonswaldeau, natural de Breslau (1618—1679). Llamáronle sus admiradores el Ovidio aleman, y este epíteto, que es preciso tomar en el peor sentido, nos dispensa de decir mas acerca de él. A pesar de esto, no se puede negar á este autor un gran talento poético; pero está viciado su gusto; un abuso continuo de imágenes y de antítesis, una hinchazon intolerable, chanzonetas frívolas y alambicadas, tal es el fondo de todas sus poesías. El fué quien, en union de su amigo y admirador Lohenstein, fundó la segunda escuela silesiana, rica en nombres propios. pero pobre en poetas, si esceptuamos á Ziehler y á Klephausen.
Esta segunda escuela debió seguir su destino natural. Degeneró enteramente á fines del siglo XVII y principios del XVII. En esta última época fué cuando produjo algunos poetas animados de sentimientos mas elevados; tales como Assmann de Abschatz, Brockes, Canitz y Günthers. Las ideas religiosas hallaron tambien intérpretes de talento: Benjamin Smolke, Spener y Frank, fundador de la casa de huérfanos en Halle.
Poesía épica. Habian pasado los tiempos de la epopeya; las que poseernos de este período carecen absolutamente de talento poético: en ellas se cantan en versos alejandrinos los altos hechos de los héroes, con una verdad histórica demasiado escrupulosa. Nos abstenemos de hacer citas.
Poesía didáctica. Aunque cultivado con preferencia por Opitz, este género halló pocos imitadores. La única obra que merece mencionarse es un tratado de minas publicado en 1659 por Chr. Offmann bajo el titulo de Bergfnobe. La sátira didáctica por el contrario fué cultivada con éxito por Laurenberg (1591—1669.)
El epigrama. Tuvo ademas de numerosos partidarios: los mas distinguidos fueron Fr. de Logan (1604—1655) y Chr. Wernicke ó Warneck, muerto en 1710 ó 1720.
Poesía dramática. La imitacion de los modelos ingleses, franceses é italianos, ejercieron una fatal influencia en el desarrollo del teatro aleman. Grijphius, el padre de la poesía dramática en Alemania (1616—1664), aunque dotado de una imaginacion rica y atrevida, no pudo sustraerse á esta influencia, cuyos efectos se dejan sentir en las obras de Klay, de Dach y de Lohenstein.
Prosa. El estilo almibarado y frívolo que habia sustituido al lenguage enérgico y casto de Lutero habia llegado á generalizarse demasiado para que no se resintiese de él la prosa. Las obras originales son raras en este período. La única innovacion es la novela histórica imitada del francés. Zesen fué el primer autor que se ensaya en este género; Lohenstein es el que sacó mas partido en su Arminio y Thuanels; pero la novela mas notable de esta época es, á no dudarlo, el Simplicissimus de S. Greifenson de Hirschfeld (1669) cuyo argumento está tomado de la vida real.
Entre las obras satíricas en prosa se distinguen las de J. M. Moscherosch (pseudónimo Philander de Sittewald, 1600—1669) por un rigor, una vivacidad y á veces una sal cómica verdaderamente admirables. Baltasar Schuppe, contemporáneo de Moscherosch, siguió sus huellas con acierto.
Historia. Las mejores publicaciones históricas de esta época son: la Crónica de Spira, por Lehmann (1612); la Guerra de los hussitas, por Theobaldo (1610); la Toma de Magdeburgo (1660), por Frisio; y sobre todo, el Espejo de honor de la casa de Austria, por Birken (1668), y los trabajos de Maskov y de Brünau sobre la historia de Alemania. Los Apotegmas de los alemanes, por Zunkgref, tambicn merecen mencionarse.
La Elocuencia del púlpito no hubiera dado ninguna luz en aquel siglo de tinieblas sin el eminente talento de Ulrico Megerlé (pseud. Abraham en Santa Clara. 1642—1709), sacerdote católico de los mas populares, hombre cuyas virtuosas intenciones y elocuencia solo fueron comparables con su vasta erudicion.
La tendencia que dió Lohenstein á la literatura alemana fué despues abiertamente combatida por Gottsched (1700—1766), profesor de filosofia en la universidad de Leípsick, quien contribuyó poderosamente con sus escritos á devolver al idioma aleman su primitiva pureza.
Desgraciadamente este sabio tenía poco talento poético, y solo buscaba la perfeccion en la correccion del lenguage y en la regularidad de las formas. Esta falsa direccion que siguió Gottsched y que hizo seguir

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