martes, enero 29, 2008

Viage ilustrado (Pág. 156)

Dodécarchodon, á causa de los doce modos que estableció en ella. A pesar de la celebridad que adquirió con esta publicacion, Glareano no pudo hacer adoptar sus opiniones, porque la Iglesia se oponia á toda innovacion que cambiase el antiguo sistema musical de los ocho modos.
Pero habia llegado el momento en que la Alemania iba á producir esa multitud de grandes musicos, que, de dos siglos y medio á esta parte, han conquistado á este pais una gloria no interrumpida. Esa misma causa que habia detenido el progreso de las demas artes, la reforma, estaba destinada á desarrollar el genio musical, popularizando la música en Alemania. Al regularizar las ceremonias del culto protestante, Lutero admitió en ellas con el sermon el canto de los salmos, en el que debian tomar parte todos los fieles. El ejemplo de Juan Huss, sus propias convicciones sobre los efectos de la música y su talento particular en este arte le habian conducido á hacer tambien del canto una parte esencial del servicio divino. «La música, dice en una carta dirigida á su amigo Seufl de Zurich, llamado el Príncipe de los músicos: la música es un gran presente de Dios; está unida á la Divinidad; despues de la teologia, le concedo el primer lugar, y es á la que mas distingo entre las ciencias y las artes. Satanás es muy enemigo de ella, porque borra las tribulaciones y los malos pensamientos; solaza el espíritu presa de la tristeza; refresca el corazon y le vuelve la paz, como ha dicho Virgilio. Es absolutamente necesario introducir la música en las escuelas; un maestro debe conocerla y saberla, de otro modo no puede estimarlo, y no deberíamos ordenar de sacerdotes sino á aquellos que estuviesen bien ejercitados en este estudio y hubiesen practicado este arte.» Fiel á sus ideas, introdujo Lutero la enseñanza de la música en todas las escuelas protestantes; instituyó, tambien en las ciudades que seguian su doctrina los músicos municipales, los trompeteros (stadtzinkenisten) que tocaban en ciertas ocasiones, y las tocatas de música de las torres y de los campanarios (thurmblasen) que anunciaban las horas. Era tal su amor al arte y el inmenso poder que le atribuia sobre la moral del hombre, que hizo poner en música no solamente todos los salmos, sino hasta el símbolo de la confesion de Augsburgo y su catecismo. Esta última composicion fué obra Enrique Gættingen (1). El mismo compuso muchos cantos, entre otros el célebre coralo, Nuestro Dios es un castillo fuerte. Todos ellos están todavía en uso en nuestros dias en las comunidades protestantes, y nadie ha podido sobrepujar la elevacion y la energía que los distinguen .Debemos decir que Lutero introdujo al mismo tiempo la salmodia métrica, es decir, una simetría, una uniformidad de valores en las notas y en las silabas, que escluian toda cadencia y todo pasage simplemente melodioso, limitando de este modo la música del coralo á la armonía pura. Sin embargo, los intermedios del organo que seguian á cada estrofa ó llenaban cada pausa, formaban como una especie de responsorios variados, é introducían la melodía en el canto. Estos intermedios escitaron la admiracion de Montaigne, que viajaba entonces por Alemania, y habla de ellos como de una cosa nueva, y cuya música católica no parece haberle ofrecido ejemplo (2). El calvinismo llevó al estremo la austeridad musical de los protestantes. «Calvino, dice Burney, el sombrío, el severo, el inflexible, cuyas doctrinas eran tan rígidas, tan desnudas de consuelos, que al parecer no habia reformado los monasterios particulares sino para hacer una gran cartuja del género humano» (3).
Calvino halló la música de Lutero demasiado adornada y agradable al oido; le quitó todo el ritmo, todo el acento y aun toda la armonía, reduciéndola al simple unísono, dando por amor á la igualdad el mismo valor á todas las notas, y esto sin ningun acompañamiento de órgano y de ningun otro instrumento. De este modo favoreció muy poco el genio musical á los paises que habian abrazado el calvinismo.
Llegando á ser la música el elemento indispensable de la religion y de la educacion protestantes, debía impresionar fuertemente á los alemanes desde su mas tierna infancia, despertar y desarrollar en ella las menores disposiciones musicales que podian haber recibido de la naturaleza y aun crearles por la costumbre. Popularizada así en la mitad de Alemania, debia necesariamente obligar á la otra mitad á adoptarla á su vez. Así fué que no permanecieron atrasados mucho tiempo los paises católicos; introdujeron tambien la enseñanza de la música en la educacion pública; los sacerdotes y hasta los jesuitas se prestaron á esta innovacion, que á haber sido desechada, hubiese dejado el arte y su influencia bienhechora en manos del protestantismo. Los príncipes alemanes siguieron el movimiento general, y lo apresuraron concediéndolo una proteccion especial, en la cual rivalizaban entre si. Se establecieron dos capillas en todas las capitales católicas; la de Munich, la mas célebre desde últimos del siglo XVI, tuvo por maestro al famoso Orlando di Lasso, flamenco; fué el primero que introdujo pasages acromáticos en sus composiciones musicales; tuvo tambien el mérito de simplificar la medida, muy complicada hasta aquella época. Es considerable el número de sus obras publicadas ó inéditas. Despues de él fueron los mejores músicos de la época Senfl, amigo de Lutero y de Melanchton, y que en su compañía perfeccionó el canto coralo; Juan Crespel, Praetorio, Aichinger, Walther, maestro de capilla del elector de Sajonia; Juan Knefel, que compuso cantos para cinco, seis y siete voces con acompañamiento de instrumentos, primer ejemplo dc piezas de música concertante en Alemania; Santiago Gallo ó Hændl, segun otros Hænel, uno de los mejores contrapuntistas del siglo; Osiander, Agrícola, Amerbach, Eccard y otros muchos. El sabio músico Rhass publicó en Wittenberg en 1538 las Armonías á cuatro voces, que comprenden trozos apasionados y dulces, misas, lamentaciones y motetes por Galliculo, Obrecht, Lewis, Seufl, Walther, Dux, Eckel y Lembin; Melanchton hizo el prefacio de aquella recopilacion, entonces única en su género. Algunos años despues hizo aparecer el mismo editor ciento veinte y tres cantos sagrados á cuatro y cinco voces, compuestas por diez y seis autores diferentes para usó de las escuelas. Es preciso notar de paso que la impresíon de la música, inventada en 1502 por Petrucci de Fossembrone, se habia perfeccionado mucho en Alemania por aquel tiempo, y no contribuyó poco á facilitar el estudio del arte y á aumentar el gusto, multiplicando las partituras de los maestros.
A todas estas felices circunstancias vino á unirse

(1) Burney: Historia general de la música, tomo III, página 32.
(2) Montaigne: Diario de un viage, t. I, pág. 106.
(3) Burney: tomo III, página 39.

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