viernes, enero 11, 2008

Viage ilustrado (Pág. 138)

únicamente á la caza, á la guerra y al latrocinio, desdeñaron las bellas artes, que hallaron un refugio en la clase media.
Pero antes de hablar de la trasformacion que sufrió la literatura alemana por este concurso de circunstancias, es justo mencionar á los humanistas que mas contribuyeron á la instruccion de la nacion. Desde luego los hallamos en los Paises Bajos, donde Gerardo Groot fundó, bajó la denominacion de Fratres communis vitæ, una reunion de hombres poseidos del deseo de propagar las luces. Muerto Groot en 1384 continuaron su obra con celo y perseverancia Agrícola, Lange, Busch, Spiegelberg, Reuchlin, y el noble Ulrico de Hutten; Hegio formó discípulos como Erasmo de Rotterdam y Cesareo; Luis Dringenberg, hombres como Conrado Celles, fundador de la sociedad Rhenana, y Stadiano, maestro de Melancton.
La poesía, segun hemos dicho mas arriba, pasó de la nobleza á la clase media y á los artesanos. Es verdad que estos observaron las reglas métricas; pero les fué siempre estraño el espíritu delicado, sublime y caballeresco que ha inmortalizado las creaciones de los minnesaenger. La poesía se redujo á un mero arte de poner la prosa en verso y á los pensamientos y sentimientos líricos reemplazaron las reflexiones morales, mundanas y vulgares; sin embargo, bien que carezcan de elevacion poética las creaciones de los meistersaenger, no por eso contribuyeron menos al desarrollo de las facultades intelectuales de la nacion preparándola para desempeñar su papel en los acontecimientos del siglo XVI. Los meistersaenger que mas se distinguieron fueron Enrique de Mugelin, Muscatblut, Regenbogen, Conrado Harder, Hulzing, Alberto Lesch, el monge de Salzburgo, Pedro, Zwinger, Conrado Zorn, Conrado Schneider, Juan Folz, Conrado Ottinger, Miguel Beheim y Sisto Buchsbaum.
Nos quedan en este período canciones guerreras muy notables á que dió origen la guerra de la Suiza con el Austria. Dos poetas sobre todo, Veit Weber y Juan Viol; celebraron dignamente las victorias que ellos habian ayudado á alcanzar. Las baladas, las narraciones poéticas, las novelas y los cuentos picarescos se cultivaron tambien con buen éxito. Till el Picaresco, forma todavía las delicias del pueblo, pero el poema épico desapareció completamente, á menos que no se quiera honrar con este nombre el de Thenerdank, por Rinzinger (1516), donde se cuentan las aventuras del emperador Maximiliano. Del mismo modo la poesía didáctica, aunque muy cultivada en aquella época, no ha legado á la posteridad mas que la Nave de los locos (Narrenschiff) por Sebastian Brand (1458-1521), y muchas otras de Tomás Murner, el adversario cáustico de Lutero. El arte dramático, entonces en su infancia, no producia mas que misterios, moralidades, farsas y gangarillas. La historia es la que nos ha dejado monumentos mas duraderos como la Crónica de Limburgo, por Gansbein; la Crónica de Alsacia, por Twinger de Kœnigshofen; la Crónica de Turingia, por Rothe; la Historia de las guerras de Borgoña, por D. Schinlling; la Historia de la ciudad de Breslau, por Eschenloher. A esta clase de obras corresponde el Rey sabio, por Marx Treizsauerwein, en que se refiere bajo la forma de una novela alegórica la historia de Maximiliano.
V Período (1523 ― l625). El movimiento religioso habia dividido la Alemania en dos campos enemigos. Lutero, el defensor de la razon crítica y especulativa, atacó la iglesia romana é hizo nacer una multitud de obras con su traduccion de la Biblia y sus escritos teológicos. A fin de ser igualmente inteligible para todos los alemanes, no se sirvió de ningun dialecto particular, sino que reuniendo por una vasta concepcion todo lo mas bello, y mejor elaborado en los diferentes dialectos, creó un idioma hasta cierto punto nuevo que se estendió del uno al otro estremo de Alemania. Este lenguage llegó bien pronto á generalizarse y es el que hoy emplean los autores alemanes. En él están escritos los bellos cánticos que nos dejaron Lutero y sus numerosos imitadores; sin embargo, la poesía de los meistersaenger fué continuada con éxito por Hams Saehs de Nuremberg (muerto en 1576), ese zapatero poeta que compuso mas de seis mil obras, entre las cuales se cuentan doscientas ocho comedias y tragedias. La poesía épica se enriqueció con la Nave Afortunada de E. Fistchart, y con Froschmœusler, de Rollenhagen, obra cuya idea primordial acaso esté tomada de la Batronomáquia. Burkard Waldis escribió sus Fábulas y Juan Fischart (Menzer) sus Sátiras y su traduccion de Rabelais. La cancion popular no se cultivó mas que hasta el principio de la guerra de los Treinta Años (1618); desde esta época ya no volvieron á oirse jamás.
Este periodo es rico en novelas y en obras históricas; entre las primeras citaremos la Historia de Schilda (Schildburger) y Pedro Leu; entre las segundas la Crónica de Baviera, por Juan Thurnmeyer (Aventino, muerto en 1534); la Crónica suiza, por Tschuidi (1505—l572); la Cosmografía y la Crónica alemana, de Frank (1500—1545); la Crónica de Pomerania, por Kantzow (muerto en 1542); la Crónica de Prusia, por David (1503—1543). Las biografías de Goetz de Berlichingen y de Seb. Schærtlin, escritas por estos hombres célebres, y los Proverbios alemanes esplicados por Agrícola (1529), merecen igualmente ser mencionados.
El misticismo que se habia deslizado en el seno de la nueva iglesia produjo las notables obras de Jacobo Bæchme y de Val. Weigel. Th. Paracelso aplico la química á la medicina, Agrícola se ocupo de la metalúrgica, Conrado Gessner creó la historia natural; y la astronomía hizo importantes progresos con los trabajos de Copérnico. A esta época pertenece tambien la primera Gramática alemana, por Valentin Ickelsamer (1600).
VI Período (1625—1760). El rápido movimiento que habia arrastrado los espíritus en el siglo XVI se detuvo repentinamente, o mas bien retrogadó á principios del XVII. El catolicismo habia perdido la fuerza, la confianza en sí mismo y su natural lozanía en su lucha con la nueva iglesia; por su parte el protestantismo, contradiciéndose á cada paso, habia degenerado en una ortodoxia estacionaria y obcecada, que alejaba los espíritus de todo pensamiento nuevo original. La deplorable guerra de los Treinta Años (1618—1648) vino á aumentar estas desgracias; los príncipes se coligaron contra la nacion, y en tanto que ellos creaban un Versalles en miniatura, el pueblo se moria de hambre y de miseria. Un ceremonial ridículo, algunas apologías rastreras, un estilo de chancillería que llegó á ser proverbial por su monstruosidad, la imitacion de las costumbres y de los trages franceses, la adjuracion de todo sentimiento nacional, tales fueron las tristes consecuencias de una aberracion de los espíritus de que no se halla ejemplo en la historia.

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