como trabajos de paciencia y concienzudos por su espresion piadosa é ingénua. Pero poco á poco en el siglo XIV la invencion del papel que reemplazó al pergamino, y mas aun la pereza é ignorancia de los monges pusieron término á los trabajos de los miniaturistas. La arquitectura, que se hallaba entonces en uno de sus mejores períodos, tuvo necesidad de la escultura y de la pintura para decorar y perfeccionar sus creaciones; y como en todas las cosas no permanece el talento humano mas atrasado que las necesidades que llegan á manifestarse, aparecieron la pintura y la escultura monumental, desde el momento que la arquitectura les preparó superficies que cubrir ó que adornar. Desde un principio se empleó generalmente en la decoracion monumental la pintura de mosáico, importada por los griegos con el estilo bizantino; pero la duracion de esta clase de adorno fué tan pasagera como la de la arquitectura que estaba destinada á embellecer. El arte ojival, en su tendencia á la elevacion y á la ligereza, debia adaptarse muy poco á la pintura de mosáico, sólida por naturaleza; la sustituyó, pues, con la pintura propiamente dicha, que no amazacotaba la primera materia. Al desaparecer el mosáico, hizo nacer la pintura sobre vidrios, que representando apariciones luminosas, aumentó el efecto misterioso de las catedrales. Como esta nueva aplicacion del arte exigía menos recursos de talento y de ciencia en el dibujo que la pintura en el muro ó en el tablero, al poco tiempo parecia proporcionalmente mucho mas adelantada que aquella. Todas las iglesias, todos los monasterios se adornaron con pinturas sobre vidrios; los de la Alcadia de Kœnigsfelde, en Suiza, que representaban los príncipes de la casa de Habsburgo; los de la catedral de Strasburgo, sobre los que se hallaban pintados los setenta y cuatro antepasados de Cristo, los misterios, el juicio final, la gloria de Dios en la Jerusalen celeste, de los santos, de las santas, de los mártires y de las vírgenes; los de Freyburgo, y sobre todo, los de Augsburgo, de Ulm y de Nuremberg eran los mas célebres y se remontaban á los siglos XV, XIV y hasta al XIII. Entre los nombres de los mas ilustres pintores de vidrios, es preciso citar los de San Juan el Aleman, que adornó con sus trabajos en este género las iglesias de Italia; Pablo y Cristóbal, que trabajaron en la catedral de Toledo; Tudmann de Augsburgo, Pedro Baker de Norlindgen, Juan de Kirchheim, autor de los vidrios de Strasburgo, Velckhamer, Hirschvogel de Nuremberg, Juan Wild y Juan Kramer de Munich, que vivieron á fines del siglo XIV y principios del XV.
La pintura propiamente dicha, aunque adelantaba poco á poco por las dificultades que su ejecucion ofrecía y el mayor idealismo que exige, se propagó muy rápidamente en Alemania. A últimos del siglo IX estaba adornada la catedral de Maguncia con pinturas hechas por los dibujos de su arzobispo, el célebre Raban Maur, abad de Fulda, que era muy buen artista y que contribuyó muy poderosamente al desarrollo del arte. De aquella misma época datan las pinturas de Santa Maria de Colonia; las de los palacios de Merseburgo y Magdeburgo, que representaban las victorias de Enrique el Pajarero y de Oton el Grande; en fin, las de la iglesia de Menleben, las que indudablemente se hicieron al gusto bizantino, y acaso por artistas griegos ó italianos, que entonces abundaban mucho en Alemania. Despues de Raban Maur, el protector mas decidido de las artes fué San Bernardo, obispo de Hildesheim, preceptor de Oton III, al cual habia inspirado la aficion á las artes. Este santo varon, pintor, escultor y platero, fué el primero que fundó en Paderborn una especie de museo, reuniendo en él todas las obras artísticas que poseian entonces los emperadores, como cuadros, mosaicos, piezas de platería, de escultura, etc. (1).
En los siglos XI y XII se adornaron con pinturas las iglesias, los monasterios y los palacios de los príncipes; el estado de atraso en que se encontraba el arte en aquella época nos deja inferir que serian mas bien bosquejos que verdaderas pinturas; pero al menos atestiguan por su número basta qué punto era general en Alemania el amor á las artes. En el siglo XIII existia en Colonia una escuela de pintura que debio gozar de gran renombre, cuando Holfran de Eschembach en su poema de Parcival compara á su héroe con las pinturas de los maestros de Colonia y de Maestricht: «Ningun pintor de Colonia ni de Maestricht, dice, hará una figura mas bella que la de Parcival montado en su corcel (2).»
Este pasage nos demuestra tanto mas la celebridad de que gozaba la escuela de Colonia, cuanto que Wolfran pertenecía al Mediodía de la Alemania, que estaba entonces como lo ha estado siempre, en rivalidad abierta con el Norte; por otra parte, es muy notable que en la historia no se haga mencion de la existencia de aquella escuela, cuyas producciones han desaparecido en su mayor parte, escepto algunas pinturas que se han encontrado en nuestros días, y que actualmente forman parte de la hermosa galería de Munich (3). En cuanto á los nombres de los artistas que ilustraron aquella época, todavía nos son mas desconocidos que sus obras; dos tan solamente han llegado hasta nosotros, y son los de Juan y Wilhelm ó Guillermo. La dilatada existencia de Colonia, una de las colonias romanas mas antiguas, sus franquicias municipales anteriores á las de otras ciudades, su proximidad á la silla del imperio en tiempo de Carlo―Magno y de los Otones , su situacion geográfica, que hacia de ella un punto de transito y de depósito para el comercio del Norte y del Mediodía de la Alemania y de los Paises Bajos; todas estas circunstancias la constituyeron en un centro político, en que los grandes medios debían producir grandes resultados, y de aquí su supremacía en el arte. A juzgar por las obras que han llegado hasta nosotros, es evidente que la escuela de Colonia, lo mismo que las escuelas italianas de Siena, Pisa y Florencia, se formó segun los principios del arte bizantino, introducido en Alemania por los emperadores.
La colocacion simétrica, el fondo de oro, la falta de perspectiva, el estilo de las bases y el amaneramiento de las pinturas bizantinas, se encuentran en todas las de Colonia; pero aqui como en las composiciones italianas de la misma época se advierte una tendencia marcada á salir de los límites del carácter típico, en los que habia encerrado el arte el estilo bizantino. Se deja ya sentir la imitacion de la naturaleza; la ejecucion busca el sello individual para sustituirlo al carácter litúrgico. Aquí tambien se detiene la
(1) Anales Paderborstenses. t. IV, p. 333.
(2) Parcival, v. 1705.
(3) Gracias á los cuidados y al patriotismo de los hermanos Boisserée y de sus amigos Waltaff y Bertram, que formaron una coleccion de ellas que ha adquirido el rey de Baviera.
La pintura propiamente dicha, aunque adelantaba poco á poco por las dificultades que su ejecucion ofrecía y el mayor idealismo que exige, se propagó muy rápidamente en Alemania. A últimos del siglo IX estaba adornada la catedral de Maguncia con pinturas hechas por los dibujos de su arzobispo, el célebre Raban Maur, abad de Fulda, que era muy buen artista y que contribuyó muy poderosamente al desarrollo del arte. De aquella misma época datan las pinturas de Santa Maria de Colonia; las de los palacios de Merseburgo y Magdeburgo, que representaban las victorias de Enrique el Pajarero y de Oton el Grande; en fin, las de la iglesia de Menleben, las que indudablemente se hicieron al gusto bizantino, y acaso por artistas griegos ó italianos, que entonces abundaban mucho en Alemania. Despues de Raban Maur, el protector mas decidido de las artes fué San Bernardo, obispo de Hildesheim, preceptor de Oton III, al cual habia inspirado la aficion á las artes. Este santo varon, pintor, escultor y platero, fué el primero que fundó en Paderborn una especie de museo, reuniendo en él todas las obras artísticas que poseian entonces los emperadores, como cuadros, mosaicos, piezas de platería, de escultura, etc. (1).
En los siglos XI y XII se adornaron con pinturas las iglesias, los monasterios y los palacios de los príncipes; el estado de atraso en que se encontraba el arte en aquella época nos deja inferir que serian mas bien bosquejos que verdaderas pinturas; pero al menos atestiguan por su número basta qué punto era general en Alemania el amor á las artes. En el siglo XIII existia en Colonia una escuela de pintura que debio gozar de gran renombre, cuando Holfran de Eschembach en su poema de Parcival compara á su héroe con las pinturas de los maestros de Colonia y de Maestricht: «Ningun pintor de Colonia ni de Maestricht, dice, hará una figura mas bella que la de Parcival montado en su corcel (2).»
Este pasage nos demuestra tanto mas la celebridad de que gozaba la escuela de Colonia, cuanto que Wolfran pertenecía al Mediodía de la Alemania, que estaba entonces como lo ha estado siempre, en rivalidad abierta con el Norte; por otra parte, es muy notable que en la historia no se haga mencion de la existencia de aquella escuela, cuyas producciones han desaparecido en su mayor parte, escepto algunas pinturas que se han encontrado en nuestros días, y que actualmente forman parte de la hermosa galería de Munich (3). En cuanto á los nombres de los artistas que ilustraron aquella época, todavía nos son mas desconocidos que sus obras; dos tan solamente han llegado hasta nosotros, y son los de Juan y Wilhelm ó Guillermo. La dilatada existencia de Colonia, una de las colonias romanas mas antiguas, sus franquicias municipales anteriores á las de otras ciudades, su proximidad á la silla del imperio en tiempo de Carlo―Magno y de los Otones , su situacion geográfica, que hacia de ella un punto de transito y de depósito para el comercio del Norte y del Mediodía de la Alemania y de los Paises Bajos; todas estas circunstancias la constituyeron en un centro político, en que los grandes medios debían producir grandes resultados, y de aquí su supremacía en el arte. A juzgar por las obras que han llegado hasta nosotros, es evidente que la escuela de Colonia, lo mismo que las escuelas italianas de Siena, Pisa y Florencia, se formó segun los principios del arte bizantino, introducido en Alemania por los emperadores.
La colocacion simétrica, el fondo de oro, la falta de perspectiva, el estilo de las bases y el amaneramiento de las pinturas bizantinas, se encuentran en todas las de Colonia; pero aqui como en las composiciones italianas de la misma época se advierte una tendencia marcada á salir de los límites del carácter típico, en los que habia encerrado el arte el estilo bizantino. Se deja ya sentir la imitacion de la naturaleza; la ejecucion busca el sello individual para sustituirlo al carácter litúrgico. Aquí tambien se detiene la
(1) Anales Paderborstenses. t. IV, p. 333.
(2) Parcival, v. 1705.
(3) Gracias á los cuidados y al patriotismo de los hermanos Boisserée y de sus amigos Waltaff y Bertram, que formaron una coleccion de ellas que ha adquirido el rey de Baviera.
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