martes, septiembre 25, 2007

Viage ilustrado (Pág. 78)

una sencilla polonesa ó túnica larga rodeada de pieles. Hoy todas las personas de buen tono siguen las modas francesas é inglesas.
Los campesinos se abrigan en invierno con una piel de carnero, cuya lana ponen hácia dentro; en el verano llevan un vestido de tela grosera, y desconocen el uso de la ropa blanca. Por calzado usan cortezas de árboles ceñidas á las piernas, y la parte mas gruesa les sirve de suela. Las mugeres del pueblo gastan en la cabeza una especie de velo de lienzo blanco, por debajo del cual les sale el cabello dividido en dos trenzas. Muchas llevan tambien un pedazo largo de tela que les cubre el rostro y les baja hasta las rodillas, asemejándolas mucho esta singular especie de velo á los penitentes. Los campesinos ejercen la mas cuidadosa vigilancia sobre sus hijas, y en la Samogicia, por ejemplo, les hacen llevar campanillas, á fin de saber donde están y en que se ocupan.
Los judíos forman una parte considerable de la Polonia. Entraron allí en tiempo de Casimiro el Grande, y han gozado de privilegios que en ninguna parte han tenido, escepto en Holanda y en Inglaterra; de modo que se han multiplicado prodigiosamente. El comercio lo hacen ellos casi esclusivamente, y tambien son dueños de casi todas las posadas. Su número asciende á 600,000.
Las minas de sal de la Polonia son cavernas verdaderamente sorprendentes; siendo las mas grandes las de Wicliska, á tres leguas de Cracovia. Estas minas toman el nombre de una pequeña aldea, y se hallan en una cordillera de colinas que se juntan al Norte con los montes Karpathas. Coxe describe estas minas en su Viage á Polonia. «A nuestra llegada á Wiclistka, dice, nos dirigimos á una de las entradas de la mina; ataron tres pequeñas camas de cuerda á la gran maroma que sirve para subir la sal, y despues de habernos sentado cómodamente, principiamos a descender con suavidad y sin la menor apariencia de peligro hasta unas 160 varas por debajo de la primera capa de sal. Habiendo dejado nuestras camas, seguimos bajando por un largo camino, tan ancho algunas veces, que podian caminar de frente muchos carruages, y otras cortado en forma de gradas abiertas en la sal, de la magnitud y comodidad de la escalera de un palacio. Cada uno de nosotros llevaba una antorcha, y muchos guias nos precedian con lámparas. EI reflejo de estas luces sobre las brillantes paredes de la mina producia el mejor efecto; pero no se nos figuró que este brillo se pareciese al de las piedras preciosas, como dicen los autores de algunas narraciones.
«La calidad de la sal es tanto mejor cuanto mayor es la profundidad de donde se saca. Su dureza, igual á la de la piedra, obliga á los mineros á servirse de espiochas y de hachas para cortarla con mucho trabajo en grandes pedazos, muchos de los cuales pesan de 300 á 350 quilógramos. La mina parece inagotable: su anchura conocida es de 338 metros, su longitud de 2,229, y su profundidad de 248. Los que la conocen mejor suponen con mucha probabilidad, que se divide en muchos tramos que siguen diferentes direcciones, cuya estension no se puede apreciar, pues que solo se ha podido calcular la de la parte escavada. Nuestro guia no olvidó hacernos observar, como una de las curiosidades mas notables de este sitio, las capillitas abiertas en la sal, donde se dice misa en ciertos dias del año. Una de estas capillas tiene mas de 10 metros de longitud y 8 de latitud; el altar, el crucifijo, los adornos y muchas estátuas de santos, todo está hecho con la sal.
»Muchas escavaciones de donde se ha sacado sal son de una estension inmensa. Unas están sostenidas por vigas, otras por grandes pilares de sal que se han ido dejando á propósito, y otras, aunque muy vastas, no tienen sosten alguno en el centro. Yo observé una de estas últimas, que tendría unos 27 metros de altura, y era tan larga y ancha, que en esta oscuridad subterránea parecia no tener límites, y el techo de esta bóveda era perfectamente plano. Los mineros no permanecen bajo tierra mas de ocho horas seguidas, al cabo de las cuales son relevados por otros. Estas minas están perfectamente secas, sin ningun vapor ni humedad, y en toda la parte de ellas que anduvimos, solo encontramos un pequeño manantial cuya agua está impregnada de sal. Esta enorme masa de sal es uno de los fenómenos mas admirables de la historia del globo. Hace mas de seiscientos años que se está esplotando esta mina, y es incalculable los siglos que serán necesarios para agotarla. En los Anales de la Polonia se hace mencion, en 1237, de estas minas como de un descubrimiento no muy reciente; pero no se puede asegurar la época de su descubrimiento.» El producto anual de esta mina asciende á cerca de 6.000,000 de francos.

REPUBLICA DE CRACOVIA.

Este estado, que formaba parte de la antigua Polonia, se encuentra actualmente bajo la dominacion del Austria. Cracovia es una gran ciudad situada en la confluencia del Vístula y del Rondaora, y que tiene por asiento una vasta llanura bañada por el primero de estos rios. Su estension, comprendidos los arrabales, es inmensa. La gran plaza que se encuentra en el centro es muy espaciosa, y la adornan muchas casas bien construidas, que en otro tiempo estaban lujosamente amuebladas, pero que en su mayor parte hoy se hallan abandonadas, ó casi á punto de arruinarse. Hay muchas calles anchas y hermosas que ofrecen igual perspectiva de grandeza y ruina, y la ciudad, en general, no es mas que una sombra de su antigua magnificencia. Su poblacion, que en tiempo de Sigismundo I, subía á 80,000 almas, llegó á no tener mas que 18,000, aunque hoy ya pasa de 25,000. La catedral es admirable y contiene los sepulcros de San Estanislao, de Kosciusko, de Poniatowski, de Dombrowski y de Juan Sobieski.
En el mismo palatinado de Cracovia se ve un manantial cuyos efectos parecen muy estraordinarios para que pueda parecer exagerado lo que de él se cuenta. Las aguas de este manantial aumentan ó disminuyen con la luna, y segun se afirma, tienen la virtud de prolongar la existencia. Se asegura que los habitantes de los alrededores viven ordinariamente cien años, y que aun algunos llegan á los ciento cincuenta. El manantial es inflamable: asi que se arroja en él una hacha encendida, el agua empieza á arder como el espiritu de vino mas sutil. Sin embargo, la llama no hace mas que voltear por la superficie del agua, sin calentarla, pero si no se tiene despues la precaucion de estinguirla, lo cual suele suceder, penetra por conductos subterráneos á las raices de los árboles de un bosque próximo y los consume. Hace cuarenta años que ocurrió una desgracia de esta especie, y el fuego duró tres años antes que fuese posible apagarlo completamente.

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