jueves, agosto 30, 2007

Viage ilustrado (Pág. 53)

predileccion, porque le agradaba sobremanera: el cé­lebre Vernet le divertia por sus maneras graciosas, y por lo bien que ejecutaba sus papeles.
Cierto dia se paseaba el czar por la perspectiva de Newsky. La multitud se alineaba en dos filas á su tránsito y le saludaba como de costumbre Su magestad apercibió á Vernet que se alineaba como los demas, y se dirigió desde luego á él. Era un honor del cual estuvieron muchos celosos, y que desconcertó estraordinariamente al modesto actor.
—¿Os veré esta noche, Vernet? le preguntó el em­perador.
—Si, señor; yo tendré el honor de representar delante de vuestra magestad le Pere de la Debutante.
—Me place, porque estais muy bien en esa pieza y os aplaudiré con gusto.
—Vuestra magestad es muy indulgente.
El emperador le dirigió otras cuantas palabras li­songeras y continuó su camino.
Pero un nadziratel (oficial de policía) había sido testigo de la conversacion, y despues que el empera­dor se hubo alejado, se aproximé al artista y le dijo:
—Vos habeis hablado con el emperador, caballero, y es menester que me sigais.
—¡Cómo! repuso el artista escusándose, á quien el oficial civil no comprendia. Es su magestad la que ha querido hacerme el honor de aproximarse a mí...
—¿Qué dice? dijo el de la policía dirigiéndose á un curioso que juzgó debia comprender el francés.
—Dice que es el emperador quien se ha acercado á él.
—¡A él!...Vamos, vamos... seguidme, caballero, y que yo no lo repita.
—Yo si que os repito que no soy culpable, sino el emperador. Soy Vernet actor del Teatro Francés; el emperador me conoce.
Lo que el oficial de policía comprendia mejor que nada, era que el actor se resistia. Y cogiendo de pron­to á Vernet por el brazo, le dijo que si no quería seguirle por bien llamaria á un compañero y le llevarian por fuerza.
El artista no tuvo mas remedio que ceder; el oficial de policía le condujo al puesto mas cercano, donde le encerró.
Llegó la noche, y poco despues la hora del teatro. Vernet: no se presentaba. Fueron á buscarle á su casa y dijeron que no se había presentado desde que salió de ella por la mañana, y el director de escena se vió precisado á variar la funcion.
El emperador vino á ocupar su palco como se lo habia prometido al actor, y le disgustó no ver repre­sentar le Pere de la Debutante, y se asombró viendo que Vernet no tomaba parte en las piezas que se eje­cutaban.
Quiso saber la causa y se dirigió al director, el cual le anunció la desaparicion del artista. Como no­tase el descontento del soberano:
—Señor, se apresuró á decirle, no he sabido nada hasta el momento de irse á levantar el telon; pero he dado órden para que Vernet sea buscado sin tar­danza.
El emperador quedó un rato pensativo mas de pronto se dió una palmada en la frente:
—Yo soy la causa de este mal, dijo. Esta mañana encontré á Vernet y le hablé un momento... El pobre estará preso. Pronto, que le pongan en libertad.
Un cuarto de hora despues Vernet estaba libre y entraba en el palco del emperador, quien le habia mandado llamar.
—Siento mucho, le dijo el emperador sonriendo, lo que os ha sucedido por mi causa. Olvidadlo, yo os lo ruego, y ved si os puedo servir en alguna cosa. Vea­mos lo que me teneis que pedir.
— Pues que vuestra magestad quiere concederme una gracia, respondió el artista, suplico que en ade­lante no me hagais el honor de acercaros á mí cuan­do yo os encuentre en la calle.


El emperador se sonrió y despidió afectuosamente a Vernet, quien no tuvo motivos para quejarse del contratiempo.
En la perspectiva de Newsky se encuentra el gran bazar ó Gostinoï-dvor ruso, vasto mercado asiático que hace recordar involuntariamente el de Bagdad ó el de Basora. Es un inmenso edificio de forma cua­drada, que contiene un patio y almacenes interiores no menos estensos. Sus cuatro fachadas están circuidas de una galería abovedada, baja y pesada. El bazar está dividido por líneas ó compartimientos, consagra­dos á las diversas especialidades de mercancías; aquí se venden paños, alli porcelanas, allá novedades, ta­pices, armas, papel, etc. Todos estos objetos proce­den generalmente de las manufacturas nacionales; tambien se venden allí á precios muy inferiores los mismos objetos importados de Occidente, lo que no impide al mercader ruso juraros que su mercancía es estrangera, y pedir por ella el triple de su valor.
Cada mercader está de pie delante de su tienda; un dependiente está á su lado, y estos dos hombres, envueltos en pieles de pies á cabeza, dirigen á los transeuntes las mas seductoras provocaciones:
—Dignaos comprarme este paño inglés, sedas de Lyon, cintas de París, guantes de Suecia, pañuelos de la India, etc.
Hemos dicho que todos los objetos vendidos en Gostinoï—dvor son productos indígenas, y por lo tanto los mercaderes no sabrian engañar a nadie.

No hay comentarios: