sábado, agosto 18, 2007

Viage ilustrado (Pág. 41)

Columna alejandrina

siervo al rango de los príncipes. Augusto no reinaba en un imperio tan vasto, y Luis XIV no tenia un poder tan absoluto sobre sus vasallos. El pueblo de San Petersburgo mira este palacio con una mezcla singular de respeto miedoso y de confianza; saben que en él está su destino, su ley suprema, la ley que han obedecido sus padres, y que obedecerán aun sus hijos. Con los ojos fijos en la mansion imperial, repiten ellos su tradicional proverbio: «el czar da la vida, el czar da la muerte.
»Las habitaciones del emperador están en el se­gundo piso, debajo del telégrafo, en el ángulo del edi­cio que cae al lado del Neva.
»Construido sucesivamente por los diseños de Lamotte, de Velteu y Guarenghi, por órden de Catali­na II, que á semejanza de los grandes señores del si­glo XVIII, quiso hacer su pequeña casa. El Eremito­rio ó Retiro solitario, unido por tres galerías secretas al palacio del invierno, se libertó del incendio de 1837. Es una especie de museo imperial, aunque no se hallan en él reunidos todos los cuadros que posee el emperador, pues una porcion de escuelas y épocas diversas adornan tambien algunas partes del palacio de invierno. «Es preciso guardarse bien, dice Mr. Luis Viardot, de esperar ver en el Eremitorio un museo completo, ni aun una galería. Formada por Catalina para adorno de su estancia particular, donde cesando de ser emperatriz, quedaba la muger ilustrada y ga­lante; enriquecida por sus herederos, aunque siempre con arreglo al mismo gusto, esta coleccion, como las del palacio Pitti, de Hampton—Court, de Belvedere, no es sino un gabinete de aficionados, el gabinete de los czares, aunque por lo demas es vasto, y gigantes­co como sus palacios y su imperio. Esto es tan exacto, que no se permite la entrada sin papeleta, y que es preciso ir vestido casi con trage de córt.e. Un hombre no puede entrar sino con frac, y los estrangeros no olvidan nunca esta circunstancia, porque los porteros son implacables.
»En el Eremitorio hay, ademas de 2000 cuadros suspendidos de las paredes con increible mezcolanza, y entre los cuales se admiran un gran número de obras maestras, una porcion de copias esactas de Ra­fael, de las colecciones de estátuas, bustos, dibujos, grabados, litografias, medallas, monedas, piedras grabadas, mosáicos, miniaturas, obras de orfebrería y bisutería, muebles, antiguedades, y por último, la biblioteca particular de los czares, que no es la llamada Imperial, y que se compone de mas de 100,000 volú­menes, y que encierra entre otras bibliotecas de hombres célebres, las de Diderot, D’Alembert y Voltaire que Catalina hizo comprar.
»Como puedo presumirse por esta enumeracion, un artista ó sábio que quisiese acabar su vida retirado del mundo, pasara el tiempo tan útil como agradablemente, si se le permitiera establecer su celda en este palacio colosal, donde se hallan aglomerados tantos te­soros y cuyo nombre está tan poco justificado. Pero muy lejos de parecerme un eremitorio, o ermita, en las pocas horas que permanecí en su recinto, admiré tan grande multitud de cosas hermosas, que no pude traer de esta visita sino recuerdos generales y confusos. Pero lo que no he olvidado es el Reglamento del Eremitorio, una de las leyes concebidas, redactadas y promulgadas por Catalina II para gobierno de su república interior. He aqui el testo:
1.º Depositará el que entre sus títulos, lo mismo que su baston, y especialmente su espada.

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