sábado, agosto 25, 2007

Viage ilustrado (Pág. 48)


La plaza de la Sennoï, situada en el centro de la ciudad, es una de las mas populosas. Está circuida de bazares, de fondas, de tabernas y de tiendas ambu­lantes, que sostienen alli un perpétuo vaiven. Los mougiks (los campesinos) acuden aqui en gran número. Ahora bien, durante el verano de 1.831, el mismo año de la guerra de Polonia, el cólera invadia cruelmente á San Petcrsburgo, y el pueblo, diezmado por este invisible azote, cuya causa se ignoraba, desalen­tado y desesperado, empezó a gritar: envenenamiento. Primero acusaron de este crimen á los médicos alemanes y despues á los polacos; la irritacion llegó á su colmo. Reunido el pueblo en la plaza que acabamos de mencionar, blandia el hacha, esta arma terrible que lleva siempre el campesino colgada de su cintura. Los aires repetian los ecos de muerte, y el terror se difundió por toda la ciudad.
El emperador tiene conocimiento de esta fermentacion, monta en su carruage, y llega como el rayo á la plaza donde estaba el pueblo amotinado. Desciende al instante del carruage, súbese sobre el pilar de una iglesia y desde alli, dominando con su alta estatura al aterrado pueblo:
― ¿Qué es esto? esclama con una voz acentuada por la emocion ¿no sois ya vosotros los hijos de la santa y piadosa Rusia?... ¿os rebelais contra el cielo? ¡Hermanos volved en vosotros! Dios es el que nos castiga; arrodillémonos, y reguémosle con fervor para que detenga el rayo que desola nuestra patria.
Y diciendo y haciendo, el emperador se inclinó, y en el mismo instante, á su ejemplo, se prosternó todo el pueblo.
La plaza del Senado confina con la del Almiran­tazgo, de la cual forma realmente parte. Sigamos por el fresco barrio y por el verdoso recinto de tilos que rodean los edificios de la marina, y dejando á la de­recha la hermosa iglesia de San Isaac con su cápula gigantesca, sus cuatro frontones de bronce y sus co­lumnas de pórfiro, lleguemos á la plaza del Palacio,
que se une á la del Almirantazgo como la primera. Estamos en presencia de la columna Alejandrina. Al ver esta inmensa columna de granito y de bronce, toda de una pieza, delante de la residencia del czar, se diria que era un recuerdo colosal de la época de los Titanes. Todos los monumentos rusos tienen pro­porciones gigantescas.
Este fué inaugurado en el mes de agosto de 18 en presencia de 100,000 soldados, entre los cuales fueron llamados todos los veteranos de 1812, 1813 y l8l4.
El día de esta solemne inauguracion fué un her­moso dia para el pais, pero muy triste para los france­ses, cuyo destino los habia impulsado a esta tierra le­jana, pues les recordaba las derrotas de su patria.
Sin embargo, los rusos no se enorgullecen con este triunfo, y el gran capitan vencido no ha dejado de ser para ellos el objeto de una constante admiracion. La imágen de Napoleon adorna todas sus residencias; se la vé en los mas suntuosos hoteles, como en las mas humildes casas de los campesinos. No hay un hijo de las campiñas moscotivas á quien no sea familiar el nombre de Napoleon. El recuerdo de los franceses de 1812 ha quedado sin rencor en la memoria de este escelente pueblo.
—¿Qué significa la palabra kamerad? nos pregun­taba un día un mercader que la casualidad nos había dado por compañero en el camino de Moscou.
—¿Quereis decir camarada sin duda?
—Si señor, camarada es su significacion.
Dejamos satisfecha su pregunta
—¿Por qué nos haceis esa pregunta?...
—Porque en 1812 los soldados franceses, alojados en casa de mi padre, me ponían sobre sus rodillas (yo entonces era un niño) y me llamaban su jóven camarade.
—¿Qué recuerdos teneis de estos franceses? ¿Tuvieron vuestros padres motivos para quejarse?
.—¡Oh, no señor! eran buenos compañeros (dobri

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