lunes, febrero 14, 2011

Viage ilustrado (Pág. 545)

uno y otro fueron fundados por Alfonso III, el Magno, con el titulo de Santa María de Cultrocies y era, como Gauzon, castillo y palacio. El mismo monarca lo donó á los obispos de Oviedo, que solian pasar en él la temporada de verano, y cuya posesión conservaron hasta 1841. Esta fortaleza fué una de las que se apoderaron los turbulentos hijos de Alfonso el Magno cuando se rebelaron contra él. La iglesia, que aun permanece abierta al culto, consta de una sola nave y dos capillas á los lados, y forma un agradable aspecto de buena arquitectura. Sin duda para conservar el recuerdo de su antiguo origen de castillo, está el pintoresco santuario rodeado de una muralla almenada que le embellece y reviste de un carácter muy romántico. El camino de Contrueces á Gijon, cubierto de árboles por ambos lados, es uno de los paseos mas concurridos.
El origen de la villa de que hablamos se pierde en la oscuridad de los tiempos, puesto que con el nombre de Gijia hemos visto la nombran los antiguos geógrafos é historiadores entre las veinte y dos antiguas ciudades de los asturos. También es de presumir conservara importancia esta población durante el dominio romano, pues como ya dijimos, la península que está á su frente y muy próxima, fué el punto elegido por Lucio Sexto Apuleyo para erigir las famosas Aras que llevaron su nombre. En 713 fué conquistada por los sarracenos, que pusieron en ella por gobernador á uno de los capitanes que mas se distinguieran en la conquista, llamado por los cristianos Munuza, y por los árabes Osman–Abu–Nesa, aquel en cuya boca pone Quintana en su hermosa tragedia del Pelayo aquellos robustos versos:


...«¡Aun soy Munuza!!
Pendiente de mis hombros todavía
El formidable alfange centellea
Que huérfanas dejó tantas familias.
Tiemblan de mí velando, aun se estremecen
Si su atemorizada fantasía
Mi aterradora faz les pinta en sueños.


Sabido es lo que se refiere de los amores de Munuza y Hormesinda hermana de Pelayo, y de su casamiento; del resentimiento y huida del ofendido príncipe, etc., ctc. Mas estos hechos, aunque adornados y descritos por la elegantísima pluma de Quintana, no están suficientemente revestidos de verdad histórica: lo que sí consta por los cronistas contemporáneos, es que Munuza, aborrecido por los gijoneses y noticioso del gran triunfo alcanzado por Pelayo en Covadonga, huyó con los suyos de Gijon, pero alcanzado por los cristianos en una aldea cercana llamada Olali, fué muerto con todos los que le seguian. Gijon fué, pues, rescatada en 722 por el mismo Pelayo. Los piratas normandos quisieron acometer esta villa en 842, mas desistieron de su pensamiento al reparar en las formidables fortalezas que la circuian. En 1112 la reina doña Urraca donó la villa de Gijon á la catedral de Oviedo. En el reinado de Alfonso XI era conde de Gijon, Noreñá y Trastamara, don Rodrigo Alvarez de las Asturias, el que habiendo adoptado por hijo á don Enrique, (que era el primogénito de los bastardos del rey, y que después reinó), le dejó á su muerte estos estados, lo que fué ocasión de que éste se hiciera fuerte en Gijon en 1352, declarándose rebelde de su hermano don Pedro el Cruel. El mismo don Enrique cuando ya reinaba y era el segundo de su nombre, dejó el condado de Gijon á su hijo bastardo don Alfonso Enriquez, habido en doña Elvira Iñiguez de la Vega. Suponiendo á este don Alfonso, de acuerdo con el rey de Portugal, dispuso Juan el I, en 1382, que fuesen sus estados confiscados y derruidos los muros de Gijon, lo que por entonces no se verificó, pues vemos que don Alonso Enriquez se rebeló en 1394 contra don Enrique III, y se abrigó en los fuertes muros de Gijon. El rey intentó recobrar la villa, pero la condesa de Gijon, esposa de don Alonso, la defendió con el mayor valor por largo tiempo, hasta que hubo de ceder á numerosas fuerzas y huir á Portugal con sus partidarios. Entonces fué, y no antes, cuando se arrasaron los muros y fortalezas de Gijon. En 1446, el conde de Valencia, don Juan de Acuña, intentó apoderarse de esta villa, aunque no pudo conseguirlo. En 1797 fué desterrado á Gijon su ilustre natural, Jovellanos, y finalmente, en 1808 los gijoneses apedrearon la casa del cónsul francés, lo que fué el principio del pronunciamiento contra aquellos invasores.
Villaviciosa, dista de Gijon cuatro leguas. Siguiendo el camino de la marina, hay á la media legua la bonita aldea de Somió, cubierta de casas de campo de los particulares gijoneses. Nada hay que observar hasta el alto monte que domina al valle de Villaviciosa. Nada es comparable á la bellísima campiña, que desde la cima se descubre, por sus frondosas arboledas, sus variadísimos prados y terrenos de labor de mil verdes distintos, salpicados de multitud de aldeas y caseríos, por entre los que serpentean como una cinta de plata el rio Amandi, el Linares y la ría de Villaviciosa, que separaba el territorio de los asturos de la célebre Cantabria, y que desprendiéndose del ancho Océano viene á morir muy cerca de la villa.
Este territorio fué en los tiempos antiguos conocido con el nombre de Malayo ó Malcayo, y parece que la fundación de la villa no data sino del reinado de Alfonso el Sabio, que reunió en ella la población dispersa en casas de campo y aldeas, y la dio fueros ó carta–puebla. De la misma época son los muros que la circuyen aun por algunas partes.
Hay en Villaviciosa una parroquia, cuyo edificio es de arquitectura bizantina, dos conventos, uno de monjas y otro que fué de franciscanos, y un hospital. Ostenta Villaviciosa, muchas casas de buena apariencia y comodidad, pertenecientes á hacendados comerciantes, y es pueblo civilizado y de fino trato. Desde luego se visita la casa llamada de Vaqueros, en que se alojó Carlos I el 19 de setiembre de 1317, cuando por primera vez aportó á España desde Alemania. Refiérese que apenas tocó con el pie la ribera se arrodilló y besó esta tierra clásica de honor y caballería, de valentía y nobleza, á la que habia debido él ser (1); los navios de la armada que escollaban el en que venia el rey, eran ochenta, en su mayor parte españoles, y enviados al efecto por el cardenal Jimenez de Cisneros, á la sazón regente del reino. Acompañaban á Carlos, su hermana la infanta doña Leonor, Xesbrés, primer ministro y otros muchos cortesanos. Se habia la armada hecho á la

(1) Sabido es que Carlos V nació en Gante, pero sus padres, Felipe el Hermoso y Juana la Loca, acababan de llegar de España.

sábado, febrero 12, 2011

Viage ilustrado (Pág. 544)

Al otro dia la gran campana del castillo convocaba con sus repetidos golpes á los vasallos de Gauzon, mas no era de fiesta su fúnebre clamoreo. La vieja capilla de Alfonso el Magno, estaba enlutada, mas las flores con que se engalanara pocas horas antes aun no estaban marchitas. Ante el altar se veian tres féretros, circundados de gruesos cirios amarillos los ocupaban los cadáveres de Alfonso, Elvira y el padre Mauro. Este había envenenado la hostia con que dijera misa, y las dos formas que sirvieran para la comunion de Alfonso y Elvira.
Aqui termina la leyenda. Después se atraviesa casi todo el concejo de Parreño, dejando á la derecha el antiguo torreón de Coyanca, y otro á él cercano cuyo nombre no recuerdo, y á la izquierda la ensenada de Peran, la punta de Socampos, el pequeño puerto de Antrellusa, donde se encuentran restos de población, y de algunas obras en el puerto que sirve con frecuencia de abrigo á las lanchas pescadoras que no pueden arribar á Candas, y finalmente la punta de Abiado, en el que hay vestigios de castillo ó atalaya. Al llegar al rio Aboño, que divide el concejo de Carreño del de Gijon, se pasa por el lugar de Carrio, donde se ve una casa de campo del conde de Peñalba, fundada sobre el antiguo solar de la familia de Carrio, que procede de un caballero del rey don Alonso II, el Casto, en señal de lo que conserva en sus armas la cruz llamada de los Angeles, insignia particular de aquel rey; una particularidad tiene la casa de Carrio, y es estar formado el altar de su capilla con restos de las famosas Aras Sextinas (Arœ Sexliœ) erigidas por Sexto Apuleyo, en honor de Augusto en el cabo Torres, que es una especie de península enfrente de Gijon formada por el rio Abaño y el mar.
Pomponio Mela dice hablando de estos célebres monumentos. «En la costa délos asturos está el pueblo de Noega, y las tres Aras Sextinas, sagradas y dignas de veneración, por el nombre de Augusto, que honran á sitios antes tan abandonados.» Ptolomeo las menciona también, y tuvieron por objeto perpetuar la memoria de la conquista del pais de los asturos, por la que el senado concedió á Augusto los honores del triunfo. Eran, pues, tres las Aras Sextinas, tenían forma de pirámides y una escalera interior de caracol, para subir á la cúspide. En el cabo Torres se ven aun sus cimientos.
El rio Abono, que cria escelentes anguilas y truchas, y que cuando crece la marea es bastante caudaloso, se pasa en este punto por medio de una barca, y después de subir un monte que se alza en la opuesta orilla, y cuyo estremo que se sepulta en el mar forma el Cabo Torres, de que hemos hablado, se presenta á la vista la hermosa villa y puerto de Gijon, circundada por una parte de una grande y amena llanura del mas agradable aspecto, y de la otra el mar. Toda la campiña de Gijon, llena de árboles y sembrados, está perfectamente cultivada y ostenta numerosas pumaradas ó bosques de manzanos.
La villa de Gijon, cuyo puerto habilitado es el mejor de la costa asturiana, por si buen fondeadero, es también la mas bonita, rica y aseada de toda la provincia. Se compone de mil veinte y dos casas, casi todas de bello aspecto y de buena construcción, que forman calles rectas, anchas, limpias y bien empedradas. Hace algunos años comenzaron á construirse sólidas fortificaciones que rodean la villa y la dan consideración de plaza fuerte. Entre los edificios públicos sobresalen el Instituto asturiano, primer establecimiento de este género en España y fundación del célebre don Gaspar Melchor de Jovellanos, que le enriqueció con una escogida y numerosa biblioteca, y en el que hay enseñanzas públicas de matemáticas, náutica, dibujo y lengua francesa. Tiene tambien un pequeño gabinete de máquinas. La parroquia dedicada a San Pedro, aunque es grande, nada presenta mas que algunos sepulcros antiguos, y el del ilustre Jovellanos que se vé al lado del altar mayor. Tambien hay una colegiata de patronato del marqués de San Esteban del Mar; cuyo grandioso palacio en forma de castillo feudal y flanqueado por dos corpulentos torreones coronados de almenas, domina el puerto artificial formado por magníficos muelles, y en el que se ven flotar las banderas de todas las naciones comerciantes de Europa. Otro palacio, también en forma de castillo, llamado de Valdés por pertenecer á esta familia, está situado á la inmediación de la parroquia; tiene á su frente un bonito jardín público, y hoy es posesión del citado marqués de San Esteban. Hay en la villa varias ermitas ó capillas de particulares, un convento de agustinas recoletas, un hospital, excelente; paseos, dos grandes fábricas, una de cristal, y otra de cigarros, dos teatros, uno público muy reducido y otro particular. Al estremo de la calle principal y salida para Oviedo, se eleva el monumento mas moderno y también el mas suntuoso de los que en Asturias se encuentran dedicados al rey don Pelayo. Consiste en un bello arco de triunfo de arquitectura dórica y de decoración sencilla pero elegante. Es de piedra de sillería y tiene tres entradas, la del centro en forma de arco, y las colaterales cuadradas. La primera que hemos nombrado está adornada con cuatro pilastras, y sobre su cornisa se eleva un ático con las armas de la villa, que consisten en la imagen del rey Pelayo con la espada desnuda en una mano y la cruz de la Victoria en la otra. A ambos lados de este escudo está escrita en una gran lápida la siguiente inscripción:


Infans Pelagius
E. Gothorum sanguine regum,
Hispanæ libertatis, religionis que restauratis
Senatus populus que Gigionensis.
Regali civili donnum dedere
Anuo Dm. Ntri. J. C. MDCCLXXXV.


En la fachada opuesta que es la que da frente al camino, se ven las armas de Castilla y Leon, y á los lados se lee:


Ánmienti Carolo III patre patriæ
Principatus asturicensis comercio é utilitate
Incolarum consulens, viam hane
A mari obetum usque apervit.
Anno humanæ reparatæ MDCCLXXXV.


La ereccion de es arco fué pensamiento de Jovellanos, cuando por mediacion suya se construyó el camino de Gijon á Oviedo y Madrid.
A un cuarto de legua escaso de Gijon está el renombrado santuario de Nuestra Señora de Contrueces, edificado sobre una pequeña colina, que domina toda la hermosa campiña, que con la villa y el mar forma la mas interesante perspectiva. Este santuario y el palacio á el contiguo tienen recuerdos históricos, pues

miércoles, febrero 09, 2011

Viage ilustrado (Pág. 543)

Era una bella noche de otoño cuando el noble don Gonzalo Pelaez, rico–hombre del emperador don Alfonso VII y señor del castillo de Gauzon sentado en un ancho sillón gótico en cuyo respaldo se veia su antiguo escudo con la P coronada (1) daba sus últimas instrucciones á su fiel maestresala sobre un negocio de la mayor importancia que á la sazón le ocupaba... Que este ricamente ornado el gran salon de los banquetes..., que el mejor vino andaluz llene las copas... que se vistan de gala mis escuderos, pages y vasallos... que mis hombres de armas pulimenten sus lanzones y sus espadas... que venga cuantos trovadores puedan encontrarse á entonar cantos de amor... mañana es el gran dia de Gauzon... es aquel en que debe reinar por do quiera el júbilo y placer... En efecto, al dia siguiente el antiguo alcázar de Alfonso el Magno, parecía olvidarse de la gravedad propia de un anciano, pues se engalanaba cual una joven coqueta. Por do quiera se veian flotar en las pardas almenas de los viejos torreones rojas banderas que ostentaban la temida insignia de los castellanos de Gauzon. Multitud de blandones de blanca cera estaban ya colocados en las ventanas bizantinas para las luminarias de aquella noche memorable; encinas enteras habíanse arrancado del centenario bosque, para formar la inmensa hoguera que lucia en el gran palio del castillo, y en torno de la que giraba la antigua y belicosa danza de los asturos. Los ecos de la bocina y de la trompa de caza entretenian á los convidados durante el festin: esta música guerrera hacia latir de gozo el corazón de aquellos bravos paladines... ¿Por qué tanto regocijo?... ¿por qué tanta alegría?... Porque aquel, dia van dos amantes á enlazarse en dulce nudo para siempre. La tierna Elvira, la virgen de la rubia cabellera, la mas bella de las hijas, del pais de Pelayo, va á llamar esposo al mas galán de los guerreros, al esforzado Alfonso Alvarez de las Asturias, caballero el mas cumplido que calzara espuela y enristrara lanza. ¡Cuántas veces la del moro se rompiera contra su glorioso pavés!... ¡Cuánto temían su encuentro amigos y contrarios en los torneos y las batallas! —Aquel dia: suspirado va á coronar el amor mas puro y mas constante que ardiera jamás en dos corazones tiernos. Seis camareras jóvenes, bajo la dirección de la anciana aya de Elvira, ataviaban á esta con todo el lujo y elegancia posible; mas las rosas que entrelazaban á sus dorados cabellos, hubieran envidiado á las bellas megillas de la joven desposada. Todo está ya pronto. Los ecos repiten las alegres canciones que llenan el aire, y los nobles de las cercanías reunidos en el gran salon feudal, felicitan al venturoso desposado; solo se aguarda á que termine el tocador de Elvira para dar principio á lo augusta ceremonia.
...Moraba desde luengos años en Gauzon un monge; sus severas costumbres, su rara erudición y su melancolía habitual, que le hacian huir del trato de los hombres, habían conquistado al padre Mauro la reputación de santo. Su frente era pálida y pensativa, su cabeza estaba circundada de escasos y plateados cabellos, y su mirada era fascinadora cual la de la serpiente. Era el capellán del castillo, y á él estaban unidos de algún modo los principales recuerdos de la noble familia que le habitaba: él celebrara la misa y bendijera la espada cuando fué armado caballero el señor de Gauzon; él santificó su enlace con su amada esposa, y él la depositó un año después en la tumba, cuando al dar la vida á Elvira perdió la suva; él derramara sobre esta el agua santa del bautismo, y él iba á consagrar su amor en el altar; él la viera crecer á la par de las pintadas flores que cultivaba en su jardin; pero Elvira era la mas bella de todas.
Una pasión terrible ardía en el corazón de aquel hombre consagrado al claustro. Las vigilias empleadas en lecturas piadosas, los ayunos, todo el rigor de la mas austera penitencia, no eran bastantes á arrancar de su pecho la hechicera imagen que á pesar suyo se apoderara de su albedrío. ¿Por qué, decia el desgraciado, me ha condenado el cielo á este horrible suplicio? A otros hombres les está reservada la felicidad, pueden amar y ser amados, tienen un corazón que responde á los latidos del suyo, visten brillante armadura, calzan espuela de oro, ciñen una espada que les es dado enrojecer con la sangre de su rival, y yo, ¡miserable de mi! ¡solo en el mundo, despreciado, mirado con horror por aquella por quien diera yo mil y mil veces toda la sangre de mis venas!... ¡Oh desesperación!... ¡Oh, rabia!... ¡Verdadero remedo, del infierno!... Y el infeliz golpeaba furioso su surcada frente, sobre la fría piedra donde estaba postrado, y que ablandaba con sus lágrimas ardientes.
Se sucedieran muchos dias desde que el padre Mauro, no siéndole dable resistir el volcan que abrasaba su alma, osara confiar sus penas á Elvira, inocente causa de sus delirios, atreviéndose á pedir correspondencia de su amor sacrilego, y forjar proyectos insensatos. Sus palabras fueron escuchadas con él horror que merecian, y el desventurado amante solo pudo conseguir quedara sepultado en silencio eterno el fatal secreto de su odiosa pasión. Elvira, pura cual el rayo del sol de primavera, la había ya olvidado; ella diera su corazón á Alfonso Alvarez de las Asturias, su próximo pariente, y el anciano señor de Gauzon habia sonreído con orgullo á la idea de unir su única heredera á tan celebrado paladin. Un año señalara de plazo al impaciente mancebo, el cual, como presente de boda ofreciera á su dama seis banderas y doscientos esclavos sarracenos, gloriosos trofeos que adquiriera para entretener su impaciencia en aquel largo espacio de tiempo, tan penoso para un amante.
Llegó por fin el ansiado momento; lujosos y antiquísimos tapices cubren las viejas paredes de la gótica capilla; cien cirios arden ya en el altar, su trémula llama va á reflejar en los pintados vidrios de las angostas ventanas, el pavimento se ve cubierto de odoríferas flores. El ancho recinto de la suntuosa capilla del Salvador no es bastante á contener la multitud de asistentes que deben presenciar el solemne desposorio. Alfonso y Elvira están de rodillas sobre un rico cogin de brocado; el padre Mauro revestido de los ornamentos sagrados, diera ya la bendición nupcial á los amantes; empero faltaba aun para completar la ceremonia, la misa y la comunión que debían recibir los desposados. En este instante solemne la mano de Mauro estaba algún tanto trémula, su mirada era serena, mas la ligera sonrisa que animó por un instante su tétrico semblante tenia un no se qué de infernal. Elvira que en aquel momento alzara á él sus bellos ojos, no pudo soportarla diabólica espresion que animaba el macilento rostro del monge, y los bajó repentinamente.


(1) Algunas familias que llevan el apellido de Pelaez usan de las armas de la P coronada, aludiendo á su orígen que hacian remontar al rey don Pelayo.

viernes, febrero 04, 2011

Viage ilustrado (Pág. 542)

los primeros tiempos de la restauración, atribuyéndolo muchos al rey Pelayo, pero es mas probable sea una: de las muchas fortalezas que como dijimos edificó en este concejo Ordoño I para resistir á las correrías de los normandos. Desde muy lejanos tiempos perteneció á la ilustre y poderosa familia de Valdés, y constituyó uno de sus solares. En tiempo de los Reyes Católicos estaba casi arruinada, y su poseedor el noble Menendo de Valdés, dice una crónica «la restauró por su mucho valor y hacienda» —Perteneció después a la familia de Valdés–Coalla, y ahora á la de Larriba Valdés–Coalla, pues es cláusula del mayorazgo de Manzaneda conservar siempre el apellido de Valdés–Coalla y «firmarse de él».
La aldea de San Jorge tiene una pequeña iglesia del mismo nombre cuya capilla mayor es bizantina y data al menos del siglo X. A muy corta distancia hay otra parroquia que también conserva una capilla de la misma época y del mismo gusto, titulada de Santa Eulalia de Nembro, nombre que tiene memoria de una antiquisima ciudad asi llamada, y de la que ya solo restaban ruinas en el siglo XII.
Se llega á Luanco, cuya población se presenta á la vista del viagero como saliendo del mar, que bate en la mayor parte de sus casas, y aparenta ser mayor de lo que es en realidad, pues solo cuenta 340 vecinos. El origen de esta villa no sube mas allá del siglo XV, en que esta costa era muy concurrida por embarcaciones gallegas, vascongadas, francesas é inglesas, que se dedicaban á la pesca de la ballena en un gran banco de arena que estaba al frente del llamado hoy puerto de Luanco. Los pescadores atraídos por la comodidad que les ofrecía la concha ó bahía cercana para el resguardo de sus naves, edificaron en la ribera algunas chozas con objeto de verificar en ellas las operaciones que su importante industria exigía. A esta pequeña aldea dieron los gallegos, sus fundadores, en su dialecto particular el nombre de O banco, aludiendo al de arena en que pescaban, y de aqui con muy corta adulteración procedió Lo–vanco, Loanco y Luanco. Esta es la etimología vulgar; pero es mas probable provenga el actual nombre de este pueblo, del antiguo castillo de Buango que estaba edificado en estas inmediaciones, según consta de varias crónicas. La villa tomó en breve el mayor incremento por la continua concurrencia de buques españoles y estrangeros, y muchos comerciantes acudieron á avecindarse en la nueva población que ya encontraron may notable en el siglo XVI, pues era el pueblo de mas tráfico que en aquella época había en Asturias, y sus habitantes los mas intrépidos y entendidos navegantes de toda la costa. La iglesia parroquial llamada Santa María de la Pola, que es espaciosa y aseada, fué construida en los primeros años del siglo pasado. De poco tiempo después data un fuerte artillado con cuatro piezas de grueso calibre, que defendía la boca del puerto y que hoy está abandonado. El muelle, que data de mediados del siglo XVII, es regular y en estos momentos se está reedificando por cuenta del gobierno.
El camino de Luanco á Gijon, aunque va siempre al lado del mar y atravesando un bonito país, está en bastante mal estado. Muy cerca aun de Luanca y á la izquierda está la pintoresca isleta del Carmen, en la que hay una ermita dedicada á la Virgen de este titulo, fundada por un hijo del país que hubo de naufragar al volver de América. En seguida se llega al linde que divide el concejo de Gonon del de Carreño, que es mas fértil y rico que el primero. Comprende doce feligresías y tiene por capital á Candas, que dista de Luanco tres cuartos de legua en el mismo camino que se sigue. Esta villa, situada en las faldas de dos montañas contiguas cuyos estremos se esconden en el mar, tiene 191 vecinos, aduana de cuarta clase, una parroquia, tres ermitas y un buen muelle reedificado últimamente por disposición del gobierno, capaz solo de lanchas. Es Candas, pueblo muy antiguo, pues se supone existia ya en tiempo de los romanos, y las espaciosas casas que conserva, adornadas en su mayor parte de escudos de armas de familias respetables, muestran la importancia que tuvo en otros tiempos, la que cesó cuando el tráfico que se hacia en ballena y grasa, presentando hoy el aspecto de un pueblo pobre, decaído y casi en ruinas. Los candasinos son, con esclusion de otra ocupación cualquiera, pescadores, y poseen cuatro fábricas de salazón de sardina. La iglesia parroquial de San Felix, aunque nada ofrece de notable, respecto al punto de vista artístico, es una de las mas famosas de Asturias, por hallarse en ella el santuario del Santo Cristo, imagen que está en la mayor veneración en el pais y en cuyo honor se celebra una lucidísima romería el 14 de setiembre, que es de las mas concurridas del pais. La efigie del crucifijo es del tamaño natural, está toscamente escultada y parece ser obra del siglo XI ó XII, en que las artes habían decaído tanto; fué cogida en la red de unos pescadores que iban al besugo en el siglo XVI, por lo que se cree era una de las muchas que los ingleses católicos arrojaron al mar en tiempo de las persecuciones de Enrique VIII, y de las que vinieron varias á parar á esta costa.

De Candas el Cristo y no mas,

dice un proverbio asturiano aludiendo á lo poco que ofrece el pueblo, de que tratamos, pero es en cierto modo justo, pues es también notable por sus mugeres, que son bien parecidas y visten con gracia. Entre las elegantes de las aldeas el pañuelo atado á la candasina es de rigor.
Al cuarto de legua en dirección de Gijon se encuentra la feligresía de Perlora, en la que, en el parage llamado Perán, y sobre unas rocas que se avanzan en el mar, se ven las ruinas de un gran castillo ó palacio, con una capilla inmediata dedicada á San Pedro, y muchos vestigios de antiguos edificios á su alrededor. Estas ruinas son las que con muchas probabilidades se suponen ser los restos del castillo de Gauzon. Las crónicas antiguas solo dicen estaba situada esta histórica fortaleza sobre peñas, á orillas del mar y entre Oviedo y Gijón, sin determinar otra cosa, lo que ha dado origen á multitud de conjeturas. Muchos opinan por este sitio de Peran, fundados en la situación á la orilla del mar y sobre peñas, en estar dedicada al Salvador la inmediata parroquia de Perlora en que están enclavadas esas ruinas, como lo está la iglesia del castillo, ven pertenecer aun las tierras inmediatas á la catedral de Oviedo, á la que fué donado como hemos visto, el castillo con todos sus términos. La tradición vulgar dice que estas ruinas de Peran fueron un soberbio castillo de moros, y que tienen una larga mina ó camino subterráneo que conduce á Oviedo.
Estas ruinas tienen su leyenda, como casi todas las de su especie, héla aqui.

martes, febrero 01, 2011

Viage ilustrado (Pág. 541)

cía, que aun se bailaba preso en Gauzon, y abdicó solemnemente en él la corona de Leon; en Ordoño el condado de Galicia, y en Fruela el de Ovido. Al castillo de Gauzon se refugió en tiempo de Alfonso VIl un rico–hombre, muy poderoso llamado Gonzalo Pelaez, declarándose en rebeldía contra el emperador, hasta que fué cercado y rendido por el mismo. En el reinado de don Pedro el Cruel, suena por última vez en la historia el nombre del castillo de Gauzon; pues fué donado por don Rodrigo Alvarez de Asturias, padre adoptivo de don Enrique de Trastamara, su poseedor, al monasterio de Aviles De este famoso castillo nada resta en el dia, y aun es dudosa su situación precisa; pues unos quieren que haya estado situado en el Cabo de Peñas, otros cerca de Aviles. En 1133 era merino de esta comarca de Gauzon Munio García, que confirma las cartas y privilegios reales de aquel tiempo. En 1373 cuando la tierra de Gauzon, fué denominada como alfoz ó agregado á la villa de Aviles, se dispuso que los moradores de Gauzon se rigiesen y juzgasen por los fueros de Aviles, y acudiesen á sus llamamientos.
Preséntase por fin á la vista del viagero la inmensa mole del Cabo de Peñas, cual un corpulento gigante que avanza con osadía en el mar Océano, desafiando impávido su terrible cólera. Este cabo era conocido en la antigüedad con el nombre de Promontorio Scitico, como nos dice Pomponio Mela, lo que también es un argumento para probar la antigua opinion de que este pais fué poblado en remotísimos tiempos por los escitas, como dijimos en otro lugar. Es también muy nombrado el cabo de que hablamos por ser el punto mas septentrional de España, y por donde se mide la longitud (desde aqui á la punta de Tarifa). Su aspecto es magnífico. A la derecha se ven en lontananza los altísimos y siempre nevados Picos de Europa que separan á Asturias de la Liébana. Por la izquierda se descubren las riberas de Galicia, y el cabo Ortegal, y al frente el inmenso piélago en que marchando en línea recta no se encuentra tierra hasta Inglaterra. El Cabo de Peñas que tiene á su lado el islote de la Gabiera, presenta al Norte un fronton de casi una milla, escarpado, blanquizco y de terreno horizontal. Su altura sobro el nivel del mar es de 330 pies. Hasta ahora con mengua de la civilización del siglo, este importantísimo punto de la costa cantábrica estaba de todo punto abandonado, sin un faro que sirviese de guia á los navegantes, siendo causa esta incuria de numerosos naufragios: por fin el gobierno decretó últimamente la construcción de una torre que sustente un fanal, y en el momento que trazamos estas líneas están llevándose á cabo las obras necesarias con recomendable actividad. Después se pasa por el Ferrero, que es el primer lugar que se encuentra y contiene un arruinado palacio y una ermita cercana dedicada á la Virgen de la O. Uno y otra pertenecieron á la antigua y preclara familia de Valdés, y hoy á los condes de Marcel de Peñalva. Nada ofrecen de notable: el palacio parece por su gusto arquitectónico datar del siglo XVI, y la capilla del XVII.
Del Ferrero se baja á un bonito valle en que está situada la parroquia á que pertenece, llamada San Cristóbal de Verdicio. No lejos de esta iglesia se alzaba hace pocos años, la gigantesca y fuerte torre de Fiame, hoy covertida en una buena casa ó palacio de aldea. Perteneció esta casa en el siglo XVI á un denodado capitán de Cárlos V, llamado Juan de las Alas de la Vega y Luera, que fué gobernador de una plaza en Flandes, y acompañó al emperador en las guerras de Alemania, Italia, Flandes, Fuenterrabía, Perpiñan, Argel y Túnez. Después marchó con Pizarro á la conquista del Perú, y allí fundó mayorazgo de todos sus bienes, con la cláusula de que el poseedor hubiera de ser militar, sin llevar sueldo, antes al contrario, sostener á su costa una compañía de hombres de armas, lo que observaron largo tiempo sus descendientes. La casa conserva aun la lanza, la mesa y silla del noble capitán de Cárlos V, y su grande escudo de armas, en que figura el cuartel del antiguo apellido de la Vega, que ostenta las letras del Ave–Maria. Diré algo de este escudo. En la famosa batalla del Salado (28 de octubre de 1340), se distinguieron particularmente García Laso de la Vega, mayordomo mayor de don Fadrique, hijo del rey y merino mayor de Castilla, que mandaba la vanguardia, y su hermano Gonzalo Ruiz de la Vega, mayordomo mayor del infante don Fernando, hijo del rey. Ambos hermanos, descendientes de Dia Gomez, fueron los primeros que con los pendones de sus señores, seguidos solos de 800 caballeros, atravesaron el rio Salado y acometieron bravamente á 2,500 moros , que defendían por aquella parte la orilla opuesta, dando muerte por su mano á muchos; y decidiendo aquel memorable triunfo. El cronista de Alfonso XI que refiere este suceso, añade que los dos hermanos y sus caballos llevaban sobrevestas amarillas con unas letras que decian Ave–María, «é el rey don Pedro por galardón de tan gran fecho, hízole matar en Burgos por los ballesteros de maza». Entre los muchos hombres célebres que produjo esta nobilísima, familia, ademas de los ya nombrados, distinguióse otro, Garci–Laso de la Vega, en tiempo de los reyes Católicos, y en el sitio de Granada, venciendo al moro Tarfe.
Habiendo Hernán Perez del Pulgar llamado el de las Hazañas, penetrado en Granada seguide otros seis caballeros, la noche del 9 de diciembre de 1491, dejó clavado con su daga en la puerta de la gran mezquita, un pergamino que llevaba preparado en el que estaba escrita la oración del Ave–María, en señal de tomar posesión de aquella mezquita y de consagrarla en iglesia dedicada á la Virgen. Al dia siguiente de este arrojo, el moro Tarfe, uno de los mas arrogantes defensores de Granada, se dejó ver delante del campamento cristiano, arrojando una manopla en señal de desafio, y llevando por escarnio atado á la cola de su caballo el pergamino de Pulgar. Garci–Laso, page de los reyes á la sazón y que llevaba por armas, como hemos visto, las letras del Ave-María, creyóse obligado por esta razón á rescatar con las armas el pergamino que el moro arrastraba. Trabóse un combate porfiado en el que el joven Garci–Laso dio muerte al soberbio Tarfe y le cortó la cabeza, que ató por los cabellos á la cola de su corcel, elevando en la punta de su lanza el disputado pergamino que fuera causa de aquel memorable y reñido combate. Para perpetuar su memoria se colocó la cabeza de Tarfe ejecutada en piedra como pedestal de la cruz que coronaba la portada de la iglesia de Santa Fé, que á la sazón se estaba edificando. Descúbrese en seguida el antiguo palacio de Manzaneda, defendido por un viejísimo y robusto torreón feudal que es nombrado con frecuencia en las crónicas y nobiliarios de Asturias. Su fundación se remonta á

domingo, enero 30, 2011

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carriles, uno de entrada y otro de salida, sobre los que corren velozmente y de continuo un pequeño convoy de carros, sujetos unos á otros por medio de una cadena, é impulsados por una rueda en forma de cabrestante, y movida por bueyes. El ingeniero belga que está al frente de esta mina, enseña con la mayor amabilidad los trabajos que tan acertadamente dirige. Al regresar á la villa, el viagero se aparta un poco del camino a la izquierda, sobre la orilla del mar, con el objeto de visitar las ruinas del antiguo castillo de Raizes, célebre en las crónicas arturianas, y noble solar de la familia de Alas, en el que, según las mismas, habia en otro tiempo dos altas torres, una mayor que otra. He aquí la leyenda que de este castillo se refiere: habiéndose apoderado los moros de la villa de Aviles, una caballero natural de la misma, llamado Martin Pelaez, se retiró con varios compañeros al castillo de Raizes y alli se hizo fuerte. Sitiáronle los moros y lograron hacerse dueños de la torre menor, desde la que pusieron escalas para asaltar la otra. Martin se defendía valerosamente, y aun logró cortar por su mano las cabezas de algunos moros que osaron trepar por la escala, las que cayeron desde lo alto á los pies de sus compañeros; mas sin embargo, iba ya á sucumbir á la muchedumbre, cuando en las almenas de la gran torre se apareció un ángel con la espada en la mano, el cual, dice una crónica antigua que tenemos a la vista, fué conocido ser asi por las grandes Alas que tenia. Dióle el ángel al caballero una cruz y se oyó una voz del cielo que decía:

Vindica Domine,
Causam tuam.

Los moros con el auxilio del cielo fueron todos muertos, é informado el rey Pelayo del prodigio, organizó por si mismo el escudo de la familia, que desde entonces se apellidó de las Alas, y que consiste en campo de gules ó rojo, un castillo de plata compuesto de dos torres una sobre otra, entre las que hay dos escalas. A la puerta de la superior hay un guerrero con la espada en una mano y la cruz en la otra, en lo alto un ángel con grandes alas, y al pie del castillo ondas, sobre las que se ven varias cabezas de moros. El castillo de Raizes fué después convertido en convento de mercenarios; pero arruinado también éste, hace muchos siglos, no restan en el dia mas que algunos paredones cubiertos de musgo y yedra, y una capilla que aun está en uso, y cuyo patronato y propiedad pertenece á la familia de Alas.
Hablemos ahora del concejo de Gonon. Este concejo que consta de catorce feligresías, fué ocupado en remotos tiempos por los Zoelas, que descendían de los escitas. El nombre actual, creo (esta opinion es esclusivamente nuestra provenga de un célebre capitán de los asturos, que se distinguió por sus hazañas en la guerra contra Augusto, llamado Gauzon, nacido en este territorio, que desde aquellos tiempos empezó á llamarse Tierra de Gauzon. Nada encontramos digno de referirse, haya tenido lugar en él durante la dominación goda. Habiéndose hecho dueños los árabes en el primer ímpetu de su conquista (715), de toda la parte de Asturias comprendida entre Galicia y Gijon, donde se situó un gobernador árabe, es probable que la tierra de Gauzon quedaría á él sujeta, hasta 722, en que el gran Pelayo la rescató. En el reinado de Ramiro I, comenzaron estas costas á ser molestadas por las correrías de los piratas normandos, venidos de Dacia y de Noruega; pero acometidos por el rey, las abandonaron precipitadamente. Su hijo, Ordoño I, hizo edificar muchas fortalezas para su guarda y defensa, de las que aun existen varias; entre ellas el castillo de San Juan, pintoresco torreón feudal, que aislado como la palmera en el desierto, se alza sobre las rocas y domina la inmensa mar que desde él se descubre. Al cabo de mucho tiempo, vino a parar á poder de los condes de Canalejas, que sostenían á su costa un vigía en tiempo de guerra. Esta torre permaneció artillada con dos piezas de grueso calibre, y guarnecida por un corto destacamento hasta 1836, en que, por orden del gobierno, fueron los cañones clavados y arrojados al mar para que no pudiesen ser de utilidad á los carlistas.
Alfonso III, apellidado con razon el Magno por sus proezas en la guerra, miró con decidida predilección esta comarca, y edificó en 884 sobre las altas peñas y á orillas del mar, el famoso castillo de Gauzon, que ademas de fortaleza y defensa contra los piratas,
era palacio de recreo, y sitio real en que Alfonso residía ordinariamente. Notable era este alcazar por su magnificencia, y dentro de su recinto levantó el rey una suntuosa galería dedicada al Salvador (como la catedral de Oviedo), que fué consagrada por tres
obispos Sisenando de Iria–Flavia, Nausto de Coimbra, y Recaredo de Lugo. Deseando el rey ofrecer una rica presea á la basílica Ovetense, y consagrar al mismo tiempo al valeroso Pelayo, hizo cubrir de oro y piedras preciosas la tosca cruz de madera de roble que servia de enseña á aquel piadoso príncipe, y que desde el reinado de Favila se custodiaba en la iglesia de Santa Cruz de Cangas. La operación de engastar la cruz se hizo en el castillo de Gauzon, como indican las inscripciones que en ella se leen.
Desde esta época adoptó Alfonso III por divisa de guerra la figura de esta cruz llamada de la Victoria, que hoy ostenla en su escudo el principado de Asturias y este concejo de Gonon, con esta leyenda:


Gozó de un supremo don
De que siempre habrá memoria
Pues la cruz de la Victoria
Se labró dentro Gauzon.


En 905 fué donado el castillo de Gauzon con todos sus términos á la catedral de Oviedo; pero á pesar de esto continuó don Alfonso residiendo en él, y cuando se le rebelaron sus ingratos hijos García, Ordoño, Fruela, Gonzalo, y Ranimiro en el mismo año, hubo de hacer uso e1 rey de su victoriosa espada para castigarlos, y el infante primogénito don García, hecho prisionero en Zamora, fué encerrado en Gauzon. Prolongáronse estos sucesos durante dos años, y los rebeldes lograron apoderarse de los castillos de Alba, Luna, Gordon, Arbolio, Cultrocies, y Boides. Estos dos últimos estaban muy cerca del de Gauzon, y el de Boides creen algunos estaría situado en el lugar llamado hoy Biado, atendida la semejanza del nombre y á que estas variantes son muy comunes en aquella época. Encarecen algunas crónicas la belleza y suntuosidad de este palacio de Boides, y en él se hallaba Alfonso el Magno, con toda su corte en 910, cuando inesperadamente reunió á todos los próceres y obispos, y también á sus rebeldes hijos incluso Gar–

jueves, enero 27, 2011

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bien merece su nombre por su bonita situación, aseadas casas y hermosas quintas de recreo que la rodean. Aqui existe también una hermosa fábrica (martinete), de calderas de cobre.
Se llega por fin á Aviles. Desde luego gusta el agradable y aseado aspecto de la villa. Cómpónese de novecientas casas, es cabeza del partido judicial y del concejo de su nombre.
Tiene también minas de hierro y carbon de piedra, pero las primeras no se benefician. Ademas del martinete de Villa–Alegre de que ya hemos hablado, hay otras fábricas de lona, curtidos, cristales, de tejidos finos, de lino, y finalmente, hornos de cal al estilo de Bélgica. La población de Aviles asciende á 5.600 almas, y las mugeres se distinguen por su belleza, gracia en el vestir y disposición especial para la música vocal.
Muchos escritores modernos dicen ser Aviles la antigua Argenteola de Ptolomeo, pero otros, combinando varios testos de Plinio, demuestran con mejores fundamentos que es Aviles la ciudad de los Zoelas. Quiéranse encontrar también en el nombre actual de la villa la alusión del antiguo, pues derivando á Zoela del hebreo Thoen, ganado de ovejas, y de Zoela zoelœ, los ovejeros, lo convierten en un sinónimo latino Opiliones, y de aqui Aviliones y Aviles. Aunque esta opinion sea la verdadera, y por consiguiente tenga la villa una antigüedad tan remota, no vuelve á leerse su nombre en la historia hasta muchos siglos después. Alfonso VI la dio fueros ó carta–puebla, que confirmaron después Alfonso VII y sus sucesores. El rey Fernando II concedió á la catedral de Oviedo en 1188 la tercera parte de las rentas de Aviles. En el reinado de San Fernando, en el sitio de Sevilla, se distinguió un hijo de esta villa, llamado Rui Perez de Aviles, que con su navio, cuya proa iba «ferrada» rompió una gruesa cadena que los sitiados pusieron desde la torre del Oro al castillo de Triana, para impedir el paso del rio Guadalquivir. A esta hazaña alude el escudo de la villa, que consiste en un navio con sierra en la proa, rompiendo una cadena que une dos castillos sobre unas ondas, y una cruz en el palo mayor. El 9 de julio de 1373, el rey don Enrique II hizo merced á la villa para que tuviese por su alfon agregado la tierra de Gonon, Garrendo, Corveta, Illas y Castrillon, y en 1378 se reunieron en Aviles los principales nobles de todos les concejos de Asturias para celebrar una junta con motivo de la sublevación y desgracias sobrevenidas al pais, por la resistencia que hizo al pago de la nueva contribución impuesta por el merino mayor de Asturias Gonzalo Suarez de Arguelles. En tiempo de la guerra de la Independencia, también se distinguió Aviles en defensa de la causa nacional, pero no consultando sus habitantes sino su patriotismo, esperaron á los franceses sin organización ni armas, y sufrieron una derrota considerable.
Desde luego debe darse principio á la revista del pueblo por las iglesias. Hay cuatro en esta villa; la parroquia dedicada á San Nicolás de Bari, es un edificio antiguo que tiene de notable la pila del agua bendita, formada por un gran chapitel corintio ahuecado, resto de algún edificio romano; el sepulcro del nombrado Pedro Menendez de Aviles; otros que pertenecen al género gótico, de los marqueses de Campo–Sagrado; y finalmente la bella capilla de los Alas, edificada en el siglo XIII, y en la que se ve un delicadísimo y primoroso bajo relieve que representa todos los sucesos de la vida de Jesucristo. En la iglesia del extinguido convento de San Francisco hay también algunos sepulcros de familias nobles del país. El convenio de la Merced es un bonito edificio que ostenta una armoniosa, y estensa fachada, y en él están situadas las oficinas de la administración de rentas, una de las escuelas públicas y la fábrica de tejidos. La iglesia de este convenio, aunque es la mas sólida y elegante del pueblo, está actualmente cerrada al culto. La del monasterio de San Bernardo, que está á cargo de las religiosas de esta orden llamadas Huelgas, nada ofrece de particular. Este monasterio fué trasladado á Aviles en el siglo XV, desde el lugar de Gua, en el concejo de Somiedo, por la poca moralidad y disciplina que guardaban las religiosas en aquel lugar casi desierto. Hay otra parroquia titulada de Santo Tomás Cantuariense, que está en el arrabal de Sabujo. Son dignos de observarse el palacio de los marqueses de Santiago, grande y suntuoso edificio de piedra de sillería con dos pisos y adornado de columnas corintias y toscanas y de multitud de arabescos de buen gusto; tiene en el frente principal diez y ocho balcones y doce ventanas, una torre á cada lado, y en el centro un ático en el que se ve un grande y bien trabajado escudo de armas compuesto de dos cuarteles con los Alas y Bernardo de Quirós. Otra casa digna de la atención de los arqueólogos es la que perteneció á la familia de Peon de la Vega, y hoy á doña N. Baragaña. Es de arquitectura bizantina, parece remontarse su fábrica al siglo XI, y sirvió de alojamiento al rey don Pedro el Cruel cuando pasó á Asturias á hacer la guerra á su hermano bastardo Enrique de Trastamara, que se hiciera fuerte en Gijon. La casa de ayuntamiento ó del concejo es una de las mejores de España, y la primera de la provincia. Su frente, que ocupa todo un lado de la plaza de la Constitución, es de piedra de sillería con espaciosos soportales y once balcones de hierro. Por la espalda da esta casa descuella la torre del reloj, construida en estos últimos años. El interior de este edificio corresponde bien á su objeto pues contiene espaciosos salones, capilla y archivo. En este que es uno de las mas ricos y bien ordenados de la provincia, se custodian multitud de cartas ó priviligios reales, entre las que sobresale la notabilísima carta–puebla, ó sean fueros de Aviles, otorgada por el emperador don Alonso VII, en enero de 1155. Este documento es apreciabilísimo por su importancia para la historia de la lengua, pues es la escritura mas antigua que se conserva en castellano, si castellano puede llamarse aquel lenguaje bárbaro é informe nacido del latín corrompido y de algunas palabras árabes, que formó no mas que un siglo mas tarde, el elegante idioma en que fueron redactadas Las Partidas. La citada carta–puebla está escrita en una gran piel de ternera, á medio adobar, con letra muy clara é igual, y firman en ella el emperador, su esposa, sus hijos, varios condes, prelados y merinos. Antes de despedirnos de Aviles quisimos visitar una de las abundantes minas de carbon de piedra que hay en sus inmediaciones, en lo que empleamos la mayor parte del dia siguiente, que fué para nosotros agradable desde luego; elegimos para nuestro examen la de Amas, que dista tres cuartos de legua, y cuyas galerías están en su mayor parte cavadas debajo del mar. La estraccion del mineral se hace con mucha premura y facilidad por medio de dos ferro–

lunes, enero 24, 2011

Viage ilustrado (Pág. 538)

Y medides de Candas
Cuelgo de la botonada,
Y traigo medies azules
Y la faija colorada,
Y escapulario de seda
So la camisa abrochada,
Y el ramo de siempre vives
E na montera terciada?
Non afayo gustu en nada
Nin sé cuandu un ixixú
Salió de la mió garganta
Nin el galan desta villa
Canto ya pe la Quintana
Nin danzo nes romeries,
Nin me ven é na esfoyaza
Nin salto pe les fogueres
Nin topo en nada folgancia.
...............................
Verná de San Xuan la noche
Templadina y estrellada,
Y el carbayu non pondré
Arrimadu a la ventana.


Después de haber hablado de las glorias, usos y costumbres asturianas, mencionaremos los pueblos de Pajares, la Rumia, Puente de los Fierros y Campomanes, situado á la margen del rio Lena. Alli está el solar de la ilustre familia de este nombre de la que dijo un antiguo nobiliario asturiano:


...De los de Campomanes
En blanco campo teñido
Vi el escudo barnizado
Y este suelo ha ilustrado
La gente de este apellido.


Después de Campomanes se encuentra la Vega del Ciego y luego la Pola de Lena, villa de alguna consideración por ser cabeza del concejo y partido judicial de su nombre; por sus minas de carbon de piedra y por estar situada en una de las comarcas mas feraces y ricas del principado.
Pasando después de la Pola por Villallana, La Frecha, Ujo y Suntullano, pueblos todos insignificantes, se encuentra la graciosa villa de Mieres, de cerca de 2,000 habitantes, situada sobre el Nalon, en cuyo término hay minas de cinabrio y una escelente fundición de hierro dirigida por ingenieros belgas. A la izquierda, siguiendo el camino de Oviedo, se ve el palacio señorial de los marqueses de Campo–Sagrado, que son los parientes mayores ó gefes de la renombrada familia de Quirós, cuya historia escribió el canónigo Tirso de Aviles en sus Linages de Asturias, obra hasta hoy inédita, la cual no copiamos aqui no permitirlo los límites á que nos debemos reducir. Despues de dejar á Mieres, que dista tres leguas de Oviedo, aun no se encuentran las feligresías de Olloniego, Manzaneda y San Esteban de las Cruces, y desde esta se da vista á la ilustre capital de Asturias, la ciudad de reyes y de los obispos, la corte de los belicosos sucesores del gran Pelayo. Desde luego cautiva nuestra atención su pintoresco y grandioso aspecto, aunque desde el camino de Castilla, no es de donde se descubren todas las bellezas de la vieja ciudad asturiana, que recostada magestuosamente á la falda de los montes de Morcin y Naurancio, domina como reina la ditalada y amena llanura que se despliega á sus plantas, y cuya atrevida y afiligranada aguja gótica va á ocultar en el cielo la misteriosa cruz de los ángeles, blason de la ciudad y de su noble regenerador el célebre Alfonso el Casto. La Corredoría y primeros lugares que se encuentran al paso pertenecen al concejo de Oviedo, mas luego se entra en el de Llanera, cuyo montuoso y regado por varios arroyos que van á tributar sus aguas al rio Nora que atraviesa al concejo, parece muy árido al dejar la bella y fértil llanura de Oviedo. Tiene Llanera once parroquias, y en la de Santa Eulalia de Ferrones y San Miguel de Villardovejo hay escelentes y abundantísimos criaderos ó minas de carbon de piedra beneficiados por una sociedad belga.
El terreno que se atraviesa, si bien es como toda Asturias, risueño y variado, no presenta los grandes montes que en Pajares asombran. Del concejo de Llanera se pasa al de Corvera, que contiene cinco feligresías. Al llegar á la de Solis, el aficionado á la heroica ciencia de la heráldica, se complace en observar una antigua casa–palacio que teine por blasón un sol.
»Es el linage y solar de Solis de los mas antiguos de Asturias, y se tiene por cierto se hallaron con el infante Pelaio los primeros y se llamaron este apellido, en las guerras que tuvo con los moros al prinzipio de la restaurazion, porque antes no se llamaban de este nombre sino después que venzieron una insigne batala en el lugar que aora se llama Solis en este conzejo de Corbera la cual pasó de esta manera. Que iendo el rey Pelaio en seguimiento de los moros; ziertos varones que traía consigo, les mandó adelantarse en el alcanze de ellos y les dijo: andad que con sol is. Como si dijera que fuesen, que aun llevaban sol y dia para venzer la dicha batalla y volviesen con victoria. Y asi fueron y lo hizieron tan esforzadamente que los venzieron en aquel lugar que llaman Solis antes que se pusiese el sol, y el rey puso nombre de Solis á aquel, y á los dichos varones venzedores les dio un sol por armas en campo colorado derechos todos los raios. Hubo deste apellido muy prinzipales hombres, espezialmente un don Pedro Solis, que fué camarero del papa Alejandro VI, arzediano de Madrid, canónigo de Toledo, dean de Oviedo, maestre escuela de Leon, abad de Arbas y de Santas Martas.»
Esta tradición también está referida en los versos siguientes:


»Vi en sangre el sol dorado
Derechos todos los rayos,
A do dijo el rey loado
Un dicho pronosticado
A sus varones Pelaio.
Cuando todos se partieron
Bien vengais que con sol–is,
Con sol fueron y vinieron
Y á do los moros venzieron
Puso nombre el rey Solís.»


En Solís hay un puente de cantería para cruzar el rio de su nombre, y buenas canteras de piedra muy semejante al mármol.
La capital de Corvera es Nubledo, pintoresco lugar de la feligresía de Cancienes, que dista una legua de Aviles, por el que atraviesa el camino real. A la media legua se encuentra su buen puente de sillería, en la graciosa población de Villa–Alegre, que

sábado, enero 22, 2011

Viage ilustrado (Pág. 537)


entregando á cada uno de los clérigos los honorarios que les corresponden (llamados pitanza), por el entierro y misas que deben decir por el difunto. Las plañideras de oficio. que seguían llorando el féretro por un salario fijo, estuvieron en uso en Asturias hasta principien del presente siglo.
Daremos fin a este cuadro de historia y costumbres, asturianas con presentar algunas nociones respecto del dialecto del pais, conocido con el nombre de bable. Aunque en estos tiempos no se habla ya sino en las aldeas mas escondidas en la fragosidad de los montes del corazón del principado, se conservan muchísimos de sus términos en boca de todos los campesinos y del vulgo de las poblaciones grandes, en especial por todos aquellos que no visitaron las provincias de Castilla.
Aunque es un problema hasta el dia irresoluble determinar con fijeza las primitivas lenguas que hablaban los españoles, puesto que según Estrabon nos dice no era una sola, está generalmente adoptado por los eruditos y filólogos que el vascuence, ó sea la lengua cántabra, fué uno de ellos, el que, según todas las probabilidades, seria también el de los asturos, atendida su vecindad, común origen escítico y continuas relaciones, tanto que muchos historiadores confunden á los asturos y cántabros de tal modo, que creen no formaban sino un solo pueblo. Desde la dominación romana la lengua latina fué adoptada, mas ó menos tarde, por todas las provincias españolas, conservándose durante el imperio godo y por largo después, aunque ya perdiera mucho de su antigua belleza, especialmente desde la batalla de Guadalete, en que comenzó á corromperse visiblemente, de lo que son maestras irecusables la famosa inscripción votiva que se lee en la ermita de Santa Cruz de Cangas, del tiempo del rey Favila, año de 739, la mas antigua que en España se censerva desde la entrada de los árabes, y las escrituras de fundación de los monasterios de Covadonga, del reinado de Alfonso el Católico, y de Obona, del de don Silo en 780. Este latin corrompido y la multitud de palabras arabes introducidas en el lenguage de los cristianos españoles por sus continuas relaciones con aquellos, dieron ser al castellano, que puede asegurarse no formó un idioma independiente del latin hasta principios del siglo XIII, siendo el documento mas antiguo que se conoce escrito en lengua castellana la carta puebla ó fueros de Aviles. Contrayéndonos, pues, á nuestro objeto, diremos que en Asturias, después del idioma latino puro que introdujeron los romanos, se habló antes que en ninguna otra parte aquel mismo latin corrompido que sirvió de base al castellano actual, y que con el nombre de bable es aun la lengua de los aldeanos.
El señor Cabeda en su muy erudita disertación que sirve de prefacio á su colección de poesías asturianas demuestra á nuestro modo de ver hasta la evidencia el primitivo castellano. El célebre Jovellanos, como tan amante de su patria, concibió el pensamiento de publicar una gramática y diccionario asturiano para conservar el recuerdo de este antiguo dialecto, que cada dia se va haciendo mas y mas raro, y que no tardará en desaparecer enteramente; pero la muerte del ilustre patricio le impidió llevar á cabo esta idea, que ninguno ha realizado hasta ahora. He aquí algunas muestras de la poesía bable sacadas de la referida obra del señor Cabeda.





LOS ENAMORADOS DE LA ALDEA.

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Penosina de la Peña.
Rosa de la mio Quistana,
La de les rises melguéres,
La de la voz regalada,
Mas cuca que por San Xuan
La cereza colorada,
Y mas que la flor de Mayu
Coida pel'alborada;
Que non me mires por Dios
Tan gayáspera y lliviana,
Que maten les tos mirades
Como tos enoxios matan.
Desque te vi aquella noche
A la lluz de la llumbrada,
Embelesa de los mozos
Y la flor de la esfoyaza.
Co les sartes de corales,
Co la melena rizada
Y la cintura ceñida
De la cotilla florida,
Tuviérate de la funte
Por la misteriosa xana
Para guardar los tesoros
D'algun moru alli encantadu
Si non supiera que fuiste
Para miós cuites criada
La moza mas desdeñosa,
Como y es la mas galana.
.............................
¿Por quién pienses que yo pongo
La mío montera rizada,

miércoles, enero 19, 2011

Viage ilustrado (Pág. 536)


Caza del oso


Las filas, son la tertulia de la aldea. En las largas noches del invierno se reúnen en una casa todas las mozas, y se ocupan en hilar, en tanto que los mozos, usando de la frase del pais, las galantean, y las viejas refieren antiguas leyendas de moros encantados ó de las batallas del rey Pelayo, á quien en Asturias no se nombra nunca mas que con el dictado de Infante, observación que ya hizo en el siglo XVI el cronista Morales.
Para los gastos del alumbrado de la fila contribuyen los concurrentes con una cortísima retribución semanal.
Las esfoyanas son otras reuniones nocturnas que ofrecen gran diversion á los campesinos. Tienen por objeto arrancar las hojas inútiles á las espigas de maiz, y enlazar estas unas con otras, á lo que se llama enristrar, y se hace para secar al aire el grano. En tanto dura esta sencilla operación se suceden sin intermisión los cantos y los cuentos, y acabada comienzan los bailes, que alternados con los galanteos, los vasos de sidra, las avellanas y otras frutas, suelen prolongarse hasta el amanecer.
En los entierros precede siempre al cadáver una persona que conduce la ofrenda llamada oblada, y que la deposita sobre la sepultura. La clase de oblada varía según los concejos; en Gonon consiste en dos libras de pan y un cuartillo de vino, á lo que otros añaden una pierna de carnero. En el concejo de Gijon en una ó mas hanegas de trigo ó de maiz, pero en Piloña es mas poética la ofrenda, pues consiste en una ternera joven, que no hubiese parido, la cual marcha conducida por un criado delante del féretro. El dia de difuntos y el del primer aniversario se repite la ofrenda, y durante el primer año arde un cirio sobre la sepultura todos los dias, en tanto se dice la misa. En algunas concejos todos los parientes del difunto hacen cada uno su ofrenda ú oblada, ademas de la de la casa mortuoria, las cuales se depositan y permanecen en la iglesia durante la misa de requiem. A todos los concurrentes á esta se da de comer y beber magníficamente, á cada uno según su clase, y según las facultades de la familia del difunto. A los pobres pan, sidra, y tal vez caldo y carne, todo en abundancia, y ademas limosna; á los señores una comida todo lo bien servida y suntuosa posible , y refresco. A esta mesa asisten también los clérigos que se hubiesen reunido para las exequias, que á veces suben á setenta ú ochenta, y después de los postres el que hizo de preste entona un responso, al que responden todos los asistentes á este banquete fúnebre. En varias partes para esta ceremonia se cierran las ventanas, y se coloca sobre la misma mesa qué sirvió de altar de la vida, un crucifijo y dos velas encendidas para rogar por el eterno descanso del muerto. Esto recuerda los banquetes fúnebres de los antiguos egipcios. Terminada la oración, el párroco del pueblo ó el preste recorre toda la larga mesa llevando en sus manos una gran bandeja cubierta de monedas, y va

domingo, enero 16, 2011

Viage ilustrado (Pág. 535)

aquel dia. La fiesta se prolonga hasta la noche, y en tanto los concurrentes se entretienen no solo en las danzas, sino en el juego de bolos, á que hay en Asturias decidida afición, ó en la lucha y la carrera. También están muy en uso las cucañas. Las riñas de gallos se van estendiendo en algunas comarcas, y en los puertos de mar las corridas de patos. Esta diversion consiste en colgar á uno de estos animales de una cuerda, cuyos estremos están afianzados á los mástiles de dos lanchas suficientemente apartadas una de otra. Otras lanchas ó botes pequeños, tripuladas por hombres medio desnudos, corren velozmente á fuerza de remos por entre las dos primeras, con objeto de coger el pato; pero como no cesan de correr los botes, los hombres que le conducen caen al agua, aunque logren coger el pato, con gran risa de los circunstantes. Los saleos son otra diversion muy usada en los puertos de mar, en especial la noche de San Juan y San Pedro. No son otra cosa que un paseo por mar en lanchas, en las que resuenan músicas y alegres cantos. En estos dias de fiesta no solo el altar y la efigie del santo se cubren de llores, sino también (en algunos concejos) todas las puertas y ventanas de las casas de la aldea. En el dia de San Juan los jóvenes plantan á la puerta de sus amadas un alto árbol del que penden ramilletes, vistosas cintas y alguna vez billetes de amor. Las romerías mas nombradas en Asturias son la de Nuestra Señora de Covadonga, el cristo de Candas, el Jesús de Tañes en Caso, la Virgen de la Cueva en el Infiesto, Nuestra Señora de Llugas cerca de Villaviciosa, la Virgen de Begoña en Gijon, etc., etc.
Una de las mas antiguas y poéticas tradiciones que se conservan en Asturias es la de las xanas. Son estas unas mugercitas de un codo de alto y muy bellas, que habitan en palacios de cristal, debajo de las fuentes solitarias, y por cuyo caño se deslizan, pasadas las doce de la noche, con objeto de lavar sus ropas, que son, como ellas, de estremada blancura. Estas pequeñas brujas ó encantadoras no son malignas y regalan á sus favoritos con madejas de hilo que deben devanarse siempre hacia la derecha, con lo que no se acaba nunca el misterioso hilo. Si al contrario se devana hacia la izquierda, se acaba en el instante. La xana elige para habitar la fuente que está en situación mas risueña, en medio de los prados, protegida por árboles y lejos de las poblaciones. También se dice guardan en sus escondidas moradas ricos tesoros de oro y joyas. Una tradición, muy semejante á esta, nos refiere Sir Walter Scott en algunas de sus novelas, que existe en las montañas de Escocia. Alli llaman á las xanas, lavanderas de noche. Otra tradición de las mas arraigadas es la de la hueste, que consiste en una gran procesión de fantasmas blancas, que llevando en la mano una tea encendida, van á las altas horas de la noche, precediendo á un ataúd, en derredor de las iglesias ó cementerios. Estas apariciones dicen se dejan ver poco antes ó después de la muerte de alguna persona notable. Cuando esta es una señorita soltera y joven, suele verse en la hueste su misma efigie vestida con un ropage blanco y coronada de flores lo mismo que sus compañeras, que entonan cantos patéticos. Es también una creencia que no deja de alarmar á las sencillas aldeanas, la del mal de ojo. Supónese que hay personas dotadas de la maligna cualidad de fascinar con su mirada y causar la muerte á los niños y á los animales domésticos. Para evitarla es costumbre poner á los primeros en la época de la lactancia, relicarios ó amuletos colgados al cuello. Cuando un niño ó un buey, caballo, etc., se ve acometido de alguna dolencia desconocida, se atribuye al mal de ojo, y entonces se le hace beber al paciente agua de la que tuvo en infusion un fragmento de asta de ciervo, con lo que creen recobra la salud.
Una costumbre casi especial en Asturias, es la de las monterías, que se hacen frecuentemente contra los osos, javalíes, lobos y otros animales dañinos de que están poblados sus montes. En cada concejo se nombra al mismo tiempo que los individuos de ayuntamiento, un funcionario que se llama montero mayor, el cual es el que dispone las batidas, á las que tiene obligación de concurrir un individuo de cada casa, competentemente armado. El montero mayor lleva como insignia de su empleo un vigaro ó corneta que le sirve también para hacer las señales. La primera pieza que se mata es suya esclusivamente, y también le corresponde una parte del valor de las pieles de todas las demás, lo que invierte en municiones para las monterías sucesivas, que se verifican generalmente en domingo para no distraer á los paisanos de sus tareas agrícolas. El montero mayor se llama en algunos concejos celador.
En cuanto á los casamientos, se observa en varias partes de Asturias una costumbre particular, llamada el rebodo, que es la siguiente: algunos dias antes de verificarse la ceremonia del desposorio, la novia, acompañada de su madrina, que lleva un gran cesto, recorre todo el pais comarcano visitando las casas y caserías (1) con una caja de plata llena de tabaco, y va ofreciendo á todos un polvo y dando parte de su casamiento. Todo aquel que acepta el polvo está obligado á contribuir con algo para el dote de la novia, y asi esta reúne granos de todas especies, ropa y dinero. También puede tener lugar el rebodo, durante el primer año de matrimonio. El banquete nupcial se verifica en casa de los padres de la desposada, y terminado aquél se deposita el dote y menage de esta en un carro tirado por bueyes, encima del que figura el lecho nupcial, adornado lo mejor posible, y precedido de la gaita y tamboril, y seguido de los novios, sus parientes y amigos, se dirige el carro á la casa del desposado, en donde se celebra la tornaboda con baile y cena. Es una galantería casi de obligación hacer el primer año de casados un viage al célebre santuario de Covadonga, y hacer alli alguna ofrenda á la Virgen, que las mas veces consiste en una medida de grano, mas ó menos grande. Esta misma peregrinación la hacen también muchas jóvenes solteras, y beben con fé el agua de una fuente que brota debajo de la cueva de la Virgen, que según la creencia del pais, tiene la virtud de dar marido en el término de un año. A esta conseja alude el canlo vulgar en Asturias:


Virgen de Covadonga,
Bien de veras le lo digo,
Que no vengo mas á veros
Hasta que me deis marido.


(1) Este nombre se da en Asturias, como en las Provincias Vascongadas, a las casas de campo que tienen á su alrededor una porción de bienes. El propietario las tiene generalmente arrendadas á un colono, llamado casero, que las cultiva y paga á su amo el cánon correspondiente.

viernes, enero 14, 2011

Viage ilustrado (Pág. 534)

los. Sobre la cotilla un airoso dengue negro con orla de terciopelo del mismo color, cuyas largas puntas después de cruzarse sobre el pecho, van á atarse por la espalda en el talle. Llámase esta pieza del trage solitaria ó mantilla de rebozar. En la cabeza pañuelo blanco atado graciosamente, y al cuello varias sartas de corales, de las que penden algunas medallas ó efigies de santos de plata. De estas sartas cuelgan también medidas ó colonias, de las que hablamos arriba. Muchas mugeres añaden á todo lo referido un jubón de mangas anchas de tela igual á la saya esterior, que cuando no llevan puesto, suelen atar la cintura. El calzado consiste en zapatos, con medias de lana blancas ó azules, y madreñas en los días de lluvia.
Los robos y asesinatos son tan raros en este pais patriarcal, que apenas se conserva la memoria de algún crimen de esta especie, y asi el viagero camina solo y sin temor á cualquiera hora de la noche. El uso del pasaporte es enteramente desconocido para transitar dentro de la provincia, y el caminante pobre encuentra siempre abierta la casa del honrado labrador, que le ofrece con la fraternidad y franqueza de los primeros tiempos, un sitio en su hogar hospitalario, un tazón de leche recien ordeñada y un pedazo de pan de maiz. Los mercados y romerías, que son muy frecuentes en Asturias, presentan un tipo particular y el mas variado y pintoresco cuadro, en especial las últimas. Celébranse generalmente en derredor de una iglesia bizantina ó de un palacio señorial que suele contener el sepulcro ó algún otro recuerdo de nuestros pasados héroes. Alli en uu frondoso bosque ó risueña pradera comienza la función desde la víspera con la gran foguera, compuesta de haces de argoma, ramas de pino, etc., etc., fuegos artificiales, cantos, bailes, gaita y tamboril. La iglesia está por lo regular iluminada con faroles de colores, y al mismo tiempo brillan multitud de luces en las tiendas de bebidas, comestibles, frutas y dulces, y en las tabernas portátiles de vino y sidra (1) consistentes en una gran pipa ó tonel sobre un carro de bueyes. El estampido de los escopetazos y cohetes se mezcla al rústico sonido de la gaita y al monótono y antiquísimo canto de los romances con que se acompañan divididos en dos coros, los que toman parte en la danza prima. Esta es un fiel traslado de la que describe Plinio y muestra bien su origen guerrero, pues mas que baile ó diversion parece un ejercicio para agilitar las fuerzas. A la lanza que llevaban los asturos han sustituido los asturianos un palo largo, arma temible en sus robustas manos, y para que la semejanza sea completa con la danza primitiva, suele terminarse con una refriega á veces reñida, que empieza por los vítores que cada bando contendiente da á su respectivo concejo, asi se oye en medio de la pelea. ¡Viva Carreño!... ¡Viva Gonon!... etc.
Las mugeres danzan separadas de los hombres, y si alguno de estos quiere introducirse en su círculo, suele el cura de la parroquia prohibírselo, y es obedecido siempre. Entre la música de los romances, que es muy sencilla y monótona, aunque no carece de armonía, y muy semejante al canto llano, se escucha con frecuencia el ixuxu, (2) antiguo grito de guerra de los asturos, y que sus hijos han convertido en exclamación de alegría y de contento. He aqui algunas estrofas de los romances mas usados en las aldeas:


Un amor que ya llamaba
El se fuera y no tornaba,
Un amor que yo queria
El se fuera y no venia.
....................................
Alegres cartas me enviaba,
Muy tiernas cartas me envía.
¡No os caséis! la muy amada,
¡No os caséis.! me decía.
......................................
¡Ah! Antonio se llamaba,
¡Ah! Antonio se decía
Aquel que me dio la saya,
Aquel que me dio la cinta,
Aquel que andaba en la guerra,
Aquel que andaba en la armada,
Con espada y con rodela,
Con rodela y con espada.
Quier que le sirva á la mesa,
Quier que le sirva en la sala
......................................
Yo busco á la blanca niña,
Yo busco á la niña blanca
La que el cabello tegia.
La que el cabello trenzaba,
Un niño en brazos traia,
Un niño en brazos llevaba,
Ramo de flores traia,
Ramo de flores llevaba,
Que las que el rosal tenia,
De las que el rosal llevaba,
Que en el mi jardín había,
Que en el mi jardín estaba.
.....................................


En tanto la bulliciosa y alegre muchedumbre canta, danza y se agita alrededor de la grande hoguera, varios devotos oran con fervor ante la imagen del santo adornada con multitud de flores, y otros dan una ó mas vueltas en torno del santuario ya de rodillas, ya descalzos, etc , etc., no de otro modo que los fieles muslimes en el gran templo de la Meca. El dia que sucede á la bulliciosa noche de la hoguera crece aun la concurrencia, y el cuadro aumenta por lo mismo en animación y variedad. La procesión va precedida de coheteros y tiradores, que con sus escopetas hacen continuos disparos, de la gaita y de uno ó mas ramos, voz que necesita esplicacion especial. El ramo es una pirámide hueca formada por palos y afianzada á unas andas ó angarillas Las jóvenes mas ricas y elegantes de la aldea costean el adorno del ramo, que consiste en multitud de panes, gallinas, tortas, jamones, y otras ofrendas, qué van sujetas á la pirámide con vistosas cintas de varios colores, de las que cuelgan joyas, medallas, collares, plumas, flores, etc., etc., De las muchachas que costean el ramo se escogen los cuatro de mejor presencia para que lo lleven en hombros durante la procesión, y acabada ésta lo depositan á la puerta de la iglesia. Entonces un clérigo en alta voz saca á pública subasta el ramo ó ramos, y lo adjudican al mejor postor. El importe lo reparten los capellanes que asisten á la función, y va á aumentar la pitanza de

(1) Bebida hecha del zumo de la manzana, y que suple á la falta del vino.
(2) La x asturiana se pronuncia como la j francesa.


martes, enero 11, 2011

Viage ilustrado (Pág. 533)


Costumbres de los astures


ademas de la honda, la saeta ibérica, de tres pies de largo; la hoz con el filo interior, especie de guadaña; el rejón, el chuzo y la segur de los leñadores. Usaban también del bidente, que era un garrote de cuatro pies de largo armado de una gran media luna de hierro que formaba un semicírculo de dos pies de diámetro. Esta era una arma terrible para la caballería.» La mayor parte de las costumbres antiguas de los asturos que acabamos de referir tan semejantes á las de los primitivos escitas, demuestra la verdad de la opinion que antes hemos enunciado, de que esto pais debe su población á aquellos asiáticos. La industria de los asturianos en aquellos tiempos era, como ahora, la cria de ganados, pues los escelentes pastos de sus montes y valles sustentaban innumerable multitud de bueyes, vacas y cerdos. Los caballos estaban muy propagados, y según el testimonio de Estrabon, Marcial, Séneca y otros escritores, eran los mas agiles y hermosos que se conocian, y fueron muy apreciados de los romanos que llamaban asturcones á todos sus caballos mas estimados, pues solo podian compararlos á los que se criaban en Asturias.
Referidas ya las costumbres, usos y trages de los primitivos habitantes de este romancero pais, hablaremos de las de sus actuales descendientes, que en mucha parte son las mismas de que nos hablan Plinio y Eslrabon. Son generalmente los asturianos penetrantes, algún tanto satíricos, altivos, moderados y de buenas costumbres. Las tareas de la agricultura y la cria de ganados, la concurrencia á los mercados y romerías y á la casa del Concejo los dias de audiencia pública, son las ocupaciones mas usuales de los habitantes de las aldeas del interior, asi como la pesca y navegación forman casi esclusivamente la industria de los moradores de la costa, que á su laboriosidad, inteligencia ó intrepidez para arrostrar los peligros de las olas, añaden la propiedad de estar dotados de una razón natural muy despejada y honradez á toda prueba. La presencia de linos y otros es robusta y agradable, efecto de la frugalidad y continúo trabajo. Abundan en Asturias los tipos del hombre del Norte, color blanco, cabellos rubios y ojos azules, mas que en otra cualquiera provincia de España, y aunque tan retirada está del centro de la monarquía, es mas general en ella la civilización que en otras vecinas de la corte, efecto de la mucha población y continuos viages que á Castilla, Andalucía, América y otras partes hacen sus habitantes. Apenas se encuentra en Asturias un aldeano que no sepa leer y escribir. Las aldeanas alternan con los hombres en todas las tareas agrícolas, y rivalizan con ellos en robustez y agilidad. El trage mas usado entre los paisanos consiste en chaleco y chaqueta, faja encarnada de estambre, calzón y botin alto de paño pardo, zapatos de cuero ó madera, según la estación, y finalmente montera de paño negro forrada de pana. Esta en los jóvenes y solteros va adornada con una pluma de pavo real y ramos de siemprevivas. También cuelgan del chaleco escapularios y cintas de varios colores, tocadas ala Virgen de Covadonga, Cristo de Cangas ú otra imagen célebre en el pais. Estas cintas tienen el nombre de colonias ó medidas. Este que acabamos de describir es el verdadero trage asturiano; no obstante, hay muchos jóvenes aldeanos del dia, que abandonando (impulsados por el genio innovador del siglo) el vestido tradicional de sus abuelos, llevan en vez de la graciosa polaina y calzón pardo, pantalones flojos, y que sustituyen á la montera, cuyo origen se remonta al menos al siglo XIII, un sombrero hongo de fieltro ó paja, los que engalanan también con plumas y siemprevivas. El vestido de las mugeres es igualmente bastante agraciado. Se compone de zagalejo corto de bayeta encarnada ó amarilla; sobre, el que se ve una saya de estameña negra que deja descubrir el zagalejo. Cotilla encarnada y camisa de mangas largas, sujeta al cuello y puños con botonci–

domingo, enero 09, 2011

Viage ilustrado (Pág. 532)


Asturianos de viage


guerra son los prisioneros, los caballos y machos de cabrío»... «También en las ocasiones solemnes tributan á los dioses hecatombes ó sacrificios en que se inmolaban cien víctimas. Pelean á pie ó á caballo, armados á la ligera ó completamente dispersos ó reunidos y se ejercitan en la carrera y la lucha»... «Suelen montar dos en un caballo, y en el momento del combate uno de ellos echa pie á tierra»... «La mayor parte del año se alimentan de bellotas, las que después de haber secado, las quebrantan y muelen, amasando con su harina un pan que se conserva largo tiempo»... «Su bebida mas estimada es una especie de cerveza. También usan del vino, pero es muy escaso, y el poquísimo que su pais produce se consume en los banquetes de bodas y funerales. Usan de la manteca en vez del aceite. Comen sentados en poyos, se sitúan por orden de edad ó dignidad y las viandas pasan de uno en otro»... «En los convites danzan al son de la flauta ó del clarín, y forman pasos figurados, doblando las rodillas y saltando alternativamente»... «También usan mucho una danza guerrera, en que los hombres asidos de las manos, empuñando la lanza y moviendo los brazos forman un gran círculo que gira sobre sí mismo. Acompáñanse entonces con canciones belicosas, en que se refieren los altos hechos de los héroes, y acaban por formar un simulacro de batalla»... «Trafican por medio de cambios ó se sirven de láminas de plata que van cortando en fragmentos para pagar los efectos que quieren adquirir»... «Apedrean á los condenados a muerte y ejecutan á los parricidas fuera de las ciudades»... «Sus casamientos son á la manera de los griegos»... «Colocan sus enfermos en los caminos públicos cual hacían los egipcios, para utilizar los consejos do los viandantes que hubiesen sido acometidos de la misma enfermedad»... «Hasta la conquista de los romanos solo conocieron barcos de cuero, con los que recorrían las costas; pero hoy usan canoas»... «Llevan en la guerra unos broqueles cóncavos, de dos pies de diámetro, quo cuelgan en las correas sin hebillas ni asas. Usan también del puñal»... «Sus cotas de armas son generalmente de lino, y apenas se encuentra quien las lleve de malla. Tampoco se ve entre ellos el morrión de tres garzotas, y regularmente los tejen de nervios»... «Los peones llevan botines largos ó polainas, y van armados de venablos ó lanzas con la cuchilla de bronce»... «Todos usan sayos negros y las mugeres llevan vestidos bordados.»
No es de suponer que el escaso tiempo que los romanos lograron dominar á los belicosos asturos, fuese bastante para hacer abandonar á estos pueblos, tan apegados á sus antiguos usos y costumbres, el trage de que habla Estrabon, y regularmente no adoptarían nunca la toga y el manto romano. No asi respecto al trage de los godos, pues consultando los escasísimos fragmentos de la historia de las costumbres y tragos que nos restan de aquella época, creemos que los asturos llevaron como los godos un sayo corto de lana ó de piel, grandísimos calzones muy forrados, y la cabellera larga y partida sobre la frente, pues asi aparecen representados en dos monumentos de diversa época, pero de igual autoridad histórica, que son la columna de Arcadio en Constantinopla y la portada del monasterio de San Pedro de Villanueva, media legua de Cangas de Onís. San Isidoro, en sus Etimologías describe el trage de los godos de su tiempo diciendo, que consistía en el estringio, especie de túnica muy antigua de que habla Plauto. El amículo, capa de lino, que al principio solo usaban las cortesanas, pero cuyo uso se propagó después en España. El recúolo ó redecilla para recoger el pelo y el manto ó manguito para conservar las manos calientes. Los escritos árabes nos describen el trage guerrero de los asturianos en tiempo de Alfonso I, el Católico. Uno de ellos el–Laghi dice: «Vienen estrañamente vestidos, con la cabellera larga y tendida con una birreta ó morrión tosquísimo, labrado de un enrejado de hierro y afianzado con una correa. Sus armas eran.

jueves, enero 06, 2011

Viage ilustrado (Pág. 531)

ciudad, en el que aquellos pueblos se reunían en dias determinados para celebrar los misteriosos ritos de una religion desconocida, que algunos creen fuese la de los druidas. El célebre poeta épico español Silio Itálico, que también era historiador y geógrafo, presenta el origen del nombre y nación de los asturos, trayendo de Troya, después de la destrucción de esta famosa ciudad, al griego Astir, armigero de Memnon, conducido por las lágrimas de la Aurora á este pais tan remoto del suyo, y estableciéndose con sus compañeros á orillas de un rio que de su nombre se llamó Astura, y que actualmente se llama Ezla.


Venit el Aurorœ lacrimis perfusus in orbem
Diversum, patrias fugit cum devius oras
Armijer Eoi non felix Memnonis Astiyr.


Pero aunque se adopte este poético origen griego del nombre de Asturias, no puede dudarse que Memnon y sus aventureros encontraron ya en aquel pais habitadores, que como dijimos procedían de la raza scítica. Lucio Floro y San Isidoro nos dicen que la region astura era estremadamente montuosa, y se hallaba dividida en diferentes naciones ó repúblicas, como los brigecios, los bedunenses, los orniacos, los los sœlinos, los lungones, superarios, los amacos, los tiburos, los gigurros, los pœsicos, y los zoelas, con lo que convienen también Plinio y Tolomeo. Estrabon dice se dispensa de nombrar estos pueblos, pues su pronunciacion era difícil por ser vocablos bárbaros, y Plinio cita solamente aquellos cuyos nombres tenian alguna semejanza con palabras latinas.
Los asturos eran guerreros hasta el delirio, dice Josefo, y tenian por insulsa y semejante á la muerte la vida sin la guerra; tan enemigos del nombre romano, que al unirse muchas veces á los cartagineses para combatir contra las águilas de la república, miraban como enemigos á los países vecinos que obedecían á Roma. Por esta causa los asturos, reunidos á sus hermanos los cántabros, hacían frecuentes escursiones al país de los vaceos, lo que dio ocasión á la sangrienta guerra que Augusto dispuso hacer contra estas naciones independientes y feroces, que hostilizaban á sus nuevos subditos. Con tal objeto vino personalmente, acaudillando un numeroso ejército, pero habiendo enfermado encomendó la prosecución de la guerra á C. Antistio, que derrotó á los asturos en la ribera del rio de donde su país tomaba nombre. Rehiciéronse pronto de este descalabro, pero sufrieron otros nuevos causados por Carisio y C. Parmio, mas volviendo los asturos á embestir de nuevo unidos siempre á los cántabros, Augusto se vio precisado á enviar contra ellos á su yerno Marco Vespasiano Agripa, que los atacó con fuerzas numerosas y en situación ventajosa. Dos dias enteros duró la batalla, y los romanos alcanzaron por fin el triunfo, aunque con muchísima pérdida. Los asturos que pudieron escapar de la matanza se acogieron á la ciudad de Lancia, no lejos de donde se fundó después Oviedo, y allí se hicieron fuertes. Prolongóse el cerco largo tiempo, hasta que los romanos tomaron la plaza. Los mas de las vencidos se dieron muerte unos á otros. Varios se envenenaron con la ponzoña que para tales casos siempre llevaban prevenida. De los que restaron con vida fueron vendidos unos por esclavos, y muy pocos quedaron en el pais para cultivar las tierras. Augusto, terminada la guerra de Asturias, cerró el templo de Jano solemnemente. La guerra de Asturias fué, como dice el señor Cortés, el último gemido de la libertad española, y quedó en tal concepto el valor de los asturos, que Silio Itálico, queriendo pintar exactamente el continente marcial y aire fiero con que Annibal marchaba al frente de sus soldados, creyó espresarlo todo diciendo «ser capaz en aquel estado de inpirar terror á un ejército asturiano.» Desde la conclusion de esta famosa guerra quedaron los asturos divididos en augustanos y trasmontanos, pero unos y otros sujetos al convento jurídico de Astúrica Augusta, donde acudían á ventilar sus pleitos. Entonces fué cuando se dedicaron con ahinco los asturos á la esplotacion de sus abundantísimas minas de oro, y dulcificada su primitiva rudeza por la paz y la civilización, fueron mas humanos y accesibles, aunque no menos valerosos que sus pasados. Los limites de Astura, que antes hemos detallado, quedaron los mismos al acabar la guerra, y no se alteraron hasta la irrupción de las naciones bárbaras del Norte, en el siglo V, que se redujeron á la estrechez que hoy tienen, conservando con ligera corrupción su antiguo nombre. No es de este lugar hacer una relación histórica circunstanciada de todos los sucesos notables ocurridos en este célebre pais, solo diremos que el antiguo valor de sus habitadores no degeneró con el trascurso de los siglos, como se manifestó en la época de la invasion agarena, de que hablaremos adelante, en las reñidas contiendas del rey don Pedro el Cruel y su hermano el de Trastamara, y en la muy cercana de 1808, en que Asturias, recordando sus antiguas glorias, fué la primera provincia de España que se alzó contra los franceses, improvisando ejércitos considerables y prodigando profusamente la sangre de sus hijos, á todos los que declaró soldados. Para memoria de este noble alzamiento se instituyó una significativa condecoración, que brilla aun en los pechos de todos los que formaron parte del ejército asturiano, y consiste en la figura de la cruz de la victoria ó de don Pelayo, blasón del principado, con esta leyenda: «Asturias nunca vencida.» En el dia las Asturias están comprendidas en la provincia de Oviedo; que se divide en quince partidos judiciales y setenta y dos concejos, nombre que se da á una reunion de lugares, aldeas y parroquias que nombran entre sí un ayuntamiento.
El carácter, costumbres y trage de los asturos en los antiguos tiempos lo encontramos descrito con estremada prolijidad en Estrabon, cuyas palabras reproduciremos aqui, pues nada podria añadirse á lo que nos dice el célebre y antiquísimo geógrafo griego.
«Es pasmosa su destreza en disponer emboscadas y en adivinar y eludir los lazos que se les tienden. Son robustos, ágiles y sueltos, y ejecutan sus evoluciones guerreras con rapidez y órden»... «Son muy dados á los sacrificios; observan las entrañas palpitantes de las víctimas sin arrancarlas del cuerpo, y tocan con ahinco las venas del pecho para sacar agüeros y vaticinios»... «Con el mismo objeto acuden á las entrañas de sus esclavos á los que suelen cubrir con un manto antes de inmolarlos»... «No bien la victima recibe el golpe mortal de manos del agorero, saca éste sus predicciones del modo con que cae. Cortan la diestra á los cautivos hechos en la guerra, y los consagran á los dioses»... «Viven frugalmente; su bebida es el agua y su lecho el suelo ó haces de heno»... «Prefieren la carne del macho de cabrio á cualquiera otra vianda. Las ofrendas que hacen al dios de la

domingo, enero 02, 2011

Viage ilustrado (Pág. 530)

beranos de Castilla y señores de Vizcaya juraban antiguamente guardar los fueros del señorío, y para visitar el tosco y vetusto solar de Ercilla, al que los gratos recuerdos del esforzado guerrero, el ilustre poeta autor de La Araucana, dan mas importancia que su forma.
A dos leguas y media de Bermeo en uno de los sitios mas bellos de Vizcaya, se halla el pueblo de Guernica, célebre por estar en sus inmediaciones junto á una ermita llamada de Santa María de la Antigua, el renombrado árbol do el cual se han reunido los vizcaínos desde tiempo inmemorial, y se reúnen todavía á celebrar sus congresos ó juntas. La fundación de esta ermita se cree que remonta al siglo III de la iglesia, y en ella se conservan veinte y seis retratos de los señores de Vizcaya y un cuadro que representa á Fernando el Católico jurando los fueros. Debajo del árbol hay un solio, en el que se sientan los individuos de la diputación general, en forma de témplete, con veinte y dos columnas aisladas en sus cuatro caras, ocho de las cuales sostienen un frontispicio triangular, en cuyo tímpano se ostentan las armas de Vizcaya. Detrás de este solio pequeño, pero de buen efecto, se levanta el árbol famoso, que es un roble, y nada particular tiene, ni aun siquiera denota antigüedad, pues se reemplaza con otro tan pronto como el que existe se pierde.
Hablemos ahora de Asturias y digamos algo respecto á su historia y costumbres.
Llegamos á los famosos montes que los antiguos llamaban Herbaseos ó Narbaseos, donde se acogieron los suevos huyendo de los vándalos, llamados hoy Sierra de Arbas, que en otros tiempos separaban á los Asturos Augustanos de los Asturos Trasmontanos, cuando en territorio de Leon todavía, se descubre á la derecha la colegiata de Santa María del Puerto y las casas de los canónigos. La fundación de éste se remonta á una época bastante lejana, y cuyo objeto, á la manera que el famoso convento del monte de San Bernardo, fué servir de albergue á los transeúntes que durante la estación de las nieves atravesaban la montaña; en el día todavía se socorre con pan y vino á todos los viageros pobres. Esta colegiata y la de Cangas son las únicas de patronato real que se conservan en el principado de Asturias.
«Al llegar á lo alto de la cuesta, dice un viagero moderno, donde está el mojón, signo divisorio de ambas provincias, presenciamos una escena que nos enterneció. Iba delante de nosotros una cuadrilla compuesta de asturianos pobres, que llevando al hombro los instrumentos agrícolas de que se sirven para la siega periódicamente en los llanos de Castilla, volvían á su pais. Al poner aquellos hombres el pie en el territorio de Asturias se postraron respetuosamente y besaron con entusiasmo la tierra en que habían nacido. Esta demostración que recuerda las sencillas costumbres de los tiempos primitivos, nos mostró que el amor de la patria, tan arraigado en la mayor parte de nuestras provincias, es casi un culto en el corazón de los asturianos.»
En la altura del puerto cambia la decoración natural de una manera sorprendente. A las desiertas y monótonas llanuras de Castilla, se suceden ya nevadísimos montes cubiertos de maleza y de árboles, y habitados por osos, corzos y cabras monteses, ya magníficas cascadas, ya risueñas colinas cubiertas de verdura y salpicadas profusamente de caseríos, iglesias y torres feudales; ya en fin, amenísimas pradera; regadas por limpios arroyos, y en las que retoza multitud de ganado. Sublime y grandioso es el panorama que domina el viagero desde lo alto de Pajares. Parece que el dedo de Dios trazó allí una linea divisoria para señalar dos paises enteramente distintos uno de otro, y que al colocar el de Asturias tan aislado de las demás naciones, circundado por todas partes de montes inaccesibles ó de las siempre embravecidas olas del mar Cantábrico, y dotándole al mismo tiempo de todos los frutos y producciones necesarias á la vida, fué su intento formar una region afortunada en que el hombre, á costa de un moderado trabajo, tuviese lo preciso, pero sin aquel regalo que le afemina, le enerva y le entrega á la ociosidad y los vicios.
Los primeros albores de la historia de Asturias apenas podemos divisarlos mas allá del tiempo de los romanos, pues los hombres agrestes y salvages que habitaban estas tierras, escudados con la fragosidad del pais y con su indómito valor proverbial entre los antiguos, jamás doblaron la cerviz al yugo estrangero, ni fueron encañados por las pérfidas palabras de paz y de amistad con que los fenicios, griegos y cortagineses arrebataron su libertad é independencia á los pacíficos habitadores de las fértiles comarcas bañadas por el Mediterráneo. En cambio los asturos, asi como sus hermanos los cántabros, vascones y galaicos, no adquirieron la civilidad y cultura que aquellos, pues conservaron con su libertad é independencia la ferocidad y la barbarie de los hombres primitivos. Cuando los romanos aportaron á nuestra península la encontraron dividida en muchas naciones mas ó menos salvages, pertenecientes á dos razas ó castas primitivas, indo—escítica y la galo—celta. La primera en una época muy lejana de los tiempos á que alcanza la historia, subdividida en multitud de tribus errantes compuestas de pastores y guerreros, se derramó desde las mas remotas regiones de la antigua Escitia, por el Occidente de Europa y de la Iberia, y algunas llegaron hasta estos apartados paises, que les ofrecían abundantes y sabrosos pastos para sus numerosísimos rebaños. La segunda raza, la de las celtas (á la que también atribuyen muchos historiadores origen scítico), que ocupó el centro y Mediodía de la península española, también bárbara y belicosa, sostuvo siempre porfiadas guerras con la scítica, y aun enemigas v combatiendo una con otra permanecían en la época de la invasion de los descendientes de Rómulo. La nación mas valiente y bárbara de las muchas en que, como hemos dicho, se divididia á la sazón España, era indudablemente la de los asturos. Ocupaban estos un territorio mas estenso que el actual principado, pues comprendía la parte septentrional de lo que en la edad media se llamó reino de Leon. Sus límites eran: al Oriente los cántabros, con los que lindaban por las ría de Villaviciosa; al Mediodía los vaceos, que llegaban á Carrion; al Occidente los galaicos, de quien estaban separados por el rio Sil; y al Norte el mar, desde Llanes hasta Navia, por donde corria el Narviluvion. Dividíanse los asturos en dos grandes porciones, á las que servían de lindes los montes Hervasos, y se denominaban Augustanos y Lucenses ó Trasmontanos. Los primeros tomaban su nombre de la antigua ciudad de Asturica Augusta, hoy Astorga, y los segundos de la célebre Lugo, ciudad asentada una legua de Oviedo, donde hoy la aldea de Lugones. Estendíase un bosque sagrado alrededor de esta