Costumbres de los astures
ademas de la honda, la saeta ibérica, de tres pies de largo; la hoz con el filo interior, especie de guadaña; el rejón, el chuzo y la segur de los leñadores. Usaban también del bidente, que era un garrote de cuatro pies de largo armado de una gran media luna de hierro que formaba un semicírculo de dos pies de diámetro. Esta era una arma terrible para la caballería.» La mayor parte de las costumbres antiguas de los asturos que acabamos de referir tan semejantes á las de los primitivos escitas, demuestra la verdad de la opinion que antes hemos enunciado, de que esto pais debe su población á aquellos asiáticos. La industria de los asturianos en aquellos tiempos era, como ahora, la cria de ganados, pues los escelentes pastos de sus montes y valles sustentaban innumerable multitud de bueyes, vacas y cerdos. Los caballos estaban muy propagados, y según el testimonio de Estrabon, Marcial, Séneca y otros escritores, eran los mas agiles y hermosos que se conocian, y fueron muy apreciados de los romanos que llamaban asturcones á todos sus caballos mas estimados, pues solo podian compararlos á los que se criaban en Asturias.
Referidas ya las costumbres, usos y trages de los primitivos habitantes de este romancero pais, hablaremos de las de sus actuales descendientes, que en mucha parte son las mismas de que nos hablan Plinio y Eslrabon. Son generalmente los asturianos penetrantes, algún tanto satíricos, altivos, moderados y de buenas costumbres. Las tareas de la agricultura y la cria de ganados, la concurrencia á los mercados y romerías y á la casa del Concejo los dias de audiencia pública, son las ocupaciones mas usuales de los habitantes de las aldeas del interior, asi como la pesca y navegación forman casi esclusivamente la industria de los moradores de la costa, que á su laboriosidad, inteligencia ó intrepidez para arrostrar los peligros de las olas, añaden la propiedad de estar dotados de una razón natural muy despejada y honradez á toda prueba. La presencia de linos y otros es robusta y agradable, efecto de la frugalidad y continúo trabajo. Abundan en Asturias los tipos del hombre del Norte, color blanco, cabellos rubios y ojos azules, mas que en otra cualquiera provincia de España, y aunque tan retirada está del centro de la monarquía, es mas general en ella la civilización que en otras vecinas de la corte, efecto de la mucha población y continuos viages que á Castilla, Andalucía, América y otras partes hacen sus habitantes. Apenas se encuentra en Asturias un aldeano que no sepa leer y escribir. Las aldeanas alternan con los hombres en todas las tareas agrícolas, y rivalizan con ellos en robustez y agilidad. El trage mas usado entre los paisanos consiste en chaleco y chaqueta, faja encarnada de estambre, calzón y botin alto de paño pardo, zapatos de cuero ó madera, según la estación, y finalmente montera de paño negro forrada de pana. Esta en los jóvenes y solteros va adornada con una pluma de pavo real y ramos de siemprevivas. También cuelgan del chaleco escapularios y cintas de varios colores, tocadas ala Virgen de Covadonga, Cristo de Cangas ú otra imagen célebre en el pais. Estas cintas tienen el nombre de colonias ó medidas. Este que acabamos de describir es el verdadero trage asturiano; no obstante, hay muchos jóvenes aldeanos del dia, que abandonando (impulsados por el genio innovador del siglo) el vestido tradicional de sus abuelos, llevan en vez de la graciosa polaina y calzón pardo, pantalones flojos, y que sustituyen á la montera, cuyo origen se remonta al menos al siglo XIII, un sombrero hongo de fieltro ó paja, los que engalanan también con plumas y siemprevivas. El vestido de las mugeres es igualmente bastante agraciado. Se compone de zagalejo corto de bayeta encarnada ó amarilla; sobre, el que se ve una saya de estameña negra que deja descubrir el zagalejo. Cotilla encarnada y camisa de mangas largas, sujeta al cuello y puños con botonci–
Referidas ya las costumbres, usos y trages de los primitivos habitantes de este romancero pais, hablaremos de las de sus actuales descendientes, que en mucha parte son las mismas de que nos hablan Plinio y Eslrabon. Son generalmente los asturianos penetrantes, algún tanto satíricos, altivos, moderados y de buenas costumbres. Las tareas de la agricultura y la cria de ganados, la concurrencia á los mercados y romerías y á la casa del Concejo los dias de audiencia pública, son las ocupaciones mas usuales de los habitantes de las aldeas del interior, asi como la pesca y navegación forman casi esclusivamente la industria de los moradores de la costa, que á su laboriosidad, inteligencia ó intrepidez para arrostrar los peligros de las olas, añaden la propiedad de estar dotados de una razón natural muy despejada y honradez á toda prueba. La presencia de linos y otros es robusta y agradable, efecto de la frugalidad y continúo trabajo. Abundan en Asturias los tipos del hombre del Norte, color blanco, cabellos rubios y ojos azules, mas que en otra cualquiera provincia de España, y aunque tan retirada está del centro de la monarquía, es mas general en ella la civilización que en otras vecinas de la corte, efecto de la mucha población y continuos viages que á Castilla, Andalucía, América y otras partes hacen sus habitantes. Apenas se encuentra en Asturias un aldeano que no sepa leer y escribir. Las aldeanas alternan con los hombres en todas las tareas agrícolas, y rivalizan con ellos en robustez y agilidad. El trage mas usado entre los paisanos consiste en chaleco y chaqueta, faja encarnada de estambre, calzón y botin alto de paño pardo, zapatos de cuero ó madera, según la estación, y finalmente montera de paño negro forrada de pana. Esta en los jóvenes y solteros va adornada con una pluma de pavo real y ramos de siemprevivas. También cuelgan del chaleco escapularios y cintas de varios colores, tocadas ala Virgen de Covadonga, Cristo de Cangas ú otra imagen célebre en el pais. Estas cintas tienen el nombre de colonias ó medidas. Este que acabamos de describir es el verdadero trage asturiano; no obstante, hay muchos jóvenes aldeanos del dia, que abandonando (impulsados por el genio innovador del siglo) el vestido tradicional de sus abuelos, llevan en vez de la graciosa polaina y calzón pardo, pantalones flojos, y que sustituyen á la montera, cuyo origen se remonta al menos al siglo XIII, un sombrero hongo de fieltro ó paja, los que engalanan también con plumas y siemprevivas. El vestido de las mugeres es igualmente bastante agraciado. Se compone de zagalejo corto de bayeta encarnada ó amarilla; sobre, el que se ve una saya de estameña negra que deja descubrir el zagalejo. Cotilla encarnada y camisa de mangas largas, sujeta al cuello y puños con botonci–
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