bien merece su nombre por su bonita situación, aseadas casas y hermosas quintas de recreo que la rodean. Aqui existe también una hermosa fábrica (martinete), de calderas de cobre.
Se llega por fin á Aviles. Desde luego gusta el agradable y aseado aspecto de la villa. Cómpónese de novecientas casas, es cabeza del partido judicial y del concejo de su nombre.
Tiene también minas de hierro y carbon de piedra, pero las primeras no se benefician. Ademas del martinete de Villa–Alegre de que ya hemos hablado, hay otras fábricas de lona, curtidos, cristales, de tejidos finos, de lino, y finalmente, hornos de cal al estilo de Bélgica. La población de Aviles asciende á 5.600 almas, y las mugeres se distinguen por su belleza, gracia en el vestir y disposición especial para la música vocal.
Muchos escritores modernos dicen ser Aviles la antigua Argenteola de Ptolomeo, pero otros, combinando varios testos de Plinio, demuestran con mejores fundamentos que es Aviles la ciudad de los Zoelas. Quiéranse encontrar también en el nombre actual de la villa la alusión del antiguo, pues derivando á Zoela del hebreo Thoen, ganado de ovejas, y de Zoela zoelœ, los ovejeros, lo convierten en un sinónimo latino Opiliones, y de aqui Aviliones y Aviles. Aunque esta opinion sea la verdadera, y por consiguiente tenga la villa una antigüedad tan remota, no vuelve á leerse su nombre en la historia hasta muchos siglos después. Alfonso VI la dio fueros ó carta–puebla, que confirmaron después Alfonso VII y sus sucesores. El rey Fernando II concedió á la catedral de Oviedo en 1188 la tercera parte de las rentas de Aviles. En el reinado de San Fernando, en el sitio de Sevilla, se distinguió un hijo de esta villa, llamado Rui Perez de Aviles, que con su navio, cuya proa iba «ferrada» rompió una gruesa cadena que los sitiados pusieron desde la torre del Oro al castillo de Triana, para impedir el paso del rio Guadalquivir. A esta hazaña alude el escudo de la villa, que consiste en un navio con sierra en la proa, rompiendo una cadena que une dos castillos sobre unas ondas, y una cruz en el palo mayor. El 9 de julio de 1373, el rey don Enrique II hizo merced á la villa para que tuviese por su alfon agregado la tierra de Gonon, Garrendo, Corveta, Illas y Castrillon, y en 1378 se reunieron en Aviles los principales nobles de todos les concejos de Asturias para celebrar una junta con motivo de la sublevación y desgracias sobrevenidas al pais, por la resistencia que hizo al pago de la nueva contribución impuesta por el merino mayor de Asturias Gonzalo Suarez de Arguelles. En tiempo de la guerra de la Independencia, también se distinguió Aviles en defensa de la causa nacional, pero no consultando sus habitantes sino su patriotismo, esperaron á los franceses sin organización ni armas, y sufrieron una derrota considerable.
Desde luego debe darse principio á la revista del pueblo por las iglesias. Hay cuatro en esta villa; la parroquia dedicada á San Nicolás de Bari, es un edificio antiguo que tiene de notable la pila del agua bendita, formada por un gran chapitel corintio ahuecado, resto de algún edificio romano; el sepulcro del nombrado Pedro Menendez de Aviles; otros que pertenecen al género gótico, de los marqueses de Campo–Sagrado; y finalmente la bella capilla de los Alas, edificada en el siglo XIII, y en la que se ve un delicadísimo y primoroso bajo relieve que representa todos los sucesos de la vida de Jesucristo. En la iglesia del extinguido convento de San Francisco hay también algunos sepulcros de familias nobles del país. El convenio de la Merced es un bonito edificio que ostenta una armoniosa, y estensa fachada, y en él están situadas las oficinas de la administración de rentas, una de las escuelas públicas y la fábrica de tejidos. La iglesia de este convenio, aunque es la mas sólida y elegante del pueblo, está actualmente cerrada al culto. La del monasterio de San Bernardo, que está á cargo de las religiosas de esta orden llamadas Huelgas, nada ofrece de particular. Este monasterio fué trasladado á Aviles en el siglo XV, desde el lugar de Gua, en el concejo de Somiedo, por la poca moralidad y disciplina que guardaban las religiosas en aquel lugar casi desierto. Hay otra parroquia titulada de Santo Tomás Cantuariense, que está en el arrabal de Sabujo. Son dignos de observarse el palacio de los marqueses de Santiago, grande y suntuoso edificio de piedra de sillería con dos pisos y adornado de columnas corintias y toscanas y de multitud de arabescos de buen gusto; tiene en el frente principal diez y ocho balcones y doce ventanas, una torre á cada lado, y en el centro un ático en el que se ve un grande y bien trabajado escudo de armas compuesto de dos cuarteles con los Alas y Bernardo de Quirós. Otra casa digna de la atención de los arqueólogos es la que perteneció á la familia de Peon de la Vega, y hoy á doña N. Baragaña. Es de arquitectura bizantina, parece remontarse su fábrica al siglo XI, y sirvió de alojamiento al rey don Pedro el Cruel cuando pasó á Asturias á hacer la guerra á su hermano bastardo Enrique de Trastamara, que se hiciera fuerte en Gijon. La casa de ayuntamiento ó del concejo es una de las mejores de España, y la primera de la provincia. Su frente, que ocupa todo un lado de la plaza de la Constitución, es de piedra de sillería con espaciosos soportales y once balcones de hierro. Por la espalda da esta casa descuella la torre del reloj, construida en estos últimos años. El interior de este edificio corresponde bien á su objeto pues contiene espaciosos salones, capilla y archivo. En este que es uno de las mas ricos y bien ordenados de la provincia, se custodian multitud de cartas ó priviligios reales, entre las que sobresale la notabilísima carta–puebla, ó sean fueros de Aviles, otorgada por el emperador don Alonso VII, en enero de 1155. Este documento es apreciabilísimo por su importancia para la historia de la lengua, pues es la escritura mas antigua que se conserva en castellano, si castellano puede llamarse aquel lenguaje bárbaro é informe nacido del latín corrompido y de algunas palabras árabes, que formó no mas que un siglo mas tarde, el elegante idioma en que fueron redactadas Las Partidas. La citada carta–puebla está escrita en una gran piel de ternera, á medio adobar, con letra muy clara é igual, y firman en ella el emperador, su esposa, sus hijos, varios condes, prelados y merinos. Antes de despedirnos de Aviles quisimos visitar una de las abundantes minas de carbon de piedra que hay en sus inmediaciones, en lo que empleamos la mayor parte del dia siguiente, que fué para nosotros agradable desde luego; elegimos para nuestro examen la de Amas, que dista tres cuartos de legua, y cuyas galerías están en su mayor parte cavadas debajo del mar. La estraccion del mineral se hace con mucha premura y facilidad por medio de dos ferro–
Se llega por fin á Aviles. Desde luego gusta el agradable y aseado aspecto de la villa. Cómpónese de novecientas casas, es cabeza del partido judicial y del concejo de su nombre.
Tiene también minas de hierro y carbon de piedra, pero las primeras no se benefician. Ademas del martinete de Villa–Alegre de que ya hemos hablado, hay otras fábricas de lona, curtidos, cristales, de tejidos finos, de lino, y finalmente, hornos de cal al estilo de Bélgica. La población de Aviles asciende á 5.600 almas, y las mugeres se distinguen por su belleza, gracia en el vestir y disposición especial para la música vocal.
Muchos escritores modernos dicen ser Aviles la antigua Argenteola de Ptolomeo, pero otros, combinando varios testos de Plinio, demuestran con mejores fundamentos que es Aviles la ciudad de los Zoelas. Quiéranse encontrar también en el nombre actual de la villa la alusión del antiguo, pues derivando á Zoela del hebreo Thoen, ganado de ovejas, y de Zoela zoelœ, los ovejeros, lo convierten en un sinónimo latino Opiliones, y de aqui Aviliones y Aviles. Aunque esta opinion sea la verdadera, y por consiguiente tenga la villa una antigüedad tan remota, no vuelve á leerse su nombre en la historia hasta muchos siglos después. Alfonso VI la dio fueros ó carta–puebla, que confirmaron después Alfonso VII y sus sucesores. El rey Fernando II concedió á la catedral de Oviedo en 1188 la tercera parte de las rentas de Aviles. En el reinado de San Fernando, en el sitio de Sevilla, se distinguió un hijo de esta villa, llamado Rui Perez de Aviles, que con su navio, cuya proa iba «ferrada» rompió una gruesa cadena que los sitiados pusieron desde la torre del Oro al castillo de Triana, para impedir el paso del rio Guadalquivir. A esta hazaña alude el escudo de la villa, que consiste en un navio con sierra en la proa, rompiendo una cadena que une dos castillos sobre unas ondas, y una cruz en el palo mayor. El 9 de julio de 1373, el rey don Enrique II hizo merced á la villa para que tuviese por su alfon agregado la tierra de Gonon, Garrendo, Corveta, Illas y Castrillon, y en 1378 se reunieron en Aviles los principales nobles de todos les concejos de Asturias para celebrar una junta con motivo de la sublevación y desgracias sobrevenidas al pais, por la resistencia que hizo al pago de la nueva contribución impuesta por el merino mayor de Asturias Gonzalo Suarez de Arguelles. En tiempo de la guerra de la Independencia, también se distinguió Aviles en defensa de la causa nacional, pero no consultando sus habitantes sino su patriotismo, esperaron á los franceses sin organización ni armas, y sufrieron una derrota considerable.
Desde luego debe darse principio á la revista del pueblo por las iglesias. Hay cuatro en esta villa; la parroquia dedicada á San Nicolás de Bari, es un edificio antiguo que tiene de notable la pila del agua bendita, formada por un gran chapitel corintio ahuecado, resto de algún edificio romano; el sepulcro del nombrado Pedro Menendez de Aviles; otros que pertenecen al género gótico, de los marqueses de Campo–Sagrado; y finalmente la bella capilla de los Alas, edificada en el siglo XIII, y en la que se ve un delicadísimo y primoroso bajo relieve que representa todos los sucesos de la vida de Jesucristo. En la iglesia del extinguido convento de San Francisco hay también algunos sepulcros de familias nobles del país. El convenio de la Merced es un bonito edificio que ostenta una armoniosa, y estensa fachada, y en él están situadas las oficinas de la administración de rentas, una de las escuelas públicas y la fábrica de tejidos. La iglesia de este convenio, aunque es la mas sólida y elegante del pueblo, está actualmente cerrada al culto. La del monasterio de San Bernardo, que está á cargo de las religiosas de esta orden llamadas Huelgas, nada ofrece de particular. Este monasterio fué trasladado á Aviles en el siglo XV, desde el lugar de Gua, en el concejo de Somiedo, por la poca moralidad y disciplina que guardaban las religiosas en aquel lugar casi desierto. Hay otra parroquia titulada de Santo Tomás Cantuariense, que está en el arrabal de Sabujo. Son dignos de observarse el palacio de los marqueses de Santiago, grande y suntuoso edificio de piedra de sillería con dos pisos y adornado de columnas corintias y toscanas y de multitud de arabescos de buen gusto; tiene en el frente principal diez y ocho balcones y doce ventanas, una torre á cada lado, y en el centro un ático en el que se ve un grande y bien trabajado escudo de armas compuesto de dos cuarteles con los Alas y Bernardo de Quirós. Otra casa digna de la atención de los arqueólogos es la que perteneció á la familia de Peon de la Vega, y hoy á doña N. Baragaña. Es de arquitectura bizantina, parece remontarse su fábrica al siglo XI, y sirvió de alojamiento al rey don Pedro el Cruel cuando pasó á Asturias á hacer la guerra á su hermano bastardo Enrique de Trastamara, que se hiciera fuerte en Gijon. La casa de ayuntamiento ó del concejo es una de las mejores de España, y la primera de la provincia. Su frente, que ocupa todo un lado de la plaza de la Constitución, es de piedra de sillería con espaciosos soportales y once balcones de hierro. Por la espalda da esta casa descuella la torre del reloj, construida en estos últimos años. El interior de este edificio corresponde bien á su objeto pues contiene espaciosos salones, capilla y archivo. En este que es uno de las mas ricos y bien ordenados de la provincia, se custodian multitud de cartas ó priviligios reales, entre las que sobresale la notabilísima carta–puebla, ó sean fueros de Aviles, otorgada por el emperador don Alonso VII, en enero de 1155. Este documento es apreciabilísimo por su importancia para la historia de la lengua, pues es la escritura mas antigua que se conserva en castellano, si castellano puede llamarse aquel lenguaje bárbaro é informe nacido del latín corrompido y de algunas palabras árabes, que formó no mas que un siglo mas tarde, el elegante idioma en que fueron redactadas Las Partidas. La citada carta–puebla está escrita en una gran piel de ternera, á medio adobar, con letra muy clara é igual, y firman en ella el emperador, su esposa, sus hijos, varios condes, prelados y merinos. Antes de despedirnos de Aviles quisimos visitar una de las abundantes minas de carbon de piedra que hay en sus inmediaciones, en lo que empleamos la mayor parte del dia siguiente, que fué para nosotros agradable desde luego; elegimos para nuestro examen la de Amas, que dista tres cuartos de legua, y cuyas galerías están en su mayor parte cavadas debajo del mar. La estraccion del mineral se hace con mucha premura y facilidad por medio de dos ferro–
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