sábado, febrero 12, 2011

Viage ilustrado (Pág. 544)

Al otro dia la gran campana del castillo convocaba con sus repetidos golpes á los vasallos de Gauzon, mas no era de fiesta su fúnebre clamoreo. La vieja capilla de Alfonso el Magno, estaba enlutada, mas las flores con que se engalanara pocas horas antes aun no estaban marchitas. Ante el altar se veian tres féretros, circundados de gruesos cirios amarillos los ocupaban los cadáveres de Alfonso, Elvira y el padre Mauro. Este había envenenado la hostia con que dijera misa, y las dos formas que sirvieran para la comunion de Alfonso y Elvira.
Aqui termina la leyenda. Después se atraviesa casi todo el concejo de Parreño, dejando á la derecha el antiguo torreón de Coyanca, y otro á él cercano cuyo nombre no recuerdo, y á la izquierda la ensenada de Peran, la punta de Socampos, el pequeño puerto de Antrellusa, donde se encuentran restos de población, y de algunas obras en el puerto que sirve con frecuencia de abrigo á las lanchas pescadoras que no pueden arribar á Candas, y finalmente la punta de Abiado, en el que hay vestigios de castillo ó atalaya. Al llegar al rio Aboño, que divide el concejo de Carreño del de Gijon, se pasa por el lugar de Carrio, donde se ve una casa de campo del conde de Peñalba, fundada sobre el antiguo solar de la familia de Carrio, que procede de un caballero del rey don Alonso II, el Casto, en señal de lo que conserva en sus armas la cruz llamada de los Angeles, insignia particular de aquel rey; una particularidad tiene la casa de Carrio, y es estar formado el altar de su capilla con restos de las famosas Aras Sextinas (Arœ Sexliœ) erigidas por Sexto Apuleyo, en honor de Augusto en el cabo Torres, que es una especie de península enfrente de Gijon formada por el rio Abaño y el mar.
Pomponio Mela dice hablando de estos célebres monumentos. «En la costa délos asturos está el pueblo de Noega, y las tres Aras Sextinas, sagradas y dignas de veneración, por el nombre de Augusto, que honran á sitios antes tan abandonados.» Ptolomeo las menciona también, y tuvieron por objeto perpetuar la memoria de la conquista del pais de los asturos, por la que el senado concedió á Augusto los honores del triunfo. Eran, pues, tres las Aras Sextinas, tenían forma de pirámides y una escalera interior de caracol, para subir á la cúspide. En el cabo Torres se ven aun sus cimientos.
El rio Abono, que cria escelentes anguilas y truchas, y que cuando crece la marea es bastante caudaloso, se pasa en este punto por medio de una barca, y después de subir un monte que se alza en la opuesta orilla, y cuyo estremo que se sepulta en el mar forma el Cabo Torres, de que hemos hablado, se presenta á la vista la hermosa villa y puerto de Gijon, circundada por una parte de una grande y amena llanura del mas agradable aspecto, y de la otra el mar. Toda la campiña de Gijon, llena de árboles y sembrados, está perfectamente cultivada y ostenta numerosas pumaradas ó bosques de manzanos.
La villa de Gijon, cuyo puerto habilitado es el mejor de la costa asturiana, por si buen fondeadero, es también la mas bonita, rica y aseada de toda la provincia. Se compone de mil veinte y dos casas, casi todas de bello aspecto y de buena construcción, que forman calles rectas, anchas, limpias y bien empedradas. Hace algunos años comenzaron á construirse sólidas fortificaciones que rodean la villa y la dan consideración de plaza fuerte. Entre los edificios públicos sobresalen el Instituto asturiano, primer establecimiento de este género en España y fundación del célebre don Gaspar Melchor de Jovellanos, que le enriqueció con una escogida y numerosa biblioteca, y en el que hay enseñanzas públicas de matemáticas, náutica, dibujo y lengua francesa. Tiene tambien un pequeño gabinete de máquinas. La parroquia dedicada a San Pedro, aunque es grande, nada presenta mas que algunos sepulcros antiguos, y el del ilustre Jovellanos que se vé al lado del altar mayor. Tambien hay una colegiata de patronato del marqués de San Esteban del Mar; cuyo grandioso palacio en forma de castillo feudal y flanqueado por dos corpulentos torreones coronados de almenas, domina el puerto artificial formado por magníficos muelles, y en el que se ven flotar las banderas de todas las naciones comerciantes de Europa. Otro palacio, también en forma de castillo, llamado de Valdés por pertenecer á esta familia, está situado á la inmediación de la parroquia; tiene á su frente un bonito jardín público, y hoy es posesión del citado marqués de San Esteban. Hay en la villa varias ermitas ó capillas de particulares, un convento de agustinas recoletas, un hospital, excelente; paseos, dos grandes fábricas, una de cristal, y otra de cigarros, dos teatros, uno público muy reducido y otro particular. Al estremo de la calle principal y salida para Oviedo, se eleva el monumento mas moderno y también el mas suntuoso de los que en Asturias se encuentran dedicados al rey don Pelayo. Consiste en un bello arco de triunfo de arquitectura dórica y de decoración sencilla pero elegante. Es de piedra de sillería y tiene tres entradas, la del centro en forma de arco, y las colaterales cuadradas. La primera que hemos nombrado está adornada con cuatro pilastras, y sobre su cornisa se eleva un ático con las armas de la villa, que consisten en la imagen del rey Pelayo con la espada desnuda en una mano y la cruz de la Victoria en la otra. A ambos lados de este escudo está escrita en una gran lápida la siguiente inscripción:


Infans Pelagius
E. Gothorum sanguine regum,
Hispanæ libertatis, religionis que restauratis
Senatus populus que Gigionensis.
Regali civili donnum dedere
Anuo Dm. Ntri. J. C. MDCCLXXXV.


En la fachada opuesta que es la que da frente al camino, se ven las armas de Castilla y Leon, y á los lados se lee:


Ánmienti Carolo III patre patriæ
Principatus asturicensis comercio é utilitate
Incolarum consulens, viam hane
A mari obetum usque apervit.
Anno humanæ reparatæ MDCCLXXXV.


La ereccion de es arco fué pensamiento de Jovellanos, cuando por mediacion suya se construyó el camino de Gijon á Oviedo y Madrid.
A un cuarto de legua escaso de Gijon está el renombrado santuario de Nuestra Señora de Contrueces, edificado sobre una pequeña colina, que domina toda la hermosa campiña, que con la villa y el mar forma la mas interesante perspectiva. Este santuario y el palacio á el contiguo tienen recuerdos históricos, pues

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