pendiosa, y acerca de ésto puede asegurarse sin vacilar que no hay en Europa soberano alguno que pueda comparar el lujo de su casa al que ostenta el interior del serrallo.
En el centro de la calle de Pera se distingue un palacio inmenso en el cual se hallan alojados, alimentados y educados una porcion de jóvenes á espensas del Estado, los cuales están destinados á ser pages del sultan y á desempeñar los principales cargos de la córte. Los codjas ó preceptores acuden todos los dias á enseñarles el turco, el árabe y el persa, y á instruirlos en la escritura y en los preceptos del Coran. Tambien se les ejercita en lanzar el djerid, en montar á caballo y en el manejo del sable. Los eunucos blancos á cuya custodia se hallan confiados, los tratan con la mayor severidad. Visten de blanco y comen sóbriamente, y son hijos de cristianos cogidos en la guerra ó comprados en Georgia y Circasia: tambien los hay procedentes de distintas fronteras del imperio, y por último, desde que los turcos no están en guerra como antiguamente con los pueblos de la cristiandad, se admiten tambien hijos de musulmanes. Los que muestran mas capacidad son los primeros que salen á pages, ocupando sucesivamente los demas las plazas vacantes y despues los cargos importantes del serrallo.
Entre los jóvenes cogidos en la guerra, comprados o traidos de todas partes, el mayor número que se designan con el nombre de adjem-oglam, está destinado á los empleos pequeños del serrallo, haciéndolos porteros, carpinteros, cocineros, aguadores y aun criados, aunque de estos rara vez se encuentra uno que sea hijo de musulman.
Los bostangis ó jardineros ascienden al número de diez mil; su gefe se llama bostangi-bachi; y su poder es sumamente estenso, pues no solamente tiene el mando absoluto sobre todos los palacios y jardines del rey, sino tambien la policía de los alrededores de la capital y del canal hasta la embocadura del Mar Negro. Los bostangis son todos hijos de musulmanes, están casi todos casados, y reciben un sueldo muy bueno.
Segun las costumbres orientales no hay visitas ni conferencias secretas á que no se hallen presentes los servidores ó esclavos La política exige que se sirva café, que se traiga de cuando en cuando una pipa llena de tabaco y encendida, y con arreglo á la clase y dignidad del estrangero, que se ofrezcan sorbetes, esencias y perfumes. Aun cuando se encuentre solo el musulman necesita de uno qué se halle junto á él para que le dé pipa y café.
Los capidgis ó porteros, cuyo número es bastante considerable, vigilan en las puertas esteriores del palacio; pero no hay que confundirlos con los capidgis-bachis, especie de chambelanes, cuya plaza es honrosa y lucrativa, y que están encargados de ejecutar las órdenes del sultan, como por ejemplo, cortar la cabeza de un rebelde ó de un concusionario, llevar la nueva del nombramiento á un gobierno, ir á recoger las sucesiones de los grandes oficiales del imperio, etc. El gefe de estos, que siempre sale de entre ellos mismos, se llama mir-alem. Los capidgis-bachis ascienden á veces á la dignidad de bajá de dos colas.
Como sucesor de los califas, el sultan reusume en sí todos los poderes; es soberano absoluto, legislador, pontifice y gefe supremo de la religion; puede hacer, cambiar y modificar, segun su capricho, las leyes del Estado; es dueño de las vidas y haciendas de todos sus oficiales y agentes que mantiene, á pesar de todo lo cual, tropezaria con invencibles obstáculos si intentase tocar á las leyes fundamentales depositadas en el libro del Profeta, y aun á otras muchas consagradas ya como aquellas por un uso inmemorial. Al establecer los impuestos, tiene tambien el sultan presente la máxima de no sobrecargar mucho al pueblo, dispuesto siempre a manifestar su indignacion, á sublevarse, a pedir la cabeza del visir, y aun á deponer al sultan, entregándose á toda clase de escesos. La historia de este pueblo presenta una multitud de ejemplos de sultanes y de visires muertos ó depuestos. Hemos dicho que el sultan es árbitro de la vida de todos aquellos que reciben un sueldo del Estado, desde el gran visir hasta el simple soldado, pero no puede legalmente hacer morir á un particular, ni apoderarse de sus bienes, sin un juicio prévio y una sentencia judicial.
El gran visir ó visir-azem es el primer ministro o mas bien el lugar-teniente del sultan, y aunque su poder es inmenso, su responsabilidad le iguala. El chiaga es quien le sigue en facultades, y despues de estos el reis-effendi ó secretario de Estado, y el agá de los genízaros Son los dignatarios mas importantes. Es muy comun, mediante la aplicacion y la asiduidad, subir del mas humilde puesto á estas plazas, como igualmente á las de muphtí ó gran sacerdote, de pachaes ó gobernadores de provincia, de jueces civiles y otros cargos, siendo muchas veces quien los obtienen hijos de esclavos cogidos en la guerra con los tártaros ó con los cristianos. Educados en la escuela de la adversidad, llegando á tan eminentes empleos a traves de dificultades de todo género, se distinguen generalmente por su habilidad y destreza.
En manos de los oulemas se halla el depósito de las leyes, y á estos corresponde el interpretarlas. Tambien son intérpretes de la religion y el Corán es el código universal de donde sacan sus sentencias. Examinemos un instante como está constituido este cuerpo, que es el mas ilustrado del imperio otomano.
El muphutí ó cheik-islam es el gefe supremo de la religion de Mahoma y el oráculo á quien se consulta, llamándose sus decisiones fetfas. El sultan recurre á él en todos los casos difíciles y árduos, y nunca promulga ninguna ley, ni hace declaracion de guerra, ni establece impuesto alguno, sin obtener de antemano un fetfa. Este eminentísimo cargo serviria sin duda alguna de contrapeso á la autoridad casi absoluta del soberano, si éste no tuviese la facultad de nombrar al muphtí, de desterrarlo, de deponerlo, y aun de hacerlo matar despues de destituido, por lo cual acontece muy rara vez que el muphtí se oponga á los designios del sultan y de sus ministros. Fuera de esto goza de una altísima consideracion.
El muphtí presenta anualmente al sultan una lista para el nombramiento de dos kadileskers, del stambol-effendi y de los mollas de las ciudades principales. En Constantinopla hay dos kadileskers, el de la Romelia ó Turquía europea, y el de la Anatolia ó Turquia asiatica. Uno y otro asisten al divan del gran visir, oyen y discuten los asuntos que allí se tratan, despues de lo cual el kadilesker de Romelia pronuncia su sentencia. No ocupan este puesto mas que un año, y ellos son los que nombran todos los kadies del imperio, ventaja muy grande en un pais en que todo se vende.
Despues de estos está el stambol-effendi o juez de la capital, que es el que tiene en particular conoci-
En el centro de la calle de Pera se distingue un palacio inmenso en el cual se hallan alojados, alimentados y educados una porcion de jóvenes á espensas del Estado, los cuales están destinados á ser pages del sultan y á desempeñar los principales cargos de la córte. Los codjas ó preceptores acuden todos los dias á enseñarles el turco, el árabe y el persa, y á instruirlos en la escritura y en los preceptos del Coran. Tambien se les ejercita en lanzar el djerid, en montar á caballo y en el manejo del sable. Los eunucos blancos á cuya custodia se hallan confiados, los tratan con la mayor severidad. Visten de blanco y comen sóbriamente, y son hijos de cristianos cogidos en la guerra ó comprados en Georgia y Circasia: tambien los hay procedentes de distintas fronteras del imperio, y por último, desde que los turcos no están en guerra como antiguamente con los pueblos de la cristiandad, se admiten tambien hijos de musulmanes. Los que muestran mas capacidad son los primeros que salen á pages, ocupando sucesivamente los demas las plazas vacantes y despues los cargos importantes del serrallo.
Entre los jóvenes cogidos en la guerra, comprados o traidos de todas partes, el mayor número que se designan con el nombre de adjem-oglam, está destinado á los empleos pequeños del serrallo, haciéndolos porteros, carpinteros, cocineros, aguadores y aun criados, aunque de estos rara vez se encuentra uno que sea hijo de musulman.
Los bostangis ó jardineros ascienden al número de diez mil; su gefe se llama bostangi-bachi; y su poder es sumamente estenso, pues no solamente tiene el mando absoluto sobre todos los palacios y jardines del rey, sino tambien la policía de los alrededores de la capital y del canal hasta la embocadura del Mar Negro. Los bostangis son todos hijos de musulmanes, están casi todos casados, y reciben un sueldo muy bueno.
Segun las costumbres orientales no hay visitas ni conferencias secretas á que no se hallen presentes los servidores ó esclavos La política exige que se sirva café, que se traiga de cuando en cuando una pipa llena de tabaco y encendida, y con arreglo á la clase y dignidad del estrangero, que se ofrezcan sorbetes, esencias y perfumes. Aun cuando se encuentre solo el musulman necesita de uno qué se halle junto á él para que le dé pipa y café.
Los capidgis ó porteros, cuyo número es bastante considerable, vigilan en las puertas esteriores del palacio; pero no hay que confundirlos con los capidgis-bachis, especie de chambelanes, cuya plaza es honrosa y lucrativa, y que están encargados de ejecutar las órdenes del sultan, como por ejemplo, cortar la cabeza de un rebelde ó de un concusionario, llevar la nueva del nombramiento á un gobierno, ir á recoger las sucesiones de los grandes oficiales del imperio, etc. El gefe de estos, que siempre sale de entre ellos mismos, se llama mir-alem. Los capidgis-bachis ascienden á veces á la dignidad de bajá de dos colas.
Como sucesor de los califas, el sultan reusume en sí todos los poderes; es soberano absoluto, legislador, pontifice y gefe supremo de la religion; puede hacer, cambiar y modificar, segun su capricho, las leyes del Estado; es dueño de las vidas y haciendas de todos sus oficiales y agentes que mantiene, á pesar de todo lo cual, tropezaria con invencibles obstáculos si intentase tocar á las leyes fundamentales depositadas en el libro del Profeta, y aun á otras muchas consagradas ya como aquellas por un uso inmemorial. Al establecer los impuestos, tiene tambien el sultan presente la máxima de no sobrecargar mucho al pueblo, dispuesto siempre a manifestar su indignacion, á sublevarse, a pedir la cabeza del visir, y aun á deponer al sultan, entregándose á toda clase de escesos. La historia de este pueblo presenta una multitud de ejemplos de sultanes y de visires muertos ó depuestos. Hemos dicho que el sultan es árbitro de la vida de todos aquellos que reciben un sueldo del Estado, desde el gran visir hasta el simple soldado, pero no puede legalmente hacer morir á un particular, ni apoderarse de sus bienes, sin un juicio prévio y una sentencia judicial.
El gran visir ó visir-azem es el primer ministro o mas bien el lugar-teniente del sultan, y aunque su poder es inmenso, su responsabilidad le iguala. El chiaga es quien le sigue en facultades, y despues de estos el reis-effendi ó secretario de Estado, y el agá de los genízaros Son los dignatarios mas importantes. Es muy comun, mediante la aplicacion y la asiduidad, subir del mas humilde puesto á estas plazas, como igualmente á las de muphtí ó gran sacerdote, de pachaes ó gobernadores de provincia, de jueces civiles y otros cargos, siendo muchas veces quien los obtienen hijos de esclavos cogidos en la guerra con los tártaros ó con los cristianos. Educados en la escuela de la adversidad, llegando á tan eminentes empleos a traves de dificultades de todo género, se distinguen generalmente por su habilidad y destreza.
En manos de los oulemas se halla el depósito de las leyes, y á estos corresponde el interpretarlas. Tambien son intérpretes de la religion y el Corán es el código universal de donde sacan sus sentencias. Examinemos un instante como está constituido este cuerpo, que es el mas ilustrado del imperio otomano.
El muphutí ó cheik-islam es el gefe supremo de la religion de Mahoma y el oráculo á quien se consulta, llamándose sus decisiones fetfas. El sultan recurre á él en todos los casos difíciles y árduos, y nunca promulga ninguna ley, ni hace declaracion de guerra, ni establece impuesto alguno, sin obtener de antemano un fetfa. Este eminentísimo cargo serviria sin duda alguna de contrapeso á la autoridad casi absoluta del soberano, si éste no tuviese la facultad de nombrar al muphtí, de desterrarlo, de deponerlo, y aun de hacerlo matar despues de destituido, por lo cual acontece muy rara vez que el muphtí se oponga á los designios del sultan y de sus ministros. Fuera de esto goza de una altísima consideracion.
El muphtí presenta anualmente al sultan una lista para el nombramiento de dos kadileskers, del stambol-effendi y de los mollas de las ciudades principales. En Constantinopla hay dos kadileskers, el de la Romelia ó Turquía europea, y el de la Anatolia ó Turquia asiatica. Uno y otro asisten al divan del gran visir, oyen y discuten los asuntos que allí se tratan, despues de lo cual el kadilesker de Romelia pronuncia su sentencia. No ocupan este puesto mas que un año, y ellos son los que nombran todos los kadies del imperio, ventaja muy grande en un pais en que todo se vende.
Despues de estos está el stambol-effendi o juez de la capital, que es el que tiene en particular conoci-
No hay comentarios:
Publicar un comentario