del cual se eleva el templo mas venerado, la mezquita Santa por escelencia, se reconoce perfectamente que aquel lugar es el sitio predilecto de los soberanos de la Gran Puerta. A aquella mezquita de Eyoub, en efecto, acuden los sultanes con gran pompa cinco ó seis dias después de su advenimiento para hacer consagrar su derecho á la mencion especial. El schéikg de los mewlewis, ó dervises saltadores, le ciñe el sable de Osman con las ceremonias de costumbres en semejantes circunstancias.
«La mezquita encierra las cenizas de San Cyub (el santo Job) compañero de armas de Osman. Este héroe sucumbió persiguiendo á los turcos: en el primer ataque que los hordas otomanas dirigieron contra Orzancio. Mahomet II, habiendo encontrado su cuerpo, le erigió aquella mezquita é hizo colocar en ella estas preciosas reliquias, que desde entonces han sido el objeto de la veneracion de los fieles creyentes.
»No podria suponerse nada mas hermoso, mas grande y mas pintoresco á la vez que aquel Elíseo colmado de árboles magníficos, de flores, de fuentes, de arroyos y de tumbas de todas formas y de infinitos colores, se ve un soberbio mausoleo de mármol blanco que sostiene una cúpula descubierta con verjas de hierro de la mas elegante arquitectura, á imitacion del de Validé sultan, la madre gloriosa de Selim III.
»Hemos tomado la vista esterior de este cementerio lleno de flores y plantas, para dar un ejemplo de lujo y de la risueña poesía con que los musulmanes revestian la muerte, tan lúgubre entre nosotros. Cerca de este sitio se ve tambien la tumba de Hussein—Pachá, aquel esclavo georgiano que por su rara capacidad llegó á la dignidad de grande almirante. Una de esas fuentes turcas llamadas zebir está unida á aquel monumento por una piadosa fundacion del di—
«La mezquita encierra las cenizas de San Cyub (el santo Job) compañero de armas de Osman. Este héroe sucumbió persiguiendo á los turcos: en el primer ataque que los hordas otomanas dirigieron contra Orzancio. Mahomet II, habiendo encontrado su cuerpo, le erigió aquella mezquita é hizo colocar en ella estas preciosas reliquias, que desde entonces han sido el objeto de la veneracion de los fieles creyentes.
»No podria suponerse nada mas hermoso, mas grande y mas pintoresco á la vez que aquel Elíseo colmado de árboles magníficos, de flores, de fuentes, de arroyos y de tumbas de todas formas y de infinitos colores, se ve un soberbio mausoleo de mármol blanco que sostiene una cúpula descubierta con verjas de hierro de la mas elegante arquitectura, á imitacion del de Validé sultan, la madre gloriosa de Selim III.
»Hemos tomado la vista esterior de este cementerio lleno de flores y plantas, para dar un ejemplo de lujo y de la risueña poesía con que los musulmanes revestian la muerte, tan lúgubre entre nosotros. Cerca de este sitio se ve tambien la tumba de Hussein—Pachá, aquel esclavo georgiano que por su rara capacidad llegó á la dignidad de grande almirante. Una de esas fuentes turcas llamadas zebir está unida á aquel monumento por una piadosa fundacion del di—
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