Gombauld (1576―1656) y Malleville (1597―1647) adquirieron el uno por sus epigramas y el otro por su soneto de la bella Matinense una verdadera gloria. También se distinguió en los sonetos el poeta Desbarreaux (1602―1673). Los franceses se dividieron en uranistas y jobelinos, con motivo de dos sonetos, el uno de Voiture á Urania, y el otro de Bensarade sobre Job. Asi, mientras las pequeñas composiciones se llevaban la palma, mientras que florecía el genio burlesco, y Scarron (1610―1060) atraía todas las simpatías alrededor de sí, las grandes tentativas abortaban y quedaban reducidas al olvido. Su gloria presente era oscurecida por el tedio que las obras serias llevan consigo; su gloria venidera debía perecer á los tiros de una crítica zumbona, aficionada á versos regulares, pero desconocedora de la verdadera poesía. No se ha esplicado aun de una manera satisfactoria la causa de los débiles frutos que la poesía épica ha producido en Francia. Y no consiste en que este género de poesía no se haya ensayado en ese país, porque en el siglo XVII aparecieron muchas epopeyas, todas malas. Citaremos el Moisés, de Saint―Amand; el Alarico, de Scuderi; el Clodoveo, de Desmarets de Saint—Sorlin; la Farsalia, de Brébeuf; el San Luis, de Lemoyne; y la famosa Doncella de Orleans, de Chapelin. Todos estos poemas fueron condenados á la inmortalidad del ridículo por la pluma de Boileau. Este último (1636―1711), vino á dar, por decirlo asi, estabilidad á la literatura clásica, siguiendo, pero con mas rigor, la escuela de Malherbe y de Réguier.
En cuanto al teatro, después de seguir éste los impulsos del español, comenzaba á entrar en la senda clásica. A Alejandro Hardy siguieron Teófilo Víau (1590―1626), Tristan l´Hermite (1601―1655), Mairet (1601―1686). El cardenal Ríchelíeu se divertía en idear planes de obras dramáticas, y en confiar su ejecución á poetas pagados, cuyos nombres eran Bois Robert, Claudio de l'Estoile, Guillermo Collet,
En cuanto al teatro, después de seguir éste los impulsos del español, comenzaba á entrar en la senda clásica. A Alejandro Hardy siguieron Teófilo Víau (1590―1626), Tristan l´Hermite (1601―1655), Mairet (1601―1686). El cardenal Ríchelíeu se divertía en idear planes de obras dramáticas, y en confiar su ejecución á poetas pagados, cuyos nombres eran Bois Robert, Claudio de l'Estoile, Guillermo Collet,
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