ñana hasta por la noche que penetre libremente el aire en sus habitaciones. Las mugeres dan nombres estravagantes á todos los objetos que componen su trage. Entre los tipos particulares que Mr. Gaulhier—Stirum ha observado y dibujado en esta pequeña ciudad de pescadores, llamamos la atención sobre el guarda nocturno, ó lo que aqui llamamos serenos.
Los hacendados frisones son generalmente ricos; pero, no obstante, viven con la mayor sencillez. Casi todos tienen su carruage, del cual se sirven en el verano. Mr. Gaulhier—Stirum ha tenido la dicha de ver á Hindelopen durante la estación en que esta pequeña ciudad frisona ofrece al estrangero los cuadros mas característicos, es decir, durante el invierno. Ha asistido á las carreras de patines, que se verifican allí todos los años lo mismo que en las demás poblaciones de la Frisia. Una inmensa multitud acude siempre á este grande espectáculo. Es imposible habitar en este pais si no se sabe patinar, á menos que uno no resuelva condenarse á no salir de su habitación. Por esta razón los frisones patinan mejor que andan, y sobresalen estraordinariamente en este arte, que es para ellos mas que una agradable distracción una necesidad absoluta. Es verdad también que les enseñan este género de ejercicio desde su mas tierna infancia, y que le practican sin interrupción hasta que llegan á la edad mas avanzada. No bien los niños tienen la fuerza suficiente para sostenerse, cuando al punto sus padres les atan los patines á los pies y les enseñan á servirse de ellos para mantenerse y pasearse sobre la nieve. Un frison á los diez años de edad puede ya ser maestro en el arte de patinar; pero no llega á la perfección hasta que ha cumplido los veinte años, y pasada esta edad su talento empieza á declinar. A fin de escitar la emulación general se ha instituido por todas partes en la Frisia carreras de patines. «Es de admirar, dice monsieur Gaulhier—Stirum, ver con qué flexibilidad, con qué gracia y con qué rapidez estos individuos tan indolentes, tan pesados en la apariencia recorren en poquísimos minutos ese largo espacio. Es necesario ser testigo de semejante fenómeno para dar crédito á lo que digo.» Las mugeres toman también parte en estas carreras, que sin duda son mas interesantes que la de los hombres: si tienen menos fuerza son mas graciosas. «Asistí á una de estas carreras, dice Mr. Gauhtier—Stirum, y vi adjudicar el premio á una joven de quince años que se había mostrado superior á todas sus rivales, aun cuando era mas joven que todas ellas, y cuyo incomparable talento habia escitado la admiración de una multitud numerosa de espectadores.»
Con esto hemos dado término á la Holanda.
Los hacendados frisones son generalmente ricos; pero, no obstante, viven con la mayor sencillez. Casi todos tienen su carruage, del cual se sirven en el verano. Mr. Gaulhier—Stirum ha tenido la dicha de ver á Hindelopen durante la estación en que esta pequeña ciudad frisona ofrece al estrangero los cuadros mas característicos, es decir, durante el invierno. Ha asistido á las carreras de patines, que se verifican allí todos los años lo mismo que en las demás poblaciones de la Frisia. Una inmensa multitud acude siempre á este grande espectáculo. Es imposible habitar en este pais si no se sabe patinar, á menos que uno no resuelva condenarse á no salir de su habitación. Por esta razón los frisones patinan mejor que andan, y sobresalen estraordinariamente en este arte, que es para ellos mas que una agradable distracción una necesidad absoluta. Es verdad también que les enseñan este género de ejercicio desde su mas tierna infancia, y que le practican sin interrupción hasta que llegan á la edad mas avanzada. No bien los niños tienen la fuerza suficiente para sostenerse, cuando al punto sus padres les atan los patines á los pies y les enseñan á servirse de ellos para mantenerse y pasearse sobre la nieve. Un frison á los diez años de edad puede ya ser maestro en el arte de patinar; pero no llega á la perfección hasta que ha cumplido los veinte años, y pasada esta edad su talento empieza á declinar. A fin de escitar la emulación general se ha instituido por todas partes en la Frisia carreras de patines. «Es de admirar, dice monsieur Gaulhier—Stirum, ver con qué flexibilidad, con qué gracia y con qué rapidez estos individuos tan indolentes, tan pesados en la apariencia recorren en poquísimos minutos ese largo espacio. Es necesario ser testigo de semejante fenómeno para dar crédito á lo que digo.» Las mugeres toman también parte en estas carreras, que sin duda son mas interesantes que la de los hombres: si tienen menos fuerza son mas graciosas. «Asistí á una de estas carreras, dice Mr. Gauhtier—Stirum, y vi adjudicar el premio á una joven de quince años que se había mostrado superior á todas sus rivales, aun cuando era mas joven que todas ellas, y cuyo incomparable talento habia escitado la admiración de una multitud numerosa de espectadores.»
Con esto hemos dado término á la Holanda.
BÉLGICA.
La Bélgica, en otro tiempo parte de los Países Bajos, erigida en reino el 20 de diciembre de 1830 en favor del príncipe de Sajonia Coburgo. Este pequeño reino está limitado al Norte por la Holanda, al Este por la Holanda y la Prusia riniana, y al Sur por la Francia, que la cerca todavía al Oeste con la mar del Norte.
La Bélgica está dividida administrativamente en nueve provincias, á saber: el Brabante Meridional, del cual es capital Bruselas, al mismo tiempo que lo es del reino; la provincia de Amberes, cuya capital es Amberes; la Flandes Oriental, su capital Gante; la Flandes Occidental, que tiene por capital á Brujas; el Hainaut, su capital Mons; la provincia de Namur, de que es capital Namur; la de Liege, que también da nombre á su capital, y el Limburgo belga, cuya capital es Hasselt, y el Luxemburgo belga, del cual lo es Arlon.
Este pais goza de una temperatura dulce y sana, y su suelo presenta una gran variedad de árboles, de prados y de campos. Lo bañan tres rios principales, el Escalda, el Meusa y el Rhin. La industria de los belgas es conocida hace mucho tiempo, y se ejercita particularmente en tules, encages, algodones, tapices, paños, pieles y otros efectos.
El gobierno de la Bélgica es una monarquía constitucional con una cámara de senadores y otra de diputados, y el catolicismo es la religión dominante.
Antes de hablar de las principales ciudades de la Bélgica, digamos algo respecto á su historia, comercio, literatura, etc., etc.
Cuando César fué á hacer la conquista de las Galias, los belgas habitaban el pais que tenia por límites el Rhin, el Océano, el Sena, el Marne y la parte occidental de los Vosgues. Aquella región estuvo en un principio ocupada por los celtas. César dice efectivamente en sus Comentarios: «La mayor parte de los belgas procedía de los germanos, que seducidos por la fertilidad de aquel pais, habian pasado en otro tiempo el Rhin y arrojado de él á los galos (1).» Pero se ignora la época y circunstancias de aquella invasión, y únicamente se sabe que se efectuó mucho tiempo antes de la conquista de las Galias por César: antiquitus transductos, dice este. Los sabios están divididos en dos opiniones en cuanto al origen de los belgas. Mr. Rapsael los hace venir de la laguna Meotides y de la Panonia, ó de la Pequeña Tartaria y Grande Hungría. Mr. de Roches, que tan concienzudamente ha estudiado la historia antigua de los Países Bajos austríacos, los hace descender de los pueblos escíticos. No hablamos aquí sino como una memoria de todos esos antiguos reyes belgas enumerados con esmero por el marqués Fortia de Urban, y de la opinión que hace á los belgas y francos descendientes de los troyanos. Otra cuestión muy difícil de resolver es la época en que las tribus germánicas espulsaron á los celtas de la Bélgica. Mr. Roches opina que aquella espulsion tuvo lugar antes de la espedicion de los galos al Asia Menor, hacia el año 280 de la era vulgar; pero Mr. Schayes, en su interesante historia titulada Los Países Bajos antes y durante la dominación romana, combate esta opinión, y establece que las invasiones de los germanos en la Bélgica se efectuaron entre los años 200 y 130 de la era vulgar. Cuando la conquista de César (58 años antes de Jesucristo), no solo toda la Bélgica actual, sino toda la parte de las Galias inmediata al Rhin, estaba en poder de los germanos y ocupada por los pueblos germánicos designados con los nombres de vénetos, tribocos, vangiones, treviros, menapienses, nervienses, centrones, grudienses, levacienses, pleumoxienses, geldunienses, eburones, cerosienses, condrusienses, sequienses, pemanienses, ambivaritas, bátavos y caninefatos. Todas estas tribus, á escepcion de las tres primeras y las dos últimas, ocupaban algún punto de la Bélgica actual. No entra en nuestro plan el referir minuciosamente la conquista de César; nos contentaremos con estractar de sus Comentarios el cuadro de la pobla—
(1) Bellum Gallicum, lib. II, cap. III.
La Bélgica está dividida administrativamente en nueve provincias, á saber: el Brabante Meridional, del cual es capital Bruselas, al mismo tiempo que lo es del reino; la provincia de Amberes, cuya capital es Amberes; la Flandes Oriental, su capital Gante; la Flandes Occidental, que tiene por capital á Brujas; el Hainaut, su capital Mons; la provincia de Namur, de que es capital Namur; la de Liege, que también da nombre á su capital, y el Limburgo belga, cuya capital es Hasselt, y el Luxemburgo belga, del cual lo es Arlon.
Este pais goza de una temperatura dulce y sana, y su suelo presenta una gran variedad de árboles, de prados y de campos. Lo bañan tres rios principales, el Escalda, el Meusa y el Rhin. La industria de los belgas es conocida hace mucho tiempo, y se ejercita particularmente en tules, encages, algodones, tapices, paños, pieles y otros efectos.
El gobierno de la Bélgica es una monarquía constitucional con una cámara de senadores y otra de diputados, y el catolicismo es la religión dominante.
Antes de hablar de las principales ciudades de la Bélgica, digamos algo respecto á su historia, comercio, literatura, etc., etc.
Cuando César fué á hacer la conquista de las Galias, los belgas habitaban el pais que tenia por límites el Rhin, el Océano, el Sena, el Marne y la parte occidental de los Vosgues. Aquella región estuvo en un principio ocupada por los celtas. César dice efectivamente en sus Comentarios: «La mayor parte de los belgas procedía de los germanos, que seducidos por la fertilidad de aquel pais, habian pasado en otro tiempo el Rhin y arrojado de él á los galos (1).» Pero se ignora la época y circunstancias de aquella invasión, y únicamente se sabe que se efectuó mucho tiempo antes de la conquista de las Galias por César: antiquitus transductos, dice este. Los sabios están divididos en dos opiniones en cuanto al origen de los belgas. Mr. Rapsael los hace venir de la laguna Meotides y de la Panonia, ó de la Pequeña Tartaria y Grande Hungría. Mr. de Roches, que tan concienzudamente ha estudiado la historia antigua de los Países Bajos austríacos, los hace descender de los pueblos escíticos. No hablamos aquí sino como una memoria de todos esos antiguos reyes belgas enumerados con esmero por el marqués Fortia de Urban, y de la opinión que hace á los belgas y francos descendientes de los troyanos. Otra cuestión muy difícil de resolver es la época en que las tribus germánicas espulsaron á los celtas de la Bélgica. Mr. Roches opina que aquella espulsion tuvo lugar antes de la espedicion de los galos al Asia Menor, hacia el año 280 de la era vulgar; pero Mr. Schayes, en su interesante historia titulada Los Países Bajos antes y durante la dominación romana, combate esta opinión, y establece que las invasiones de los germanos en la Bélgica se efectuaron entre los años 200 y 130 de la era vulgar. Cuando la conquista de César (58 años antes de Jesucristo), no solo toda la Bélgica actual, sino toda la parte de las Galias inmediata al Rhin, estaba en poder de los germanos y ocupada por los pueblos germánicos designados con los nombres de vénetos, tribocos, vangiones, treviros, menapienses, nervienses, centrones, grudienses, levacienses, pleumoxienses, geldunienses, eburones, cerosienses, condrusienses, sequienses, pemanienses, ambivaritas, bátavos y caninefatos. Todas estas tribus, á escepcion de las tres primeras y las dos últimas, ocupaban algún punto de la Bélgica actual. No entra en nuestro plan el referir minuciosamente la conquista de César; nos contentaremos con estractar de sus Comentarios el cuadro de la pobla—
(1) Bellum Gallicum, lib. II, cap. III.
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