domingo, marzo 02, 2008

Viage ilustrado (Pág. 188)

Corredores de canales

ni en las calles no se ven curiosos. En Holanda los negocios no se hacen con ruido, ni tampoco se trabaja en los oficios como en los demás paises. El obrero se dirige lentamente á su trabajo, el comerciante toma con gravedad el camino de la bolsa, y los ociosos se sientan en las tiendas de licores sin gritar ni reir. Nadie hay menos sociable que el holandés. En la mayor parte de las casas hay una cadena de hierro que se estiende todo lo largo de la fachada, y que contiene á los transeúntes á cinco pies de distancia. Las puertas, pintadas y adornadas con un magnífico llamador de cobre, permanecen siempre herméticamente cerradas, y los balcones tienen por la parte interior una cortinilla blanca qué ocupa todo su ancho. Dirían se que eran mansiones desiertas ó habitadas por hombres sumergidos en un sueño fabuloso como los personages de ciertos cuentos de hadas... pero si llega un estrangero, dice Mr. Marmier, no se atendrá al aspecto esterior del pais tratará de penetrar las costumbres domésticas, y en el genio comercial de los holandeses, y de romper esa cubierta, á veces un poco seca y áspera, que encubre tantas cualidades escelentes, y amará la Holanda, y se felicitará y envanecerá de hacerla la justicia que tan rara vez se le concede.
Ademas de los paseos de la muralla, Leeuwarden tiene un hermoso jardín que perteneció en otro tiempo al príncipe de Orange, y de que la ciudad se ha apoderado. Allí durante los calorosos dias del estío, la señoras frisonas se deciden algunas veces á presentar entre los paseantes con su rico trage nacional, y ejecutar incesantes y curiosas maniobras, ya para preservarse del calor del sol con el estraño sombrero con que cubren su cabeza, ya para impedir que se le lleve el viento.
Leeuwarden tiene casa de ayuntamiento, un tribunal, un colegio, tres casas para huérfanos, muchos hospitales, y once iglesias, aunque su población no pasa de 20,000 almas. Pero el único edificio ó establecimiento que merece ser visitado, es su cárcel. Se elogia mucho la sabiduría de sus reglamentos, los buenos resultados obtenidos por la habilidad de los directores, etc. Ademas, ciertos filántropos han demostrado que es la casa de corrección de toda Europa en donde los presos se hallan alojados en unas pequeñas habitaciones, y en donde menos cuesta su alimento. Han llegado á hacerlos vivir casi sin respirar ni comer. Esta cárcel modelo, es con razón una de las curiosidades de la Holanda.
Los huérfanos de Leeuwarden serian quizá sometidos al mismo régimen de los confinados, si uno de los niños criados en el hospicio de aquella ciudad, Jacobo Martin Bajée, que murió en la India sin herederos, no les hubiese dejado en su testamento 350,000 florines. Reconocidos sus compatriotas, le han elevado

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