que tenéis hambre y sed, porque aqui está el pan que alimenta, y el aguaque templa la sed.» Imposible es el resistir á tan tierna invitación: se entra, se bebe en el mostrador un vasito de aguardiente, se cambian algunas palabras con la posadera, que siempre es joven y rubia, con los ojos azules, y los labios de color sonrosado: se pasa la vista por las columnas del Diario de Amsterdan, y después el piloto se presenta de repente buscando á sus viageros, é invitándolos con dulzura á que vuelvan, á emprender la marcha. De todas estas escursiones y paradas resulta, que vogando en el treckschuit, se anda en un dia menos camino que si se fuese á pie.
Los canales son, pues, todavía en Frisia, las vias de comunicación mas frecuentadas. Si el viage en treckschuit es lento y monótono, es en cambio poco costoso. Se ancla una milla por un stiver ó dos cuartos, y según dicen los holandeses, es un medio admirable de trasporte. Sin embargo, los canales no son solamente caminos qué enlazan todas las ciudades y aldeas, sino que ademas sirven para dar paso y salida á las aguas, y casi siempre sirven de cercas, vallados y empalizadas. Los principales tienen mas de trescientos pies de ancho, y mas de treinta de profundidad: su fondo, por lo común se encuentra mas elevado que el nivel de las tierras que atraviesan. Asi es, que si uno de sus diques se llega á rebajar ó destruir, todos los terrenos inmediatos quedan inundados. Pero la Frisia debe temer mas al mar que á los canales. Cuando se reflexiona en los peligros que sin cesar la amenazan, causa sorpresa el que sus habitantes no se la hayan abandonado hace mucho tiempo al Océano que se la disputa continuamente, y que quizá concluirá por apoderarse de ella. ¡Qué historia la de esta provincia!
En 1230, por no remontarme mas, una inundación hizo perecer en Holanda 100,000 hombres, de los que 70,000 pertenecían á la Frisia. En 1287, número de las víctimas fué casi tan considerable y repartido en igual proporción. En 1470, la Frisia, perdió en un dia 20,000 de sus habitantes, y en 1570 se repitió el mismo desastre. Aquel año, la mar se elevó once pies sobre el nivel de los diques, cubrió con mas de diez pies de agua las partes elevadas de Frisia, y solo en la provincia de Groninga se tragó 9,000 personas y 70,000 cabezas de ganado. En 1686, volvió á pasar los diques mas de quince pies, destruyó mas de seiscientas casas, y convirtió toda la Frisia en un ancho mar. Una sétima inundación general, la de 25 de abril de 1717, causó todavía mayores estragos: rompió la mayor parte de los diques, y sumergió 12,000 personas, 6,000 caballos y 80,000 carneros y otros animales domésticos.
«La lucha de los elementos no ha cesado, escribía hace poco un viagero inglés: las olas se amontonan y se encrespan como en tiempos pasados sobre las costas de Holanda: los diques mas elevados y construidos por un escelente sistema ceden algunas veces, y á pesar de los millones de florines que su conservación cuesta cada año, este pais siempre en alerta, esperimenta pérdidas enormes. El riesgo que corren las provincias septentrionales, proviene menos de la violencia de un solo viento, que de los ataques sucesivos de muchos. Asi, por ejemplo, las olas del Atlántico ó del mar Polar, que un viento del Noroeste impele delante de sí, vienen á estrellarse contra las costas de la Holanda; pero desviadas por estas costas de su curso primitivo, se dirigen hacia el Sur en donde causan comparativamente poco daño cuando los diques se encuentran en buen estado, á menos que no se acumulen hasta el punto de saltar por encima de ellos: pero si el viento, después de haber soplado con fuerza del Norte ó del Sur, é impelido las olas en el mar del Norte, se vuelve de repente al Oeste, mientras que la corriente es todavía impetuosa en una ú otra de aquellas dos dilecciones primeras el nuevo viento amontona olas sobre olas, y las arrastra á las playas de la Holanda y de la Dinamarca; produce una marea de una altura estraordinaria; hace retroceder los rios Escalda, Mosa, Elba y Eyder, y supera todos los obstáculos humanos; ó bien soplando desde luego del Sur, gira, mas completamente, y reúne por decirlo asi, las aguas en uno de esos vastos remolinos líquidos, producidos como es bien sabido por las tempestades, y soplando en seguida con perseverancia del Noroeste, lleva las corrientes del Atlántico y del mar Polar, con el auxilio de las olas ya embravecidas: entonces desgraciado el Norte de la Holanda, y la Frisia: el Dollarzée, el Lauwerzee y el Zuyderzee se desbordan, y Amsterdam y los frisones tiemblan y quedan consternados.»
Este viagero británico es digno de fé, y ciertamente puede que los frisones tengan miedo cuando se ven amenazados de una inundación: pero en tiempos normales, sea que jamás piensen en los peligros del porvenir, ó que, pensando en ellos tengan la conciencia demasiado tranquila para no inquietarse, no manifiestan ninguna emoción. Seria muy difícil encontrar fisonomías mas placenteras que las de los frisones en general. ¿Con qué calma y gravedad conduce el piloto su treckschuit? y todos aquellos aldeanos ó labradores cuyas barcas cruzan por delante de nosotros ó nos acompañan, y que van á la población inmediata á vender sus quesos y su manteca, principales producciones de la Frisia, están también tan serenos como sus mismos movimientos. Diríase que eran unos autómatas que se mueven por resortes, fabricados por artistas poco hábiles. En todas circunstancias se manifiestan tan económicos de gestos y de palabras, como de su dinero. Pero sobre todo no parece preocuparles esas combinaciones fatales de ciertos vientos y de ciertas corrientes, que podrían en algunas horas trasformar su pais en un vasto mar y sumergir á todos sus habitantes. ¿Es acaso efecto del clima? ¿es imitación? Los mismos animales, los bueyes y caballos, tienen un aspecto tranquilo que choca al viagero menos observador.
Pero como dice el proverbio italiano: ché va piano, va sano: ché va sano, va lontano deslizándonos lo mas suavemente posible por el canal porque navegábamos, llegamos á la capital de la Frisia, la ciudad mas hermosa, rica y fuerte de toda la provincia.
Leeuwarden, ex-residencia del stathouder, y ahora del consejo supremo, está rodeada de murallas con árboles, que sirven de paseo. Vista desde lejos parece construida sobre el verde ramage, pero en lo interior no se diferencia mucho de las demás poblaciones, sino en su estension. Sus casas, como las de todas las ciudades frisonas, son de ladridos pintados, conservados en un estado admirable de limpieza: tiene los mismos andenes de ladrillo, las mismas calles empedradas con losas de granito, los mismos paseos de tilos, los mismos canales, los mismos puentes, los mismos barcos, el mismo silencio y la misma soledad. En los balcones
Los canales son, pues, todavía en Frisia, las vias de comunicación mas frecuentadas. Si el viage en treckschuit es lento y monótono, es en cambio poco costoso. Se ancla una milla por un stiver ó dos cuartos, y según dicen los holandeses, es un medio admirable de trasporte. Sin embargo, los canales no son solamente caminos qué enlazan todas las ciudades y aldeas, sino que ademas sirven para dar paso y salida á las aguas, y casi siempre sirven de cercas, vallados y empalizadas. Los principales tienen mas de trescientos pies de ancho, y mas de treinta de profundidad: su fondo, por lo común se encuentra mas elevado que el nivel de las tierras que atraviesan. Asi es, que si uno de sus diques se llega á rebajar ó destruir, todos los terrenos inmediatos quedan inundados. Pero la Frisia debe temer mas al mar que á los canales. Cuando se reflexiona en los peligros que sin cesar la amenazan, causa sorpresa el que sus habitantes no se la hayan abandonado hace mucho tiempo al Océano que se la disputa continuamente, y que quizá concluirá por apoderarse de ella. ¡Qué historia la de esta provincia!
En 1230, por no remontarme mas, una inundación hizo perecer en Holanda 100,000 hombres, de los que 70,000 pertenecían á la Frisia. En 1287, número de las víctimas fué casi tan considerable y repartido en igual proporción. En 1470, la Frisia, perdió en un dia 20,000 de sus habitantes, y en 1570 se repitió el mismo desastre. Aquel año, la mar se elevó once pies sobre el nivel de los diques, cubrió con mas de diez pies de agua las partes elevadas de Frisia, y solo en la provincia de Groninga se tragó 9,000 personas y 70,000 cabezas de ganado. En 1686, volvió á pasar los diques mas de quince pies, destruyó mas de seiscientas casas, y convirtió toda la Frisia en un ancho mar. Una sétima inundación general, la de 25 de abril de 1717, causó todavía mayores estragos: rompió la mayor parte de los diques, y sumergió 12,000 personas, 6,000 caballos y 80,000 carneros y otros animales domésticos.
«La lucha de los elementos no ha cesado, escribía hace poco un viagero inglés: las olas se amontonan y se encrespan como en tiempos pasados sobre las costas de Holanda: los diques mas elevados y construidos por un escelente sistema ceden algunas veces, y á pesar de los millones de florines que su conservación cuesta cada año, este pais siempre en alerta, esperimenta pérdidas enormes. El riesgo que corren las provincias septentrionales, proviene menos de la violencia de un solo viento, que de los ataques sucesivos de muchos. Asi, por ejemplo, las olas del Atlántico ó del mar Polar, que un viento del Noroeste impele delante de sí, vienen á estrellarse contra las costas de la Holanda; pero desviadas por estas costas de su curso primitivo, se dirigen hacia el Sur en donde causan comparativamente poco daño cuando los diques se encuentran en buen estado, á menos que no se acumulen hasta el punto de saltar por encima de ellos: pero si el viento, después de haber soplado con fuerza del Norte ó del Sur, é impelido las olas en el mar del Norte, se vuelve de repente al Oeste, mientras que la corriente es todavía impetuosa en una ú otra de aquellas dos dilecciones primeras el nuevo viento amontona olas sobre olas, y las arrastra á las playas de la Holanda y de la Dinamarca; produce una marea de una altura estraordinaria; hace retroceder los rios Escalda, Mosa, Elba y Eyder, y supera todos los obstáculos humanos; ó bien soplando desde luego del Sur, gira, mas completamente, y reúne por decirlo asi, las aguas en uno de esos vastos remolinos líquidos, producidos como es bien sabido por las tempestades, y soplando en seguida con perseverancia del Noroeste, lleva las corrientes del Atlántico y del mar Polar, con el auxilio de las olas ya embravecidas: entonces desgraciado el Norte de la Holanda, y la Frisia: el Dollarzée, el Lauwerzee y el Zuyderzee se desbordan, y Amsterdam y los frisones tiemblan y quedan consternados.»
Este viagero británico es digno de fé, y ciertamente puede que los frisones tengan miedo cuando se ven amenazados de una inundación: pero en tiempos normales, sea que jamás piensen en los peligros del porvenir, ó que, pensando en ellos tengan la conciencia demasiado tranquila para no inquietarse, no manifiestan ninguna emoción. Seria muy difícil encontrar fisonomías mas placenteras que las de los frisones en general. ¿Con qué calma y gravedad conduce el piloto su treckschuit? y todos aquellos aldeanos ó labradores cuyas barcas cruzan por delante de nosotros ó nos acompañan, y que van á la población inmediata á vender sus quesos y su manteca, principales producciones de la Frisia, están también tan serenos como sus mismos movimientos. Diríase que eran unos autómatas que se mueven por resortes, fabricados por artistas poco hábiles. En todas circunstancias se manifiestan tan económicos de gestos y de palabras, como de su dinero. Pero sobre todo no parece preocuparles esas combinaciones fatales de ciertos vientos y de ciertas corrientes, que podrían en algunas horas trasformar su pais en un vasto mar y sumergir á todos sus habitantes. ¿Es acaso efecto del clima? ¿es imitación? Los mismos animales, los bueyes y caballos, tienen un aspecto tranquilo que choca al viagero menos observador.
Pero como dice el proverbio italiano: ché va piano, va sano: ché va sano, va lontano deslizándonos lo mas suavemente posible por el canal porque navegábamos, llegamos á la capital de la Frisia, la ciudad mas hermosa, rica y fuerte de toda la provincia.
Leeuwarden, ex-residencia del stathouder, y ahora del consejo supremo, está rodeada de murallas con árboles, que sirven de paseo. Vista desde lejos parece construida sobre el verde ramage, pero en lo interior no se diferencia mucho de las demás poblaciones, sino en su estension. Sus casas, como las de todas las ciudades frisonas, son de ladridos pintados, conservados en un estado admirable de limpieza: tiene los mismos andenes de ladrillo, las mismas calles empedradas con losas de granito, los mismos paseos de tilos, los mismos canales, los mismos puentes, los mismos barcos, el mismo silencio y la misma soledad. En los balcones
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