ten con bastante gracia y llevan un zagalejo algo corto, jubon ceñido, con mangas que dejan descubierta la mitad del brazo, en muchas partes redecilla en la cabeza, en otras mantillas blancas, y en todas alpargates. El idioma es el antiguo de las provincias del Mediodía de Francia, que de la ciudad de Limoges se dice lemosin. En Cataluña perdió su antigua suavidad y dulzura adquiriendo pronunciacion áspera y terminaciones desagradables, pero conservando siempre mucha semejanza con el francés. Entregados de contínuo los habitantes de este pais á la industria y al trabajo, son de buenas costumbres en lo general, aunque la particular topografía del terreno, presenta á los bandidos (que aqui son de los mas feroces) nomerosos donde guarecerse, y donde encerrar sus víctimas, á las que suelen dar muerte en caso de no entregarles un crecido rescate. Las mas de las mugeres de los pueblos pequeños, se ocupan en la elaboración de encages. Asi como en casi todas nuestras provincias, está muy en uso las romerías ó fiestas campestres para celebrar las festividades religiosas, y en especial la del santo patrón del pueblo. La circunstancia de estar muy distribuida la propiedad, y el mismo desarrollo de la industria, hacen que sea desconocido en Cataluña el repugnante espectáculo de la mendicidad, que tanto abunda en otras partes. Tiene este pais, como Aragón, su legislación especial, que se diferencia bastante de los otros que forman la monarquía, sobre todo en punto á herencias, pues aqui todo el haber de los padres pasa precisamente al hijo mayor llamado hereu. Cuando la heredera es muger, sé denomina pubilla. El Principado se divide actualmente en las cuatro provincias de Lérida, Gerona, Barcelona y Tarragona, que comprenden catorce ciudades, doscientas cincuenta y cinco villas, mil quinientos noventa y ocho lugares y quinientas cincuenta y ocho aldeas, que forman un arzobispado, siete obispados, una capitanía general, cuatro comandancias generales, una audiencia, treinta y seis juzgados y mil setecientos cincuenta y seis ayuntamientos. La población sube á 1.049,658 almas. Desde los mas antiguos tiempos, figura el pais, que ahora nos ocupa, en la historia del modo mas notable. Los fenicios ya visitaron sus costas, poco después que las de la Bética, y sembraron sin duda en Cataluña los primeros gérmenes de civilización. Los griegos foceos llegaron después con objeto de traficar, y fueron bien recibidos de los habitantes, que no les impidieron fundar establecimientos y ciudades. A la venida de los cartagineses aparece lo que hoy llamamos Cataluña, dividida en ocho regiones ó repúblicas aliadas que eran Ilegetia, Lacetania, Cosetania, Laletania, Castellanía, Ausetania, Cerretania é Indigeto. Aquellos conquistadores encontraron aqui pocas simpaías, y en un tratado que celebraron con los romanos, les cedieron la conquista de los pueblos cae acabamos de nombrar. Sin embargo, el célebre Ánnibal al romper aquel convenio y destruir la ciudad de Sagunto, invadió este pais y se hizo dueño de él por algún tiempo, quedando por monumento de su conquista la ciudad de Barcelona, que se fundó par entonces ó poco antes por Amilcar su padre, Aparecieron en seguida los romanos bajo la conducta de los escipiones, y tomando tierra en Ampurias, se apoderaron al poco tiempo de toda la costa catalana fijando en la antiquísima Tarragona la capital de la España romana. No lograron esto sin resistencia, pues varias poblaciones les hicieron cruda guerra, antes de sucumbir á las victoriosas águilas de Rómulo. Llegado el siglo V, y con él la ruina del grande imperio de Augusto, Cataluña fué invadida por los vándalos, suevos, alanos y godos. Estos últimos permanecieron aqui mas tiempo y fundaron la monarquía española que aun subsiste. De aquella época, se cree data el actual nombre que distingue á este pais, derivándose, según algunos, de los antiguos catalanos ó castellanos, uno de los primitivos pueblos que lo habitaban, y segun otros del nombre ghot alani, godos–alanos, que se daba á sus conquistadores. Los moros dominaron a Cataluña al poco tiempo de su llegada á España, y llevaron sus armas hasta el Pirineo; pero muy en breve empezaron á perder terreno á impulsos de las victoriosas armas del valeroso emperador Carlo–Magno, y de su hijo Luis el Benigno, que formó de Cataluña en 801 una marca ó provincia fronteriza, que dividió en nueve condados y donó á sus principales capitanes. Los nuevos condes, abusando de su poder, vejaban á sus fieles subditos los catalanes; pero acudiendo estos en queja al emperador, fueron acogidos favorablemente, y aquellos amonestados con severidad. En tiempo de Carlos el Calvo, Wifredo, llamado el Velloso, conde ó marqués que era de Barcelona, se hizo independiente, y su condado, que comprendía ya una gran parte de Cataluña formó desde entonces un respetable estado que rivalizó con los reinos españoles. Aqui debemos hablar del origen de las armas de Cataluña, que son también las de Aragón, Valencia y Mallorca. Dicese que hallándose Wifredo á las ordenes de Carlos el Calvo, en una batalla, fue conducido muy mal herido á su tienda de campaña. Visitóle allí el emperador, y viendo que el escudo de Wifredo era dorado, sin divisa alguna, como de caballero novel, mojó cuatro dedos en la sangre que salía de las heridas y los pasó por el escudo diciendo: «Estas serán, conde, desde hoy vuestras armas.» Desde entonces pinta Cataluña, ó sea el condado de Barcelona, cuatro palos rojos en campo de oro. Los sucesores de Wifredo el Velloso se distinguieron por su valor en la guerra contra los moros y por su acierto en el gobierno. Al principio regían su estado por las leyes godas, y seguían el rito eclesiástico, llamado mozárabe ó gótico, pero el conde don Ramón Berenguer, llamado el Viejo, abolió unas y otro en un concilio celebrado en Barcelona el año 1068, é introdujo el breviario romano, y un nuevo código formado de algunas leyes godas, otras romanas y otras promulgadas de nuevo, al que se dio el nombre de Usages. Raimundo ó Ramón Berenguer III marchó contra los moros de Mallorca en 1114 con una escuadra compuesta de buques catalanes, en la que hizo después un viage á Italia. Habiéndose ya refundido todos los otros condados de Cataluña en el de Barcelona, y poseyendo este Raimundo Berenguer IV, se reunieron al Aragón por casamiento del conde con doña Petronila, hija y sucesora del rey don Ramiro el Monge, en 1137. Desde aquella época no volvieron á separarse, aunque siempre conservó Cataluña sus usos, costumbres, leyes y lenguaje. Descontento el Principado con la desordenada administración de Felipe IV, se apartó de su obediencia, y se entregó al rey de Francia, lo que dio lugar á guerras desoladoras, que terminaron por el tratado de paz de 1659. Muy en breve fué teatro
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