en donde murió al poco tiempo de melancolía. Aldonza fué aun mas desdichada, pues perdió enteramente la razón: huyó de la casa de su pérfido tutor, y vino á recorrer los alrededores de Montalvan, donde sabia que habia muerto su fiel amante, pasando lo mas del tiempo en la peña del Cid, desde donde divisaba el encumbrado castillo de la encomienda. Su alimento eran las yerbas, y su lecho una dura peña. Cuando algún hombre se le acercaba, huia con la velocidad de una cierva, gritando: ¡Era mi hermano!... ¡Era mi hermano!... Prolongó muchos años tan triste existencia, y cierto dia, al ir los sirvientes de la iglesia á cerrar las puertas, se encontraron una muger cubierta de harapos, y que se conocía habia sido muy bella, muerta al pie del sepulcro de Berenguer. Dieron parte inmediatamente al nuevo comendador, su sucesor, y éste, que sabia bien la triste historia de sus amores, dispuso que Aldonza fuese sepultada en aquel mismo panteón, en el que colocó una inscripción latina que espresaba este pensamiento:
Justo es reposen juntos en la muerte
Los que tanto se amaron en la vida.
En cuanto á mosen Jaime, arrepentido aunque tarde .de su pérfida traza, dio sus grandes haciendas á los pobres, tomó el hábito de religioso en el convento de San Francisco de Zaragoza, y allí hizo una vida penitente y ejemplar. Mas deseando predicar el Evangelio entre los bárbaros, naufragó y perdió la vida al tocar las costas de Marruecos. El sepulcro de Berenguer y Aldonza subsistió hasta la última guerra, en que fué destruido por los soldados que guarnecian la iglesia de Montalvan, convertida entonces en fuerte.
Siguiendo el curso del rio Martin, y por un camino fatal, se pasa por Peñarroyas, arrabal de Montalvan, por Obon, Oliete, villa de 1,722 almas, Con una parroquia y tres ermitas; Albalate del Arzobispo, también villa considerable, de fundación árabe y del señorío del arzobispo de Zaragoza, con un antiguo castillo–palacio de este prelado (1), con una parroquia de tres naves y de buena fábrica, dos ermitas, un convento de capuchinos, un hospital y 3,746 hablantes. Rodea á este pueblo una huerta bastante fértil, en que se dan con abundancia trigo, aceite, vino, frutas y legumbres. Dos leguas mas allá de Albalate está Hijar. Esta villa es muy antigua. Llamóse Arsse, y pertenecía al convento jurídico de Zaragoza, según Plinio y Ptolomeo, Jaime I el Conquistador, la quitó del poder de los árabes, y dio su señorío á su hijo natural don Pedro Fernandez de Hijar, cuyo quinto nieto, don Juan Fernandez de Hijar, llamado el Grande Orador, fué el primer duque de este estado en 1483 por merced de los reyes católicos. Recibíó esta villa señalados privilegios de Felipe IV y Felipe V, en premio de los servicios que prestó á ambos. Sus armas son en campo azul nueve torres de plata y una flor de lis. La situación de Hijar es á la orilla derecha del rio Martin, sobre el que tienen un puente, entre colinas, y en un terreno feraz en vino, aceite, cereales, frutas, lana y seda. Conserva un antiguo palacio de sus duques, que al través de sus ruinas ostenta aun reliquias de su pasada magnificencia. Hay una parroquia titulada Santa María la Mayor, servida por un cura y un capítulo de cinco beneficiados cinco ermitas, un hospital, y en las inmediaciones de la villa un convento, que fué de franciscos, y que hoy está ocupado por religiosas. Hijar es cabeza dé un partido judicial, compuesto de trece pueblos y otros tantos ayuntamientos, y tiene de población 2,638 almas.
El primer lugar que después se encuentra es la Puebla de Hijar; con bellísima huerta, y luego á muy corta distancia Samper de Calanda, donde acaba la provincia de Teruel y comienza la de Zaragoza. De este pueblo, que es antiguo, y pertenece al territorio de la orden de San Juan, hay un recuerdo notable de la última guerra civil. Habiéndolo sitiado Cabrera en junio de 1837, sobrevino de repente una terrible tormenta, y un rayo que cayó dio muerte al secretario de este gefe.
Ocupémonos de Caspe que es una de las villas mas grandes de España, y considerable por muchos conceptos, situada en la ribera del Guadalupe, y no lejos del parage donde este rio se junta con el Ebro. Esta población es de antigüedad remota, y de origen desconocido. Sus habitantes se distinguieron por su valor en la famosa batalla de Alcoraz, y fueron recompensados con largueza por Pedro 1, que los concedió entre otras mercedes el actual escudo que usa la villa de una cabeza de rey moro, que algún tiempo después se cuarteló con los palos de Aragón. Alfonso I el Batallador conquistó a Caspe, que poseían los moros en 1168, y dio su señorío á la orden de San Juan. Muerto en 1410 el rey don Martin, y siendo muchos los que se creían con derecho á sucederle, después de dos años de revueltas y guerras, se decidió que se formase una especie de tribunal compuesto de tres jueces por Aragón, tres por Cataluña y tres por Valencia, los que se reunieron en Caspe en 1412, y eligieron por rey de Aragón al infante de Castilla don Fernando de Antequera. En esta decision tuvieron gran parte el cardenal don Pedro de Luna, que se titulaba papa con el nombre de Benedicto XIII, y San Vicente Ferrer, que fué uno de los compromisarios. En la guerra de sucesión que afligió á nuestra patria á principios del siglo pasado, Caspe se decidió por el partido del archiduque. En 1700 vio dentro de su recinto á Felipe V, que aqui se reunió con varios de sus generales para marchar contra Barcelona. Durante la guerra de la independencia, fué esta villa varias veces punto de apoyo y centro de operaciones de las fuerzas beligerantes, y en la última civil sufrió repetidos asedios de los carlistas, padeciendo, sobre todo, en el que en junio de 1837 le puso Llangostera y Forcadell, que incendiaron doscientas veinte y tres casas, despechados de no poder hacerse dueños del fuerte, defendido bizarramente por los nacionales y guarnición de la villa. En Caspe nacieron varios hombres ilustres, entre otros San Indalecio, el cardenal don Luis García, don Jaime Ejerie, escritor, el teólogo Fr. Luis de Caspe, y el general Latre. Cómponese la villa de mil quinientas casas, distribuidas en setenta calles, una plaza y nueve plazuelas. La iglesia colegial de Santa María la Mayor, es un edificio muy antiguo, y cuyo origen se remonta á los primeros siglos de la cristiandad, pero renovado en épocas muy posteriores, pertenece en la actualidad al género llamado gótico. Consta de tres naves, tiene de longitud 200 palmos, y de ancho 160, y cuenta diez capillas y trece altares. En la denominada del
(1) En este palacio falleció en 1475 el infante don Juan de Aragón, arzobispo de Zaragoza.
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