miércoles, julio 04, 2007

Viage ilustrado (Pág. 16)

se le exigian, libertó á la Rusia de sus enemigos y la elevó á un rango brillante, por su poder al menos.
Destruyendo luego las formas republicanas de No­vogorod, cuando se apoderó de ella por derecho de conquista; se afirmaba cada vez mas en su pensa­miento de hacer de la Rusia el poder mas grande de la Europa. Pocos soberanos podian impedirlo, y el único que entonces sobresalia en el continente, el Cé­sar español Cárlos I, se contentaba con escribir al gran maestre de la órden teutónica: No es bueno que la Rusia llegue á ser poderosa, es necesario que la Po­lonia se conserve entera, para el equilibrio de la Eu­ropa.
Ivan IV estendió, es cierto, los limites del imperio, al que agregó la Siberia; pero le hizo perder ese pres­tigio moral que le habian dado sus antecesores. Mas afecto á destruir á sus súbditos que á sus enemigos, llegó á rodearse de seis mil individuos de la primera nobleza, que ligados á él con el mas solemne jura­mento, se ocupaban en hacer ahorcar y empalar sin descanso; enriqueciéndose con los despojos de las vic­timas; y llevando, para añadir el insulto al crimen, colgadas en el arzon de la silla del caballo una cabe­za de perro y una escoba, para indicar que debian morder á los enemigos del czar y barrer el mundo.
Cuentan algunos historiadores que los alemanes y los ingleses solicitaron la alianza de la Rusia, atraidos; por la reputacion que adquirió este imperio bajo el reinado de Ivan; pero sin que nosotros desmintamos este hecho, que damos por supuesto, no basta el para destruir nuestra observacion de lo que amenguó la dignidad de la Rusia bajo el bárbaro reinado de Ivan IV. Seria preciso hacerla consistir en la inmensa poblacion que se conquistaba para concederla; pero ni aun esto sucedia. Los habitantes que se aumentaban con la conquista de nuevos paises, se disminuian con los innumerables asesinatos en masa que se ejecutaban diariamente; con los incendios de grandes poblacio­nes, y las sumersiones en los rios de todos los pobladores de otras.
Una circunstancia favorecia á la Rusia, que habia de ser la base de su futuro engrandecimiento y de su poder actual, y era la servil sumision de los rusos que veneraban en el czar lo mas sagrado que para ellos habia. El imperio en este estado solo necesitaba un gran monarca que podria sin oposicion trasformar la Rusia é introducir cuantas reforma ideara, y este mo­narca lo tuvieron en Pedro I. Y á fin de que fuera mas grande el teatro en que debia inmortalizarse el obrero de Saardan, iban aumentándose los dominios del czar que estendia su poder hasta el circulo polar N. por un lado, hasta el Báltico por otro, ganaba tierra en la Livonia, en la Polonia, en la Moldavia, etc., llegaba al Caspio y se internaba en la India y la China, para no pasar hasta el Nuevo Mundo.
Heredero Fedor I de la corona de su padre Ivan IV, se hallaba imposibilitado de reinar por incapacidad fí­sica y mental. Enviáronle sin embargo diputados para que aceptara el trono, y atendidas sus súplicas asistie­ron al coronamiento del jóven príncipe.
Un consejo de regencia nombrado por su padre y compuesto de cuatro boyardos, admite al fin una es­pecie de preceptor para el czar, (1584) y el tártaro Boris Godounov, próximo pariente de la familia reinante, empuñó las riendas del Estado en nombre del inerte Fedor.
Reconcentrado en él el poder soberano, abusó como era costumbre, y siguió las conocidas huellas de sus antecesores. Sin detenerle ningun género de obstáculos, se arma con el puñal y el veneno, y estermina á sus enemigos del interior al mismo tiempo que impone á los esteriores. Con una ambicion sin límites que oscurecia algunas buenas cualidades que poseia Boris deseaba hacerse dueño absoluto del imperio. Casó al czar con una de sus hermanas, destruyó á la mayor parte de los parientes del príncipe, y llegándole á causar éste recelos, trató de inmolarle; pero prometia tan poca vida el infortunado jóven, que su fin vendria á terminar pronto las inquietudes de Boris.
Demetrio era el heredero del trono, y ganando Boris al gobernador del príncipe, se deciden á envenenarle. Sin valor ó sin ocasion para ello, encargan á otro el asesinato, que se retardó por el presentimiento del crimen que tenia su madre Irene, la cual no se separaba un momento de su hijo. Un instante de descuido bastó para perderle, y para que puesto en manos de Biatafsky y de sus complices fuera degollado. Vengó el pueblo la sangre del príncipe derramando la de algunos de sus asesinos: lo denunció á Fedor, pero supo Boris hacer pasar la muerte de Demetrio como un sui­cidio, y continuó al lado de su hermano Fedor; vién­dose por este tiempo el Estado floreciente, tranquilo y temido de sus enemigos. Solo los infelices habitantes de Ouglitch, donde fué asesinado Demetrio, y donde se vengó su muerte en algunos de sus asesinos se dejó sentir la crueldad de Boris que diezmó la poblacion, pretendiendo sepultar con sus habitantes el secreto del crimen que él habia cometido. No consiguió su objeto: el delito y el nombre de su autor se divulgaron, y la vindicta pública se encargó de castigarlo con la pu­blicidad.
Un crimen conduce siempre á otro: Boris Godou­nov, para conseguir el favor de las masas recurre al un medio maquiavélico, de aquellos que se encuentran pocos ejemplos en la historia; hizo pegar fuego en se­creto á diferentes barrios de Moscou, librando sola­mente el Kremlin y la parte de la ciudad donde se reunían los nobles. Como disponia de todas las rentas del Estado, reconstruyó la mayor parte de las casas y de los edificios que habían devorado las llamas, lo cual le proporcionó las bendiciones del pueblo que le apellidaba su salvador.»
Habia en Boris tal mezcla de vicios y virtudes, de crímenes y de acciones nobles, que es penoso á la historia calificar el carácter de este personage. Su ambicion sin límites merece disculpa al verle emplear un poder que conseguia por medios reprobados, en ha­cer la felicidad de la Rusia. Querido de todos, para lo cual empleaba su talento, se mostraba en estremo sen­sible á las desgracias, y concedia siempre gustoso cuanto le pedian. Jamás se acudia á él en vano para reparar una injusticia ó para demandar misericordia, declarándose ademas protector de los necesitados. Es­to le conquistó el afecto público, y le facilitó la ejecucion de sus grandes pensamientos.
Muere Fedor el 7 de enero de 1598, sin dejar su­cesion, y su viuda, hermana de Boris, como hemos visto, queda encargada del imperio. Mas no agradaba á Boris este legado; y á pesar de que es reconocida Irene, consigue su hermano hacerla renunciar (Faltan algunas letras)


de leche de burra; y si se derramaba una gota en la crin del caballo en que estaba sentado el delegado del khan que la recibia, debia lamerla.

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