domingo, julio 01, 2007

Viage ilustrado (Pág. 12)

tre el pueblo, y aunque Ivan las apacigua como un padre puede tranquilizar á sus inquietos hijos, los consejos que recibió el monarca del ex–obispo de Ko­lumna, cuando fué de peregrino al monasterio de San Cirilo, le hicieron variar su carácter bondadoso, despertando su orgullo de hombre y czar.
Gobernad vos mismo, le decia, y gobernad solo.
Dad consejos, mas no los recibais.
Mandad siempre y no obedezcais.
No olvideis que el mas modesto de los consejeros de un príncipe acaba por dominarle.
Ivan lo respondió:
«Mi mismo padre no habria podido darme mejor consejo»
Inquieta la imaginacion de Ivan con tan perniciosos avisos, vuelve de su peregrinacion, halla el reino en la tranquila felicidad en que le dejara encomenda­do á Silvestre y á Adaskef, continúa dispensándoles su confianza, y esta dicha que todos disfrutaban, termina con la vida de Anastasia el 7 de agosto de 1561.
La naturaleza de Ivan IV cambia totalmente desde este dia. O el profundo sentimiento de la muerte de su esposa endureció del modo mas horrible su corazon, ó la bondad de aquella reina contenía la vio­lencia de su marido.
No sabemos cual de estas conclusiones admitir. Hay poquísimos ejemplos de que, quien haya poseido un alma generosa, noble, sentimientos de justicia, de humanidad, de religion, se haya entregado despues como una fiera á destrozar con sus mismas manos á sus semejantes, que ni son sus enemigos ni sus émulos.
Pero dejemos aclare la historia estas consideracio­nes: observemos los crueles instintos que tuvo Ivan en su juventud, que cambiaron solo por los sanos consejos de un monge, que los continuaba sosteniendo una muger á quien amaba, y podremos comprender que su crueldad estaba mitigada, mas no habia desaparecido.
Acordándose de las irreligiosas máximas del de Kolumna, rompió el dique de sus mal comprimidas pasiones brutales, comenzando por la muerte de Silvestre y Adaskef, á quienes tanta ventura debian él y el reino. Los parientes del último cayeron tambien bajo el hacha del verdugo. La misma mano de Ivan inmola al príncipe Demetrio.
En la época que hemos recorrido empezó á adquirir la Rusia su importancia europea. Estendió su terri­torio por la Carelia y la Ingria, aseguró la paz con la Suecia, hizo temer á los turcos su enemistad y que desearan otras potencias su alianza. El mismo Papa, que temia el poder musulman, asediaba de continuo al czar para atraerle á la Iglesia latina, y lo hubiera conseguido sin soberanos tan amantes de su independencia, que llegaron á elegir al metropolitano de Moscou patriarca de la Iglesia rusa, por no permanecer mas tiempo bajo la tutela del patriarca de Cons­tantinopla.
«De esta manera, dice Cantú, es como la Rusia se elevaba con la unidad política y la unidad religio­sa, al paso que la Polonia, que carecia de almas, se descomponia. Goudonov se concilió tambien la volun­tad de los nobles disminuyendo la libertad de que go­zaban los campesinos de pasar de una tierra á otra, derecho que obligaba á los señores á tratarlos con mas humanidad, y aquella restriccion hizo cada vez mayor la esclavitud, pues los tiranos encuentran ventaja en tener que habérselas no con poblaciones enteras que puedan rebelarse, sino con un corto número de privi­legiados responsables de la turba servil abandonada á sus caprichos».
Al tratar mas adelante del estado de los siervos en Rusia, se comprenderán mejor las anteriores líneas de ese popular historiador que tan grande estudio ha hecho de las vicisitudes de los pueblos.
La Rusia, sin embargo, se distingue por multitud de particularidades que constituyen su carácter y forman el tipo de esa raza de alma impasible y corazon de hierro.
Las artes y las ciencias florecieron en el reinado de Boris, llamó tambien á sabios y á artistas estrange­ros, alentó á los nobles á que enviaran sus hijos á ins­truirse á Suecia, estendió el comercio haciendo trata­dos con los italianos y los ingleses, fomentó la riqueza del reino, remedió los males con generoso y activo celo, y recibió las bendiciones de sus súbditos que veian en él su verdadero padre.
Las turbulencias que introdujo el fraile Otrepiev empezaron á destruir los beneficios que la paz y el buen gobierno habían ido atrayendo á la Rusia. Guer­ras, pestes, hambre, siendo tal que llegó á venderse carne humana; todo parecia descender sobre el imperio como una venganza celeste para castigar la incon­secuencia é ingratitud de un pueblo que, cual si estuviera mal con su feliz tranquilidad, renunciaba á ella por seguir á los aventureros impostores que lleva­ban en pos de sí la desolacion.
Retrocede la Rusia en la senda de sus adelantos; eleva y depone monarcas; suscítanse los odios de nacion y de familia, corren torrentes de sangre por todas partes, y para tener un titulo mas la celebridad de la familia Romanof, asciende al trono en medio de una situacion tan deplorable.
El genio de un hombre que pasa su oscura vida confundido en las masas del pueblo ha bastado muchas veces para salvar á una nacion, sacándola de su aba­timiento y elevándola al rango de las naciones gran­des. Los servicios de esta clase de ciudadanos, desin­teresados siempre, heróicos y nobles hasta la sublimi­dad, porque reside la nobleza en su corazon, donde no puede gastarse, han sido la base de la grandeza de casi todos los pueblos y lo fueron tambien del engran­decimiento ruso.
Doctrina es infalible que se vale Dios siempre del mas pequeño de sus hijos para demostrar la inmensi­dad de su poderío, para abatir la vanidad del orgullo y para enseñar que sus dones celestiales no los ha puesto absolutamente en los que brillan en la sociedad por sus titules mundanos, su oropel y su fausto, sino que los ha colocado algunas veces con preferencia en el seno de esas humildes clases confundidas en el Océano del mundo, agitándose como sus olas, pero ocultando en medio de ellas dotes brillantes de virtud y de grandeza, como las conchas ocultan sus ricas perlas.
Un simple carnicero, Kasma Minin, hace resonar entusiasmado un grito de guerra en toda la Rusia, é infunde su voz un heróico aliento en el corazon de todos sus abatidos compatriotas. Levántanse los ruso­s como un solo hombre á la voz de este carnicero, y reconquistan su independencia y se salvan. Corren lue­go al monasterio de Kostrama guiados por el valiente Bojarski, y exigen por emperador á Miguel Feodorovitch Jourief ó Miguel Romanof, salido apenas de la infancia y uno de los descendientes de R (Faltan algunas letras)

No hay comentarios: