jueves, noviembre 29, 2007

Viage ilustrado (Pág. 121)

de sus enemigos, mandándoles asesinar cruelmente en un festín, por cuya barbarie adquirió el sobrenombre de Sanguinario. Desde Roma llevó su ejército á la Calabria, con el objeto de poner la Italia á cubierto de las incursiones de los sarracenos, y apoyar el derecho de su esposa Teofania. Alcanzó repetidas victorias, tomó á Tarento en 982, y sucumbió en una emboscada, en la que fué destrozado su ejército y él mismo hecho prisionero, pero habiendo pasado desapercibido, adquirió la libertad por medio de un rescate; mas cuando se preparaba á la reparacion de semejante con­tratiempo, le sobrevino una enfermedad de cuyas re­sultas murió en Roma.
Al tiempo de morir Oton II, dejó á su hijo menor de edad bajo la tutela de su madre y el arzobispo de Colonia. Enrique el Pendenciero, duque de Baviera, se apoderó del jóven príncipe, y lo condujo á Magdeburgo, pero en vista de la actitud hostil de la noble­za, y en especial del clero, se vió forzado á devolverle á Teofania. Puesta la educacion de este niño en ma­nos del clero, entre el que se hallaba el célebre Gerberto, se resintió mas tarde de ella.
La minoría de Oton III fué turbulenta, ya por las rebeliones de los grandes, ya por las incursiones de los eslavos y dinamarqueses, ya tambien por los levan­tamientos de Italia, donde por otra parte no podían menos de residir Adelaida y Teofanía, abuela y madre respectivamente de Oton.
En el año 996 se dirigió en persona á Roma donde fué coronado por Gregorio y, condenando á la pena de destierro al cónsul Crescencio por los escesos que se permitió con el pontífice Juan XV, pero Gregorio so­licitó y obtuvo su perdon. Solamente tardó en volver el emperador á Italia el tiempo que le costó arrojar á los eslavos del margraviado de Brandeburgo en 997, y hacer una correía por Alemania; su venida produjo la vuelta á Roma de Gregorio que habia sido lanzado de ella por Crescencio, á quien dejándolo sitiado en el muelle de Adriano, empeñó su palabra de salvar la vida si se le presentaba, pero cometió la villanía de faltar á ella decapitándolo en 998. Dirigió una espedicion tan breve como feliz contra los sarracenos en el año de 1001, pero al año siguiente murió envene­nado por la viuda de Crescencio, recibiendo de esta suerte el castigo de sus crueldades.
No habiendo dejado hijos Oton III, Enrique, duque de Baviera, biznieto de Enrique el Pajarero, fué el que conquistó la corona, arrebatándola á todos sus competidores, entre los cuales el mas temible era Hermann, duque de Suabia. Proclamado en Magun­cia, obligó á Hermann, despues de haberlo persegui­do, á solicitar la paz, y sucesivamente activó el reconocimiento de las diferentes partes del imperio, entre ellas Sajonia y Lorena.
En tanto el rey de Polonia había tornado á Craco­via, invadido la Lusacia, y la Misnia, y dádose á re­conocer como duque de Bohemia. Asustado Enrique con semejantes conquistas, solicitó le rindiesen home­nage estos últimos paises, y negándose á ello, le de­claró la guerra; al propio tiempo tuvo que sofocar una rebelion dirigida por el margrave Enrique de Schweinfurth, por su mismo hermano Brunon, y por Ernesto, margrave de Austria, todos los cuales fueron destrozados y obligados á refugiarse en Bohemia.
En el mismo año de 1004 se dirigió Enrique II á Italia, donde había sido aclamado y coronado por rey Arduino, marqués de Ivrea; pero no bien llegado, fue reconocido por rey en una dieta congregada en Roncaglia, cabiendo una parte en este acto al arzobispo de Milan; marchó á Pavía para recibir la corona y lle­gó sin encontrar resistencia alguna, despues de todo lo cual, se encaminó á las fronteras de Alemania para combatir á Boleslao, rey de Polonia, que dueño de la Bohemia, ocupaba una posicion temible. Empeñóse y continuó la guerra con vario éxito, hasta que fué ne­cesaria la intervencion de Enrique en los asuntos de Italia; prometió alli su ayuda á Benito VIII, lanzado de Roma por un partido vigoroso, y al arzobispo de Milan, cuyo territorio asolaba Arduino, reconocido ya por una parte de Lombardía: en suma, despues de ha­ber concertado, en una dieta habida en Groninga, las medidas necesarias para destruir á los eslavos y pola­cos, pasó los Alpes, atravesó la Lombardía sin la me­nor resistencia por parte de Arduino, retirado en sus estados de Ivrea, convocó una dieta en Rancaglia, y entró en Roma en l014, donde fué consagrado em­perador por Benito VIII, á quien habia préviamente restablecido en la silla apostólica. Despues de la cere­monia, volvió á Alemania, recorrió la Borgoña y Lorena y manifestó la resolucion de entrar en una religion monacal, determinacion que contrarió Richard, abad de Saint Vannes de Verdun. No bien desapareció de Italia, cuando ya había vuelto á aparecer Arduino en campaña, pero vencido por el arzobispo de Milan, fué obligado á sufrir la suerte que el emperador habia querido imponerse á si mismo, murió en l015 en el monasterio de Frutare, en el Piamonte.
Vuelto otra vez á Alemania, continuó Enrique la guerra contra Boleslao, que fué terminada en 1018 en virtud de un tratado favorable al rey de Polonia, á pesar de ser á costa de la renuncia de Bohemia. En 1021, el emperador verificó otra espedicion á Ita­lia combatiendo á los griegos en la Pulla, y finalmen­te en 1024 murió en Grone, pueblo de Sajonia, no sin haber agregado al imperio el antiguo reino de Ar­lés en virtud de la adquisicion de la Borgoña cedida por Rodolfo III.
Tras un interregno de dos meses, los estados reu­nidos entre Worms y Maguncia, proclamaron á Con­rado, hijo de Enrique, duque de Franconia, á quien su noble alcurnia hizo llevar el sobrenombre de Sálico. Encaminóse á Italia, no sin haber recorrido las pro­vincias del imperio y hecho elegir y coronar por rey á su hijo Enrique; su objeto al marchar á aquel país era destruir los proyectos que habia de ofrecer la co­rona imperial á Guillermo y, duque de Arquitania, que no tardó mucho renunciar á sus pretensiones, lo cual no evitó el sitio de Pavía puesto por Conrado, y la entrega de Luca, á lo cual siguió su coronacion en Roma como emperador.
Al regresar á Alemania encontró al antiguo parti­do que se había opuesto á su eleccion completamente sublevado en Suabia, Alsacia y Borgoña; asi que convocó una dieta en Ingelheim, donde proscribió por medio de un edicto imperial á Ernesto II, duque de Suabia, que poco tiempo despues murió en el trance de una batalla. Asi como había concedido el ducado de Baviera á su hijo Enrique, asi lo hizo del que de­jaba vacante Ernesto á su hermano Hermann, todavía niño, con lo cual lograba tener á su devocion estos dos paises, agregándose igualmente á la muerte de Rodolfo III, ocurrida en 1032, la Borgoña, cedida por éste á Enrique II. No desaprovechó Conrado tales coyunturas que le proporcionaban un acrecentamiento

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