miércoles, noviembre 07, 2007

Viage ilustrado (Pág. 104)

y los animan con sus palabrasy con sus cuidados en los combates. Por lo demas, las costumbres son las mis­mas que las de los otros griegos, é iguales tambien la religion y las supersticiones. Los griegos de Atenas y del Atica, son todavía notables por su sagacidad y penetracion; todos los habitantes de las islas son ale­gres, vivos, apasionados por la música, y de buena índole; de todos los griegos, estos son en general los mejores. El carácter nacional de los griegos ha con­servado casi todas sus antiguas formas; tienen siempre esa viveza que los hacia uno de los pueblos mas amables de la antigüedad; hablando entre ellos mis­mos, parece, por sus gestos, sus movimientos y su to­no animado, que están disputando con mucho calor; pero esto no es mas que el efecto de su viveza natural, que los hace actores del hecho que están contan­do. Las niñas especialmente, exageran todo lo que ven; las figuras, las imágenes, las comparaciones les son familiares, y siempre apoyan con juramentos lo que refieren.
Apenas un pequeño número de hombres privilegiados conserva aun en su pureza el precioso depósi­to de la lengua de sus padres. La que habla el pueblo, ó el griego vulgar, se asemeja mucho, sin embargo, a aquel antiguo y bello idioma, y aunque desfigurado por palabras estrangeras, conserva todavía la riqueza, la energía y la dulzura. «No se puede aprender el griego vulgar, dice un viagero, sin aprender fábulas y proverbios en verso; los griegos son siempre sentenciosos y aficionados á cuentos; en sus canciones eróti­cas y demas poesías han adoptado la rima de los ita­lianos. »
La misma sensibilidad y viveza de imaginacion se encuentran en la religion, lo que unido á la ignoran­cia., hace al pueblo supersticioso y escesivamente cré­dulo en prodigios, en augurios y en ensueños. Tambien practican el ayuno con la exactitud mas escru­pulosa.
La gerarquía de la iglesia griega se compone de algunos patriarcas, que reconocen por gefe al de Cons­tantinopla, de arzobispos, de obispos, de proto-papas, y de monges. El alto clero se compone ordinariamen­te de personas que han recibido una educacion esmerada; no sucede lo mismo con los papas, pues salidos de la clase baja del pueblo, son en estremo ignoran­tes. Estos solo tienen él derecho de casarse, pero una vez solamente; asi es que tienen buen cuidado de es­coger una muger robusta y que prometa una larga vi­da. Los que aspiran á las dignidades superiores deben guardar el celibato y abrazar el estado monástico. Los caloyeres ó monges griegos viven reunidos en los monasterios como los católicos romanos.
Un pueblo siempre ávido de fiestas, de novedades y de espectáculos, unido á la religion por la. pompa del culto esterior, debe dar a las ceremonias del ma­trimonio toda la brillantez de que pueden ser susceptibles. La mayor parte de estas ceremonias, conocidas entre los antiguos griegos, están todavía en uso entre los modernos.
El duelo se manifiesta de una manera, particular: cuando una madre pierde uno de sus hijos ó esposo prorrumpe en grandes gritos, se arranca los cabellos, y quiere precipitarse en su tumba; durante muchos dias permanece con sus amigas, y todas juntas cantan las alabanzas del difunto y el sentimiento que las ha causado su pérdida. «Tratamos de locura esta furia del dolor, dice Savary, porque la naturaleza, abandonada á su energía, ofende á nuestro decoro facticio y á nuestra civilizacion artificial; ved aquí, añade, lo que yo he visto y oido entre los griegos del siglo XVIII. Madama Tingonini, la mas bella de las griegas mo­dernas, amaba tiernamente á su hermano y tuvo la desgracia de perderlo; segun la costumbre del pais, ella acompañó el cortejo fúnebre; todo anunciaba el abatimiento de su alma sensible; el desórden de su velo y de sus vestidos, la negligencia de su peinado añadian nuevos rasgos á las marcadas señales de su dolor. El cuerpo fué recibido por el patriarca á la puerta de la iglesia, y despues de las preces de costumbre, hizo la ceremonia que los griegos han conservado, y á la que han dado el nombre de último adios. Despues que el patriarca hubo abrazado el cuerpo, los parientes y demas que componian el cortejo hicieron lo mismo. Esta escena, que hace muy tierna la idea de un eterno adios, vino á ser aun mas tierna y dolorosa al verá aquella hermana desolada anegada en llanto, sin escuchar mas que á su dolor, desgarrar sus vestidos y arrancar sus cabellos para cubrir el féretro de un hermano querido que veía aun, pero que bien pronto dejaría de ver para siempre; se hicieron esfuerzos para abreviar esta lúgubre escena, y conducir á su casa á la afligida hermana.»
Los sepulcros de los griegos están, como los de los turcos y otros pueblos de Oriente, situados al lado de los caminos de las ciudades y aldeas. Una piedra y una columna indican cada sepulcro, que está cubierto con la triste sombra de los pinos y de los ci­preses.
En todas las casas la habitacion de los hombres está separada de la de las mugeres. Como entre los turcos, son aqui desconocidas las camas, se ponen solamente colchones sobre los sofás para estar acosta­do con mas comodidad. Una lámpara brilla ordinariamente toda la noche delante de la imágen de algun santo ó santa. El bordado es la ocupacion de las mugeres griegas; ellas salen poco, y las que tienen necesidad de trabajar para mantener a sus familias bor­dan sin descanso desde por la mañana hasta la noche. El cortejo de esclavos y de sirvientes que acompaña por las calles á una muger griega, es en aquel pais lo que entre nosotros un brillante tren, con la diferencia de que entre los griegos no puede salir una muger honrada sin una persona por lo menos que la acompañe, y las que son ricas ó de un rango superior se hacen seguir por muchos esclavos.
Los griegos son muy aficionados á fiestas; las mas grandes solemnidades de su religion son siempre para ellos regocijos públicos, fiestas brillantes que celebran con tanta alegría como fausto; pero á lo que mas presurosos se muestran á asistir es á las romerías; el pueblo inunda el vasto campo donde se celebra la reunion; los juegos, los festines y las danzas animan la pública alegría, y las mugeres se muestran allí con mas libertad. La costumbre de cantar en la mesa es muy antigua entre los griegos. Cada uno bebe á su turno á la salud de su querida, y frecuentemente lo hace tantas veces como letras tiene su nombre. El principal manjar de sus comidas consiste en corderos rellenos cubiertos con su misma piel y cocidos en el horno; cuando va están condimentados, se llevan cántaras llenas de vino, se bebe sin medida, y entonces se permite entrar á los juglares ó bufones. Las canciones, que comienzan por palabras graves, van poco á poco haciéndose mas libres y alegres; por últi-

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